24 de agosto de 2019

Científicos reconocen que tierras en manos indígenas frenan crisis climática

Por Servindi
Idioma Español
País Internacional

Compartimos una importante declaración que saluda el reciente informe El cambio climático y la tierra, que recuerda que el reconocimiento de los derechos a la tierra y bosques de los pueblos indígenas es parte de una solución efectiva para frenar la crisis climática.
14 agosto 2019
El informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC) presentado el 8 de agosto refiere, por primera vez, al papel crucial que desempeñan los pueblos indígenas y las comunidades locales en la preservación de los ecosistemas y la prevención de la deforestación.

Así lo enfatiza Alain Frechette, director de Análisis Estratégico y Compromiso Global, de la Iniciativa para los Derechos y Recursos (RRI, según sus siglas en inglés), y quien tiene más de 25 años de servicio en gestión de recursos naturales, conservación de la biodiversidad y cambio climático.

Cabe destacar que Alain. Inició su carrera en agencias estatales y provinciales de bosques y áreas protegidas en los Estados Unidos y Canadá antes de hacer consultorías estratégicas con organizaciones multilaterales, agencias de desarrollo y ONG como la UICN, el IDRC, el Banco Mundial e instituciones de las Naciones Unidas en África, Asia, Europa y la América Latina.

A continuación reproducimos unas reflexiones de Alain Frechette y enseguida la declaración con motivo del informe.

Una declaración de los pueblos indígenas y las comunidades locales sobre el Informe especial del IPCC sobre el cambio climático y la tierra


Por Alain Frechette

Hemos recibido muchas noticias nefastas sobre el clima. El año pasado, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC) nos advirtió que tenemos 12 años para prevenir los peores efectos del cambio climático. Los científicos ahora advierten que la infraestructura de políticas para alinearnos con estos objetivos debe estar establecida para el 2020, en un momento en que demasiados líderes mundiales parecen no estar dispuestos a tomar medidas.

El informe de hoy del IPCC es un crítico recordatorio por parte de los principales científicos del mundo de que ya existe una solución efectiva a esta crisis: reconocer los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales que han cuidado los bosques del mundo por generaciones.

Por primera vez, el informe del IPCC hace referencia al papel crucial que desempeñan los pueblos indígenas y las comunidades locales del mundo en la preservación de los ecosistemas y la prevención de la deforestación, ambos vitales para la lucha global para combatir el cambio climático.

Hemos visto la contundente evidencia de esto durante años, y la comunidad política ya no puede darse el lujo de retrasar la acción para reconocer los derechos de tierras comunitarios a la tierra para asegurar nuestro futuro colectivo.

En respuesta al informe, las organizaciones y redes indígenas y comunitarias, que representan a 42 países que abarcan 1,6 mil millones de hectáreas de bosques, incluido el 76 por ciento de los bosques tropicales del mundo, emitieron un comunicado. Su declaración resalta la ciencia que respalda lo que se ha sabido desde siempre y concluye con recomendaciones concretas para los tomadores de decisiones.

IPCC está de acuerdo con los pueblos indígenas y las comunidades locales* sobre el cambio climático
 
Declaración de los pueblos indígenas y las comunidades locales de 42 países, más de 1.600 millones de hectáreas de tierras manejadas por los pueblos indígenas y comunidades locales y el 76 % de los bosques tropicales del mundo, sobre el Informe Especial sobre el Cambio Climático y la Tierra del IPCC.
 
Finalmente, los mejores científicos del mundo reconocen lo que siempre hemos sabido.
 
Nosotros, los pueblos indígenas y las comunidades locales, desempeñamos un papel fundamental en la administración y salvaguarda de las tierras y bosques del mundo. Por primera vez, el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (International Panel on Climate Change, IPCC) publicado hoy reconoce que fortalecer nuestros derechos es una solución crítica a la crisis climática.
 
El informe deja en claro que reconocer los derechos de los pueblos indígenas, las comunidades locales y las mujeres dentro de esos grupos en todo el mundo es una solución climática escalable, y que todos los actores deben hacernos socios en las medidas a favor de la protección climática. Nuestro conocimiento tradicional y manejo sostenible de las tierras y bosques del mundo son clave para reducir las emisiones globales con el fin de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados para el año 2030. Hemos cuidado nuestras tierras y bosques, y la biodiversidad que contienen, durante generaciones. Con el apoyo apropiado, podemos seguir haciéndolo para las próximas generaciones.
 
Tal como reconoce ahora el IPCC, un cuerpo sustancial y cada vez más extenso de literatura científica demuestra nuestra función crítica como guardianes de la tierra y los bosques del mundo. Esto es lo que muestra la evidencia:
 
1.  Los derechos comunitarios seguros sobre la tierra y los recursos son fundamentales para una gestión sostenible y para la conservación eficaz de los bosques. Los bosques de propiedad legítima o designados para ser usados por los pueblos indígenas y las comunidades locales están vinculados con:
 
·         Menores índices de deforestación y degradación forestal.
·         Menor conflicto, apropiación ilegal y cambio en el uso de la tierra a gran escala / cobertura del suelo.
·         Menor cantidad de emisiones de carbono y mayor almacenamiento de carbono.
·         Mayor inversión en actividades para el mantenimiento de los bosques.
·         Mejor conservación de los bosques y la biodiversidad.
·         Medidas de restauración forestal más equitativas y sostenibles.
·         Más beneficios para más personas.
·         Mejores resultados a nivel social, ambiental y económico en general, que en los bosques administrados por entidades públicas o privadas, incluyendo áreas protegidas.
·          
2. Manejamos al menos un 22 % (218 gigatoneladas) del carbono total que se encuentra en los bosques tropicales y subtropicales (incluyendo tanto fuentes superficiales como subterráneas).
·          
·         Al menos un tercio de este carbono —y probablemente mucho más— está en áreas donde no tenemos formalmente reconocidos nuestros derechos sobre la tierra. La falta de reconocimiento legal de nuestros derechos deja a nuestros bosques vulnerables frente a proyectos ambientalmente destructivos que devastan bosques y liberan enormes cantidades de carbono a la atmósfera.[x]
·         El reconocimiento legal de nuestros derechos a la tierra y el apoyo a nuestras iniciativas es fundamental para el éxito de las medidas globales destinadas a mitigar el cambio climático.
 
3. Las tierras de los pueblos indígenas se entrecruzan con aproximadamente un 40 % de todas las áreas protegidas y más de un 65 % de las tierras más remotas y menos habitadas del mundo.
 
La protección de los derechos de las comunidades sobre las tierras que manejan consuetudinariamente es fundamental para proteger la biodiversidad del mundo, conservar los ecosistemas amenazados y restaurar las tierras degradadas.
 
·         Los pueblos indígenas y las comunidades locales son tan eficaces y a menudo mejores— para proteger la biodiversidad como las áreas protegidas controladas por el estado.
·         La diversidad cultural y la diversidad biológica están fuertemente integradas: los derechos seguros a la tierra son fundamentales para nuestro manejo sostenible de la naturaleza, y el mantenimiento de nuestros sistemas de conocimiento tradicionales es esencial para conservar la biodiversidad y la gobernanza ambiental eficaz en general.
 
4. La libertad de autogobernarnos, apalancar nuestro conocimiento tradicional y adaptarnos a nuestras circunstancias cambiantes es esencial para lograr un futuro más sostenible y resistente al climaen particular a través del liderazgo de las mujeres indígenas y de las comunidades.
 
5. No obstante, hasta el momento, nuestras contribuciones han sido pasadas por alto. A pesar de que los pueblos indígenas y las comunidades locales son propietarios consuetudinarios de más del 50 % de las tierras del mundo, los gobiernos reconocen formalmente nuestra propiedad solamente respecto de un 10 %. Las mujeres de nuestras comunidades —que cada vez más desempeñan importantes roles como líderes, administradoras de bosques y proveedoras económicas— tienen aún menos probabilidades de que se reconozcan sus derechos.
 
En muchos lugares, ya está implementada la infraestructura legal para reconocer los derechos: los bosques comunitarios legalmente reconocidos aumentaron un 40 % (150 millones de hectáreas) en los últimos 15 años. Podríamos lograr más del doble de ese progreso —y beneficiar a 200 millones de personas— si se implementara la legislación existente en tan solo cuatro países (Colombia, DRC, India, Indonesia).
 
Esta brecha entre nuestros derechos legales y consuetudinarios hace que nosotros y nuestras tierras seamos vulnerables a las crecientes amenazas de la producción agroindustrial, las prácticas destructivas de la minería y la tala, y los desarrollos de infraestructura de gran escala, y enfrentamos una mayor criminalización y violencia frente a nuestros esfuerzos por proteger a la Madre Tierra. Al menos 365 defensores de los derechos a la tierra fueron asesinados desde la firma del Acuerdo de París, y muchos más fueron víctimas de violencia y enjuiciamientos injustos.
 
Por el contrario, allí donde se respetan nuestros derechos, ofrecemos una alternativa a los modelos económicos que requieren soluciones de compromiso entre el medio ambiente y el desarrollo. Nuestro conocimiento tradicional y nuestra visión holística de la naturaleza nos permiten alimentar al mundo, proteger nuestros bosques y mantener la biodiversidad global. Respetar plenamente los derechos de los pueblos indígenas, las comunidades locales y particularmente las mujeres que las habitan representa la mayor oportunidad para el mundo —en términos de superficie de tierra y cantidad de personas afectadas— para promover los objetivos de desarrollo y clima globales.
 
Para capitalizar la solución que ofrecemos, exhortamos a los gobiernos, la comunidad internacional y el sector privado a cumplir con el mayor nivel de derecho, estándares y mejores prácticas internacionales en todas las acciones e inversiones en paisajes rurales. Teniendo esto en cuenta, invitamos a los actores a:
 
  1. Incrementar significativamente el reconocimiento de nuestros derechos sobre la tierra y los bosques a través del aumento del apoyo a las organizaciones indígenas, comunitarias y de la sociedad civil para implementar las leyes existentes y promover la legislación que reconoce los derechos. Esto incluye el reconocimiento de los derechos consuetudinarios de los pueblos indígenas y las comunidades locales a gobernar sus tierras.
  2. Garantizar nuestro consentimiento libre, previo e informado (CLPI) como parte de un ciclo continuo de participación en actividades que se realizan en nuestras tierras, territorios, y recursos consuetudinarios, o que los afectan.
  3. Priorizar inversiones bilaterales y multilaterales en iniciativas dirigidas por indígenas y las comunidades para reducir las emisiones causadas por la deforestación, fortalecer las medidas de conservación y de restauración comunitarias, y mejorar el uso sostenible de la tierra. Hallar maneras de garantizar que el financiamiento internacional para la mitigación del y adaptación al clima llegue a las comunidades en el terreno que pueden destinarlo al mejor uso.
  4. Terminar con la criminalización y enjuiciamiento de los pueblos indígenas y las comunidades locales que defienden sus tierras, bosques y recursos naturales.
  5. Apoyar alianzas existentes y desarrollar alianzas nuevas que permitan que nuestro conocimiento tradicional y experiencias prácticas con el manejo de la tierra y los bosques informen los esfuerzos presentes y futuros destinados a combatir el cambio climático.
  6. Reconocer y apoyar los derechos de las mujeres indígenas y comunitarias a poseer, gestionar y controlar las tierras, los bosques y los recursos que constituyen las bases para sus medios de vida, el bienestar de la comunidad y la seguridad alimentaria.
 


Fuente: Servindi

17 de agosto de 2019

Bingandi: Futuro sitio de diversidad de actividades productivas alimentaria medicinal

Geodisio Castillo

La diversificación de las actividades productivas en nuestro medio es una necesidad ineludible, porque de ella nos damos cuenta de las enormes transformaciones que han tenido lugar en la agricultura, de la crisis estructural del campo y de la incapacidad de éste para ocupar a la población activa, condenada por ello a la desasosegante dinámica de los subsidios[1]. La diversificación es también una buena estrategia para conseguir una economía y una sociedad comunitaria más equilibrada y estable, menos dependiente, y una forma de conseguir un acceso más igualitario al trabajo y a la independencia económica por parte de las mujeres, expulsadas en mayor proporción que los hombres de la actividad agraria. Por ello se apuesta desde distintos ámbitos por la introducción de actividades tales como el turismo comunitario, el agroturismo, la agroecología, y el desarrollo de actividades de servicios como lo es la iniciativa DULEINA (Castillo, 2019; PEGY, 2015).

Estableciendo vivero de siagwa (cacao) y capacitándose, con apoyo de técnicos de la Agencia del MIDA de Gunayala. Foto: Gubiler

Ahora bien, si de desarrollo endógeno aspiramos, la base del mismo no puede ser otra que el aprovechamiento integral de los recursos nativos o endógenos, naturales y humanos, existentes en nuestro propio entorno y que tienen que ver en gran parte con los usos agrícolas, forestales (maderables y no maderables) y medicinales y con el conocimiento que de los mismos tienen las comunidades y principalmente los inadulegan. Todos ellos son factores de producción que se localizan en la zona – Bingandi, y su aprovechamiento ha de dar lugar a procesos de transformación controlados en su mayor parte dentro del propio territorio y que dejen en él valor añadido. Además, las comunidades dules han creado los sistemas agrarios locales, a lo largo de siglos de coevolución biótica, cultural y social, y en ese proceso de apropiación de los recursos naturales, de trabajo en la tierra, ha sido fortalecida su propia cultura e identidad (Vara-Sánchez, Cuéllar Padilla, 2013). Difícilmente podemos mantener esa identidad y esa cultura si el trabajo en la tierra no fuese el papel central en la vida del pueblo Gunadule como históricamente ha tenido.

Parte de la iniciativa DULEINA es su actividad agroecológica aplicando los conocimientos agroforestales de nainu, cuya finalidad es fomentar la formación, capacitación y/o educación en el saber y conocimiento sobre el sistema de nainu. Se practica, se dialoga y se forma al agricultor dule en nueva tecnología innovada a pequeña escala. De ahí, la iniciativa DULEINA ha invitado a la actividad agroforestal de nainu, desde su inicio, a la Agencia del MIDA de Gunayala y de MiAmbiente, Regional de Gunayala, cuyos apoyos técnicos han sido oportunos. Porque se practica intercambio de conocimientos, formándose en el saber y conocimientos de los agricultores duleinagan[2].

El saber y el conocimiento sobre las prácticas de manejo de los recursos naturales ha generado a lo largo de nuestra historia conocimiento técnico y científico, demostrando su idoneidad ecológica en gran cantidad de casos, garantizando una producción sostenible y una reproducción de los propios recursos. Nuestro sistema de nainu mantiene los principios ecológicos de la renovabilidad y estabilidad. Estos sistemas de nainu pueden ser aplicados a los sistemas actuales de monocultivos, y corregir la tendencia al deterioro ecológico a que lleva la agricultura llamada moderna o convencional. Los sistemas agrarios indígenas y campesinos han demostrado que han mantenido y acrecentado la diversidad de especies; tiene fundamentos científicos para el diseño de estrategias de manejo agroecológico y que satisfagan las necesidades de las comunidades, y aplicados para el diseño de agroecosistemas sostenibles.

Para la iniciativa DULEINA, es imprescindible el fortalecimiento de las formas de vida, la cultura y la identidad del pueblo Gunadule, que son las que han hecho posible esa forma de manejo de los recursos – saber, conocimiento y manejo. Además, el mantenimiento y la diversidad no es posible sin garantizar la continuidad de los agroecosistemas basados en el saber y el conocimiento, que son la base de nuestra cultura. La propia biodiversidad de la que tanto se habla no se puede mantener sin conservar los agroecosistemas en que se da y sin las culturas que los crearon. Ésta debe ser una lucha por la diversidad tanto biológica como cultural, ante el proceso de la globalización. Será una forma de valoración de la propia identidad y la cultura, imprescindible en cualquier proceso de participación y desarrollo propio o endógeno. Por todo ello encierra un potencial de desarrollo agroecológico importante y es un referente básico de la identidad social y cultural.


Los bosques con su gran diversidad biológica existen para la vida; sin embargo, no escapamos de las influencias exógenas que son causas ocultas que influyen en los cambios de la cubierta forestal y degradación del bosque (Castillo, 2010). Con mucha preocupación se observa el avance de la agricultura de “nainu” cerca de la iniciativa. Se están talando y quemando árboles a las orillas de la carretera. Es decir, los congresos generales, las propias comunidades deben aplicar las pautas ya contempladas en nuestro Gunayar Igardummadwala y el Estatuto. Significa que el saber y el conocimiento sobre la práctica de nainu, no se están aplicando, no se están transfiriendo o diseminando a la nueva generación de agricultores dichos conocimientos. Como parte de la zona cultural protegida, esperamos que los congresos generales tomen y apliquen las directrices establecidas en nuestras normas, comarcal y comunitarias (algunas comunidades lo tienen).

La pérdida de los saberes y conocimientos nos lleva a la baja producción de los cultivos. Es decir, que las prácticas en algunos cultivos resultan en un leve proceso de afectación en la capacidad reproductiva, como el werug (Manicaria saccifera), cosechamos, dejamos regenerar, pero no le damos mantenimiento como debe ser (Ledezma Renteria, 2011). En el correr del tiempo, hemos perdido muchas variedades de cultivos, como es el caso de la mama (yuca). Si identificamos a la mama en Gunayala, solo identificaríamos tres variedades básicas (blanca, amarilla y dulce) de las tantas perdidas. Los Sikuani del Orinoco han identificado 70 variedades de yuca amarga (Manihot esculenta) y solo se caracterizaron 34 (Rojas, 1994). Como verán, si recuperamos los saberes y conocimientos, las cosas serían diferentes; la mama (yuca), como se indica, en los sistemas de manejo indígenas existe un vínculo etnobotánico que pervive e invita a buscar prácticas alternativas que aseguran un mantenimiento de la diversidad, permitiendo una productividad eficiente e incluso se hace un mejor manejo para disminuir los riesgos de incidencia de algunas plagas y enfermedades (Rojas, 1994; Pérez, Mora, López-Carrascal, 2019). El objetivo final sería que el conjunto de los agroecosistemas locales se orientara hacia un manejo compatible con la conservación y renovación de los recursos naturales.

La iniciativa DULEINA, tiene en sus manos 40 hectáreas para la conservación in situ de los recursos naturales, pero la extensión del área no limita el accionar de la iniciativa por la conservación de la diversidad biológica. Iniciativa ubicada en el límite entre la Zona Neg Serred y la Zona Cultural del Área Silvestre del Corregimiento de Nargana[3]. Recuperar los agroecosistemas, los saberes y los conocimientos es especialmente posible; ahora que seguimos conservando unos agroecosistemas poco transformados, una riqueza natural envidiable y la persistencia de unos sistemas productivos y un conocimiento local ligado a ellos. Y este lugar, en particular, es donde se establece el Centro de Atención y Aprendizaje – INA IBEGUN GALU.

Mucho hemos perdido por falta de mantenimiento de los nainugan y consumo de alimentos nativos. Lo que cultivamos ahora, solo representa tan solo una minúscula proporción de aquellas que habrían sido cultivadas y domesticadas por nuestro pueblo Gunadule, antes o en el momento de nuestra llegada a las costas del Caribe (Cooke, 1998). Alimentos o frutos como nalub (pisfá), hoy ya no se consume, buggwa (ñame blanco), se pierden; colorantes como nisar (achiote), sissi (jagua), plantas fibrosas y medicinales, aún prevalecen.

Por tanto, habida cuenta de los beneficios ambientales, o el servicio que nos da el ambiente, serán aplicados en la recuperación de cultivos nativos olvidados o los pocos que se consumen. Alimento o medicina, el cuerpo humano está mejor adaptado al tratamiento con remedios herbáceos que con los medicamentos químicos; los alimentos vegetales todos son medicinales, además de proporcionar sustento (Chavallier, 1997). Para el inaduled todo alimento es medicinal, es por ello como el siagwa (cacao), gwalu (camote), naras ssole (limón), moe (zapallo), el masi (plátano/banano), mama (yuca), son imprescindibles en la dieta del dule; y, además los cultivos de textiles como el sargi (bejuco real), naiwar (bellota), ubsan (algodón) y plantas netamente medicinales, están siendo contemplados sembrarlas, es por ello que para la iniciativa la agroforestería de nainu con cultivos medicinales es un tema prioritario.

Referencias:

Castillo, G., 2010.   Bosques para la vida: Causas ocultas de deforestación y degradación de los bosques en las Comarcas Kunas. Revista Cultural Lotería No.493, Noviembre-Diciembre 2010. Panamá. 105-124 pp.

Castillo, G., 2019.   DULEINA: Fomentando una vida saludable. En: http://gubiler.blogspot.com/2019/07/duleina-fomentando-una-vida-saludable.html

Chavallier, A., 1997.   Enciclopedia de plantas medicinales. Guía práctica de consulta con más de 550 hierbas claves y sus usos medicinales. Acento Editorial. Madrid. 335 p.

Cooke, R., 1998.   Subsistencia y economía casera de los indígenas precolombinos de Panamá. Separata del Tomo I de la obra “Antropología Panameña Pueblos y Culturas”. Colección de Libros de la Facultad de Humanidades. Editorial Universitaria. Panamá. 134 p.

Ledezma Rentería, E. D., 2011. Etnobotánica de las palmas en las tierras bajas del Pacífico Colombiano, con énfasis en La Palma Cabecinegro (Manicaria saccifera Gaertn.) Trabajo de grado presentado para optar al título de Magister en Ciencias - Biología, Línea Biodiversidad y Conservación. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias, Departamento de Biología. Bogotá. 55 p.

PEGY, 2015. GUNAYALA 2025. Plan Estratégico de Gunayala 2015-2025. Congreso General Guna y Congreso General de la Cultura Guna, Panamá. 212 p. + Anexo: PAC

Pérez D, Mora R, López-Carrascal C., 2019.   Conservación de la diversidad de yuca en los sistemas tradicionales de cultivo de la Amazonía. Acta biol. Colomb. 24(2):202-212. DOI: http://dx.doi.org/10.15446/abc.v24n2.75428

Rojas, J., 1994.   La yuca amarga y la cultura Sikuani. Publicaciones de Etnollano, Santafé de Bogotá, Colombia. 68 p.

Vara-Sánchez, I., Cuéllar Padilla, M., 2013. Biodiversidad cultivada: una cuestión de coevolución y transdisciplinariedad. Ecosistemas 22(1): 5-9. Doi.: 10.7818/ECOS. 2013.22-1.02


[2] Actividad coordinada por el propio Director Ejecutivo del Instituto del Patrimonio Cultural del Pueblo Guna (IPCPG).
[3] Originalmente declarada como Sitio de Patrimonio Mundial y Comarca de la Biosfera (incluye tierra y mar), por el propio Congreso General Guna, bajo Resolución No. 3 del 7 de noviembre de 1987, en la comunidad de Assudub. Con un Plan de Manejo y Desarrollo aprobado. Con el tiempo olvidado, cosa que suele ocurrir.