Por Acción por la Biodiversidad
Foto: Marcha noticias
12 diciembre 2022
El campamento
“Wagueira Lee”, de la comunidad garífuna, está ubicado en la zona de Roatán, en
Honduras. Es una recuperación comunitaria de tierras ancestrales que hace parte
del proceso de supervivencia de la cultura y defensa de los territorios
garífunas, contra el avance de la destrucción de la naturaleza y la vida.
Entrevista a Miriam Miranda, Defensora de los Derechos Humanos y lideresa
de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH).
Por Camila Parodi para la agencia de noticias BiodiversidadLA
La comunidad
garífuna, que habita los territorios que preexisten al Estado hondureño, avanza
firme en la recuperación de sus tierras ancestrales. Siglos de violencias y
diferentes intentos de sometimiento se replican desde la conquista europea
hasta la actualidad. Hoy, sus territorios rodeados de palmeras, selva, arena y
agua cristalina son codiciados por las empresas de turismo, así como por la
industria palmera. Desde la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH)
denuncian amenazas permanentes.
Si bien en su
plataforma electoral la actual presidenta de Honduras, Xiomara Castro, habló
sobre el respeto a las poblaciones indígenas del país centroamericano, las
comunidades denuncian que, en los hechos, los atentados contra su soberanía
territorial, cultural y política continúan. En ese marco, las comunidades
garífunas organizan procesos de recuperación de la tierra para asentar a las
nuevas generaciones y garantizar la supervivencia de su cultura
ancestral.
Desde el mes de
septiembre, integrantes de la Aldea Garífuna del Municipio de José Santos
Guardiola, en las Islas de la Bahía, comenzaron la recuperación de una parte de
su territorio ancestral. La ocupación “Wagueira Lee” (que significa “Esta es
tierra nuestra”) toma el nombre del primer asentamiento garífuna de la zona, tras
ser expulsados de la isla de San Vicente en 1791.
El pasado 7 de
noviembre, un comando integrado por militares y policías desalojó violentamente
a quienes allí se encontraban y detuvieron a seis personas, acusadas del
presunto delito de “usurpación”; todo esto, sin respetar el convenio 169 de la
OIT sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas ni la Convención Interamericana
sobre los Derechos Humanos. Si bien el 25 de noviembre, las y los defensores
obtuvieron el sobreseimiento definitivo, esta causa contra la recuperación
“Wagueira Lee” evidencia la perspectiva que construye el Estado Hondureño sobre
sus pueblos indígenas y los territorios que habitan.
La recuperación
ancestral de los territorios por parte de las comunidades indígenas no es solo
un derecho, sino que también es una acción constante de defensa de la vida,
frente al modelo de muerte que insiste en mercantilizar y destruir la
naturaleza. Los pueblos indígenas de toda la región construyen alternativas y
nos enseñan, en sus prácticas cotidianas y de defensa de los territorios, que
otra vida sin desigualdades, y en armonía con la naturaleza, es posible. Para
conocer sus propuestas, la agencia de noticias BiodiversidadLA dialogó con
Miriam Miranda, Defensora de los Derechos Humanos y lideresa de la Organización
Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH).
Hemos visto que, durante el gobierno de Xiomara Castro, los desalojos y
violencias contra el pueblo garífuna persisten. ¿Cuál es su lectura ante esta
situación?
La situación es muy
compleja. En el caso del desalojo, vemos cómo el aparato de la justicia de este
país protege los intereses de los empresarios, de la gente que tiene el poder y
el control económico a nivel nacional e internacional. Este juicio lo mostró
con mucha claridad, se ven los vicios de nulidad: la fiscal que ordenó la
captura de los compañeros y compañeras no estaba facultada para hacerlo y mucho
menos la policía.
Nosotros y nosotras
creemos que este es un contexto muy difícil para el pueblo garífuna, para los
pueblos que luchamos por los territorios, porque el poder de la Corte Suprema
de Justicia y del Ministerio Público se muestran permanentemente contra
nosotros y a favor de los empresarios que nos quieren desplazar. Sin embargo,
estamos decididos a seguir denunciando este tipo de hechos. A su vez,
entendemos que la Presidenta, como la comandante en jefe tanto de la Policía
como del Ejército, podría haber detenido ese desalojo. No se puede desmarcar la
responsabilidad de este nuevo gobierno.
¿Por qué es importante escuchar y conocer la mirada del pueblo garífuna
para comprender la historia de Honduras?
En nuestro país se
dieron sucesivos golpes de Estado, aunque mucha gente no lo recuerde. Los
pueblos garífunas, así como otros pueblos indígenas, vemos con claridad esa
continuidad de amenazas contra nuestra soberanía territorial. No fue solamente
el golpe del 2009, nosotros hemos vivido tres golpes de Estado sucesivos: en
2009 sacaron al Presidente de la República; en 2012, el Congreso Nacional dio
un golpe contra la Corte Suprema de Justicia y sacaron a varios magistrados que
se oponían al proyecto de muerte de las Ciudades Modelos, hoy conocidas como
“Sedes”; y el golpe electoral que nos dieron en 2017, cuando Juan Orlando
Hernández se impuso, a través de la bota militar, para seguir siendo Presidente
de la República.
Con este escenario,
es muy claro que estamos hablando de una destrucción de la institucionalidad;
no se rompió solamente la construcción de esa democracia incipiente, sino que
se generó un Estado fallido y es eso lo que se muestra en este momento.
Nosotros sabemos que debe haber interdependencia entre los poderes del Estado
pero, también, tiene que haber Justicia. Nosotros no queremos y no pretendemos
que no haya interdependencia, que haya un solo gobierno que controle todos los
poderes, porque así lo hizo Juan Orlando Hernández.
¿Cuál es la exigencia del pueblo garífuna en este contexto?
Nosotros estamos
exigiendo que haya Justicia para los pueblos, porque eso fue lo que prometió la
Presidenta. Hoy nos encontramos en una situación muy difícil para el pueblo
garífuna, porque las empresas y el poder económico quieren avanzar sobre
nuestros territorios. La situación es bastante grave porque son quienes
controlan el país. Entonces, estamos entrando a una etapa diferente, porque
quieren hacer desaparecer a nuestra comunidad. Nosotros hemos venido luchando y
construyendo procesos genuinos y colectivos. Porque también, y quiero decirlo
claramente, estos procesos supuestamente “democráticos” que se vienen impulsando
por el actual gobierno atentan contra la vida del pueblo, contra la Soberanía
Alimentaria y contra nuestra organización.
¿Cuáles son las propuestas cotidianas con las que OFRANEH construye
alternativas a las planteadas por el gobierno?
Desde OFRANEH no
defendemos solamente los derechos de los pueblos indígenas, mediante lo que es
la movilización y la posibilidad de poder acudir a instancias internacionales.
También estamos construyendo autonomía y autogestión comunitaria frente al
capitalismo voraz, que destruye la naturaleza. En ese contexto, nosotros hemos
construido el primer proceso para la producción masiva de cocoteros, en un
territorio donde tenemos a nuestro alrededor las palmas africanas. Tenemos ese
proceso comunitario no solamente para recuperar la dieta alimenticia del pueblo
garífuna, sino también para generar autonomía y fortalecer la Soberanía
Alimentaria, y que las comunidades puedan producir sus propios alimentos. Eso
es lo que estamos haciendo ahora en la zona de Vallecito, un proyecto que no
sólo produce cocos conífera, sino que también lo estamos combinando con la
producción de tubérculos, como la yuca, que es la base alimenticia del pueblo
garífuna.
Las comunidades indígenas ponen la vida en el centro. Por eso es
imprescindible, sobre todo frente a una crisis climática sin precedentes,
conocer sus expresiones y propuestas de organización y vida social. ¿Qué
lectura hacen de la crisis climática desde el territorio garífuna y cuáles
serían las propuestas reales que podrían ponerle un freno?
No podemos perder
de vista que este modelo y este sistema capitalista acumulador pone el capital
por sobre la vida humana. Está poniendo en riesgo a toda la humanidad, y eso lo
sabemos muy bien. Atenta contra la alimentación, la salud y las necesidades
básicas del pueblo, ya que se han convertido en mercancías. La persona que
tiene dinero puede tener acceso a la salud. Se pone en riesgo la vida humana
porque la salud se ve como una mercancía, se ha generado una industria
farmacéutica acumuladora de capital que pone al negocio por sobre la salud, que
es un derecho humano.
Por eso, nosotras y
nosotros creemos que son un fracaso absoluto las Cumbres Climáticas que se han
venido dando, porque no solamente no se toman decisiones para reducir la
emisión de gases y la polución, sino que tampoco se toman decisiones radicales
que permitan hacer respirar al planeta. Para nosotras y nosotros hay que
trabajar sobre el consumo desmedido de todo lo que daña el planeta y la
naturaleza, como el plástico, por ejemplo. Si no se toman decisiones radicales
y se sigue poniendo al capital por sobre la salud humana, vamos a perecer y a
desaparecer como humanidad, pero la tierra se va a regenerar.
¿Cuál es la importancia de las Casas de Salud Ancestral y cuáles son los
objetivos de este proyecto?
Cuando irrumpió el
COVID 19, se cerró el mundo y se frenó la movilidad humana. Sabíamos que
teníamos que tomar una decisión. Impulsamos la instalación de los centros de
atención: treinta y tres centros en diferentes comunidades para atender y,
sobre todo, asegurar la sobrevivencia de nuestros abuelos y abuelas. Porque son
las que transfieren y transmiten la cultura, el saber y el conocimiento del
pueblo garífuna. Teníamos que asegurar la sobrevivencia espiritual y cultural
del pueblo garífuna, y pusimos eso en el centro. Por eso es que nos dedicamos,
desde esas Casas, a brindar y generar salud para nuestras comunidades.
Nos convertimos en
la organización pionera de las Casas de Salud Ancestral, como una medida y como
una forma de atender a nuestras comunidades, mediante la elaboración de té de
hierbas medicinales, pero, también, a través de la distribución de todo lo que
significaba un apoyo para el momento de emergencia. Pero, sobre todo,
entendiendo que lo más importante es fortalecer el sistema inmune de nuestro
pueblo. Mucho de la cultura y la identidad nuestra pasa por ese conocimiento
ancestral de nuestra comunidad. Por ejemplo, para elaborar los tecitos que nos
ayudan a fortalecer el sistema inmunológico, lo que le resta ese gran poder que
tiene la industria farmacéutica que hace que la gente se acostumbre y termine
adicta a pastillas que no los curan. Al contrario, son medicamentos que
terminan destruyendo a la humanidad y su salud.
En las Casas de
Salud Ancestral se brinda no solamente atención primaria, sino que son espacios
de movilización de las comunidades. Espacios para atender la salud en una forma
integral, entendiendo que la salud también es luchar por los territorios y por
las tierras, para que la gente pueda tener acceso a las plantas medicinales, a
todos los bienes comunes que ayudan para la vida. Pero, también, entendiendo
que debe haber una salud mental y una salud ambiental. Tenemos que luchar
contra el plástico que está devorando el planeta. Toda la salud, viéndola de
una manera holística e integral, no es únicamente para la persona humana, sino
que es también para el planeta. Somos los pueblos indígenas quienes tenemos
esos conocimientos y quienes podemos sanar al planeta.
Agencia de Noticias
BiodiversidadLA - www.biodiversidadla.org
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