Geodisio
Castillo
Tomando
en cuenta el uso de la biodiversidad, nuestros agricultores adoptan la práctica
de uso múltiple de los cultivos y los recursos naturales que
tienen en el nainu y huerto familiar[2], cultivos variados de maíz al inicio de la siembra, luego
se siembran los plátanos / bananos, yuca, moe, entre otros cultivos nativos y
finalmente se dejan los cultivos perennes. Estos cultivos pueden resistir
fácilmente los cambios climáticos, como la sequía, y son más nutritivos que los
transgénicos.
Según
Castillo (2001), el ciclo de barbecho en la agricultura de nainu inicia en
encontrar neg serred[3], nainu serred, nainu nussuggwa, maduled y buggi. Al
principio los barbechos fueron de largo plazo, hasta completar el ciclo e
iniciar nuevamente el ciclo de cultivos en neg serred. Con el pasar del tiempo
y cuando más nos acercamos a las costas, dejamos de descansar la tierra a largo
plazo, pasamos al descanso de a corto plazo, lo que significa que, si seguimos
con esta tarea de talar y quemar a corto plazo, el suelo se cansará y podrá
llegar a su camino final, dejar de producir más alimentos a la población o producirá
cultivos sin vida, raquíticos, dándole paso a las enfermedades. El objetivo de dejar que el suelo descanse – barbecho, es
para desarrollar o regenerar una vegetación compuesta de arbustos y árboles, la
cual poco a poco restablece la capa vegetal del suelo. Sistema orientado a mejorar la productividad de las tierras,
la conservación del suelo, agua, la agrobiodiversidad y, al mismo tiempo, ser
ecológicamente sostenible.
Por
eso, nainu no solamente se refiere a una parcela, territorio o “tierra propia”,
sino también se refiere a la cultura, identidad, cosmovisión, relaciones de
parentesco y, por lo tanto, en la defensa territorial. En la defensa de un
jardín forestal – nainu serred. Es nuestra forma de vida y de desarrollo
cultural, cimentados en la cosmovisión transdisciplinaria de
los saberes ancestrales por el desarrollo sostenible, que recoge las premisas
de lo formativo, cultural y social, económico, ambiental, desarrollo sostenible
y transdisciplinariedad (Suárez y Rodríguez 2018).
Día
Mundial del Ambiente
Produciendo masi. Foto: J. P. |
Desde
que el pueblo Gunadule surge de la naturaleza madre – Nabgwana, la sabiduría y
la vida vienen acompañándolos, el conocimiento de nuestro pueblo surge de la
naturaleza misteriosa, de ahí, que sus sentidos son sensibles a la riqueza
fértil de una inteligencia natural. Nuestros inadulegan, vienen trabajando en
silencio, acumulando conocimientos y poniéndolos en práctica. Es una educación
no de 10 años, es una educación de más de 20 años o toda la vida, con ello han
acumulado silenciosamente un tesoro de conocimientos.
Estamos
frente a una pandemia Covid-19, producto del nuevo coronavirus, que con ello
surge discusiones políticas entre potencias, mientras que los pueblos pobres
son los más sufridos y mueren. Han elaborado guías o llámese protocolos
sanitarios, que son aplicados por obligación. Pero quien ha consultado a
nuestros pueblos indígenas, quien ha consultado sus saberes que no están
escondidos, pero que históricamente hasta la actualidad sufre de desprecio y la
desvaloración de los conocimientos médicos de nuestros pueblos. Debido a que
nuestras sociedades “civilizadas” occidentales son sociedades desfondadas
culturalmente. Porque su importancia, radica en la economía, hacer más plata a
costa de los pobres, y a los pueblos indígenas lo utilizan como pobres para
captar fondos millonarios que ni llegan a satisfacer el desarrollo de nuestros
pueblos.
El
que no queremos compartir nuestros conocimientos ancestrales, es mentira, lo
que pasa nos lo roban, lo patentizan como si fuesen de ellos. A sabiendas que
son ladrones de conocimientos, nuestros pueblos indígenas protegen, con
discreción, aquello que le da sentido a la vida colectiva. Porque ese “colectivismo”[1] con la que estamos educados culturalmente puede ser el
parámetro que señale el mañana sostenible de nuestra sociedad (Castillo 2020).
Celebrando
el Día Mundial del Ambiente, podemos
hacer un recuento sobre nuestros saberes adaptadas
ecológicamente. Sería escribir un libro, que ejemplifican las adaptaciones a los
ecosistemas de la comarca, identificadas por medio de las variables climáticas,
temperatura media anual y cantidad de lluvia anual y otros factores, como la
cultural, los cuales producen diferentes situaciones de vegetación y/o cultivos
bien marcados.
Cuando
llegamos a mediados del siglo XIX, nos asentamos en las altas montañas, terreno
no apto para la agricultura, sin embargo, nos adaptamos. Y bajo el sistema
agroforestal de nainu familiar, a ello las lluvias de alta precipitación
pluvial, no impidió el desarrollo de la producción agrícola-forestal y
medicinal. Esta diversidad vegetativa se ve reflejada en el detallado conocimiento
de los inadulegan de las plantas.
Se
puso en práctica los sistemas de rotación de parcelas con cultivos en laderas
de montaña. Seguimos bajando hasta las costas, donde también tuvimos que
adaptarnos a los variados ecosistemas del sitio. En las costas se practicó
cultivos intensivos con labranza cero o de conservación y el sedentarismo dejó
de serlo.
Lo
anterior demuestra la gran capacidad de adaptación, de nuestros agricultores, a
las condiciones locales y especialmente el aprovechamiento de la biodiversidad del
sitio y formación de la agrobiodiversidad, sustenta el sistema de soporte vital
de la tierra. Esta habilidad representa hoy en día una verdadera lección
histórica de cultura al país. Puede constituirse en un aporte o en un elemento
fundamental para el cambio histórico[4].
Pero,
cada vez más, los alimentos indígenas han sido reemplazados por monocultivos de
alimentos básicos no indígenas y de alto rendimiento, como el arroz y el ñame,
una tendencia impulsada por políticas y subsidios que promueven la
modernización y comercialización agrícola. El consumo de frutas y verduras nativas
es bajo, y el conocimiento de cómo preparar plantas nativas no está muy
extendido.
Porque
la verdad y debemos que reconocer que los conocimientos o saberes
agroecológicos de nainu no se están transmitiendo a la juventud agrícola debido
a las migraciones de los mismos, y, por lo tanto, sus roles como depositarios
de los conocimientos no se están realizando (Reyes Escutia y Barrasa García,
coords. 2011). Entonces hay que buscar nuevas formas
de transmisión de los saberes.
Es
hora que se capte la atención de nuestra dirigencia, las propias comunidades,
como primer paso, para alentar a examinar la relación de la comarca con la
naturaleza y a poner en práctica nuestras políticas plasmadas en Gunayar
Igardummadwala, si no existe, tomar decisiones políticas que conserven y protejan
los sistemas alimentarios nativos y la biodiversidad local. En este día mundial
del ambiente, la biodiversidad y la agrobiodiversidad deben ser la bandera que
guíe los cambios para que el mañana sean soluciones naturales. La innovación
biocultural es la clave para la seguridad alimentaria global[5].
Hacemos
énfasis que los saberes ancestrales y los conocimientos agroecológicos, como lo
es nuestro sistema agroforestal de nainu familiar, contribuyen al desarrollo
sostenible (Jarrín Zambrano et al. 2018). Es la relación directa y especial que
establece la agricultura de los pueblos indígenas con la naturaleza, la
cultura, la economía y la sociedad, emerge un alto potencial para el desarrollo
sostenible de la producción de alimentos, y es la producción alimentaria que
hace y hará frente a la pandemia.
Bibliografía
Castillo, G. 2020.
Soluciones basadas en Nabgwana – Naturaleza Madre. En: Cobertura Forestal No.
61. El boletín de la Coalición Mundial por los Bosques. https://globalforestcoalition.org/es/forest-cover-61/#fc6105
Castillo, G. 2001. La
Agricultura de “nainu” entre los Kunas de Panamá: Una
Alternativa para el Manejo de Bosques Naturales. En: Etnoecológica Vol. 6 No.
8, 84-99 pp.
Jarrín Zambrano, G. S. et al. 2018. Saberes ancestrales y agroecología, contribuciones para el
desarrollo sostenible. Revista Caribeña de Ciencias Sociales (junio 2018). 23
p. En línea: https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/06/contribuciones-desarrollo-sostenible.html
Reyes Escutia, F. y Barrasa García, S. (coords.) 2011. Saberes ambientales campesinos. Cultura y naturaleza en
comunidades indígenas y mestizas de México.
Universidad de Ciencias y Artes de
Chiapas. Chiapas, México. 243 p.
Suárez, J. y Rodríguez, M. 2018. Saberes Ancestrales Indígenas: Una Cosmovisión Transdisciplinaria
para el Desarrollo Sustentable. Novum Scientiarum, 3(7), 71-82.
[1]
Pero esta colectividad del que vivimos, ha ido rompiéndose, por las culturas
foráneas, al que más estamos apreciando.
[2]
Generalmente los huertos familiares se localizan alrededor de las casas, allí
se cultivan, toleran y manejan una gran cantidad de especies de plantas,
principalmente árboles frutales, plantas medicinales y cultivos perennes,
además de animales domésticos como cerdos, gallinas, y animales silvestres, que
son fundamentales para la alimentación de las familias. Comúnmente encuentran
en las comunidades costeras y tierra adentro como Mandiyala y Cangandi
[3]
Al principio cuando los Gunadule llegaron a las montañas, a mediados del siglo
XIX, encontraron sabbur (bosque vírgen) y ahí, comenzaron a desarrollar su
agricultura de nainu en laderas. Hoy ya no podemos encontrar sabbur, sino, neg
sergan
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