Geodisio
Castillo
La
diversificación de las actividades productivas en nuestro medio es una
necesidad ineludible, porque de ella nos damos cuenta de las enormes
transformaciones que han tenido lugar en la agricultura, de la crisis
estructural del campo y de la incapacidad de éste para ocupar a la población
activa, condenada por ello a la desasosegante dinámica de los subsidios[1]. La
diversificación es también una buena estrategia para conseguir una economía y
una sociedad comunitaria más equilibrada y estable, menos dependiente, y una
forma de conseguir un acceso más igualitario al trabajo y a la independencia
económica por parte de las mujeres, expulsadas en mayor proporción que los
hombres de la actividad agraria. Por ello se apuesta desde distintos ámbitos
por la introducción de actividades tales como el turismo comunitario, el
agroturismo, la agroecología, y el desarrollo de actividades de servicios como
lo es la iniciativa DULEINA (Castillo, 2019; PEGY, 2015).
Estableciendo vivero de siagwa (cacao) y capacitándose, con apoyo de técnicos de la Agencia del MIDA de Gunayala. Foto: Gubiler |
Ahora
bien, si de desarrollo endógeno aspiramos, la base del mismo no puede ser otra
que el aprovechamiento integral de los recursos nativos o endógenos, naturales
y humanos, existentes en nuestro propio entorno y que tienen que ver en gran
parte con los usos agrícolas, forestales (maderables y no maderables) y medicinales
y con el conocimiento que de los mismos tienen las comunidades y principalmente
los inadulegan. Todos ellos son factores de producción que se localizan en la
zona – Bingandi, y su aprovechamiento ha de dar lugar a procesos de
transformación controlados en su mayor parte dentro del propio territorio y que
dejen en él valor añadido. Además, las comunidades dules han creado los
sistemas agrarios locales, a lo largo de siglos de coevolución biótica,
cultural y social, y en ese proceso de apropiación de los recursos naturales,
de trabajo en la tierra, ha sido fortalecida su propia cultura e identidad (Vara-Sánchez, Cuéllar Padilla, 2013). Difícilmente podemos
mantener esa identidad y esa cultura si el trabajo en la tierra no fuese el
papel central en la vida del pueblo Gunadule como históricamente ha tenido.
Parte de la iniciativa DULEINA es su actividad agroecológica
aplicando los conocimientos agroforestales de nainu, cuya finalidad es fomentar
la formación, capacitación y/o educación en el saber y conocimiento sobre el
sistema de nainu. Se practica, se dialoga y se forma al agricultor dule en
nueva tecnología innovada a pequeña escala. De ahí, la iniciativa DULEINA ha
invitado a la actividad agroforestal de nainu, desde su inicio, a la Agencia
del MIDA de Gunayala y de MiAmbiente, Regional de Gunayala, cuyos apoyos
técnicos han sido oportunos. Porque se practica intercambio de conocimientos, formándose
en el saber y conocimientos de los agricultores duleinagan[2].
El
saber y el conocimiento sobre las prácticas de manejo de los recursos naturales
ha generado a lo largo de nuestra historia conocimiento técnico y científico, demostrando
su idoneidad ecológica en gran cantidad de casos, garantizando una producción sostenible
y una reproducción de los propios recursos. Nuestro sistema de nainu mantiene
los principios ecológicos de la renovabilidad y estabilidad. Estos sistemas de nainu
pueden ser aplicados a los sistemas actuales de monocultivos, y corregir la
tendencia al deterioro ecológico a que lleva la agricultura llamada moderna o
convencional. Los sistemas agrarios indígenas y campesinos han demostrado que
han mantenido y acrecentado la diversidad de especies; tiene fundamentos
científicos para el diseño de estrategias de manejo agroecológico y que
satisfagan las necesidades de las comunidades, y aplicados para el diseño de
agroecosistemas sostenibles.
Para
la iniciativa DULEINA, es imprescindible el fortalecimiento de las formas de
vida, la cultura y la identidad del pueblo Gunadule, que son las que han hecho
posible esa forma de manejo de los recursos – saber, conocimiento y manejo. Además,
el mantenimiento y la diversidad no es posible sin garantizar la continuidad de
los agroecosistemas basados en el saber y el conocimiento, que son la base de
nuestra cultura. La propia biodiversidad de la que tanto se habla no se puede
mantener sin conservar los agroecosistemas en que se da y sin las culturas que
los crearon. Ésta debe ser una lucha por la diversidad tanto biológica como
cultural, ante el proceso de la globalización. Será una forma de valoración de
la propia identidad y la cultura, imprescindible en cualquier proceso de
participación y desarrollo propio o endógeno. Por todo ello encierra un potencial
de desarrollo agroecológico importante y es un referente básico de la identidad
social y cultural.
Los
bosques con su gran diversidad biológica existen para la vida; sin embargo, no
escapamos de las influencias exógenas que son causas ocultas que influyen en los
cambios de la cubierta forestal y degradación del bosque (Castillo, 2010). Con
mucha preocupación se observa el avance de la agricultura de “nainu” cerca de
la iniciativa. Se están talando y quemando árboles a las orillas de la
carretera. Es decir, los congresos generales, las propias comunidades deben
aplicar las pautas ya contempladas en nuestro Gunayar Igardummadwala y el
Estatuto. Significa que el saber y el conocimiento sobre la práctica de nainu, no
se están aplicando, no se están transfiriendo o diseminando a la nueva
generación de agricultores dichos conocimientos. Como parte de la zona cultural
protegida, esperamos que los congresos generales tomen y apliquen las
directrices establecidas en nuestras normas, comarcal y comunitarias (algunas
comunidades lo tienen).
La
pérdida de los saberes y conocimientos nos lleva a la baja producción de los
cultivos. Es decir, que las prácticas en algunos cultivos resultan en un leve
proceso de afectación en la capacidad reproductiva, como el werug (Manicaria
saccifera), cosechamos, dejamos regenerar, pero no le damos mantenimiento
como debe ser (Ledezma Renteria, 2011). En el correr del tiempo, hemos perdido
muchas variedades de cultivos, como es el caso de la mama (yuca). Si
identificamos a la mama en Gunayala, solo identificaríamos tres variedades
básicas (blanca, amarilla y dulce) de las tantas perdidas. Los Sikuani del
Orinoco han identificado 70 variedades de yuca amarga (Manihot esculenta)
y solo se caracterizaron 34 (Rojas, 1994). Como
verán, si recuperamos los saberes y conocimientos, las cosas serían diferentes;
la mama (yuca), como se indica, en los sistemas de manejo indígenas existe un
vínculo etnobotánico que pervive e invita a buscar prácticas alternativas que
aseguran un mantenimiento de la diversidad, permitiendo una productividad
eficiente e incluso se hace un mejor manejo para disminuir los riesgos de incidencia
de algunas plagas y enfermedades (Rojas, 1994; Pérez, Mora, López-Carrascal,
2019). El objetivo final sería que el conjunto de los agroecosistemas locales
se orientara hacia un manejo compatible con la conservación y renovación de los
recursos naturales.
La
iniciativa DULEINA, tiene en sus manos 40 hectáreas para la conservación in
situ de los recursos naturales, pero la extensión del área no limita el
accionar de la iniciativa por la conservación de la diversidad biológica.
Iniciativa ubicada en el límite entre la Zona Neg Serred y la Zona Cultural del
Área Silvestre del Corregimiento de Nargana[3]. Recuperar los
agroecosistemas, los saberes y los conocimientos es especialmente posible; ahora
que seguimos conservando unos agroecosistemas poco transformados, una riqueza
natural envidiable y la persistencia de unos sistemas productivos y un
conocimiento local ligado a ellos. Y este lugar, en particular, es donde se
establece el Centro de Atención y Aprendizaje – INA IBEGUN GALU.
Mucho
hemos perdido por falta de mantenimiento de los nainugan y consumo de alimentos
nativos. Lo que cultivamos ahora, solo representa tan solo una minúscula
proporción de aquellas que habrían sido cultivadas y domesticadas por nuestro
pueblo Gunadule, antes o en el momento de nuestra llegada a las costas del
Caribe (Cooke, 1998). Alimentos o frutos como nalub (pisfá), hoy ya no se
consume, buggwa (ñame blanco), se pierden; colorantes como nisar (achiote), sissi
(jagua), plantas fibrosas y medicinales, aún prevalecen.
Por
tanto, habida cuenta de los beneficios ambientales, o el servicio que nos da el
ambiente, serán aplicados en la recuperación de cultivos nativos olvidados o los
pocos que se consumen. Alimento o medicina, el cuerpo humano está mejor
adaptado al tratamiento con remedios herbáceos que con los medicamentos
químicos; los alimentos vegetales todos son medicinales, además de proporcionar
sustento (Chavallier, 1997). Para el inaduled todo alimento es medicinal, es
por ello como el siagwa (cacao), gwalu (camote), naras ssole (limón), moe
(zapallo), el masi (plátano/banano), mama (yuca), son imprescindibles en la dieta
del dule; y, además los cultivos de textiles como el sargi (bejuco real), naiwar
(bellota), ubsan (algodón) y plantas netamente medicinales, están siendo
contemplados sembrarlas, es por ello que para la iniciativa la agroforestería
de nainu con cultivos medicinales es un tema prioritario.
Referencias:
Castillo, G., 2010. Bosques para la vida: Causas ocultas de deforestación
y degradación de los bosques en las Comarcas Kunas. Revista Cultural Lotería
No.493, Noviembre-Diciembre 2010. Panamá. 105-124 pp.
Castillo, G., 2019. DULEINA: Fomentando una vida saludable. En: http://gubiler.blogspot.com/2019/07/duleina-fomentando-una-vida-saludable.html
Chavallier, A., 1997. Enciclopedia de plantas medicinales. Guía
práctica de consulta con más de 550 hierbas claves y sus usos medicinales.
Acento Editorial. Madrid. 335 p.
Cooke, R., 1998. Subsistencia y economía casera de los
indígenas precolombinos de Panamá. Separata del Tomo I de la obra “Antropología
Panameña Pueblos y Culturas”. Colección de Libros de la Facultad de
Humanidades. Editorial Universitaria. Panamá. 134 p.
Ledezma Rentería, E. D., 2011. Etnobotánica de las palmas en las tierras bajas
del Pacífico Colombiano, con énfasis en La Palma Cabecinegro (Manicaria
saccifera Gaertn.) Trabajo de grado presentado para optar al título de
Magister en Ciencias - Biología, Línea Biodiversidad y Conservación. Universidad
Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias, Departamento de Biología. Bogotá.
55 p.
PEGY,
2015. GUNAYALA 2025. Plan Estratégico de Gunayala
2015-2025. Congreso General Guna y Congreso General de la Cultura Guna, Panamá.
212 p. + Anexo: PAC
Pérez D, Mora R,
López-Carrascal C., 2019. Conservación
de la diversidad de yuca en los sistemas tradicionales de cultivo de la
Amazonía. Acta biol. Colomb. 24(2):202-212. DOI: http://dx.doi.org/10.15446/abc.v24n2.75428
Rojas, J., 1994. La yuca amarga y la cultura Sikuani.
Publicaciones de Etnollano, Santafé de Bogotá, Colombia. 68 p.
Vara-Sánchez, I., Cuéllar Padilla, M.,
2013. Biodiversidad cultivada: una cuestión de
coevolución y transdisciplinariedad. Ecosistemas 22(1): 5-9. Doi.:
10.7818/ECOS. 2013.22-1.02
[2] Actividad
coordinada por el propio Director Ejecutivo del Instituto del Patrimonio
Cultural del Pueblo Guna (IPCPG).
[3]
Originalmente declarada como Sitio de Patrimonio Mundial y Comarca de la
Biosfera (incluye tierra y mar), por el propio Congreso General Guna, bajo
Resolución No. 3 del 7 de noviembre de 1987, en la comunidad de Assudub. Con un
Plan de Manejo y Desarrollo aprobado. Con el tiempo olvidado, cosa que suele
ocurrir.
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