29 de marzo de 2013

Territorio en Disputa



Servindi, 21 de marzo, 2013.- El Movimiento Mundial por los Bosques (WRM, por su sigla en inglés) lanzó la versión en español del documental “Territorio en Disputa” el cual registra los impactos de los proyectos REDD+ y de “Economía Verde” sobre los pueblos que dependen del bosque, así como sus luchas de resistencia a estos proyectos, en defensa de sus territorios. El video, también se encuentra disponible en portugués, francés e inglés, puede verse en: www.wrm.org.uy

La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 21 de Marzo como Día Internacional de los Bosques. Al proponer este nuevo Día Internacional, la ONU intenta generar conciencia sobre la importancia de los distintos tipos de bosques.

Sin embargo, la ONU debería en primer lugar generar conciencia sobre el hecho de que los bosques en todo el mundo se convierten cada vez más en territorios en disputa, indica una nota de WRM.

En la disputa hay dos bandos claros. Por un lado, los cerca de 300 millones de personas que dependen directamente de los bosques. Del otro lado están las grandes compañías transnacionales, para las cuales los bosques no son nada más que una fuente de ganancias, obtenidas de la extracción de commodities o por la sustitución de los bosques con monocultivos industriales a gran escala.

Más información en: http://servindi.org/actualidad/84472

24 de marzo de 2013

INCORPORANDO LA SOBERANÍA ALIMENTARIA AL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE LA AGROECOLOGÍA

En este artículo se incorpora a la construcción de la Soberanía Alimentaria los conceptos y dimensiones de la Agroecología. Un puente entre dos elementos fundamentales para el cambio del actual modelo agrario que empobrece al planeta y abate a sus seres vivos.

De dónde venimos

En 1995, participativamente con las primeras experiencias agroecológicas andaluzas de 'campesinos sin tierra', definimos a la agroecología como «el manejo ecológico de los recursos naturales a través de formas de acción social colectiva para el establecimiento de sistemas de control participativo y democrático, en los ámbitos de la producción y circulación de alimentos». Se añadía que «tales formas de manejo habrán de frenar selectivamente el desarrollo actual de las fuerzas productivas, para contener las formas degradantes de producción y consumo que han generado la crisis ecológica» a la vez que «tal necesario manejo ecológico de los recursos naturales, tendrá igualmente, una fuerte dimensión local como portadora de un potencial endógeno, que, a través del conocimiento campesino, permita la potenciación de la biodiversidad ecológica y sociocultural y el diseño de sistemas de agricultura sostenible».

Teniendo en cuenta que la agroecología se concebía como un proceso de construcción tanto del pensamiento científico como de la práctica y el pensamiento popular (local, campesino e indígena), en 2007 en Medellín (Colombia) se trató de incorporar nuevas aportaciones a la definición desde la perspectiva académica de quienes procuraban teorizar a partir de la sistematización de las prácticas agroecológicas. Así, se definió como (i) la consecución del manejo ecológico de los recursos naturales para, (ii) mediante acciones locales de desarrollo endógeno, (iii) generar procesos de transformación y sustentabilidad social entre personas productoras y personas consumidoras, en su acción articulada con los movimientos sociales para incidir en las políticas públicas. Con ello se introducían las tres dimensiones propuestas por Graciela Ottmann en la definición operativa de la agroecología: una Ecológica, de naturaleza productiva; otra Socioeconómica y cultural, de carácter endógeno; y, una tercera Sociopolítica, de transformación social.

Aunque se parta de una dimensión Ecológica, de carácter técnico y meramente productivo, desde ésta (en su primer nivel de análisis de la explotación o predio agropecuario) se pretende entender las múltiples formas de dependencia que genera el actual funcionamiento de la política, la economía y la sociedad sobre la ciudadanía en general, y sobre las y los agricultores, en particular. La dimensión Socioeconómica permite, desde los procesos de circulación, crear mercados alternativos como respuestas endógenas que eviten la extracción del excedente, construyendo infraestructuras productivas (a modo de sistemas agroalimentarios locales) conectados en redes de acción económica. La dimensión Sociopolítica pretende articular las redes productivas en agentes de transformación social buscando, además, una incidencia en las políticas públicas.

No obstante, aún en 2007 no se trabajó la relación que debería existir entre agroecología y soberanía alimentaria, relación que, a todas luces, debiera existir.

 
DIMENSIÓN PRODUCTIVA: CONSECUCIÓN DEL MANEJO ECOLÓGICO.

La agroecología surge demostrando que se puede producir sin química de síntesis y sin petróleo, con unos rendimientos claramente superiores a los de la agricultura intensiva o convencional. En el libro de Steve Gliessman se describe con detalle el sistema de manejo del maíz en el que, sin ningún tipo de tecnología intensiva, «los campesinos habían estado obteniendo rendimientos por hectárea entre 5 y 10 veces mayores que el promedio de los cultivos convencionales de maíz del área». Esto está claramente demostrado para la práctica totalidad de los cultivos y no sólo en términos de rendimientos productivos, sino también energéticos y económicos. En los años setenta, Leach (demostró tal superioridad analizando en términos energéticos el comportamiento de la producción, procesado y distribución de alimentos de 50 sistemas en Estados Unidos, y 85 en el resto del mundo.

La utilización de semillas autóctonas, producto de la coevolución histórica de la sabiduría local con las condiciones específicas aire/agua/suelo/biodiversidad de cada agroecosistema, constituye el elemento primigenio para un manejo agroecológico. En este sentido, los bancos locales y campesinos de semillas y su articulación en redes para el desarrollo de una investigación participativa (agricultores y agricultoras entre sí y/o éstos con personas técnicas agroecólogas) de adaptación y libre intercambio en los diferentes agroecosistemas, constituye el comienzo de la Soberanía Alimentaria. La lucha contra los transgénicos y la denuncia del deterioro de las personas y la naturaleza son acciones paralelas irrenunciables.

El desarrollo e intercambio de tecnologías participativas en finca, incorporando la biotecnología artesanal y el desarrollo de fuentes energéticas renovables para la autosuficiencia, constituye el segundo eslabón de este proceso. Las variadas fórmulas para la diseminación de experiencias complementa este elemento de la Soberanía Alimentaria como derecho a la solidaridad alimentaria mediante el establecimiento de una coproducción pública de conocimientos agroecológicos.

La crítica de la Agroecología a la 'ciencia agronómica convencional' no debe entenderse como un rechazo generalizado a la ciencia sino su consideración como una parcialidad, junto a otras formas de conocimiento, ya que juega un rol limitado en la resolución de los problemas y no puede confundirse, como sucede comúnmente, con la sabiduría. La ciencia debe ser entendida como una vía de generación de conocimiento, entre otras necesarias que incorporan un componente ético esencial. En no pocos casos la ciencia, a aparte de crear conocimiento, se transforma en una estructura de poder que desarrolla un proceso de recíproca legitimación entre los intereses beneficiarios del crecimiento económico y el 'sistema social de la ciencia'. Los primeros reclaman la autoridad basándose en la ciencia, mientras que la ciencia es ensalzada por el poder de los 'patrones' de la estructura global de poder político y económico, que financian la investigación y extensión.

El dominio de tal discurso sobre todas las formas de conocimiento distinto al científico convencional tiende a excluirlo a los espacios de la mitología y la superstición. El enfoque agroecológico pretende rescatarlas y revalorizarlas, consciente de que el conocimiento local, campesino e indígena que reside en los grupos locales, adecuadamente potenciado, puede encarar la crisis de la modernidad, al poseer el control de su propia reproducción social y ecológica.

En un modelo alternativo como la agroecológica, la posición de los equipos científicos, extensionistas, o agentes de desarrollo rural, no es jerárquica. Implícitamente hay un doble reposicionamiento, uno respecto a la población agraria o el campesinado y otro respecto a la naturaleza. Se trata de reequilibrar el poder en distintos ámbitos, asumiendo los límites éticos al ejercicio del poder y entre la humanidad como especie y la biosfera. Así, con metodologías esencialmente pero no exclusivamente participativas, donde los equipos técnicos abandonan su posición dominante, es posible impulsar propuestas agroecológicas para el medio rural y así avanzar hacia la soberanía alimentaria.

 
DIMENSIÓN SOCIOECONÓMICA: ACCIONES COLECTIVAS A MODO DE SISTEMAS AGROALIMENTARIOS LOCALES

La creciente orientación mercantil de las producciones campesinas rompe la autonomía de los mecanismos de reproducción social y económica y termina generando lo que Vandana Shiva denomina acertadamente 'pobreza por privación material', que arruina otras valiosas formas de riqueza. Los sistemas agroecológicos campesinos basados en el manejo de la biodiversidad permiten la producción autónoma de alimentos. Rotos estos sistemas productivos orientados a la subsistencia y dependientes del mercado, las familias campesinas se hacen vulnerables a la volatilidad de los precios de los insumos, el crédito y las mercancías agrícolas. La caída de los precios agrícolas de mercado como resultado del aumento de los rendimientos y el aumento comparativo de los costes de los insumos, se traduce en la reducción de la renta de las pequeñas unidades agrarias sometidas a un doble estrangulamiento en el mercado. Por esta vía, lo que se presentaba como solución al 'problema' de la pobreza -culturalmente percibida- se convierte en la causa del hambre y la privación material de lo necesario para atender las necesidades humanas básicas.

Por otra parte, en los países industrializados, el proceso de "modernización" agraria implica la crisis de rentabilidad de las producciones agroganaderas tradicionales y la creciente dependencia de las subvenciones públicas, bien sea por sus subvenciones encubiertas bien sea por la externalización de muchos costes. La quiebra sociocultural se entrelaza con la económica generando además fuertes impactos medioambientales como resultado de un circulo vicioso productivista. La destrucción de los paisajes agroganaderos se entrelaza con la pérdida del conocimiento asociado a los manejos tradicionales y las oportunidades de vida en el medio rural. Esta destrucción ecológica se traduce en una mayor vulnerabilidad productiva del medio rural que refuerza los obstáculos políticos al acceso a los recursos necesarios para la producción autónoma de alimentos.

La agroecología genera acciones encaminadas al empoderamiento del proceso de circulación (espacio entre la producción y el consumo) que permiten preparar el terreno para el desarrollo de una infraestructura organizativa en la que la agricultura participativa también busca una mejora del nivel de vida de las comunidades rurales afectadas, definido éste, desde ellas mismas. Así, es posible plantear una alternativa que parte del reconocimiento de la necesidad y/o el interés de trabajar con las comunidades locales en la identificación, diseño, implementación y evaluación de sistemas locales agroalimentarios desde la identidad sociocultural de cada comunidad, como método más adecuado para la resolución de sus problemas.

En este sentido los diagnósticos participativos y la revalorización de las formas locales de gobernanza de los recursos naturales, como proceso de acompañamiento a los movimientos campesinos que desarrolla la Agroecología, pretenden generar mercados alternativos, donde aparezcan mecanismos que eviten la extracción del excedente, otro aspecto imprescindible para el buen desarrollo de la soberanía alimentaria.


LA DIMENSIÓN POLÍTICA: FORMAS DE ORGANIZACIÓN PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL.

La agroecología constituye una vía potencial para empoderar a las comunidades locales tanto para la producción como para el consumo de alimentos. En este sentido tiene una relación directa con el objetivo político de la soberanía alimentaria que también trata de revertir el poder sobre la producción y consumo de alimentos a sus sujetos directos: las personas que producen y comen alimentos.

La importancia central que tienen los aspectos relativos a la generación de conocimiento y los valores éticos en los procesos de aprendizaje colectivo hace que lo que generalmente se denomina como 'manejo' se convierta en 'gobernanza' de los recursos naturales. Este concepto es el que designa la transformación social y participativa de las normas, reglas y relaciones de poder que guían la gestión de los recursos naturales en la perspectiva de los proyectos emancipatorios de los movimientos sociales, campesinos e indígenas.

La dimensión política de la Soberanía Alimentaria sólo podrá desarrollarse mediante la articulación de experiencias productivas con proyectos políticos que pretendan la nivelación de las desigualdades generadas en el proceso histórico y que busquen por tanto la transformación social. Esta dimensión genera así grandes vínculos entre la Agroecología como proceso y herramienta imprescindible para alcanzar la soberanía alimentaria. Es necesaria la recreación de los sistemas organizativos que reflejen la multietnicidad de las naciones, aceptando y valorizando la potencialidad de las diferentes identidades de los pueblos originarios para generar sus propias estructuras de poder. Estas estructuras son necesarias para la defensa y control autónomo de sus territorios, los recursos naturales, sistemas de producción y gestión del espacio rural, semillas, conocimientos y formas organizativas.

Eduardo Sevilla Guzmán. Instituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC) de la Universidad de Córdoba. España

Fuente:

 

15 de marzo de 2013

¿Qué es REDD exactamente?


Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM)

REDD es una sigla que significa “reducción de emisiones de carbono derivadas de la deforestación y degradación de bosques”. Se trata de un nuevo y controvertido concepto adoptado en las negociaciones internacionales sobre cam­bio climático. La idea es simple: la deforestación resulta en emisiones de carbono, que agravan el cambio climático, por lo que se compensará financieramente a quienes lo­gren “evitar” que dicha deforestación ocurra.

Sin embargo, el asunto no es tan simple. A nivel de la Convención sobre Cambio Climático, la idea de abordar el tema de las emisiones de carbono de los bosques fue inicialmente designada como “deforestación evitada”. Es importante resaltar que el término utilizado fue “defores­tación evitada” y no “evitar la deforestación”. Éste es el punto de partida del problema. Mientras que lo que se necesita hacer es “evitar la deforestación” en todos los países, el término “deforestación evitada” sólo significa que un país habrá deforestado menos que antes, incluso aunque continúe haciéndolo. Más importante, promete una compensación financiera para las áreas donde la defo­restación haya sido “evitada”.

¿A dónde iría el dinero? La idea central en REDD es lograr que los bosques valgan más en pie que talados y que se pague a alguien —gobiernos, empresas, pueblos indíge­nas, comunidades locales— para que mantengan los bos­ques en pie y por tanto al carbono allí almacenado. La pregunta es: ¿quién será ese “alguien” que recibirá el dine­ro y bajo qué condiciones?

La situación ideal sería aquella en la que una comuni­dad indígena o tradicional recibiera dinero para conservar el bosque que ya está conservando.

El problema es que el dinero de REDD no apunta a situa­ciones de ese tipo, puesto que su objetivo es el de reducir emisiones de la deforestación. Esto implica un escenario en el que, a menos que se haga un aporte de dinero, el bosque será destruido, lo que no ocurre en el caso de esa comunidad que conserva su bosque.

En caso de que llegue a instrumentarse REDD, seguramente habrá algunos proyectos “vitrina” que aportarán fondos a comunidades de los bosques, que serían utilizados como publicidad para promover REDD y para dividir a ONG, or­ganizaciones de pueblos indígenas y grupos comunitarios. Pero serían excepciones a la regla. La mayor parte del di­nero REDD iría —por definición— a “evitar” la deforesta­ción que ocurriría en caso de no recibir fondos financieros y por tanto se canalizaría o a empresas o a gobiernos o a ambos.

Este tipo de REDD implicaría:

1.     Que no se canalizaría dinero a países sin deforestación

2.     Que las comunidades que no estén activamente destru­yendo el bosque no serían elegibles para recibir financia­miento de REDD.

Lo anterior provocaría una serie de consecuencias perver­sas:

1.     Los países con un buen historial en materia de conser­vación de bosques no recibirían nada.

2.     REDD podría alentar a los países a deforestar a fin de poder ser elegibles para recibir fondos en el futuro.

3.     Los principales responsables de la deforestación (go­biernos y empresas) serían los principales beneficiarios de REDD, puesto que son los únicos que podrían —en caso de recibir el suficiente dinero— evitar la deforesta­ción de la que son responsables.

4.     Para recibir el dinero bastaría con que simplemente se “redujera” la deforestación, y no que se la detuviera, lo que significaría, por ejemplo, que se pagaría a un país por destruir “apenas” 1 millón en vez de 2 millones de hectáreas de bosque.

5.     El dinero REDD podría ayudar a gobiernos y grandes organizaciones conservacionistas a despojar a comuni­dades locales de su derecho a usar sus bosques.

6.     La deforestación “evitada” —y pagada— un cierto año podría ocurrir en los años siguientes.

Otros peligros. La Convención sobre Cambio Climático elaboró un plan de acción, en el que se hace un llamado a adoptar “enfoques de políticas e incentivos positivos” (es decir, pagos en dinero) en asuntos relacionados con REDD y agrega tres actividades a ser impulsadas: “conserva­ción”, “gestión sustentable de los bosques” y “mejora­miento de las reservas de carbono en los bosques”. Todo esto junto se conoce como “REDD-plus”. Cada una de las actividades REDD-plus tiene potencialmente implicaciones extremadamente graves para los pueblos indígenas, las co­munidades locales y los bosques:

* “Conservación”. Es una palabra que suena bien, pero la historia del establecimiento de parques nacionales des­tinados a asegurar la conservación incluye numerosos casos de desalojos forzosos y pérdida de derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales que allí habitaban[1]. Nada asegura que la historia no se repita.

* “Gestión sustentable de los bosques” también suena bien, pero podría resultar en subsidios a operaciones de madereo comercial en bosques primarios, territorios de pueblos indígenas o bosques comunitarios... de lo que ya hay ejemplos.

* “Mejoramiento de las reservas de carbono en los bos­ques” podría resultar en la conversión de bosques en plantaciones industriales de árboles, ya que la definición de “bosque” de Naciones Unidas no hace diferencia en­tre un bosque tropical primario y un monocultivo indus­trial de árboles[2]. Para la ONU ambos son bosques. Ello implica que si alguien es capaz de demostrar que una plantación puede almacenar más carbono que el bosque existente, la conversión de ese bosque en una plantación recibirá la bendición de la ONU y la destrucción del bos­que será subsidiada a través de REDD. Hay varios países (por ejemplo, Indonesia), que ya han dado pasos impor­tantes en esta dirección.

La estafa de la compensación de carbono. Los árboles almacenan carbono. Cuando los árboles se cortan o que­man, el carbono se libera a la atmósfera. Quienes propo­nen el comercio de carbono vinculado a los bosques ale­gan que “a la atmósfera no le importa si una tonelada de contaminación viene de una planta de energía alimentada a carbón o de un bosque en llamas”[3].

Sin embargo, a la atmósfera sí le importa de donde pro­viene la contaminación. Desde el punto de vista químico, es obvio que una molécula de dióxido de carbono emitida por una planta de energía que funciona en base a un com­bustible fósil es igual a una molécula de dióxido de carbono de un bosque que se incendia, pero desde el punto de vista climático son muy diferentes. En el caso de los combustibles fósiles —carbón, petróleo, gas natural— éstos han estado almacenados bajo tierra durante millones de años y sólo pueden emitir carbono a la atmósfera cuando se los extrae y se los quema. Una vez quemados, el resultado es un aumen­to neto en la cantidad de carbono presente en la biosfera. Los árboles en cambio almacenan carbono durante perio­dos relativamente cortos —mueren, se descomponen, son talados, arden— y son parte de la circulación del carbono presente en la biosfera desde hace millones de años. Su des­aparición no implica cambios en el balance neto de carbono en la biosfera, que se mantiene igual.

De lo anterior se desprende que no es posible “compen­sar” emisiones provenientes de la quema de combustibles fósiles a través de la conservación del carbono almacena­do en los árboles. A pesar de ello, el mecanismo REDD permitirá que las industrias contaminantes “compensen” sus emisiones y que puedan incluso llegar a ser declaradas “carbono-neutras” a través de REDD.

La mayor apropiación de tierras del mundo. Más allá del engaño que implica su papel en el cambio climático, im­porta recalcar que REDD podría ser el disparador de la ma­yor apropiación de tierras jamás vista, que pasarían a ma­nos de grandes empresas. Lo que es peor aún: la gran apropiación de tierras de REDD ha comenzado.

En el caso de Kenia, el gobierno ya ha expulsado gente —incluidos los indígenas ogiek— de unas 21 mil hectáreas del Bosque Mau y se planean nuevos desalojos. En agosto de 2009 el presidente de Kenia, Mwai Kibaki, dijo que to­dos quienes viven en el Bosque Mau deben ser arrestados. “El gobierno debe tomar medidas contra los que destru­yen los bosques. A esa gente no hay que perdonarla, todos deberían ser arrestados y acusados con efecto inmediato”, dijo el presidente Kibaki[4].

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Am­biente, cuya sede está en Nairobi, apoya los planes de gobierno de Kenia de desalojar el Bosque Mau. “La im­portancia del Complejo Mau es crítica para el sustento del desarrollo ecológico, social y económico presente y futuro de Kenia”, dijo el director ejecutivo del PNUMA, Achim Steiner. “El PNUMA tiene el privilegio de trabajar en aso­ciación con el gobierno de Kenia hacia la instrumentación de este proyecto vital”.

Pero el Bosque Mau es el hogar ancestral de los ogiek, que dependen del bosque para su sustento. La organiza­ción Survival International ha condenado los desalojos y descrito a los ogiek como “refugiados a causa de la conservación”[5].

Un proyecto de carbono también está destruyendo fuentes de sustento en Guaraqueçaba, sobre la costa at­lántica brasileña. El proyecto fue establecido por una ONG conservacionista estadounidense, The Nature Conservan­cy (TNC), y co-financiado por tres empresas enormemen­te contaminantes: General Motors, Chevron y American Electric Power.

El periodista Mark Schapiro informó sobre el proyecto en noviembre de 2009. Encontró que se había destruido la fuente de sustento de las comunidades locales para hacer sitio para el proyecto de conservación. Un poblador local, Antonio Alves, había sido arrestado a punta de revólver y encarcelado durante 11 días por cortar árboles para repa­rar la casa de su madre.

La posición de The Nature Conservancy respecto de la gente que vive en el bosque de Guaraqueçaba y sus alrede­dores es clara. “La idea del carbono no es verdaderamente tangible para la gente de la comunidad”, dijo a Schapiro el director de bosques y clima en América Latina de TNC, Miguel Calmon. “No se puede entrar en estas reservas pri­vadas. De cualquier modo esa tierra no es de ellos. Si antes salías de tu casa y cruzabas la ruta para ir al bosque, ahora no puedes. Esa tierra ya tiene propietarios”.

TNC contrató a una ONG local, la “Sociedade de Pesqui­sa em Vida Selvagem e Educação Ambiental, SPVS” (socie­dad de investigación de vida silvestre y educación ambien­tal), para comprar la tierra y administrar el proyecto. Los habitantes locales dijeron a Schapiro que los empleados de SPVS les habían disparado. “La SPVS no nos quiere aquí”, dijo un hombre. “No quieren seres humanos en el bosque. La tierra ni siquiera es de ellos, es nuestra”[6].

En otro proyecto de TNC, el Proyecto de Acción Climá­tica Noel Kempff en Bolivia, TNC también se asoció con tres grandes empresas contaminantes: American Electric Power (AEP), BP-Amoco y Pacificorp. El proyecto duplica­ba en tamaño un parque nacional existente y pagó a las empresas madereras para que se fueran. Pero Greenpeace describe el proyecto como una “estafa del carbono”[7]. En un informe de 2009, Greenpeace denunció que algunas de las empresas madereras simplemente se habían mudado a la siguiente superficie disponible de selva. Una empresa maderera usó el dinero que había recibido del proyecto para talar otra zona del bosque. Esto es una “fuga”: el ma­dereo se detuvo en una zona pero continuó en otro lado. Desde que empezó el proyecto Noel Kempff las tasas de deforestación han aumentado en Bolivia[8].

Un documento interno de AEP revela qué es lo atractivo de este tipo de proyecto para las empresas contaminantes: “El proyecto boliviano... podría ahorrar a AEP miles de millones de dólares en controles de contaminación”.

Michael G. Morris, director ejecutivo de AEP, dijo al Washington Post en octubre de 2009 que “Cuando Green­peace dice que la única razón por la que American Electric Power quiere hacer esto es porque no quiere cerrar sus usi­nas a carbón mi respuesta es ‘claro que sí, porque nuestras usinas a carbón sirven a nuestros clientes en forma muy redituable’”[9].

Para las empresas contaminantes, REDD es simplemente una forma de permitir que la contaminación continúe y que siga siendo “redituable”. Sin embargo, para que haya alguna oportunidad para evitar que el cambio climático se vuelva irreversible, es imperioso dejar de quemar combus­tibles fósiles. Si esto no se hace, hasta los propios bosques tropicales pueden desaparecer, ya que si el planeta se ca­lentara un promedio de 4°C podríamos ser testigos de “la pérdida, casi total, de la selva amazónica”.[10]

Permitir que la industria contaminante se apropie de las vastas superficies de bosques que necesita para com­pensar sus emisiones mediante REDD resultaría en un robo de tierras en una escala nunca vista en el mundo. Los impactos de esta apropiación de tierras sobre los Pueblos Indígenas, las comunidades locales y sus bosques ya se empiezan a notar.

Por esa razón, los pueblos indígenas están resistiendo el comercio del carbono almacenado en los bosques. En abril de 2009, casi 400 representantes indígenas acorda­ron la Declaración de Anchorage, que rechaza específica­mente el comercio de carbono y el uso de los bosques para compensar emisiones como “soluciones falsas al cambio climático”.[11]

_______________________

Tomado de: Crisis Climática: falsos remedios y soluciones verdaderas. Compendio especial: Biodiversidad, Sustento y Culturas, Movimiento Mundial de los Bosques Tropicales y Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe. Publicación Trimestral. pp. 44-46



[1] Véase, por ejemplo, “Protected Areas: Protected Against Whom?“, Oilwatch y Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, enero de 2004. http://bit.ly/V53db
[2] Véase REDD-Monitor para una discusión sobre los problemas con la definición de la ONU. http://bit.ly/bO9Ywnen
[3] Jeff Horowitz, de la organización Avoided Deforestation Partners, cuya sede está en EUA, es el autor de estos dos comentarios. Véase “‘We Must take Advantage of Low-hanging Fruit Solutions such as Forest Conservation’: Interview with Jeff Horowitz”, REDD-Monitor, 19 de febrero de 2010. http://bit.ly/95qFOh
[4] “Kibaki Orders Action On All Forest Squatters”, Daily Nation, 13 de agosto de 2009. http://bit.ly/drP8zF
[5] “Ogiek Threatened with Eviction from Mau Forest, Kenya”, REDD-Monitor, 19 de noviembre de 2009. http://bit.ly/3dKQq0
[6] “Injustice on the Carbon Frontier in Guaraqueçaba, Brazil” REDD-Monitor, 6 de noviembre de 2009. http://bit.ly/2g2Q0Ldescribe
[7] “Carbon Scam: the Noel Kempff Project in Bolivia”, REDD-Monitor, 22 de octubre de 2009. http://bit.ly/rI9hQ
[8] Fred Pearce, “Noel Kempff Project is ‘Saving the Forest’ by Forcing Destruction Elsewhere”, The Guardian, 11 de marzo de 2010. http://bit.ly/cbu9Vd
[9] Juliet Eilperin, “Use of Forests as Carbon Offsets Fails to Impress In First Big Trial”, Washington Post, 15 de octubre de 2009. http://bit.ly/dyqaFO
[10] “What would a 4°C Warmer World mean for the Amazon Rainforest?”, REDD-Monitor, 17 de noviembre de 2009. http://bit.ly/49kLN3
[11] “Indigenous Peoples Reject Carbon Trading and Forest Offsets”, REDD-Monitor, 4 de mayo de 2009. http://bit.ly/8OQ6p

9 de marzo de 2013

Seguridad alimentaria versus soberanía alimentaria (I)

Katherine Fernández
Periodista de la Asociación Inti Illimani, energía solar para la alimentación
Adital

02 de Marzo de 2013
 
Katherine
Ya se ha dicho hasta el cansancio que el 90% de la población vive con el 10% de los recursos del planeta y que el 10% de ellos está concentrado en las pocas manos de la dimensión transnacional, promotora del biocidio. Pero estos datos se refieren a la economía traducida en dinero, no a la economía traducida en medios de vida, porque si así fuera los campesinos agricultores o los indígenas de las selvas, tienen a su disposición los principales medios de vida, a pesar de que estén siendo avasallados por los gobiernos instrumento de las transnacionales y aunque solo tengan un pedacito de tierra, en ella poseen un poder especial, una cuota de vida por encima de los demás, una cuota de soberanía.

Gracias al libre mercado, desaprendimos qué significa alimentar y alimentarse con soberanía.

La soberanía alimentaria es una definición muy amplia y compleja que, así como el vivir bien, no hemos alcanzado a entender todavía y para eso lo primero que debemos hacer es desligarla del concepto de seguridad alimentaria, porque este último se enmarca en las necesidades del libre mercado que busca exclusivamente vender - que no es lo mismo que poner los alimentos a disposición de la gente - para lo cual gestiona permanentemente que los gobiernos favorezcan una dinámica productiva que sobreexplota la tierra para cubrir con agroindustria "subdesarrollada” a los mercados primermundistas.

Si bien en su momento la soberanía alimentaria surgió como un aporte fundamental del campesinado, concretamente la Vía Campesina introdujo el concepto en el seno de las Naciones Unidas en 1996, no hay consecuencia en la práctica agrícola, porque entre sus demandas a la fecha siguen pidiendo crédito agrario, facilidades de exportación, mecanización del agro, fertilizantes químicos y no dudan en someterse a la agresión del monocultivo cuando la demanda internacional así lo instruye. Es decir, que ha sido planteada como un concepto nuevo, amplio y superior a la seguridad alimentaria de dos décadas atrás, pero no se ha implementado y no existen políticas públicas soberanas respecto a la alimentación, la mentalidad de los gobiernos sigue siendo de la dependencia.

Así pues, la soberanía alimentaria tiene que ver con un complejo de elementos que empiezan, terminan y vuelven a empezar según la dinámica cíclica de la tierra, la semilla, el fruto, las interacciones naturales biodiversas, el agricultor y quien se alimenta (que para el libre mercado, sería el consumidor), todo dentro de un marco cultural de conocimientos, hábitos y preferencias que es la riqueza que heredamos de nuestros padres, desde cocinar hasta comer, así que quienes además saben cultivar la tierra o recolectar de la selva, tienen mejores posibilidades de enfrentarse a la economía del desastre y sus vástagos como el cambio climático o la deuda externa.

Para aproximarse a las contradicciones que tienen los dos conceptos, tal vez un sencillo listado comparativo ayude. En el caso de la seguridad alimentaria, los elementos que se citan tienen correlación con la economía de libre mercado, no hay planteamiento nuevo para solucionar el hambre en el mundo y las determinaciones de la FAO se inscriben en esta línea para asegurar alimentos a la gente, una línea que plantea comprar para comer como la única posibilidad para alimentarse, no importa si el que tiene que comprar también es productor, por lo cual la cantidad de personas subalimentadas en el mundo, según los informes de desarrollo humano (IDH), siempre están en incremento.

SEGURIDAD ALIMENTARIA: Propiedad privada de la tierra, Acumulación de tierras, Ampliación frontera agrícola, Concesiones forestales, Crédito agrícola, Productores condicionados a la demanda, Monocultivos, transgénicos, agroquímicos, Tierra, Precios transnacionales, Publicidad sin ética, Cantidad o apariencia más que calidad, Consumidores, Sustentabilidad…

SOBERANÍA ALIMENTARIA: Uso comunitario de la tierra, Uso comunitario de la tierra, Rotación de la tierra, Protección de bosques, Economía comunitaria, Producción biodiversa, Respeto a la naturaleza, Sistemas agrícolas tradicionales, Precios locales, Información integral, Cultura alimentaria, Personas, Madre Tierra, Armonía con la naturaleza…

La seguridad alimentaria quiere sustentar a la economía de libre mercado, la soberanía alimentaria busca respetar los ciclos vitales de la tierra y todo el complejo de interacciones naturales que hacen a la reproducción de la vida.

Existen propuestas, aunque todavía de bajo impacto, pero que indican que ya hay conciencia con principios soberanos, hay campañas, redes sociales y documentales orientados a despojar del poder de decisión y control de la economía de los alimentos a la agroindustria, partiendo del poder de decisión que tiene el consumidor, es decir, originar consumo masivo responsable, empezando por saber qué es lo que estamos comiendo. Este es un emprendimiento que por ahora se plantea fácil porque depende de cada persona, sin costo, pero al mismo tiempo difícil porque hay que sumar la decisión de todas las personas.

Para esto ayuda ver los datos que indican que el cáncer más frecuente se origina en la alimentación industrial, así como las nuevas alergias, la diabetes y la osteoporosis a corta edad, lo que está provocando que la gente vuelque la mirada hacia las alternativas alimenticias más saludables, naturales y orgánicas, tanto que en Europa es este el tipo de alimentación la más cara, en contradicción con América Latina, donde las frutas y verduras del campesinado, son más bien baratas.

Otra iniciativa importante que merecerá amplios análisis y discusión es la agricultura familiar, que estará siendo debatida e impulsada el año 2014, con orientaciones que romperán esquemas urbanos de vida porque plantean que también en las ciudades la gente empiece a producir sus propios alimentos. Así que la expectativa está fijada.

Si comprendemos que la seguridad alimentaria es otro mecanismo del libre mercado, podremos suscribirnos a la soberanía alimentaria como mecanismo de defensa de la dignidad humana.