26 de enero de 2021

Biodiversidad en el suelo bajo el sistema de nainu

Geodisio Castillo

Cuando vamos al nainu para cultivar, al remover el suelo nos damos cuenta de la gran biodiversidad que hay en el suelo. Las lombrices (nusbissu) que encontramos desempeñan su rol, suavizan y mejoran el suelo con materias orgánicas que desechan, igual el papel que juegan las hormigas (igli) con sus desechos. Estos microorganismos nos alimentan, nos protegen del cambio climático y hasta de las enfermedades. Es decir, mantienen en su lugar las enfermedades para que no lleguen a los humanos. Entonces, su protección, conservación y uso sostenible es fundamental.

Cultivo de plátano bajo sistema labranza cero o siembra directa. Foto: Gubiler /20 

Según un nuevo informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)[1], señala que los suelos son una de las principales reservas mundiales de biodiversidad y albergan más del 25% de la diversidad biológica del planeta. Los microorganismos, a través del suelo promueven e incrementan la producción alimentaria, mejoran las dietas nutritivas, la salud humana, recuperan sitios contaminados, la filtración, la degradación, prevención y eliminación de plagas y patógenos, y combaten el cambio climático, pero su contribución permanece en su mayor parte ignorada.

Existe mucha variedad de microorganismos debajo del suelo, comprende hongos, bacterias, nemátodos, actinomicetos, algas, virus, protozoarios, son complejos ecológicos, microhábitats. El papel de los macros y microorganismos es transformar los compuestos orgánicos e inorgánicos que liberan nutrientes de manera tal que las plantas pueden alimentarse. Además, los suelos son el reservorio de carbono más importante del planeta, después de los océanos, y, por tanto, esenciales para mitigar el cambio climático global.

Por otro lado, todos sabemos que el uso indebido o excesivo de agroquímicos en la agricultura occidental es el principal factor de pérdida de biodiversidad[2] y, por lo tanto, reduce el potencial del suelo para lograr obtener una agricultura sostenible o ecológica y una mayor seguridad alimentaria. Y no solo eso, también tenemos y lo martillamos, la deforestación, monocultivos intensificados ubicados en el trópico con alta precipitación a lo largo del año, lo que favorece el desarrollo de plagas y enfermedades, incendios forestales, construcciones de barriadas, entre otros, hacen que la materia orgánica del suelo se pierda cada día, que el suelo se acidifique, salinice, se degrade, se erosione.

Poco a poco, el mundo occidental reconoce que hay que aprender de nuestro pasado, de los pueblos indígenas, que, durante generaciones, han sostenido el suelo produciendo alimentos y medicina. Su conocimiento tecnológico basado en unos saberes únicos ancestrales, reconoce el valor ambiental y sentido de identidad cultural, las buenas prácticas agrícolas-forestales y métodos de preservación de los ecosistemas. Son sistemas agrícolas propios, como nuestro sistema de producción agroforestal de nainu familiar. Algún día nuestro sistema será parte importante de los sistemas de patrimonio agrícola mundial (SIPAM). Se trata de sitios agrícolas en los que las comunidades locales utilizan su entorno y recursos naturales respetuosamente y se desarrollan en armonía con la naturaleza[3].

Un ejemplo es el cultivo orgánico y ecológico observado en nuestra comarca Gunayala, es el sistema de producción de massunnad (plátano) armonioso con el ambiente y que ha demostrado su capacidad adaptativa y más resiliente ante los efectos negativos del cambio climático.

La producción de massunnad y wagmadun o wamadun (banano) es a pequeña escala, cada agricultor gunadule lo cultiva de una manera diferente y, de forma ecológica. La gran mayoría integran al cultivo otros cultivos, como siagwa (cacao), ogob (coco), gaa (ají picante), narassole (limón), cultivos menores como moe (zapallo), gwalu (camote), leguminosas como gabidubaled (frijol terciopelo o abono), que se producen de manera totalmente orgánica y bajo labranza cero o siembra directa[4]. Un sistema que casi no deteriora el ecosistema sin remover el suelo, al emplear técnicas agroecológicas que impulsan la conservación del suelo y el agua, la adición de materia orgánica en el suelo, control biológico de enfermedades y plagas, y con ello el aumento de la biodiversidad, entre otros beneficios. El sistema se complementa con la memoria biocultural[5], es decir, la necesidad de valorar la relación hombre-madre naturaleza, que se refiere a la conexión entre la diversidad biológica y la diversidad cultural de los pueblos indígenas desde su pasado hasta la actualidad.

Si seguimos practicando nuestro sistema de producción de nainu familiar, innovándolo, estaremos ayudando a no degradar el suelo de la Comarca y seguir alimentándonos y enfrentando a la pandemia Covid-19. Porque a nivel global los suelos se están degradando a gran velocidad. Estaremos contribuyendo con los organismos del suelo como las lombrices, los nemátodos y otros microorganismos al funcionamiento del suelo y de ahí, a mantener viva a la Tierra Madre[6].



[2] Las aplicaciones frecuentes y en gran cantidad de agroquímicos, entran en contacto con el suelo y las aguas superficiales y subterráneas, en consecuencia, presenta una alta huella de carbono.

[4] La labranza cero o siembra directa, conocimiento ancestral del pueblo gunadules y de los pueblos hermanos indígenas, hoy se define como un conjunto de técnicas utilizadas en la agricultura de conservación, con el fin de mejorar y hacer sostenible la producción agrícola mediante la conservación y mejora de los suelos, el agua y los recursos biológicos.

[5] Toledo, V. M., Barrera-Bassols, N., 2008. La memoria biocultural. la importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. Icaria-editorial. Perspectivas agroecológicas. 232 p.

[6] The global-scale distributions of soil protists and their contributions to belowground systems. - https://advances.sciencemag.org/content/6/4/eaax8787

18 de enero de 2021

Prohibido Olvidar

Un día como hoy, 18 de enero de 2003, hace 18 años.

Atilio Martínez[1]

Los 150 paramilitares de Colombia (AUCU) invaden a la comunidad de Paya y Púcuru en donde asesinan al cacique Ernesto Ayala, Sam Pascual Ayala y al señor Luis Enrique Martínez en la comunidad de Paya, y en Púcuru (Ubsangandidiwal) asesinan a cacique principal Gilberto Vásquez.

Profesor Atilio entrevistando en el sitio.

Fragmento:

En el momento de la llegada de los paramilitares a Paya, la gente estaba tomando la chicha, era una fiesta sagrada de la comunidad” …

Mientras tanto, a las 2 de la tarde, otro grupo de los paramilitares tomaron la comunidad, y amenazaron a las personas que estaban en la fiesta dentro onmaggednega (Casa del Congreso), decían burlescamente: ¡Bailan!, ¡Bailan!

Algunos comuneros vieron que los paramilitares excavaron la tierra para enterrar minas antipersonales. Ya era las 5 de la tarde; de repente, los comuneros escuchan ráfagas de ametralladoras.

Casos, desesperación, gritos se apoderan en las calles de Paya (Bai), comenzaron a sufrir el desplazamiento forzado.

Mientras los paramilitares llevaron al sagla Ernesto Ayala, a San Pascual Ayala y a Gilberto Vásquez para cometer la tortura, y luego asesinarlos.

Los dos comisionados Casildo y Enrique justamente regresaban de Púcuru hacia la trocha de Paya, sin saber nada de lo que estaba pasando. Y fueron interceptados por los paramilitares.

En presencia de ellos, los paramilitares, empezaron a cometer la tortura.

 

“Amarraron a mi papá Ernesto Ayala y a San Pascual Ayala. Cada uno nos dejaron mirando hacia 4 direcciones diferentes, nadie podía ver los rostros.  Nos amarraron. Un paramilitar comunica por radio a su supuesto jefe: - “¿Qué hacemos?, ya tenemos amarrado”-. Una voz por radio le contestó: ¡Mátalo!

Un paramilitar saca el machete

 

“A mi papá le dieron dos puñaladas, y lloraba y lloraba.  Así, salvajemente, puñalean a mi papá.  Mi papá gritando y gritando, en medio de chorro de sangre”.

Mientras otros paramilitares torturaban a San Pascual Ayala... El señor Gilberto Vásquez presenciaba toda esa atrocidad que cometían los paramilitares. En ese momento, a él lo salvaron para que les sirviera de guía hacia la comunidad de Púcuru.

Representantes de diferentes comunidades llegan a Bai (Paya) a recordar la masacre

Ahora corre mi suerte.

 

“Me agarraron. Me apuñalaron en el estómago, en el cuello; me tiraron en el piso. Trataron de degollarme, pero el cuchillo no tenía filo; solo me hirieron en el cuello. Me caí y me hice el muerto. Todos pisaron mi cuerpo”. 

Un paramilitar se me acercó y me tomó el pulso. Le decía a su jefe: “ya murió”. 

Y los paramilitares se preguntaron entre ellos mismos: - ¿Vamos a Paya o a Púcuru? 

Luego, los paramilitares marchan a Púcuru para cometer otro asesinato, guiados por Gilberto Vásquez.  En el camino se toparon con las mujeres.

Sitio de la masacre. Investigando los hechos in situ

En Púcuru, todas las mujeres salieron desesperadas, algunos hombres se quedaron en el pueblo. Los “paras” entraron a onmaggednega (Casa del Congreso) y no había nadie. Mientras algunos hombres estaban observando en una loma.  Al rato sonaron varios disparos.


“Solo encontramos tendido el cadáver de Gilberto Vásquez, la bala atravesó su cuerpo. Al ver este macabro hecho, nos dio miedo”.   Fue una incursión armada de los paramilitares, saquearon la tienda, el centro de salud, y quemaron los ranchos…”

El cadáver de Gilberto Vásquez, con un disparo en la parte posterior de la cabeza fue dejado dentro de su casa.

 

“A mi papá lo mataron, le prendieron fuego al rancho... Le arrancaron la cabellera con un cuchillo yo no sé cómo hay gente que hace esa desgracia”.  “Mi padre pagó por todo el pueblo -No quiero ni recordar lo que pasó porque fue torturado, la cabeza le quedó desfigurada, le cortaron los brazos, le dispararon en el pecho; es algo muy horrible”

 

“La sangre derramada de mi padre se la trague la tierra y crezca un árbol, que les dé frutos a nuestros hijos gunas”, decía el hijo de Gilberto: Jorge Vásquez.

Son fragmentos testimoniales sobre la masacre de los gunas perpetrada en la comunidad de Paya y Púcuru por los paramilitares colombianos, el día 18 de enero de 2003. Narrados por los mismos protagonistas de la masacre, agradecemos a las autoridades de Paya y Púcuru, a los niños, a las mujeres, a los jóvenes, a las abuelas, a los abuelos que tuvieron paciencia conmigo para plasmar esa historia de masacre en Paya y Púcuru: Pueblos ancestrales del territorio guna.

_____________

Investigado por Atilio Martínez

Profesor, historiador y miembro del Instituto del Patrimonio Cultural del Pueblo Guna (IPCPG) de Onmaggeddummad Namaggaled

18 de enero de 2017.


[1] Resumen