1 de marzo de 2015

EL SUELO, BASE PARA INNOVAR EL SISTEMA DE PRODUCCIÓN AGRÍCOLA DE NAINU “PARA UNA VIDA SANA”

Geodisio Castillo
CENDAH

Lo suelos sanos son la base para la producción de alimentos saludables. Según la FAO se estima que el 95% de nuestros alimentos se producen directa e indirectamente en nuestros suelos. Le tocó el turno al suelo - Año Internacional de los Suelos (AIS), 2015. El AIS 2015 tiene como objetivo aumentar la concienciación y la comprensión de la importancia del suelo para la seguridad alimentaria y las funciones ecosistémicas esenciales[1].

Con esta premisa hay que celebrar los 90 años de la Revolución Dule, conservando y protegiendo los suelos y agua de la Comarca Gunayala, que es parte cultural y esencia de uso doméstico para nuedgudisaed – una vida sana.

Sin embargo, la problemática alimentaria y la migración a las ciudades son evidentes en todos los países del mundo (FAO, 2009; IIDH, 2007). Las Naciones Unidas señala, que en el 2050, dos de cada tres personas en el planeta vivirán en zonas urbanas (United Nations, 2014). También los precios de los alimentos aumentan y las protestas violentas igual (Mowforth, 2014)[2].

¿Los suelos de Gunayala se agotan?

La problemática alimentaria y la migración a las ciudades de los dules es también una realidad. No es porque los suelos se agotan y no producen suficiente alimento, y por eso la gente se moviliza. Castillo (2010) señala, que los suelos se agotan por las malas prácticas y causas ocultas que se encuentran fuera del sector. Son factores que generan procesos económicos, sociales y demográficos estrechamente conectados y que establecen entre sí complejas relaciones causales. Debido a la complejidad, es imposible mencionar la mayoría de las causas ocultas más importantes, una de ellas en la Comarca es el turismo, los fenómenos económicos internacionales que incentivan la obtención de ganancias a corto plazo en lugar de buscar la sustentabilidad de la producción a largo plazo, las políticas aplicadas por los gobiernos que no apoyan las acciones que desarrollan las comunidades locales, la falta de política de desarrollo propio del pueblo dule. En fin, todo demuestra que son las comunidades locales y no los gobiernos, los que realmente protegen y conservan los bosques y por ende los suelos y agua.
 
Aplicando tecnología a pequeña escala -
Labranza mínima o ecológica en Mandiyala, para conservar el  suelo y agua. Foto: Gubiler

La mayoría de los dules dicen que se movilizan para mejorar los estudios y tener ingresos fijos para poder ayudar a sus familias, enviándoles sus ganancias a la Comarca; es un recurso que hace circular el dinero en la Comarca (Scott, Castillo et al, 2003). Han migrado principalmente a la capital y a la ciudad de Colón. Sin embargo, la mayoría de los dules de la ciudad viven con bajos ingresos, en barrios pobres y en asentamientos informales[3].

El pueblo dule crece pero hacia las ciudades, haciendo presente su cultura, su idioma, en una forma de reconquista de nuestro territorio. Por el contrario las comunidades están quedando vacías de jóvenes. Sentimos estos cambios o vínculos urbano-rurales, de allí, la relación alimentaria – dependencia de comida.

La relación urbano-rurales, es una realidad que la mayoría de los políticos no lo conocen o no les interesa conocer, muy pocos sí conocen esta relación y las barreras que impiden que las personas tengan acceso a las comidas. Entonces, con mucha razón podemos decir, que eso se debe que los conceptos de política para asegurar y mejorar la alimentación son inadecuados.

No solo son importantes las ciudades, donde la comida es más abundante que en las zonas rurales, las autoridades deben reconocen, que las comidas no son accesible de manera uniforme. Más cuando la producción alimentaria en Gunayala no se está incrementando e innovando los sistemas de producción de nainu.

Las malas prácticas agrícolas, por una parte, por la pérdida de los conocimientos tradicionales, parecen los causantes de que la producción de alimentos no se incremente hace 4 décadas en la Comarca (esto sin considerar las causas ocultas). Pero como no se ha investigado no se puede asegurar que las malas prácticas es una causa de que los suelos no incrementen su producción. Al investigar pueda que sepamos, como señala Sánchez (1981), que en los trópicos no se encuentran las propiedades de alta fertilidad del aluvión[4]. Muchas áreas costeras y deltaicas tienen grandes extensiones de suelos ácidos sulfatados. Cuando se les drena, estos suelos son sumamente ácidos, con un pH inferior a 3 y es difícil de ponerlos en producción. Quizás es ésta la situación al que nos enfrentamos con los nainus ubicados en suelos aluviales y costeros y deltaicos.

Si queremos asegurar nuestra comida de hoy y del mañana, aseguremos nuestros suelos y agua, como parte esencial de nuestras vidas, porque con ello estamos protegiendo a Nabgwana – Madre Tierra. Conservando los suelos y agua, estamos asegurando la producción de alimentos para que sea accesible. La política actual pasa por alto la accesibilidad y la asequibilidad de los alimentos al campo.

Muchos investigadores vinculan la inseguridad alimentaria con la pobreza (Tacoli, Bukhari, Fisher, 2013) en ese cuadro estamos ubicados los pueblos indígenas, cosa que no compartimos. Porque la cultura occidental colapsa y por eso tiene adheridos estigmas como el de la pobreza, la desnutrición y la dependencia productiva de los pueblos indígenas, el desarrollo nacional con modelos externos están lejos de atender nuestras necesidades, intereses y aspiraciones (Castillo, 2014b)[5].

Para definir bien este fenómeno de pobreza y dar pistas para su erradicación es indispensable tomarle la palabra a quienes lo sufren. Es decir, para hacer un diagnóstico apegado a la realidad, se requiere un cambio de informante, definir la pobreza, desde los empobrecidos[6]. Los pueblos indígenas son ignorados al no ser consultados qué entiende por pobreza, qué los hace pobres desde su propia realidad o cosmovisión y, mucho menos, se les toma en cuenta en sus propias soluciones (Madrid, Hernández, 2011).

Cuidando el suelo y el agua

Cultivo de siagwa (Theobroma cacao) en nainu comunal
de Gardi Yandub. Foto: Gubiler
Resulta que cuidando el suelo y el agua hay posibilidad de obtener incremento y sostenibilidad de la producción alimentaria. El suelo suministra a la vegetación los nutrimentos necesarios para su función y condiciona, en la mayoría de los casos, sitios especiales (Salas, 1987), como masargan, ogobgan, siagan, entre otros. De allí la importancia de los sistemas de nainu, bajo asociación apropiada de cultivos y árboles mejora las propiedades físicas, mantienen la materia orgánica del suelo y promueven el reciclaje de nutrimentos (Castillo, 1985, 2014a; Kass, Vargas, 1998).

La agricultura indígena o los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas constituyen el único testimonio de resiliencia para la humanidad[7]. Son los únicos modelos que han subsistido o resistido el paso de los siglos, enfrentando a la inseguridad alimentaria por los cambios acelerados del mundo capitalista: agrocombustibles, migración a ciudades, nuevas tecnologías, fuerte artificialización del medio rural, similar a los campos de ensayo, empleo de fuerte dosis de agroquímicos sintéticos, tratados de libre comercio (TLCs), entre otros, están decapitando a los campos (FAO, 2009; Nicholls, Altieri, 2012; Hidalgo, Houtart, Lizárraga, eds., 2014).

Ahora son los agroecosistemas que hay que adaptar a un pequeño número de variedades, con el riesgo de simplificarlas y fragilizarlas exageradamente, con consecuencia a una erosión acelerada de los suelos, una proliferación de especies invasivas resistentes a los pesticidas, una menor biodiversidad cultivada y espontánea (Poschlod et al., 2005; citado por Hidalgo, Houtart, Lizárraga, eds., 2014) y eso, para que los agricultores sigan dependiendo siempre de las empresas de semillas y de la agroquímica.

Por suerte en Gunayala no tenemos industrias contaminantes que afectarían el suelo y el agua. El cuidado del suelo no es sólo cuidar su capacidad productiva, hay que prevenir la erosión ante problemas de contaminación de agua para mantenerlos saludables. Las malas prácticas agrícolas, como la tala y quema intensiva acaban con los suelos, agotando su capacidad de producir alimentos, almacenando y filtrando agua, reciclando nutrientes, amortiguando desastres ambientales y soportando la biodiversidad. Un recurso formado a través de milenios y el hombre lo acaba en minutos.

La capacidad que tiene un agricultor dule, depende de los conocimientos transmitidos desde siglos, llegando a su bisabuelo al abuelo, del abuelo al padre. Castillo (1985) señala, que los agricultores conocen por qué no pueden producir cultivos en forma permanente en áreas de nabba ginnid o nabsaa (suelo rojo arcilloso y pesado), comúnmente cuando hacen nainu en medio del bosque – negserred o nabsaa. Los cultivos no pasan de 1 a 3 años, para luego dejarlos en barbecho por 10 a 20 años o más de ser posible. En nabba gorogwad (suelo de color chocolate claro), de textura más liviana el barbecho es de 4 a 10 años, para volverlos a aprovechar haciendo cultivo de nainu.

Según Salas (1987), los suelos agrícolas se diferencian de los suelos forestales, generalmente son más fértiles los suelos agrícolas que los suelos forestales. La presencia de bacterias son la microflora predominante y las lombrices son probablemente la mesofauna más importante en suelos agrícolas. Con estos conocimientos los agricultores dules, dejan los cultivos perennes en el nainu en ladera y aprovechan por 3 a 4 años máximos los cultivos anuales, luego los deja en barbecho o en regeneración. La mayoría de los suelos en Gunayala se encuentran en laderas, pocos son terrenos planos o aluviales.

Los sistemas de producción agrícola de nainu es gestionada por los agricultores dules y producen los alimentos para la familia y para la comunidad, de esta forma viene garantizando la comida diaria. Pero su merma es una realidad y su dependencia de la ciudad y las canoas colombianas. Entonces innovar el sistema de nainu debe ser garantizada por las propias comunidades con el apoyo del Congreso General Guna. Deben recibir apoyos para innovar de manera que se fomente la conservación de los suelos y agua para la producción y mejorar la calidad de vida. La innovación será un proceso a través del cual los agricultores mejoren el suelo y con ello la producción y las prácticas de gestión de sus nainus.

Hay que investigar para innovar nuestro sistema de producción de nainu o agroecológicos. Consolidando modelos de investigación agrícola local, la conservación de los suelos y el agua y fomentando las capacidades de resiliencia para resolver problemas, deben ser los focos principales de acción para enfrentar los retos del cambio climático (Ríos, Vargas, Funes-Monzote, 2011).

La mayoría de los estudios demuestran que la capacidad de los sistemas agroforestales o de nainu de siagwa (cacao), gabi (café) y otros cultivos tienen una ventaja ya que poseen características de complejidad vegetal dada por su heterogeneidad multiestrato y los copiosos niveles de mantillo (materia orgánica) que protegen al suelo, restableciendo la fertilidad del suelo en corto plazo y tienen su propio ciclo cerrado de nutrimentos, de esta forma aumentan su capacidad de resiliencia[8] de estos sistemas al cambio climático (Salas, 1987; Nicholls, Altieri, 2012).

Los agricultores indígenas mantienen la diversidad agrícola y forestal como un seguro para enfrentar el cambio ambiental o las necesidades sociales y económicas futuras (Nicholls, Altieri, 2012). De hecho, la riqueza varietal mejora la productividad y reduce la variabilidad de la producción (Uphoff 2002, citado por Nicholls, Altieri, 2012).

Pero estos objetivos solo pueden alcanzarse fomentando la capacidad de gestión de los agricultores y resiliencia frente a los efectos del cambio climático. Necesitan innovar en un sistema que reconozca su diversidad y la complejidad de los desafíos ante los que se encuentran - mitigando y adaptándonos al cambio climático.

El suelo juega un papel fundamental en la gestión del agua y en mejorar la resiliencia ante inundaciones y sequías. Gestionando la conservación de los suelos y agua, bajo sistema agrícola de nainu, para mantener la diversificación de cultivos, mixtos, policultivos o agroforestales y dejando descansar para que los nutrientes se regeneren. Así tendremos suelos sanos “para una vida sana”.

Cambiando nuestro modo de actuar

Los efectos del cambio climático en la producción agrícola y la creciente conversión de productos agrícolas, como por ejemplo en materias de agrocombustibles se están notando aceleradamente, sumado a ello el aumento dramático en los precios de los alimentos en estas últimas cinco décadas, como ya se ha señalado.

Los que no somos agricultores, sino consumidores, también debemos apoyar a los agricultores, cambiando nuestro modo de pensar, de sentir y de actuar, es decir, consumiendo productos sanos que producen nuestros agricultores. Porque son más sanos los productos agrícolas del campo que los productos que vienen de las ciudades, que están bañados de químicos y que luego pasan a nuestro organismo.

Para intentar cambiar nuestra actitud, debemos tener una cosmovisión clara de lo que somos y de lo que deseamos para el mañana. Necesitamos dedicar más tiempo para mejorar y mantener los suelos saludables, a ponderar la relación de la tierra con nosotros, porque sólo cuando mejoremos e innovemos nuestro sistema agrícola de nainu, podremos iniciar a incrementar nuestra alimentación para una vida saludable.

El suelo es parte de nuestra base cultural, social y productiva de la agricultura familiar de nainu, la fuente fundamental de un legado importante del saber agrícola y forestal tradicional, de agrobiodiversidad y de estrategias de soberanía alimentaria, es parte integral de todo ecosistema. Fomentando y fortaleciendo estas bases estaremos cambiando de actitud y rompiendo con la dependencia alimentaria de las ciudades y de Colombia.

Mucha contribución hay de investigadores que están demostrando que los sistemas indígenas (conuco, waru waru, milpa, entre otros), llámese agroecológicos, como los sistemas agroforestales, o de nainu como el dule, a través del tiempo, exhiben niveles más estables de producción total por unidad de área contribuyendo a la seguridad alimentaria de las familias; aseguran la protección y conservación del suelo, al tiempo que mejoran la biodiversidad (Nicholls, Altieri, 2012). Además, estos conocimientos o técnicas de manejo tradicionales pueden aportar al país un verdadero desarrollo sostenible (Castillo Díaz, 1994).

Lo más importante para innovar los sistemas de producción agrícola de nainu “para una vida sana”, es conservar el suelo y el agua, recurso vital para obtener una mayor producción agrícola y forestal (Castillo, 2014a)[9]. Poner énfasis en la investigación de intercambio de conocimientos entre agricultores y adopten métodos de extensión popular participativa, innovar con tecnologías a pequeña escala, demostrar que si hay talento, creatividad, innovación o capacidad científica comunal en Gunayala.

Esta estrategia es la piedra angular, donde el recurso humano, debe tomarse en cuenta en el diseño del plan de desarrollo integral de Gunayala. Estrategia dirigida a incrementar las opciones para la población dule y especialmente para los agricultores. El éxito depende, en gran medida, del mejoramiento de la capacidad humana para tomar decisiones, incrementar su nivel de pericia en manejar los recursos, adquirir información y evaluar los resultados (Nicholls, Altieri, 2012).

Entonces, dejemos que sea menos importante la compra de alimentos desde las ciudades. Qué sea más importante comprar alimentos a nuestros agricultores y pescadores. Así cada vez dejaremos de comprar alimentos desde las ciudades y a las canoas colombianas. Y consumiremos lo nuestro, aportando de esta forma al ingreso familiar del pueblo dule.

Comencemos a apoyar la investigación/extensión con el objetivo de evaluar la incidencia de algunos sistemas de nainu, de interés local o de los agricultores como alternativa para el uso eficiente del suelo. Porque estos sistemas tradicionales de cultivo presentan una excelente interacción entre los requisitos de humedad y el suministro de humedad disponible en el suelo (Sánchez, 1981).

Referencias:

Castillo, G., 1985.   Es sistema de "nainu" en Kuna Yala: Perspectivas para el desarrollo. Abya Yala, año I, No. I, Centro de Investigaciones Kuna, Panamá. pp. 2- 12

Castillo, G., 2010.   Bosques para la Vida: Causas ocultas de Deforestación y Degradación de los Bosques en las Comarcas Kunas. Revista Cultural Lotería No.493, Noviembre-Diciembre 2010. Panamá. pp. 105-124

Castillo, G., 2014a. El suelo y el agua: elementos vitales para la vida y la producción. Centro de Desarrollo Ambiental y Humano (CENDAH), Panamá. 4 p. (https://app.box.com/s/bjnbx427bsa4lug30cuz6a9gvt358mrx)

Castillo, G., 2014b.Desarrollo comarcal desde adentro: el sistema de nainu alternativa productiva, social y ecológica. CENDAH, Panamá. 26 p. (PDF: https://app.box.com/s/p5zztym1a9jjqsxk63z3)

Castillo Díaz, G., 1994. Capacitación y extensión agroforestal y ambiental en Kuna Yala. In: Bosques, Árboles y Comunidades Rurales, 23: 40-42.

FAO, 2009. El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo. Crisis económicas: repercusiones y enseñanzas extraídas. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Roma. 60 p. + notas

Hidalgo F., Houtart, F., Lizárraga A., P. (eds.), 2014.   Agriculturas campesinas en Latinoamérica: propuestas y desafíos. 1.ª ed. Quito: Editorial IAEN. 314 p.

IIDH, 2007.  Migraciones indígenas en las Américas. Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José, Costa Rica. 186 p.

Kass, D., Vargas, A., 1998. Conocimientos básicos de suelos y agua para el manejo de sistemas agroforestales. pp. 85-108. En: Apuntes de clase del curso corto: sistemas agroforestales / eds.: Francisco Jiménez, Arturo Vargas. Turrialba, C.R.: CATIE. Proyecto Agroforestal CATIE/GTZ. 360 p. (Serie Técnica. Manual Técnico / CATIE; no. 32)

Madrid, J., Hernández, A., 2011.  Política social y pobreza indígena: análisis cualitativo. Panamá: Universidad Especializada de las Américas (UDELAS): SENACYT. 111 p.

Mowforth, M., 2014. The Violence of Development. Resource Depletion, Environmental Crises and Human Rights Abuses in Central America. Pluto Press. 272 p.

Nicholls, C.I., Altieri, M.A., 2012.  Modelos ecológicos y resilientes de producción agrícola para el siglo XXI. Agroecología 6: 28-37.

Ríos Labrada, H., Vargas Blandino, D., Funes-Monzote, F.R. (comp.), 2011.Innovación agroecológica, adaptación y mitigación del cambio climático. Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA), Cuba. 242 p. + Memoria Fotográfica

Salas, G. De las, 1987. Suelos y ecosistemas forestales; con énfasis en América Tropical. San José, Costa Rica; IICA. 450 p. (Colección Libros y Materiales Educativos / IICA; No. 80)

Sánchez, P.A., 1981.  Suelos del Trópico: Características y manejo. /Traducido del inglés por Edilberto Camacho/. San José, Costa Rica: IICA. 660 p. (Serie de libros y materiales educativos; 48)

Scott, M., Castillo, G. et al (eds.) 2003.  Biodiversidad y Turismo. El Caso para el Uso Sostenible de los Recursos Marinos de Kuna Yala, Panamá. Federal Ministry for the Environment, Nature Protection and Nuclear Safety, Alemania. 54 p.

Tacoli, C., Bukhari, B., Fisher, S., 2013.  Urban poverty, food security and climate change. Human Settlements Working Paper 37, IIED. 29 p.

United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division, 2014.      World Urbanization Prospects: The 2014 Revision, Highlights (ST/ESA/SER.A/352). United Nations. 27 p.



[1] La 68ª sesión de la Asamblea General de la ONU declara 2015 Año Internacional de los Suelos (A/RES/68/232) - http://www.fao.org/soils-2015/about/es/
[4] Aluvión - considerado suelos fértiles de arena, grava, arcilla o limo, aprovechados por los dules para sembrar principalmente oba – maíz (Zea mays). Son sedimentos o tierras arrastrados por una corriente de agua o inundaciones, que quedan depositados en un terreno, transitoria o permanentemente.
[7] Hidalgo, Houtart, Lizárraga, (eds., 2014) señalan, que los agricultores pudieron cultivar variedades de plantas seleccionadas por ellos mismos a partir de sus propias cosechas. Eran libres de tener sus propios criterios de selección y escoger lo que consideraban como ventajoso: resistencia o resiliencia frente a eventuales accidentes climáticos, tolerancia a los agentes patógenos e insectos predadores, cualidades organolépticas, comportamiento general de las plantas, etc.
[8] Nicholls y Altieri (2012) señalan, que la resiliencia es como la tendencia de un sistema a mantener su estructura organizacional y productividad después de una perturbación. Esta perturbación puede consistir en un estrés frecuente, acumulativo o impredecible. Así la resiliencia contiene dos propiedades: resistencia al shock y capacidad y velocidad de recuperación después del shock. Un agroecosistema resiliente sería capaz de producir alimentos aun después de sufrir los efectos de una sequía o una tormenta.

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