5 de junio de 2020

El saber del pueblo Gunadule: producción alimentaria frente a la pandemia

Geodisio Castillo

Día Mundial del Ambiente

Produciendo masi. Foto: J. P.
Desde que el pueblo Gunadule surge de la naturaleza madre – Nabgwana, la sabiduría y la vida vienen acompañándolos, el conocimiento de nuestro pueblo surge de la naturaleza misteriosa, de ahí, que sus sentidos son sensibles a la riqueza fértil de una inteligencia natural. Nuestros inadulegan, vienen trabajando en silencio, acumulando conocimientos y poniéndolos en práctica. Es una educación no de 10 años, es una educación de más de 20 años o toda la vida, con ello han acumulado silenciosamente un tesoro de conocimientos.

Estamos frente a una pandemia Covid-19, producto del nuevo coronavirus, que con ello surge discusiones políticas entre potencias, mientras que los pueblos pobres son los más sufridos y mueren. Han elaborado guías o llámese protocolos sanitarios, que son aplicados por obligación. Pero quien ha consultado a nuestros pueblos indígenas, quien ha consultado sus saberes que no están escondidos, pero que históricamente hasta la actualidad sufre de desprecio y la desvaloración de los conocimientos médicos de nuestros pueblos. Debido a que nuestras sociedades “civilizadas” occidentales son sociedades desfondadas culturalmente. Porque su importancia, radica en la economía, hacer más plata a costa de los pobres, y a los pueblos indígenas lo utilizan como pobres para captar fondos millonarios que ni llegan a satisfacer el desarrollo de nuestros pueblos.

El que no queremos compartir nuestros conocimientos ancestrales, es mentira, lo que pasa nos lo roban, lo patentizan como si fuesen de ellos. A sabiendas que son ladrones de conocimientos, nuestros pueblos indígenas protegen, con discreción, aquello que le da sentido a la vida colectiva. Porque ese “colectivismo”[1] con la que estamos educados culturalmente puede ser el parámetro que señale el mañana sostenible de nuestra sociedad (Castillo 2020).

Celebrando el Día Mundial del Ambiente, podemos hacer un recuento sobre nuestros saberes adaptadas ecológicamente. Sería escribir un libro, que ejemplifican las adaptaciones a los ecosistemas de la comarca, identificadas por medio de las variables climáticas, temperatura media anual y cantidad de lluvia anual y otros factores, como la cultural, los cuales producen diferentes situaciones de vegetación y/o cultivos bien marcados.

Cuando llegamos a mediados del siglo XIX, nos asentamos en las altas montañas, terreno no apto para la agricultura, sin embargo, nos adaptamos. Y bajo el sistema agroforestal de nainu familiar, a ello las lluvias de alta precipitación pluvial, no impidió el desarrollo de la producción agrícola-forestal y medicinal. Esta diversidad vegetativa se ve reflejada en el detallado conocimiento de los inadulegan de las plantas.

Se puso en práctica los sistemas de rotación de parcelas con cultivos en laderas de montaña. Seguimos bajando hasta las costas, donde también tuvimos que adaptarnos a los variados ecosistemas del sitio. En las costas se practicó cultivos intensivos con labranza cero o de conservación y el sedentarismo dejó de serlo.
 
Tomando en cuenta el uso de la biodiversidad, nuestros agricultores adoptan la práctica de uso múltiple de los cultivos y los recursos naturales que tienen en el nainu y huerto familiar[2], cultivos variados de maíz al inicio de la siembra, luego se siembran los plátanos / bananos, yuca, moe, entre otros cultivos nativos y finalmente se dejan los cultivos perennes. Estos cultivos pueden resistir fácilmente los cambios climáticos, como la sequía, y son más nutritivos que los transgénicos.
 
Según Castillo (2001), el ciclo de barbecho en la agricultura de nainu inicia en encontrar neg serred[3], nainu serred, nainu nussuggwa, maduled y buggi. Al principio los barbechos fueron de largo plazo, hasta completar el ciclo e iniciar nuevamente el ciclo de cultivos en neg serred. Con el pasar del tiempo y cuando más nos acercamos a las costas, dejamos de descansar la tierra a largo plazo, pasamos al descanso de a corto plazo, lo que significa que, si seguimos con esta tarea de talar y quemar a corto plazo, el suelo se cansará y podrá llegar a su camino final, dejar de producir más alimentos a la población o producirá cultivos sin vida, raquíticos, dándole paso a las enfermedades. El objetivo de dejar que el suelo descanse – barbecho, es para desarrollar o regenerar una vegetación compuesta de arbustos y árboles, la cual poco a poco restablece la capa vegetal del suelo. Sistema orientado a mejorar la productividad de las tierras, la conservación del suelo, agua, la agrobiodiversidad y, al mismo tiempo, ser ecológicamente sostenible.
 
Por eso, nainu no solamente se refiere a una parcela, territorio o “tierra propia”, sino también se refiere a la cultura, identidad, cosmovisión, relaciones de parentesco y, por lo tanto, en la defensa territorial. En la defensa de un jardín forestal – nainu serred. Es nuestra forma de vida y de desarrollo cultural, cimentados en la cosmovisión transdisciplinaria de los saberes ancestrales por el desarrollo sostenible, que recoge las premisas de lo formativo, cultural y social, económico, ambiental, desarrollo sostenible y transdisciplinariedad (Suárez y Rodríguez 2018).

Lo anterior demuestra la gran capacidad de adaptación, de nuestros agricultores, a las condiciones locales y especialmente el aprovechamiento de la biodiversidad del sitio y formación de la agrobiodiversidad, sustenta el sistema de soporte vital de la tierra. Esta habilidad representa hoy en día una verdadera lección histórica de cultura al país. Puede constituirse en un aporte o en un elemento fundamental para el cambio histórico[4].

Pero, cada vez más, los alimentos indígenas han sido reemplazados por monocultivos de alimentos básicos no indígenas y de alto rendimiento, como el arroz y el ñame, una tendencia impulsada por políticas y subsidios que promueven la modernización y comercialización agrícola. El consumo de frutas y verduras nativas es bajo, y el conocimiento de cómo preparar plantas nativas no está muy extendido.

Porque la verdad y debemos que reconocer que los conocimientos o saberes agroecológicos de nainu no se están transmitiendo a la juventud agrícola debido a las migraciones de los mismos, y, por lo tanto, sus roles como depositarios de los conocimientos no se están realizando (Reyes Escutia y Barrasa García, coords. 2011). Entonces hay que buscar nuevas formas de transmisión de los saberes.

Es hora que se capte la atención de nuestra dirigencia, las propias comunidades, como primer paso, para alentar a examinar la relación de la comarca con la naturaleza y a poner en práctica nuestras políticas plasmadas en Gunayar Igardummadwala, si no existe, tomar decisiones políticas que conserven y protejan los sistemas alimentarios nativos y la biodiversidad local. En este día mundial del ambiente, la biodiversidad y la agrobiodiversidad deben ser la bandera que guíe los cambios para que el mañana sean soluciones naturales. La innovación biocultural es la clave para la seguridad alimentaria global[5].

Hacemos énfasis que los saberes ancestrales y los conocimientos agroecológicos, como lo es nuestro sistema agroforestal de nainu familiar, contribuyen al desarrollo sostenible (Jarrín Zambrano et al. 2018). Es la relación directa y especial que establece la agricultura de los pueblos indígenas con la naturaleza, la cultura, la economía y la sociedad, emerge un alto potencial para el desarrollo sostenible de la producción de alimentos, y es la producción alimentaria que hace y hará frente a la pandemia.

Bibliografía

Castillo, G. 2020. Soluciones basadas en Nabgwana – Naturaleza Madre. En: Cobertura Forestal No. 61. El boletín de la Coalición Mundial por los Bosques. https://globalforestcoalition.org/es/forest-cover-61/#fc6105

Castillo, G. 2001. La Agricultura de “nainu” entre los Kunas de Panamá: Una Alternativa para el Manejo de Bosques Naturales. En: Etnoecológica Vol. 6 No. 8, 84-99 pp.

Jarrín Zambrano, G. S. et al. 2018. Saberes ancestrales y agroecología, contribuciones para el desarrollo sostenible. Revista Caribeña de Ciencias Sociales (junio 2018). 23 p. En línea: https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/06/contribuciones-desarrollo-sostenible.html

Reyes Escutia, F. y Barrasa García, S. (coords.) 2011. Saberes ambientales campesinos. Cultura y naturaleza en comunidades indígenas y mestizas de México. Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Chiapas, México. 243 p.

Suárez, J. y Rodríguez, M. 2018. Saberes Ancestrales Indígenas: Una Cosmovisión Transdisciplinaria para el Desarrollo Sustentable. Novum Scientiarum, 3(7), 71-82.



[1] Pero esta colectividad del que vivimos, ha ido rompiéndose, por las culturas foráneas, al que más estamos apreciando.
[2] Generalmente los huertos familiares se localizan alrededor de las casas, allí se cultivan, toleran y manejan una gran cantidad de especies de plantas, principalmente árboles frutales, plantas medicinales y cultivos perennes, además de animales domésticos como cerdos, gallinas, y animales silvestres, que son fundamentales para la alimentación de las familias. Comúnmente encuentran en las comunidades costeras y tierra adentro como Mandiyala y Cangandi
[3] Al principio cuando los Gunadule llegaron a las montañas, a mediados del siglo XIX, encontraron sabbur (bosque vírgen) y ahí, comenzaron a desarrollar su agricultura de nainu en laderas. Hoy ya no podemos encontrar sabbur, sino, neg sergan

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