Geodisio Castillo
La
problemática que estamos viviendo, hay que verlos en forma integral, estamos
interconectados con la naturaleza madre. Cuando un problema surge, los efectos
se extienden por todo el sistema, afectando el resto. Como al ser humano, su
salud, la vida animal doméstica y silvestre, las plantas y la ecología misma.
Cultivando plantas medicinales y alimenticias en el bosque de Bingandi, Centro de Atención y Aprendizaje Ina Ibegungalu, Área Silvestre protegida de Gunayala. Foto: Gubiler, 2020 |
La
pandemia producto del coronavirus es un llamado de atención para que repensemos
nuestro modo actual de vivir bajo el sistema capitalista y altamente
consumista, y las formas en que nos relacionamos con los hermanos árboles o la
naturaleza misma. La situación actual que padecemos, más por el miedo que nos
están sometiendo, necesita de una respuesta integral, donde el pueblo Gunadule
aborde las causas profundas, porque ya sabemos y vivimos la fragilidad y
vulnerabilidad socio-ecológica de nuestras sociedades.
Se está
demostrando que la medicina curativa que se lleva a cabo, no frena la pandemia,
debemos aplicar nuestros conocimientos ancestrales que es la medicina
preventiva, es un concepto integral y contacto con las comunidades. Entonces,
para que hablemos de interculturalidad es necesario analizar la interacción
entre el sistema de salud formal y el indígena[1],
como del pueblo Gunadule.
Los
sistemas agrarios propios de los pueblos indígenas, como el sistema
agroecológico de nainu, del pueblo Gunadule, es un ejemplo que puede inspirar
un enfoque ecosistémico, en este momento de la pandemia del Covid-19, puede
ayudar a explorar los vínculos entre la agricultura y la salud. Puede demostrar
que la forma en que se practica la agricultura de nainu puede auspiciar el
bienestar, pero necesita apoyo. Cada comunidad, cada grupo, cada familia está
haciendo su propio esfuerzo en incrementar la producción alimentaria. Aunque ha
tenido apoyo de los congresos generales (ambos congresos), sus enfoques
salieron de los lineamientos estratégicos establecidos en el Plan Estratégico
de Gunayala (2015-2025)[2].
Algunas comunidades sí lo supieron aprovechar, y hoy están obteniendo sus
frutos con éxitos.
El bajo
incremento de la producción alimentaria, principalmente la agrícola, mantiene
el estado actual en que nos encontramos, no avanzamos, no hay autogestión. Por
lo visto, hay que aprovechar el momento, en que la pandemia nos exige mayor
producción alimentaria en cultivos nativos y medicinales para fortalecer nuestra
salud y seguir construyendo el mañana.
Contrario
si hablamos de la agricultura industrial, bien recopilados sus efectos
negativos; efectos negativos en la salud humana y en los ecosistemas[3].
Los monocultivos a gran escala utilizan alta composición de agroquímicos,
pesticidas e insecticidas, que acaban con la agrobiodiversidad que tienen sus
defensas naturales, de ahí, los cultivos son muy vulnerables a las
infestaciones de las malezas, insectos, enfermedades y al cambio climático.
Entonces, la agricultura industrial se ha quedado sin dar repuestas a las
plagas de los cultivos, y han dado paso a las enfermedades como el dengue, la
malaria, entre otros. Por ejemplo, la ganadería ha utilizado en forma
indiscriminada antibióticos y alimentos de crecimiento, que hizo resistente a
las cepas patógenas a los medicamentos, evidentemente esto dará paso a futuras
pandemias[4].
Los
sistemas agroforestales y sus variantes, como los sistemas silvopastoriles,
agrosilvopastoriles, agrosilvícolas, son sistemas basados en principios
agroecológicos, que aseguran una producción sana[5].
Recuperan el paisaje natural y evitan que las pandemias surjan, porque mantienen
las cadenas ecológicas y tróficas y el control natural establecido por la
propia naturaleza[6].
Además,
si prevalecemos, innovamos e incrementamos la producción alimentaria bajo los
sistemas agroforestales, la tasa de absorción de carbono puede ser alta ya que
la captura de carbono se efectúa tanto por los árboles como por los cultivos[7].
El dióxido de carbono hoy se ha acumulado en exceso en la atmósfera, cuyo
efecto es el calentamiento global.
Gunayala
aún mantiene el 80% de bosque natural y el resto se encuentra bajo sistemas de
cultivos agroforestales y en regeneración natural. Mantenemos paisajes
agroecológicos biodiversos, cultivos mezclados por vegetación natural, como árboles
y plantas medicinales. Cosa que no tienen los monocultivos, que destruyen o
deforestan todo el bosque natural y las enfermedades abandonan el bosque y causan
la aparición de nuevas enfermedades, patógenos que vivían en hábitats naturales
se están extendiendo a las comunidades agrícolas, ganaderas y humanas[8].
Perturbaciones causadas por la agricultura industrial y sus agroquímicos e
innovaciones biotecnológicas; es decir, la agroindustria pone en riesgo de
muerte a millones de personas[9].
El pueblo Gunadule, con el distanciamiento y las
restricciones establecidas, no puede llevar semillas o cepas de plátanos y
otros cultivos, como quisiera hacerlo, en este intercambio de solidaridad entre
comunidades. Sin embargo, las comunidades, hacen esfuerzos solidarios rompiendo
el distanciamiento y llevar un “soplo de esperanza” a las comunidades.
Igual las ONGs dules, como la ONG Centro de
Desarrollo Ambiental y Humano (CENDAH) que en alianza con el Instituto del
Patrimonio Cultural del Pueblo Guna (IPCPG) o el propio Onmaggeddummad
Namaggaled, están haciendo esfuerzos apoyando a algunas comunidades, llevando
“soplo de esperanza”.
Los
sistemas agroecológicos de nainu han demostrado por milenios que es una
agricultura diverso y resiliente al tiempo que ha proporcionado a las familias
beneficios sociales, económicos y ambientales significativos al pueblo
Gunadule, también tendrían la capacidad de alimentar a la gente de las ciudades
de manera equitativa y sostenible, si tuvieran apoyo. Y que de igual manera
esperan este apoyo todos los agricultores del campo. Apoyo gubernamental y de
otras entidades que puedan financiar a la agricultura familiar.
El
sistema agroecológico de nainu, para producir una alimentación soberana, llegará
a dar sus frutos con el incremento en los rendimientos agrícolas prevalecientes
bajo sistema de nainu y mejora de la agrobiodiversidad. Con el derecho a producir
alimentos y consumir lo que queramos. Alimentos orgánicos nativos de origen
vegetal y animal procedentes del bosque. Porque durante millones de años, el
sistema inmune de nuestros antepasados coevolucionó con su entorno; debido al
proceso de coevolución, la vida aprendió a inmunizarse a las enfermedades
infecciosas y el sistema inmune de los habitantes del bosque evolucionó en
concierto con el sistema inmune del bosque[10].
Es el momento perfecto para fortalecer nuestro sistema inmunológico para hacer
frente a las amenazas de enfermedades como el COVID-19[11].
En definitiva,
los sistemas agroecológicos de nainu tiene el potencial de producir alimentos
necesarios para el pueblo Gunadule. Sin embargo, su potencial abarca
comunidades rurales y urbanas y con ello hacer frente a la pandemia que estamos
viviendo como también del cambio climático. Por lo tanto, lo único que necesita
es apoyo para optimizar, innovar y mejorar las capacidades productivas de los
pequeños agricultores.
Valoremos
el amor a la naturaleza madre, porque es ella, sus ecosistemas las que
sostienen las economías y la vida. Ella es la que amamanta nuestras vidas y si
la lastimamos, nos lastimamos nosotros mismos.
[1]
Gerardo Fernández Juárez (Coordinador), 2004. SALUD E INTERCULTURALIDAD EN
AMÉRICA LATINA. Perspectivas antropológicas. Abya Yala, Quito, Ecuador.
[2]
GUNAYALA 2025, 2015. Plan Estratégico de Gunayala 2015-2025. Hacia una gestión
territorial. Congresos Generales, Comarca Gunayala, Panamá. 112 p. + Anexo: PAC