Por:
Reuter Orán B.
La Educación Bilingüe
Intercultural (EBI) constituye parte de las luchas reivindicadoras de los
pueblos indígenas del mundo que padecieron y padecen aún el ardor de las épocas
de la conquista y colonización. Surge como respuesta al modelo educativo integracionista
y alienante impuesto por los invasores en los territorios indígenas,
infringiendo abiertamente sus derechos y libertades fundamentales reconocidos
mundialmente, y legitimados por las leyes comarcales, nacionales e
internacionales.
Valorando
su cultura desde niños, danzando para el mañana. Encuentro de Inadurgan,
Nubadub. Foto: Gubler
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En 1972, la Constitución
Nacional de Panamá establece la Enseñanza Bilingüe Intercultural (EBI) como
modalidad educativa para los grupos de habla indígena del país al mismo tiempo
que concede primordial atención a la promoción de sus lenguas y sus culturas.
En virtud de este mandato constitucional, en 1975, con el advenimiento de la
Reforma Educativa se crea en nuestro país el “Programa de Educación Bilingüe
para las Poblaciones de habla Indígena”. Para la implementación de este
novedoso programa, se elaboran recursos didácticos, entre ellos el alfabeto
guna. Para eso, en abril del año 1975, el Ministerio de Educación seleccionó un
grupo representativo de maestros y otros miembros de la comunidad guna para que
elabore este alfabeto.
Desafortunadamente, en 1979,
se deroga la Reforma Educativa y fenece también el programa bilingüe, solamente
una escuela de la Comarca Gunayala continuó con el plan hasta el año 2004,
cuando nuestros Congresos Generales Gunas, en aras de mejorar la calidad
educativa en su región asumen la responsabilidad de diseñar un modelo educativo
que realmente responda a sus intereses y aspiraciones. Con esta perspectiva
surge la EBI Guna que muy sabiamente nuestra dirigencia la nominó “Nan Garburba
Dulogedigar” inspirado en uno de los relatos más significativos del babigala:
Ibeler y sus hermanos.
La EBI, como un modelo nuevo,
demanda significativos recursos económicos y un personal especializado.
Conscientes de estos requerimientos, nuestros Congresos Generales solicitaron
apoyo a la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECED) en 2004,
después de una cierta espera del Ministerio de Educación, se inicia la
implementación del Proyecto de Educación Bilingüe Intercultural en nuestra
comarca Gunayala. Cabe destacar, que las experiencias de la escuela de Dubbile
(San Ignacio de Tupile) contribuyeron sobremanera a despegar este programa en
sus inicios.
En estos momentos, la EBI Guna
necesita una evaluación exhaustiva. Corresponde a nuestros Congresos Generales
Gunas, gestores de este emblemático programa, realizar esta tarea, cuanto
antes. Por la magnitud y especialidad que demanda la EBI Guna podría pensarse
que ella requiere de dos coordinadores asesorados por un especialista en la EBI
nombrado por nuestros Congresos Generales Gunas.
Tengamos presente, todos hemos
sido formados dentro de los parámetros de un sistema educativo monolingüe, por
eso y por otras razones todo el personal involucrado en este programa, desde
los niveles primarios hasta universitarios, debe ser capacitado permanentemente
sobre los principios, fundamentos y el alcance de la EBI para que no perder
vista las demandas que pretende viabilizar este gran proyecto educativo de
nuestro pueblo, como son:
“a) La demanda irrenunciable
del pueblo guna, su derecho de perpetuarse como pueblo con su estructura
sociopolítica, su cultura y lengua propia. Esto supone un tipo de educación,
que valore a profundidad la diversidad de los pueblos como espacio pedagógico y
fuente de desarrollo.
b). La demanda de los
objetivos nacionales que deben constituirse en materia que se ha de
contextualizar, y confrontarse con los valores, y las necesidades gunas.
c). La demanda de los avances
del mundo actual, que debe puntualizar un currículo flexible y abierto,
revisable con base con los avances de a ciencias y de la tecnología”. (Nan
Garburba Oduloged Igar / Propuesta Curricular de la EBI Guna/Propuesta de los
Congresos Generales Gunas pág. Gunayala 2011. Pág. 19.)