Presentación
del libro por la Dra. Ana Elena Porras
19
de julio de 2012
Biblioteca
Nacional, Panamá
1.-
Cómo conocí a Alberto Barrow
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Portada del libro |
Tuve
el privilegio de conocer a Alberto Barrow con motivo de la campaña para el
Censo Nacional de 2010, que incluía la pregunta de identidad afro descendiente,
después de muchas décadas de haber sido eliminada.
Era
uno de los líderes naturales del grupo afro descendiente que impulsaba esta
iniciativa. Inmediatamente me llamó la atención su personalidad afable, su
mente abierta y despierta, su corazón dulce y su fortaleza de carácter, que no
claudica ante la adversidad, pero que tampoco alimenta el odio como instrumento
para la reivindicación de los derechos de los panameños afro descendientes.
Mientras
he tenido el privilegio de participar en los estudios del Observatorio que
Alberto dirige sobre el tema de la discriminación contra los panameños afro descendientes,
por invitación suya, pude informarme de que muchos panameños niegan que exista
dicha discriminación. Incluso, califican cualquier señalamiento de racismo como
una expresión de “complejo” por parte del ofendido. Y descubrí también el
sentido del humor de Alberto cuando dice que él, como observador del racismo
panameño es, por tanto, necesariamente, un “acomplejado” (lo que me hizo
recordar que, de forma semejante, las feministas somos clasificadas por los
machistas como “histéricas” o “conflictivas” y que, si deseamos defender el
principio de la igualdad, sea étnica o de género, no debemos asustarnos ni
dejarnos intimidar con estos calificativos que intentan descalificar a los
activistas en pro de los derechos de la humanidad).
2.-
Microhistoria de Gloria y la opción por la asimilación en la identidad nacional
Durante
mi investigación etnográfica sobre narrativas de identidad nacional de Panamá,
conocí a Gloria Clarke, una aseadora del Ministerio de Relaciones Exteriores,
quien, al momento de esta entrevista en 1991, era una mujer mayor afro
panameña, de aproximadamente 60 años, quien me contó la siguiente historia de
su vida:
“Yo nací en la capital, en el Hospital Santo Tomás y fui
a la escuela aquí mismo. Estudié 6 años en la Escuela República de El Salvador,
Mi mamá era panameña y mi papá vino a Panamá con tres meses de edad desde
Martinica. Para mí, él era panameño porque vivió aquí toda su vida hasta que
murió. Mi papá conducía buses; él tenía sus propios buses, pero nunca vivió con
nosotros. Yo conocí a mis abuelos, los papás de mi papá. Trabajaban para el
Canal. Mis abuelos, por parte de mi mamá, vinieron de Barbados y también
trabajaron en el Canal. Vivíamos en la Zona del Canal.
Cuando yo estaba chiquita, no me querían reconocer como
panameña porque era la época del Presidente Arnulfo Arias y él no aceptaba la
nacionalidad panameña para los ´chombos´. Y entonces tampoco me aceptaban en
las escuelas de Panamá. Fue gracias a una comadre de mi mamá, quien salió en mi
defensa como mi tutora o acudiente, que conseguí ser aceptada en la escuela. Yo
tenía entonces como 8 años. Gracias a ella pude demostrar en la escuela que yo
era panameña, porque había nacido en Panamá. Me acuerdo que no nos dejaban
hablar en inglés en la escuela. La maestra me decía que fuera de la escuela
podía hablar lo que yo quisiera pero que, dentro de la escuela, tenía que
hablar castellano. Los panameños, al verme, me ven como ´chomba´ porque soy muy
negra. Pero mi nacionalidad es panameña.
Mi mamá era modista. Vivíamos en la Zona del Canal,
éramos ´zonians´ y eso fue lo que me jodió porque no podía ir a la escuela de
Panamá por vivir en la Zona, pero tampoco podía ir a la escuela de la Zona
porque era nieta y no hija de trabajadores del Canal, y no nos cubrían a los
nietos en la Zona…
Yo
soy una panameña negra y pobre. La gente pobre no está educada y quieren que
los panameños que no son pobres y que están más educados peleen por los pobres.
Pero cobardes no somos, porque todos aquí somos echa’os
pa´lante: cuando vinieron los americanos (en diciembre de l989), no salimos corriendo y por eso
murieron tantos de mis vecinos del Chorrillo. Además fue una guerra de piedras
contra balas. Uno lucha por lo suyo, pero somos también bastante pacíficos. Se
pelea aquí, porque no somos cobardes, pero tampoco somos violentos. Peleamos
por nuestros derechos, hacemos desorden, si se quiere, pero no andamos matando
por ahí, como en otros países.
Tampoco me creo eso de que los panameños somos ´vende
patria’ porque, si así fuera, Panamá ya no sería nuestra, ya la hubiéramos
vendido hace tiempo. Y la prueba de que no la hemos vendido es que los
americanos todavía nos quieren comprar, para después del año 2,000 (ja,ja,jaa).
Aparte de esto, yo creo que nos vestimos muy bien los
panameños y que esto es algo muy nuestro; ¿sabe? (…) Mire usted los vestidos
del diario, por ejemplo, y se dará cuenta de que los panameños nos vestimos muy
adecuadamente: un vestido para el trabajo, otro para la calle, otro para las
fiestas. Somos muy limpios y bien planchaditos y, sobre todo, muy bien
vestidos. Usted no me ha visto bien vestida, doctora, porque siempre me ve
limpiando el Ministerio…. Pero yo me visto biiiiiiiiiiiiieeeeeeen
boooniiiiiitooooooooooo!!!!
Y, por favor, ponga al final de su libro que yo le
dije: ¡QUE VIVA PANAMÁ!!!”
La
nacionalización y asimilación de Gloria Clarke a la identidad nacional
panameña, tal y como se infiere de su historia de vida, fue el resultado de una
solución desesperada ante su delicada situación de “ilegalidad” original y las
consecuencias de exclusión de los derechos ciudadanos y acceso a los servicios
públicos, tanto en la sociedad panameña como la de la Zona del Canal, debido a
su condición de étnica, es decir, de su condición racial y sociocultural.
También,
esta narrativa deja entrever que la identidad panameña era su segunda opción,
después de la imposibilidad de obtener la nacionalidad norteamericana como
“zonian” (evidentemente su preferida).
Resulta
interesante, además, comparar los modelos culturales contrastantes con respecto
al modelo familiar entre la cultura panameña y la cultura norteamericana de la
Zona del Canal. En la Zona del Canal, Gloria era excluida de la ciudadanía
norteamericana y, por tanto, de los beneficios para las familias de empleados del
Canal, por exceder el modelo de familia nuclear que impera en los EEUU, puesto
que Gloria era nieta y no hija de empleados del Canal. En Panamá, por el
contrario, a pesar de que corrían los tiempos de la Constitución xenofóbica y
racista de 1941, la cultura criolla y su modelo predominante de la familia
extensa, combinada con la institución católica del compadrazgo, que incluye,
más allá de la familia extensa, a la familia ritual y simbólica, esto es a los
ahijados por el bautismo. Este modelo de familia extensa y ritual de la cultura
panameña (latina-católica) salvó a Gloria del limbo jurídico, durante su niñez,
ofreciéndole la oportunidad de ir a la escuela y de obtener una identidad
nacional, la panameña, en tiempos en que el racismo de Arnulfo Arias, inspirado
en el nacionalismo socialista alemán, amenazaba con excluirla.
El
sentido del humor y la ironía de Gloria llegan a su más alto nivel en esta
narrativa, cuando responde a la acusación extranjera de que los panameños son
“vende patria”. Su respuesta elabora una ingeniosa deconstrucción de la
negación de Panamá. Ella revierte las acusaciones hacia los norteamericanos a
quienes reconoce como invasores de la patria en 1989 y los redefine,
irónicamente, en términos de eternos e incorregibles compradores, reales o
imaginarios, de Panamá.
Gloria
intenta esbozar una imagen del panameño en términos de auto imagen y carácter
nacional, asociadas también con el sentido estético de los panameños en su
forma de vestir. Según sus explicaciones detallistas y femeninas, los panameños
expresan su sentido de dignidad y orgullo personal a través de su preocupación
por “vestirse bien”, esto es, con ropa limpia y planchada, apropiada para cada
ocasión: formal, de trabajo, de calle, de fiesta, de folclor, etc. Ella opina
que los panameños, especialmente los panameños pobres y negros, invierten
tiempo, imaginación y dinero en su apariencia personal por razones estéticas y
de dignidad humana.
En
su vivencia de la identidad panameña, Gloria distingue y construye otras categorías
constitutivas de su identidad, como son las categorías de raza (“negra” y
“chomba”), de clase (“pobre”) y de territorio (“la capital” y “la zona”).
Gloria imagina la etnicidad, la clase y la raza como categorías de
diferenciación, que adquieren significado, se suman y se integran en la
identidad nacional, sin aparente contradicción, cuando afirma simplemente: “soy
una panameña negra y pobre”.
3.-
¿Es real la discriminación contra los afro descendientes Panamá?
La
respuesta estadística a esta pregunta hubiera dilucidado, de una vez por todas,
la duda de quienes niegan la existencia fáctica de discriminación racial contra
los panameños afro descendientes. En consecuencia, era perfectamente coherente
haber realizado el Censo Nacional de 2010, la inclusión de la pregunta racial,
para medir la variable étnica de la distribución económica de Panamá, con
criterios estadísticos incuestionables, incluso para quienes la niegan cuando
la califican de “complejo” o de mera “percepción”.
A
pesar del fracaso del Censo de 2010 en medir la variable étnica afro
descendiente, por razones del racismo hegemónico de nuestra sociedad que
conduce con frecuencia a su negación o invisibilización, contamos con
información histórica, etnográfica y sociológica para identificarlo,
describirlo y explicarlo.
En
efecto, por una parte, y desde el punto de vista histórico y etnográfico, se
observa la promoción económica y social de la comunidad afro descendiente en su
integración laboral calificada y profesional, con preferencia entre clero y
pastores, en la policía y milicia, como profesionales de la educación y la
medicina, músicos, intelectuales y funcionarios del sector público
principalmente. Su vocación de servicio se hace notoria.
No
obstante, y a pesar de estos logros observables, permanecen todavía grandes
poblaciones en condiciones de pobreza y riesgo social más acuciantes entre la
población negra concentrada en las provincias de Panamá y Colón, que en la
población blanca que habita estos mismos espacios.
También
resulta impactante, por otra parte, la práctica penal y carcelaria de Panamá
que castiga de preferencia al panameño negro y pobre, mientras deja impune al
criminal rico y blanco.
Ahora
bien: estudios económicos y sociológicos arrojan la conclusión de que la pobreza
extrema de los panameños la sufre con mayor rigor la población indígena. Y la
etnografía sugiere que otros grupos étnicos como el chino, hebreo e Indostán
(aunque diferenciados económicamente dentro de su propio grupo étnico) logran
tanto éxito económico cuanto las élites criollas.
La
antropología cultural sugeriría comparar las estrategias económicas y étnicas
de cada uno. Donde los indígenas, si bien que han obtenido logros políticos
considerables con la adjudicación estatal de comarcas, se apegan a sus
tradiciones económicas de subsistencia, que los mantienen en extrema pobreza;
por su parte, los afro descendientes se integran a la clase profesional
(pública predominantemente) de nuestra sociedad, logrando una ascendencia socio
económica lenta pero segura. Por su parte, los chinos, hebreos e indostanes de
Panamá se integran a la economía mercantilista panameña, como empresarios
chicos, medianos y grandes, asimilándose al capitalismo de servicios,
solidarios dentro de su grupo, mientras cultivan su identidad étnica en otros
rasgos de su cultura como son su religión, sus prácticas matrimoniales
endogámicas, sus fiestas y rituales comunitarias.
4.-Aportes
del estudio de Alberto Barrow de la historia legal sobre la variable étnica en
Panamá: del racismo
eurocéntrico al pluralismo del Estado; de la etnicidad a la identidad nacional
del grupo afro descendiente.
VARIABLE
ÉTNICA EN EL MARCO LEGAL DE PANMÁ es una respuesta inteligente del autor para
responder a quienes intentan invisibilizar y negar la discriminación racial de
Panamá. Al estudiar, históricamente, las leyes y sus prácticas que regulan el
acceso a los derechos de ciudadanía de los grupos afrodescendientes define un
objeto de estudio lo suficientemente “duro”, por escrito y fijo, que permite
identificar y cualificar, con evidencia incontestable, la discriminación que ha
existido históricamente y que, a pesar de los avances de la democracia y la
igualdad de derechos propugnada en nuestras constituciones, hay leyes nuevas y
viejas que persisten en la discriminación. Y, por otro lado, siempre en el
marco jurídico, la persistente ausencia de reglamentaciones para hacer cumplir
las leyes de la igualdad, complementan el cuadro de la discriminación étnica.
La estrategia de Alberto Barrow es contundente por observable.
En
su contenido, el libro de Alberto Barrow incluye un amplio recorrido desde las
primeras exclusiones migratorias por ley en Panamá, las leyes de ciudadanía,
las leyes laborables, el Código Penal, de 1904 y 1910. Luego, de manera especial,
enfoca la Constitución de 1941, su derogación y remplazo por la Constitución de
1946, leyes xenofóbicas y racistas así como también leyes positivas por la
igualdad y la inclusión, especialmente aquellas que fueron promulgadas
posteriormente a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Se
estudia también la Constitución de 1972. Identifica y analiza otras leyes, más
recientes, de acción afirmativa contra el racismo como la Ley N° 9 del 30 de
mayo de 2000, que crea el “Día de la Etnia Negra Nacional”, la Resolución
alcaldicia N° 407 de 2001 contra la práctica de exigir fotografías en los
currículos para obtener plazas de trabajo, la Ley 16 del 10 de abril de 2002
sobre el derecho de admisión, la Ley N° 11 de 22 de abril de 2005 que prohíbe la
discriminación laboral, el Decreto Ejecutivo N° 124 de 27 de mayo de 2005 que
crea una Comisión Especial para el establecimiento de una política
gubernamental para inclusión plena de la etnia negra panameña, el Decreto
Ejecutivo N° 116 de 29 de mayo de 2007 por el cual se creó y reglamentó el
Consejo Nacional de la Etnia Negra para formalizar e institucionalizar la
inclusión del grupo afro panameño. Dedica un capítulo especial al Censo de
Panamá de 2010 y la invisibilidad estadística de los afro descendientes. Su
base jurídica, su conceptualización, historia y fallas en su realización.
Aparte
del valioso aporte de Alberto Barrow al identificar, clasificar y analizar el
conjunto de leyes con referencia a la variable étnica, su estudio permite un
recorrido histórico no siempre linear ni mucho menos ascendente, de malo a
mejor, en materia de igualdad; con una visión realista del recorrido ideológico
y cultural de nuestra sociedad y de su Estado nacional, con momentos de mayor
apertura migratoria y ciudadana, conjuntamente con otros momentos
caracterizados por la xenofobia y el racismo; con avances y reveses; con
ascendencias y recaídas, en materia de una discriminación racial siempre
presente. A pesar de la captación de los avances y retrocesos, coherencia y contradicciones
de la democracia liberal y conservadora panameña, la percepción del autor, en
términos generales, es optimista en su balance histórico. Incluso, en su último
capítulo, presenta una propuesta de Reformas Constitucionales, desde la
perspectiva de la etnicidad, que conducen hacia un Estado nacional más
incluyente, cuyo texto haga explícita la diversidad cultural y la pluralidad
racial de Panamá. Donde se enfatiza la igualdad ciudadana dentro del marco de
la diversidad étnica, y se incluye un régimen de sanciones para la violación de
estas Leyes. También defiende el concepto de una educación integral, que
incluye las historias vividas por todos los grupos étnicos y raciales de
Panamá, equitativamente, con intención de promover su reconocimiento y su
inclusión.
5.-
Reflexiones finales; ¿es la etnicidad extemporánea en un mundo global?
La
etnicidad puede definirse como la decisión de una comunidad por diferenciarse
de otra u otras, en razón de origen, raza social, historia y cultura. La
etnicidad, además, implica prácticas endogámicas y la subordinación política
respecto a la cultura hegemónica y las leyes del Estado nacional.
La
etnicidad como decisión diferenciadora es opuesta a la asimilación, siendo
ambas estrategias de supervivencia, autonomía y negociación con un Estado
hegemónico.
Desde
esta perspectiva, la etnicidad puede surgir como resultado de tres procesos a
saber: (1) como un subproducto de la discriminación, donde el grupo hegemónico
construye una identidad negativa sobre el grupo discriminado: (2) como una
construcción identitaria de los propios grupos que se deciden voluntariamente
por mantener su identidad diferenciada históricamente, cultural y racialmente;
o (3) como una síntesis de ambas dinámicas.
Por
tanto, en la medida en que los Estados nacionales mantienen vigencia como
actores e interlocutores de los bloques regionales en la globalización del
mercado, la etnicidad continúa vigente como componente significativo y
estructural de los Estados nacionales.
De
otro lado, desde la perspectiva global, la etnicidad ha adquirido alianzas
estratégicas transnacionales que la fortalecen en los contextos: nacional,
internacional y global. Así, casos como el de los indígenas de América y como
el caso de los afro descendientes de América, los indostanes, los hebreos y los
chinos en el mundo, entre otros, establecen alianzas especialmente políticas (
a veces, también matrimoniales) y de cooperación que fortalecen la etnicidad,
simultáneamente a su fortalecimiento como comunidades transnacionales, en un
contexto global.
Contrariamente
al sectarismo inherente a los grupos étnicos más conservadores, la etnicidad en
Panamá en los casos de las naciones indígenas y de los afro descendientes han
expresado recientemente su vocación genuinamente democrática y comunitaria que
al defender los derechos ciudadanos del propio grupo, los trasciende
inspirando, transformando y liderando movimientos cívicos que ocupan el espacio
más amplio de la sociedad panameña criolla y mestiza. En el caso de la etnia
negra, que nos ocupa en la noche de hoy, el discurso político de este grupo,
bajo el liderazgo afro antillano, ha evolucionado del discurso victimista y
reactivo hacia un discurso proactivo de liderazgo: de una identidad social
marginal y suspicaz en relación al Estado panameño a una identidad social de
actor activo con derechos. Del estudio que realiza Alberto Barrow se infiere
una perceptible evolución narrativa del grupo afro descendiente de Panamá, que
construye primero una narrativa étnica afroantillana que, luego, amplía su
espectro identitario a un ámbito regional (con fuertes lazos ideológicos con
los afroamericanos estadounidenses) que se extiende, paulatinamente, para
incluir a los hispano afro panameños (superando diferencias que los dividieron
por muchos años, lo que permite su asociación con otras poblaciones afro
latinoamericanas).
Por
último, la propuesta de la comunidad étnica afro panameña para reformar la
Constitución Nacional demuestra que esta comunidad, finalmente, ha asumido su
nacionalidad de panameños generando, ella misma, por primera vez, una narrativa
de Estado. No cabe duda de que este grupo de panameños ha optado por el
discurso de las libertades ciudadanas y la inclusión con equidad, la diversidad
y el pluralismo cultural, a través de su participación pacífica, demostrando
extraordinario civismo, en los procesos democratizadores de nuestro país, con
lo cual ofrecen uno de los más valiosos aportes a la sociedad y al Estado de
Panamá del siglo XXI.
Muchas
gracias
Texto extraído de mi libro CULTURA DE LA
INTEROCEANIDAD: NARRATIVAS DE IDENTIDAD NACIONAL DE PANAMÁ, 1ª edición,
Editorial Carlos Manuel Gasteazoro, EUPAN, Panamá, 2005, págs. 194-197
Como anécdota significativa, puedo informarles que la chica asignada a realizar el censo en mi casa, en Bella Vista, nunca nos preguntó a mi esposo ni a mí, si teníamos origen afro descendiente o algún pariente afro descendiente. Y, al preguntarle por su omisión, ella respondió con risitas nerviosas “que era evidente que éramos blancos y que no había querido ofendernos” (¿!).