Por GRAIN
Fuente: GRAIN
Idioma Español
País Internacional
26 noviembre 2019
"La realidad es que el TLC entre la Unión
Europea y el Mercosur originará un importante aumento de las emisiones globales
de gases con efecto de invernadero. Aunque hasta donde sabemos no se ha
entregado una auditoría completa sobre el impacto climático del acuerdo, GRAIN
calculó las emisiones procedentes del sector agrícola, analizando las
disposiciones del acuerdo que establecen objetivos cuantitativos para un
aumento del comercio en varios productos agrícolas importantes".
La imagen de las llamas
arrasando el Amazonas en agosto de 2019 hizo que las personas en todo el mundo
se dieran cuenta de la conexión entre los agronegocios y la crisis climática.
La selva estaba siendo quemada para dar lugar a la producción de carne, soja y
otras materias primas agrícolas y así aumentar las ganancias de las corporaciones
transnacionales de alimentos. Un importante motor de esta devastación es el
comercio. Actualmente, un nuevo acuerdo comercial amenaza con aumentar aún más
la expansión de los agronegocios en Brasil, con serias consecuencias para el
clima.
Tan sólo dos meses antes de
los incendios que capturaron la atención de todo el mundo, la Unión Europea y
el grupo de países del Mercosur —Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay—
anunciaron orgullosamente que se había logrado un nuevo tratado de libre
comercio (TLC), tras veinte años de conversaciones. El acuerdo fue promocionado
como un pacto del siglo XXI, que empujaría a los países miembros hacia
estándares ambientales más altos, incluyendo fuertes límites a la tala y la
deforestación. La Unión Europea incluso alardeó que el nuevo presidente de
Brasil, Jair Bolsonaro había renegado de su promesa de campaña de retirarse del
acuerdo climático de París,[1] con
tal de lograr este acuerdo comercial.
La huella de carbono del TLC
Unión Europea-Mercosur
La realidad es que el TLC
entre la Unión Europea y el Mercosur originará un importante aumento de las
emisiones globales de gases con efecto de invernadero. Aunque hasta donde
sabemos no se ha entregado una auditoría completa sobre el impacto climático
del acuerdo, GRAIN calculó las emisiones procedentes del sector agrícola,
analizando las disposiciones del acuerdo que establecen objetivos cuantitativos
para un aumento del comercio en varios productos agrícolas importantes.
Calculamos que tan sólo estos compromisos generarán cerca de 9 millones de
toneladas de emisiones de gases con efecto de invernadero adicionales al año.
Esto es casi tanto como el total de emisiones anuales de la ciudad brasileña de
Belo Horizonte, con una población de 3 millones 900 mil personas. [2]
El nuevo TLC UE-Mercosur es
descrito como un acuerdo en que Europa venderá más autos y quesos a América
Latina mientras los países del Mercosur venderán a Europa más carne bovina y
etanol. Si bien es cierto que el aumento de producción y exportaciones de
automóviles y otros bienes y servicios claramente contribuirá a la alteración
del clima, nuestro análisis se centra sólo en la agricultura, un componente
principal del acuerdo. Analizamos los cambios en el volumen de los mercados de
varios bienes agrícolas que producen una alta emisión de gases con efecto de
invernadero. La expansión de la oferta corresponde a lo que los gobiernos de ambos
lados del Atlántico prometieron a sus agricultores y a quienes defendían los
intereses del agronegocio cuando negociaron el acuerdo. Si acaso estas promesas
serán cumplidas, o incluso sobrepasadas, está por verse.
Las mercancías para las cuales
medimos el impacto son: carne de res, queso, etanol (de caña de azúcar),
fórmula alimenticia para niños, pollos, arroz, leche en polvo descremada y
azúcar. La mantequilla y los productos de soja fueron excluidos de los cálculos
porque, aunque sus aranceles caerán significativamente bajo el acuerdo, no se
establecieron cuotas. En otras palabras, la producción y el comercio de estos
productos probablemente aumentará como resultado del acuerdo, pero no podemos
señalar cuánto. Las cifras obtenidas serían mayores si se incluyeran, ya que la
soja en particular es una gran fuente de emisiones adversas para el clima. [3]
Calculamos que el impacto
directo del TLC será un aumento de las emisiones de gases con efecto de
invernadero de 8 millones 700 mil toneladas por año, procedentes de estos ocho
productos agrícolas (ver Anexo). Eso es más que la ciudad de
Lisboa, Portugal, o Córdoba, Argentina y un poco menos que Bruselas [4]. Puesto
de otra manera, es equivalente a casi una semana de emisiones producidas por
Royal Dutch Shell, una compañía responsable del 3% de la energía de todo el
planeta [5]. Comparado
al nivel actual de emisiones procedentes del comercio de estos productos entre
la Unión Europea y el Mercosur, el aumento de las emisiones será de un 34%.
Éste es un aumento enorme para gobiernos que, al menos en Europa, dicen ser los
defensores del clima.
¿Cómo obtuvimos estas cifras?
El aumento en el comercio fue
calculado comparando las cuotas nuevas y antiguas (o con los niveles actuales
de comercio donde no existían cuotas) una vez que el período de transición del
TLC se haya completado. Para el aumento de las emisiones, asumimos que el
aumento de comercio será logrado con un aumento de producción [6]. Las
emisiones en sí fueron calculadas para el nivel actual de comercio y comparadas
con aquéllas producidas bajo las nuevas cuotas, usando la metodología GLEAM de
las Naciones Unidas. Esto incluye todas las emisiones procedentes de la
producción de ganado, granos para alimentación animal y los insumos asociados,
procesamiento de la carne y refrigeración, y el transporte hasta la venta al
público, pero sin incluir las emisiones durante la venta al público y las
posteriores a la venta que provienen de la preparación en las casas, los
desechos de los alimentos, etcétera [7].
Los productos agrícolas de
mayor impacto climático son las carnes, las aves y el etanol, que provienen del
Mercosur y los quesos que provienen de Europa. Dos tercios de las nuevas
emisiones serán producidas en las fincas, incluidos los fertilizantes y el
estiércol, mientras que cerca de un 30% provendrá de los cambios de uso del
suelo, incluida la deforestación. Si bien la mayor parte del incentivo para
aumentar la producción y el comercio provendrá de las cuotas y aranceles, el
TLC también impone reglas sobre denominaciones de origen, lo que creará nuevos
derechos de mercado para los productores de queso de Europa en América Latina.
Finalmente, es importante notar que aunque el Mercosur generará la mayor parte
de estas nuevas emisiones, las emisiones procedentes del crecimiento de las
exportaciones de lácteos desde la Unión Europea hacia el Mercosur aumentarán en
un increíble 497%.
Otros impactos ambientales,
sociales y económicos
Además de agravar la crisis
climática, las disposiciones agrícolas del TLC Unión Europea-Mercosur conllevan
otras amenazas. Por ejemplo, según lo señala la industria azucarera de Francia,
74% de los pesticidas usados en los campos de caña de azúcar de Brasil están
prohibidos en Europa, y Brasil ha aprobado recientemente una variedad de caña
de azúcar modificada genéticamente que está prohibida en Europa [8]. El
gobierno de Brasil también permite el uso de glifosato antes de la cosecha para
acelerar la maduración, mientras que muchas ciudades y países de Europa están
luchando para prohibir el glifosato [9]. Esto
significa que es probable que bajo este acuerdo entren a Europa productos
transgénicos y agroquímicos no deseados.
Además, el acuerdo permite la expansión
de los mercados para los productos del agronegocio y no contribuye en nada para
apoyar a los pequeños agricultores o a la producción de alimentos. De hecho, se
espera que la apertura de los mercados para la exportación procedente de
América Latina, resulte en un aumento de la presión sobre las comunidades
indígenas y campesinas que están siendo expulsadas de sus tierras. Otro efecto
puede ser el aumento de las disputas por el agua debido a la demanda de riego y
la crianza de vacunos, y aún más, debido a la deforestación y a la pérdida de
biodiversidad [10]. En
Europa, este acuerdo comercial ayudará a los intereses de los agronegocios al
mismo tiempo que perjudicará a los pequeños agricultores, comunidades rurales y
la agricultura sustentable. En una región donde las inversiones y el desarrollo
económico promovido por los tratados de libre comercio benefician solamente a
las grandes compañías, se espera que el acuerdo Unión Europea-Mercosur dispare
la caída de los precios a los productores, profundizando la deuda y la
bancarrota que ya golpea las áreas rurales de Europa.
El acuerdo comercial también
enmascara una seria contradicción. Se espera que las mayores importaciones de
etanol de la Unión Europea a través del TLC sean usadas para alcanzar los
objetivos de uso de combustibles del transporte “verde” de Europa. Lo mismo
puede suceder cuando la Unión Europea aumente sus importaciones de productos de
soja más baratos, lo cual podría ser una atractiva materia prima para la
industria del biodiesel de Europa. De acuerdo con la organización Transport
& Environment, esto podría llevar a una mayor deforestación y acaparamiento
de tierras en países como Brasil. [11] Los
gobiernos de la Unión Europea podrían terminar causando una mayor destrucción
del clima en el extranjero con tal de lograr sus objetivos climáticos en sus
países.
Combatamos los Tratados de
Libre Comercio para salvar el clima
Los acuerdos comerciales son
poderosos impulsores de la expansión del sistema de producción industrial de
alimentos, la cual, según el International Panel on Climate Change, señala que
es responsable de hasta el 37% de las emisiones globales de gases con efecto de
invernadero [12]. Los
encargados del cabildeo a favor de los diferentes sectores involucrados, desde
el sector de semillas al de los supermercados, han estado presionando a los
gobiernos para firmar e implementar estos pactos desde hace décadas. Les
brindan a las compañías de productos agrícolas y alimentos, y a los
agricultores que los abastecen, mayores mercados y mayores derechos de
inversión —una oportunidad de obtener mayores ganancias. A su vez, la expansión
del sistema de producción industrial de alimentos crea una enorme presión sobre
nuestro clima [13]
Dado que el sistema de
producción de alimentos contribuye de modo tan importante a la crisis
climática, seguir haciendo más de lo mismo simplemente no es una opción. Por
desgracia, los nuevos acuerdos de negocios reflejan viejas formas de pensar
—precisamente la forma de pensar que es la principal responsable de la crisis.
El TLC Unión Europea-Mercosur no es un caso aislado. La agricultura industrial
también es importante en las negociaciones EUA-China, las que, según Trump,
duplicarán las exportaciones agrícolas de Estados Unidos a China [14] Y
el próximo acuerdo Unión Europea-Australia-Nueva Zelandia probablemente
aumentará las importaciones Europeas de carne de res y lácteos con aumentos en
la intensidad de las emisiones de CO2 [15]
Si realmente tomamos en serio
la reducción de las emisiones de gases con efecto de invernadero, tenemos que
emprender acciones efectivas en torno a los principales mecanismos globales que
promueven la expansión de la producción industrial de alimentos y de la
agricultura —y los acuerdos comerciales encabezan la lista. Los directores
ejecutivos de compañías como Danone y JBS están conscientes del desafío, pues
están en juego sus propios modelos de negocio —que producen estas emisiones
climáticas y dependen de este sistema comercial [16]. Pero
el “cuidado” no se logrará a partir de la compensación por la destrucción, como
lo promueven estas compañías. Esto debe provenir abrir espacio para que
participen los sistemas locales de producción de alimentos controlados por las
comunidades. Esto significa entregar recursos y la conducción a campesinas y
campesinos, procesadores regionales, a los circuitos comerciales cortos y los
mercados locales. Para que esto se pueda lograr, necesitamos urgentemente
detener los nuevos acuerdos comerciales como el de la Unión Europea-Mercosur.
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