2 de octubre de 2014

¿Por qué es necesaria la educación en salud sexual en las escuelas?

Por Olmedo Beluche

Jorge Sarsanedas, en un excelente artículo ("¿Reír o llorar?"), publicado hace unos días, ha puesto en evidencia a una serie de sectores, muchos de ellos escudados bajo el ropaje "religioso" o tras el morbo hipócrita de medios de comunicación, que se oponen de manera irracional y con argumentos infundados al proyecto de ley que debate la Asamblea Nacional sobre "salud sexual y reproductiva", que incluye la educación sexual, seria y científica, en los programas educativos.

Hay una sola cosa que añadir al aporte bien fundamentado de Sarsanedas: la sociedad panameña debe despertar y ver la realidad como es, las estadísticas señalan que los adolescentes están teniendo relaciones sexuales, pero sin orientación adecuada, por un lado; y por el otro, un gran porcentaje de embarazos precoces son producto de violaciones e incestos.

Basta de negar los hechos. Basta de mirar para otro lado o esconder la cabeza en el hoyo, como las avestruces (aunque dicen que esas aves no hacen eso). En hogares coherentes y bien establecidos, en familias disfuncionales, entre pobres o ricos, del interior o las urbes, con padres permisivos o represivos, la juventud panameña en su proceso de maduración fisiológica y social está iniciando sus primeras experiencias sexuales bien temprano. Aunque usted no lo quiera reconocer, no esté de acuerdo o no le guste, eso es lo que está sucediendo.

¿No lo cree? Una encuesta dada a conocer por la Defensoría del Pueblo, encontró que el 31,7% de las chicas y el 40,7% de los varones tuvieron su primera experiencia sexual antes de cumplir los 15 años de edad. En 2012, hubo 15.206 nacimientos de madres menores de 20 años (4% de ellas con edades entre 11 y 14 años). En 2013 asistieron a control prenatal 17.843 menores entre 11 y 19 años de edad.

Quienes pretenden que la educación sexual corra única y exclusivamente por parte de los padres están siendo desmentidos por los hechos y las estadísticas. No nos engañemos, quienes somos progenitores, incluso entre los más liberales y progresistas, sabemos que no es muy fácil abordar esos temas con los hijos. Pero, aún en el caso de que ese supuesto funcionara en las familias "equilibradas", bien informadas y con buena comunicación parental, ¿qué hacemos con las familias divididas, disfuncionales, cuyos padres están ausentes por trabajo, etc.?

El estado tiene una responsabilidad que cumplir hacia todos los niños y adolescentes, pero más aún con los más vulnerables. Según los datos del INEC, sólo el 57% de las menores panameñas viven con ambos padres; el 42%, es decir, 541.440 menores no viven con ninguno de los padres o sólo con uno de los dos, a las que hay que añadir otras 9.933 en las que no se pudo determinar la situación.

Un problema conexo, que requiere urgente atención es que muchos de los embarazos de adolescentes son producto, no de relaciones "irresponsables" entre jóvenes, sino de abusos sexuales y violaciones cometidos por adultos del propio entorno (familiar, vecinal) de las menores. A veces nos escandalizamos con lo que sucede en ciudad Juárez, la India o en algunos países musulmanes, pero en nuestro entorno "occidental", cristiano y "civilizado" la violencia sexual contra las mujeres escala junto a la violencia social en general, pero requiere un tratamiento particular, no sólo en el plano jurídico, sino educacional, de salud pública, cultural.

Por añadidura, la información sobre sexualidad y reproducción la están obteniendo los jóvenes por muchos medios (amigos, redes sociales, televisión, cine, etc.) y a veces (no tanto como debiera) de los propios padres y algunas con suerte en los centros de salud. La única ausencia en ese proceso es de la educación formal, seria, científica y bien fundada.

Los jóvenes tienen sexo pero carecen de información elemental al respecto. Basta un ejemplo, proveniente de la fuente citada: sólo el 37,1% de las mujeres entre 15 y 24 años de edad son capaces de identificar dos formas de prevenir el VIH. En sentido contrario, el 60 % de las jóvenes no saben cómo prevenir correctamente ser víctimas de las enfermedades de transmisión sexual. Esa falta de información guarda relación directa con el hecho de que el 13% de los 13.264 casos registrados de personas portadoras de VIH en Panamá son menores de 25 años

La educación sexual como parte de los programas educativos, en relación y dependiendo de la edad y maduración de los menores, pretende aportarles información seria sobre las relaciones humanas, sobre el cuerpo humano (y como parte de ello, la sexualidad). No se trata, como irresponsablemente aducen algunos desde púlpitos y medios de comunicación, de "enseñarles a hacer el amor en las escuelas". En esto destaca la hipocresía de algunos medios de comunicación que, solapada o abiertamente, se oponen al proyecto de ley, pero cuya programación y páginas está cargada de erotismo y comercialización del cuerpo femenino.

Para tener sexo los jóvenes no van a la escuela. La escuela lo que sí debe hacer es proveerles información y orientación sobre este tema, que es propio de la vida cotidiana de cualquier persona. Está demostrado que en todos los países con sistemas educativos desarrollados, en los que la salud sexual no es tabú, donde la gente posee información adecuada, para tener sexo responsable, las mujeres retardan en el tiempo (no la sexualidad) sino la maternidad, porque dan importancia a su desarrollo intelectual y profesional.

Donde no hay educación sexual, crece el número de adolescentes embarazadas con sus vidas frustradas e infelices por tener hijos no planificados que le dificultan continuar sus estudios y su desarrollo personal. Entre ellas, muchas niñas que aún no han terminado de madurar y que se ven obligadas a asumir un papel de madres para el que no están preparadas.

Algunos, en una muestra de ignorancia supina, creen que cuando la ley dice "derechos sexuales y reproductivos" es que se les va a enseñar a los muchachos a exigirle a sus padres que ellos tienen "derecho de tener sexo cuando quieran" y que de ahí vendrá el "descontrol". No. Cuando la ley dice "derechos" se refiere a que aprendan a defender la integridad de sus cuerpos frente a la ola de abusadores (que también los hay en las "buenas familias"), a denunciar el acoso y abuso sexual, que sepan esa agresión también es un delito, y que tienen derecho a la protección de las autoridades e instituciones públicas.

Las cifras aportadas demuestran la necesidad urgente para la sociedad panameña de tener una política educativa sobre salud sexual y reproductiva. Digámosle basta a los sectores oscurantistas que quieren que el estado y el país siga mirando para otro lado mientras a nuestro lado crece un problema que adquiere dimensiones epidémicas.

Es un deber moral de toda persona responsable exigir la aprobación pronta de ese proyecto de ley. No puede haber ni un gremio profesional, en especial ningún gremio docente, ningún sindicato, ni mucho menos una organización política que se diga progresista o de izquierda que pase agachado en este debate nacional. Es su obligación ante la historia tomar posición y exigir la aprobación de este proyecto de ley.

Panamá, 2 de octubre de 2014.


1 comentario:

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