Geodisio Castillo[1]
Los
problemas de la degradación ambiental, la escasez de recursos y el cambio
climático, el concepto de sostenibilidad va ocupando su legítimo lugar como
tema central de los debates sobre desarrollo agrícola y rural. Demostrando los
efectos benéficos de la conservación de la naturaleza y de la armonía con los
ecosistemas locales.
Aplicando labranza mínima o
ecológica, grupo de mujeres de Yandub-Nargana, 1997. Foto: Gubiler
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Esta
conservación biocultural ha dependido de los saberes y conocimientos de
nuestros pueblos, de ahí, la habilidad de aplicar las tecnologías indígenas a
pequeña escala de parte de los agricultores familiares o pequeño productor,
como suelen referirse. Se utiliza el término agricultor a pequeña escala para
enfocar la naturaleza de la producción en finca más que el tamaño de la parcela
de tierra (FIDA 2012; Murphy 2012).
La
agricultura familiar también es una forma de vida en la que se reúnen las
experiencias, la identidad, los valores, la unidad familiar, los conocimientos
y los aprendizajes que permiten la conformación de toda una cultura del campo
(Carmagnani 2008).
la
agricultura sostenible en manos de los agricultores familiares exige soluciones
muy locales. En nuestros países en desarrollo a menudo los enfoques y las
tecnologías agrícolas ecológicas se hallan en situación de desventaja. Sin
embargo, estas desventajas van superándose en algunos países (FIDA 2012):
- En Brasil, tres estados del sur apoyan el sistema de labranza cero y la agricultura de conservación[2].
- En África, la Red de la Asociación de Labranza Conservacionista engloba a los agricultores y las instancias normativas que se proponen aumentar la productividad agrícola utilizando los recursos naturales de manera sostenible.
- En el 11º Plan quinquenal (2006-2010) del Gobierno de la República Popular China se aboga en la necesidad de reducir el impacto ambiental de la agricultura y en favor de los alimentos orgánicos, la conservación de los recursos hídricos y las prácticas sostenibles.
Castillo
(1983), Mósquera (2012) y FAO (2016) indican, que la diversificación y la mejor
integración de los sistemas de producción de alimentos en procesos ecológicos
complejos crean sinergias con el hábitat natural y no agotan los recursos
naturales. La agroecología y la intensificación sostenible son ejemplos de
enfoques que mejoran los rendimientos y aumentan la resiliencia a través de
prácticas como los abonos verdes, los cultivos de abono verde que fijan el
nitrógeno y la gestión sostenible de los suelos, así como la integración con la
agroforestería y la producción animal.
Además
(Castillo 2011), los sistemas de cultivos de cobertura juegan un papel
importante en la conservación del suelo y en el manejo de la fertilidad. El uso
estable de la tierra reduce la deforestación y proporciona un manejo amigable
de los recursos naturales.
De
lo anterior, podemos decir que la tecnología es una expresión del conocimiento
del hombre acerca de las características de la naturaleza, y del desarrollo de
métodos, procedimientos, herramientas, técnicas y equipos para su
aprovechamiento; que en sus orígenes tuvo fundamentos más sociales, colectivos
y de mayor preservación ambiental, al depender más de los ciclos biológicos
naturales (Gómez González, Ruíz Guzmán, Bravo González 1998).
Una
de las tecnologías milenarias de los pueblos indígenas es la práctica
agroforestal. Producción de
varios cultivos en una misma área en la unidad de producción. Conservación de
las variedades de semillas criollas, de los recursos fitogenéticos, de especies
medicinales y de la biodiversidad, en contraposición con la pérdida generada
por monocultivos extensivos y el uso de semillas homogéneas asociadas a esta
actividad. Manejo eficiente de los
recursos hídricos, incluyendo la lluvia, lo que permite un uso más balanceado
de esos recursos. Prácticas agrícolas naturales, más vinculadas al entorno. Y
sus innovaciones sostenibles traen consigo numerosos beneficios en lo relativo
al rendimiento agrícola, las ganancias, la resiliencia al cambio climático y la
reducción de la pobreza (IICA 2012).
El
sistema agrícola-forestal de nainu, constituye uno de los sistemas productivos
principales en la agricultura dule, por ser practicado por casi toda la
población agrícola. Tiene gran importancia social por la generación de valores
culturales, alimentación, medicina dule y también económicas solidarias. Es la
base de la alimentación de la población.
Partiendo
de las condiciones locales, la agricultura de nainu no escapa a las crecientes
influencias de la globalización nacional e internacional. La ventaja es que la
agricultura de nainu, como tecnología consiste no sólo en la producción de
múltiples variedades vegetales adaptadas a diversas condiciones ambientales,
sino también en la selección de las mismas prácticas involucradas en los
procesos de producción. Función que se ha venido deteriorando en los últimos
cuarenta años, por la llamada “modernidad”.
Lo
que se debe hacer es desmontar el paradigma puramente económico actual hacia la
tendencia innovadora o renovadora que caracterice por la revalorización o
rescate de la agricultura de los pueblos indígenas y campesinas. Como un
espacio social, económico, ecológico, cultural y tecnológico, amplio. Con una agricultura totalmente innovada por
las nuevas corrientes de la agroecología, y puntualmente de los sistemas
agroforestales de nainu.
Las
tecnologías indígenas y campesinas resultan fundamental en la recuperación de
los valores socioculturales que además van de la mano por la recuperación de
las economías solidarias que cada día se pierde y su fundamento: la relación
entre el hombre y la naturaleza, en el contexto del llamado mundo “moderno”[3].
Aplicando conocimiento agroecológico
dule
Abono verde y cultivos de cobertura
Cuando
en un nainu se deja que las malezas invadan, es, uno, para protegerlos de otras
plagas / enfermedades, y, dos, para cuando se limpian (cada determinado tiempo)
las malezas sirvan de abono verde. Es una tecnología que los agricultores
jóvenes ya no lo practican, es decir, dejan demasiado que la maleza invada el
nainu afectando los cultivos.
Tener
cultivos leguminosos rastreras ricos en nitrógeno, como los frijoles,
gabidubaled (frijol abono, pica pica o terciopelo), cuando entran en la etapa
de producción, estos se cortan y se añaden a la tierra como abonos. También se
cultivan entre los cultivos (al cortarlas sirve de abono) para que sean muy
útiles para proteger los suelos erosionados y facilitar el proceso de
recuperación de terrenos que hayan estado sometidos al uso de agrotóxicos,
fertilizantes sintéticos, etc. Además, entre sus muchos beneficios, limitan la
aparición de plantas espontáneas o arvenses (malezas).
Las
leguminosas también se intercalan entre los cultivos principales, como el oba
(maíz), masi/massunnad (banano/plátano), mama (yuca). Otros cultivos son de
cobertura como el moe (zapallo), gwalu (camote), para controlar las malezas y
luego sirvan de abono natural o verde. De ahí, la importancia de los
policultivos, o los sistemas agroforestales de nainu.
Los
cultivos de cobertura se siembran con la finalidad de mejorar la fertilidad del
suelo y calidad del agua, controlar malezas y plagas, e incrementar la diversidad
biológica en sistemas de producción agroecológicos, como los sistemas de
producción agroforestales de nainu.
Sidsi o sabdur + igli-saa
Eso
se usa principalmente con el cultivo de maíz y otros cultivos. Antes de
sembrarlos, lo mezclan con sabdur e igli-saa. Sabdur sirve para controlar el
ataque de plagas y enfermedades y el segundo sirve como abono y controlar las
plagas (igli-saa principalmente).
Igli
– hormiga y saa - montículos de tierra suelta o residuos que deja las hormigas
al excavar. Las hormigas al excavar, promueve cambios favorables en las
condiciones nutritivas del suelo, como son incremento en los niveles de N, P,
K, Mg, Ca, Na, humedad y materia orgánica (Lerma, J. M., Chacón De Ulloa, P.,
Del Rosario Manzano, M. 2006).
Estiércol
Está
formado por las heces fermentadas de animales, de ahí que el estiércol pueda
presentar diferentes niveles de nutrientes dependiendo del animal del que provenga.
El estiércol puede proceder de caballos, de oveja, vacas, gallinas (gallinaza),
etc. Además de aportar nutrientes, el estiércol hace que prolifere la vida de
los microorganismos que favorecerán la fertilidad de la tierra.
Nuestros
nainus son abiertos, es decir, no están cercados con alambres de púas. Eso
tiene su razón de ser. Porque los cultivos nuestros también contribuyen con la
alimentación de los animales silvestres dejan a su vez beneficios como el
estiércol, que servirá como abono natural a los cultivos.
Cenizas (sogun)
Aunque
la tala y quema (es una actividad negativa a gran escala) que se hace en yoleb
(verano), para aprovechar las cenizas, es una tecnología adaptada, no es
nuestra. Es una tecnología introducida por los españoles, ingleses y
holandeses, cuando invadieron a Abiayala. De ellos aprendieron más nuestros
campesinos.
Las
cenizas es una solución natural ante plagas y enfermedades causadas por hongos,
las cenizas aportan altos niveles de calcio, magnesio y potasio. Son muy útiles
para corregir suelos con pH muy ácidos por su ligero efecto alcalino. En este
sentido uno puede quemar materiales maderables naturales que ya no se utilizan
(sin pinturas); sogun se recoge y mezclarlos con el suelo como abono.
Rotación de nainu
Para
establecer un nainu en una pendiente y se tala y quema los árboles, se queda
sin capa protectora contra la lluvia y de ahí, inicia la erosión del suelo y a
lo largo queda el suelo infértil. Por eso, nuestros agricultores conociendo
esta situación solo cultivan en pendientes unos dos a tres años. Luego
abandonan el nainu, es mejor decir, lo dejan en barbecho (descansando el
nainu), para que el nainu vuelva a recuperarse (regeneración natural) y a los
20 a 30 años vuelvan a utilizarlas para sembrar nuevamente – rotación de nainu.
Actualmente
los nainus no llegan a descansar hasta los 30 años o más, ha disminuido, los
agricultores ya no esperan hasta que lleguen los diez años mínimos, lo talan y
queman mucho antes. De ahí, tenemos la tendencia que nuestros suelos agrícolas
se están empobreciendo, su fertilidad es baja y con ello la baja productividad
que tenemos ahora. Al final si seguimos con este ritmo intensivo de tala y
quema y no dejar en descanso los suelos, seguirá la muerte de nuestros
ecosistemas. Pero por el momento vamos con esta tendencia y recuperarlos es
posible, con una política pública comarcal[4]
clara en relación a nuestros recursos naturales con una producción sostenible y
amigable con Nabgwana.
Labranza cero, con siembra tapada o al
chuzo (espeque), sin quema
Este
tipo de siembra se viene practicando desde hace muchos siglos por los pueblos
indígenas. La siembra se hace directamente en el suelo sin labranza previa por
lo que también se conoce como siembra directa. Esta siembra se puede
hacer con el método de siembra con chuzo o espeque, actualmente utilizando la
coa.
Esta
tecnología se hace en el nainu antes de talar y no quemar. Tecnología que aún
se practica en ciertas comunidades o por agricultores familiares e
individuales, se hace principalmente con el cultivo de masi (plátano/banano) y oba
(maíz). Luego de la siembra con chuzo se tala y los árboles caídos
(seleccionados) y plantas cortadas no se queman, se ordenan, para que
posteriormente se pudran, y sirvan de abono natural.
Finalmente
No
solo hay que dejar en papel los saberes y conocimientos tecnológicos, hay que
aplicarlas. Para ello se necesita capacitar a los agricultores. En la obra Dos
Mazorcas de Maíz, Bunch (1985) manifiesta la importancia de la capacitación, pero
debe ir acompañada de un trabajo de extensión. De hecho, el trabajo de
extensión no se debe considerar como solamente un "seguimiento"
después de las clases, sino más bien como la actividad principal de la
capacitación, con las clases teóricas sirviendo solamente de apoyo. Además,
aquellos que enseñan los cursos también deben trabajar en extensión para estar
empapados de las necesidades y problemas agrícolas del lugar y del agricultor.
Bibliografía
Bunch,
R. 1985. Dos mazorcas de maíz. Una guía para el mejoramiento agrícola orientado
hacia la gente. Vecinos Mundiales. Portland, Oklahoma City, E.U.A. 268 p.
Carmagnani,
M. 2008. La agricultura familiar en América Latina. In: Problemas de
Desarrollo, Revista Latinoamericana de Economía. Vol. 39, núm. 153, abril-junio
/ 2008. Universidad Nacional Autónoma de México, Distrito Federal, México. pp.
11-56
Castillo,
G. 2011. Abonos verdes. Centro de desarrollo ambiental y humano – CENDAH.
Capacitación y extensión agroecológica. Comarca Guna
Yala, Panamá.
Castillo,
G. 1983. Utilización del bosque y de sistemas agroforestales en la Región
Gardi, Kuna Yala (San Blas, Panamá). Universidad de las Naciones Unidas, Centro
Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (UNU/CATIE), Turrialba, Costa
Rica. 55 p. + Anexos
FAO
2016. El estado mundial de agricultura y
alimentación. Cambio climático, agricultura y seguridad alimentaria. 191 p.
FIDA
2012. La agricultura sostenible en pequeña escala: alimentar al mundo, proteger
el planeta. Consejo de Gobernadores. Roma. 12 p.
Gómez
González, G., Ruiz Guzmán, J. L., Bravo González, S. 1998. Tecnología
tradicional indígena y la conservación de los recursos naturales. En:
Conferencia presentada en el Encuentro Latinoamericano sobre Derechos Humanos y
Pueblos Indios, Guatemala, Universidad de San Carlos, del 25 al 29 de mayo de
1998. pp. 121-142
IICA
(2012). Tecnología e innovación en la agricultura familiar de ALC. Síntesis de
contribuciones de los participantes. Aportes para el diálogo durante la VI
Reunión Internacional de FORAGRO, Lima, 2012. Secretariado Técnico de FORAGRO,
IICA. 21 p. Consulta electrónica.
Lerma,
J. M., Chacón De Ulloa, P., Del Rosario Manzano, M. 2006.
Caracterización de nidos de la hormiga arriera Atta cephalotes (Hymenoptera: Myrmicinae) en Cali (Colombia).
Revista Colombiana de Entomología 32(2): 151-158 (2006)
Mósquera,
M. P., et al. 2012. Abonos verdes:
tecnología para el manejo agroecológico de los cultivos. Facultad de Ciencias
Agropecuarias, Universidad Nacional de Colombia. Agroecología 7: 53-62, 2012
Murphy,
S (2012). Puntos de vista en evolución: agricultura de pequeña escala, mercados
y globalización (edición revisada), IIED/Hivos/Mainumby, London/The Hague/La
Paz. 43 p.
[1] Castillo,
G. 2016. “Aplicando tecnología a pequeña escala: conservando suelo y agua.
Taller sobre implementación de tecnología a pequeña escala”. 10 al 13 de junio
de 2016. CENDAH, Digir, Gunayala, Panamá.
[2] La
agricultura de conservación se propone el objetivo de lograr una agricultura
sostenible y rentable promoviendo tres principios: la alteración mínima del
suelo, la cobertura permanente del suelo y la rotación de cultivos.
[3]
Gómez González, Gerardo y Torres Carral, Guillermo, “Recursos naturales, tecnología
y desarrollo
sustentable. Perspectivas de la tecnología
tradicional”, XX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología:
América Latina y el Caribe: Perspectivas de su reconstrucción, ciudad de
México, 2 al 6 de octubre de 1995.
[4]
Nuestra comarca no tiene ninguna política pública plasmada, solo informes. La
única que podía a encaminar a plasmar las políticas públicas de la comarca, se
encuentra establecida en la estrategia PEGY 2025.