El dilema de la educación en América Latina:
¿Someterse a los sindicatos de profesores o inspirarse en
los campeones mundiales de excelencia educativa?
Polan Lacki y Juan Manuel Zepeda del Valle
¿Formar profesores críticos o autocríticos?
Segundo obstáculo. La pésima formación que las facultades de educación/pedagogía o escuelas normales están proporcionando a los futuros profesores (disfuncional, descontextualizada, excesivamente teórica y abstracta, politizada e "ideologizada”). En muchas de ellas se insiste en repetir el slogan de que su principal función es formar profesores conscientes y críticos (pero esto en la práctica ha sido sinónimo de criticar los propios gobiernos, los países ricos y desarrollados, la globalización y el neoliberalismo, el FMI y el Banco Mundial; siempre atribuyendo a los demás, y nunca a nuestra pésima educación, la culpa por nuestro subdesarrollo). En vez de asumir la responsabilidad de mejorar nuestra educación formando profesores competentes que, en la era del conocimiento, puedan actuar como los más eficaces agentes de desarrollo de cada país. Evidentemente que es necesario que las facultades de educación/pedagogía y escuelas normales formen profesores conscientes y críticos de las injusticias y desigualdades sociales imperantes en nuestros países. Sin embargo, mucho más prioritario y constructivo será formar futuros profesores autocríticos que analicen las profundas disfuncionalidades e ineficiencias de nuestro sistema educativo; y que durante su período de formación universitaria adquieran la capacidad, la motivación y el compromiso de corregir, ellos mismos, aquellas debilidades de las instituciones educativas que pueden y deben ser corregidas por los propios profesores. Porque gran parte de estas desigualdades e injusticias sociales, coincidentemente, tiene su origen en la disfuncional y inadecuada formación que los profesores recibieran en las escuelas que frecuentaran. Adicionalmente estas facultades de educación/pedagogía y escuelas normales mantienen a los alumnos durante 4 o 5 años encerrados en las salas de aula; con mínimo o nulo contacto/consulta con los clientes/usuarios/beneficiarios de su futuro ejercicio profesional como docentes. Con tal aislamiento, los profesores de estas facultades y escuelas normales están formando los futuros educadores a través de excesivas y tediosas sesiones discursivas en las aulas. En vez de llevarlos a conocer la dura realidad cotidiana en la cual viven los pobres (en los hospitales públicos, en las colas de desempleados, en las colas de los servicios de salud pública y seguridad social, en los servicios de recuperación de drogadictos, etc.) para que constaten que, en gran parte, tal realidad podría y debería ser evitada o disminuida a través de una educación de buena calidad. En muchas facultades de educación/pedagogía y escuelas normales se ocupa demasiado tiempo en teorizar elucubraciones y abstracciones (sobre los aspectos filosóficos, sociológicos, históricos y antropológicos de la educación, las teorías de Jean Piaget, Liev Vigotski y Paulo Freire, etc.); en vez de enseñarles aquello que es verdaderamente medular y prioritario: cómo otorgar a los futuros profesores una formación más utilitaria, eclética, funcional, práctica y pragmática de modo que, inmediatamente después de egresados, sepan en la teoría y especialmente en la práctica:
- en primerísimo lugar, enseñar a los niños y jóvenes las actitudes, comportamientos, principios y valores para que tengan una convivencia de disciplina, cordialidad, respeto y solidaridad/cooperación en la escuela, en el hogar, en la comunidad y en el futuro en el trabajo;
- cómo levantar el ego, la auto-estima y la autoconfianza de los niños y jóvenes para que adquieran la voluntad de progresar en la vida a través de su propio y eficiente esfuerzo;
- cómo enseñar a sus futuros alumnos a través de prácticas docentes más eficientes para obtener mejores rendimientos educativos;
- cómo preparar y presentar clases estimulantes y productivas que despierten la atención, la curiosidad y la creatividad de sus futuros alumnos; como estimular el hábito de la lectura y del auto-estudio;
- cómo estimular en los alumnos la adopción de "buenas prácticas" de comportamientos para mantener la disciplina en las salas de aula;
- cómo preparar y evaluar deberes de casa, que estimulen y fortalezcan la dedicación a los estudios;
- cómo establecer una relación de cooperación con los padres y madres de los alumnos y con sus comunidades;
- cómo mejorar las actitudes y procedimientos cotidianos de los profesores, funcionarios y alumnos de cada escuela, con el objetivo de que sus buenos comportamientos actúen como una especie de currículo oculto o invisible y sirvan como ejemplos a ser internalizados y adoptados por los futuros profesores.
Durante el período de formación las facultades de educación/pedagogía y escuelas normales deberían exigir que sus alumnos ejecuten/realicen en la práctica lo que están aprendiendo en la teoría; y que practiquen lo que les es enseñado, tantas veces cuantas sean necesarias, hasta que aprendan a hacerlo con perfección, y adquieran el buen hábito de hacerlo con perfección y prolijidad, desde la primera vez. Es durante el período de formación, y no después de egresar y fracasar como profesores, que deberán adquirir las competencias necesarias para tener un buen desempeño docente y, como consecuencia, mejorar el rendimiento en el aprendizaje de sus futuros alumnos. Estas prácticas deberán ser supervisadas y evaluadas por los profesores de las facultades/escuelas normales y, siempre que sea necesario, deberán ser inmediatamente corregidas, in situ, por los propios alumnos, bajo la estricta supervisión de los docentes.
En las debilidades y disfuncionalidades de formación de los futuros profesores, reside una importantísima, aunque subestimada y hasta ignorada, causa de la pobreza y del subdesarrollo de la América Latina. Los primeros reflejos de esta débil formación comienzan a manifestarse en las escuelas fundamentales o primarias. Inmediatamente después, en virtud del "efecto cascada" de este débil comienzo, provocan el bajo desempeño/desmotivación/tedio/deserción de los alumnos en las escuelas de educación media y de estas en las de educación superior. La inadecuada e insuficiente formación de los futuros docentes afecta, especialmente, a aquellas grandes mayorías de pobres para las cuales el acceso a las escuelas fundamentales/primarias es la única oportunidad de aprender algo útil para mejorar su futuro desempeño en la vida y en el trabajo. Esta gran oportunidad de estimular la creatividad, desarrollar las potencialidades latentes y abrir futuras posibilidades de desarrollo a todos los ciudadanos de cada país, no puede seguir siendo desperdiciada ni siquiera postergada, porque en tal caso será muy difícil, por no decir imposible, recuperarla en el futuro. Es por este motivo adicional que las facultades de pedagogía/educación y escuelas normales deben otorgar especial énfasis e importancia a una adecuada formación de los futuros profesores de las escuelas primarias o fundamentales. Porque debido a la baja calidad imperante en esta etapa de enseñanza, son muchos los niños que, al completar los 4 años iniciales de las escuelas fundamentales las abandonan porque no encuentran motivación ni estímulo para seguir estudiando. Las abandonan, sin haber adquirido suficientes conocimientos, auto-estima, autoconfianza, formación cívica, deseo de superación, disciplina ni motivación para el trabajo. Abandonan las escuelas pasivos, apáticos y sin iniciativas; y con estas fragilidades son potenciales candidatos al fracaso, al desempleo, a los vicios y a la criminalidad.
La urgencia requiere una medida inmediata y eficaz
Tercer obstáculo. Sin embargo, no podemos esperar hasta que las facultades de educación/pedagogía y escuelas normales formen esta nueva generación de docentes; porque nuestro sistema de educación está semi-destruido, realidad que recomienda medidas tal vez menos perfectas, pero que produzcan resultados más inmediatos. En las propias escuelas fundamentales los profesores deberían tener reales oportunidades de capacitación y auto-capacitación (de corta duración, eminentemente prácticos y participativos); de modo que, después de capacitados, los propios profesores de las escuelas fundamentales/primarias puedan ser los protagonistas de la corrección o eliminación de las ineficiencias que actualmente cometen con mayor frecuencia. En América Latina todavía tenemos un elevado porcentaje de alumnos que, luego de concluir los primeros 4 años de la educación fundamental, ni siquiera saben leer y escribir, y cuando aparentemente leen no consiguen interpretar lo que están leyendo; tampoco consiguen efectuar correctamente las 4 operaciones aritméticas y mucho menos cuando estas incluyen cálculos con fracciones ordinarias. Ese bajísimo aprovechamiento educativo demuestra que muchos profesores de las escuelas fundamentales/primarias aún poseen debilidades primarias y elementales en su desempeño docente; las cuales, consecuentemente requieren correcciones igualmente primarias y elementales que no justifican largos, teóricos y caros cursos convencionales de postgrado. La adopción de estas medidas pragmáticas de capacitación y/o auto-capacitación permitiría un inmediato mejoramiento en el desempeño de los profesores en las salas de aula, sin necesidad de apartarlos de sus puestos de trabajo por largos períodos.
Implantar la “meritocracia” y no capitular ante los “caciques”
Cuarto obstáculo. La nefasta interferencia político-partidaria y sindical en la formulación de las políticas educativas y particularmente en la designación/nombramiento de los profesores y directores de las facultades de educación/escuelas normales y escuelas fundamentales. Debido a los daños que producen tales interferencias, estas decisiones nunca deberían ser influenciadas por los "caciques" políticos y sindicales. Antes de asumir sus cargos los directores de las mencionadas facultades y escuelas fundamentales, deberían recibir una capacitación práctica de pre-servicio y hacer una pasantía en alguna escuela reconocida por la excelencia de su administración y de los resultados educativos obtenidos. Esta pasantía les permitiría aprender qué y cómo deberán hacer para mejorar el rendimiento educativo de la escuela que tendrán la responsabilidad de dirigir. En la educación, que es el más importante y estratégico sector para el desarrollo de cualquier país, el imperio de la “meritocracia” debería ser un valor innegociable. Una institución y una función tan noble como es la educación necesita ser "blindada" contra estas interferencias perniciosas.
Quinto obstáculo. La inexistencia de estímulos salariales a los mejores profesores. Lo docentes deberían ser regularmente supervisados y evaluados, dentro de las salas de aula. Las eventuales fallas y debilidades deberían ser inmediatamente corregidas por los evaluados bajo la orientación de los evaluadores. En el futuro las instituciones educativas deberían tener flexibilidad para pagar sueldos diferenciados en función de los resultados de las supervisiones y evaluaciones recién mencionadas. Pagar el mismo sueldo al mejor y al peor profesor significa castigar a los más eficientes/competentes y premiar a los más ineficientes/incompetentes; y con tal “democracia” abrir el camino para que en las escuelas se instale y perpetúe la apatía, la desmotivación y la mediocridad.
Sexto obstáculo. Todas las escuelas deberían tener un currículo con contenidos mínimos, con objetivos de aprendizaje claros y precisos, con exigencias rígidas para su cumplimento. También deberían contar con libros de apoyo didáctico; estos deberían ser elaborados por educadores experimentados y pragmáticos, para que sepan distinguir lo que es esencial y lo que es secundario para ser incluido en los referidos libros. Es necesario que cada profesor reciba una clara orientación superior sobre qué y cómo deberá enseñar, para evitar que tales decisiones sean basadas apenas en su criterio personal.
Séptimo obstáculo. La evidente inadecuación de los contenidos curriculares. Los currículos de las facultades de educación/escuelas normales y de las escuelas fundamentales incluyen muchos contenidos irrelevantes y o desactualizados que deberán ser reemplazados por otros que sean de real necesidad, importancia y aplicabilidad para: las etapas posteriores de estudios, para la vida y el trabajo de la mayoría de los alumnos.
Para aprender más y mejor es necesario enseñar más y mejor
Octavo obstáculo. La excesiva generosidad en la formulación y especialmente en el cumplimiento del calendario escolar. Si existe consenso de que en la era del conocimiento todos los ciudadanos necesitan aprender más y mejor, el primero y más importante requisito es que en el sistema de educación los profesores enseñen más y mejor y los alumnos aprendan más y mejor. Esta premisa nos lleva a la siguiente reflexión: ¿si la gran mayoría de los ciudadanos tiene que trabajar 11 meses al año y 8 horas al día, por qué en las escuelas tenemos, en promedio, apenas 8 meses de aulas al año y 4 horas al día; especialmente si consideramos que en esos 8 meses tenemos frecuente ausentismo de profesores, feriados, pre-feriados, pos-feriados y paros de docentes, funcionarios o estudiantes? Con esta permisividad, los teóricos 180 días del calendario escolar en muchos casos acaban por transformarse en 140. Mientras que un país como Corea del Sur, que enfrentó con seriedad y objetividad el desafío de mejorar su educación, exige 220 días lectivos y con jornadas diarias de estudios, dentro y fuera de las salas de aula, que llegan a 12 horas al día.
Es necesario premiar y reconocer los mejores profesores
Noveno obstáculo. Los profesores eficientes no son valorados por su desempeño y resultados educativos. Es recomendable establecer estímulos/premios, monetarios o de reconocimientos públicos, para estimular a todos los profesores de cada país a actuar como protagonistas/sujetos de las innovaciones y mejoramientos en la educación. Es necesario adoptar medidas y estímulos que contribuyan a reemplazar la "victimización", la omisión y las protestas de los profesores, no apenas por propuestas, pero especialmente por su efectivo compromiso y protagonismo en la introducción de medidas “eficientizadoras” concretas dentro de las salas de aula y de sus propias escuelas. Actualmente los esfuerzos y conquistas personales de los mejores profesores no son reconocidos ni premiados; en términos salariales, da lo mismo ser óptimo o ser pésimo como profesor. Con este propósito de valorización, en vez de seguir premiando a los seudo-ídolos del fútbol, de las telenovelas, de los desfiles de modas, del Big Brother y de los nuevos ricos que aparecen en la Revista “Caras” y otras similares, deberíamos premiar y reconocer a los verdaderos ídolos y héroes del mundo moderno, que son aquellos competentes, dedicados y anónimos profesores que existen en todos los países de América Latina.
Décimo obstáculo. Inexistencia de medidas de valoración de la profesión docente. Tal valoración debería empezar atrayendo para ingresar a las facultades de educación/pedagogía a los mejores egresados de la educación secundaria y estableciendo criterios muy rigurosos para seleccionar los candidatos con mayores potencialidades para el magisterio (con énfasis en el dominio del idioma, matemática, comunicación fluente y inteligible, deseo e interés de seguir estudiando y perfeccionándose, y especialmente, vocación y voluntad de ser docente). En Corea del Sur solo pueden postularse a las escuelas formadoras de profesores los 5% mejores alumnos de la secundaria, en Finlandia los 10% y en Singapur los 30%. En América Latina ocurre exactamente lo contrario, pues ingresan a las carreras docentes los que obtuvieran los últimos lugares en la enseñanza media o preparatoria. La estrategia más eficaz para valorar la profesión docente y pagarles sueldos justos y estimulantes consiste en seleccionar los mejores talentos a las facultades de educación/pedagogía y en estas ofrecerles una excelente formación. Un salario digno, antigua y legítima reivindicación de los profesores, cuya solución deberá ser consecuencia de su excelente desempeño profesional.
Una reflexión final: el efecto destructivo de la televisión
La adopción de estas 10 medidas, de fácil introducción y bajo costo, permitiría un significativo mejoramiento en la calidad de nuestra educación. Sin embargo, para que esto ocurra los gobiernos deberían establecer severas normas y restricciones a los medios de comunicación, especialmente radio y televisión. Normas que los obliguen a mejorar dramáticamente los contenidos de sus programas y de sus engañosos mensajes publicitarios, que están anulando/destruyendo lo poco que las escuelas y los padres están enseñando a sus hijos. Es simplemente inaceptable que los poderosísimos medios de comunicación (cuyo funcionamiento depende de previa concesión/autorización gubernamental) no sean aprovechados/utilizados para difundir y estimular la adopción de aptitudes, comportamientos, principios y valores (de honestidad, integridad, honradez, amor al trabajo, cooperación y solidaridad, cumplimiento de deberes como ciudadanos, respecto al prójimo y a sus derechos, etc.); además de recomendaciones sobre higiene, alimentación, prevención de enfermedades, primeros auxilios, etc. También es inaceptable que continuemos tolerando que estos medios de comunicación, con la angelical disculpa del “sagrado derecho a la libertad de expresión”, sigan "deseducando" e idiotizando a los oyentes y telespectadores con mensajes de consumismo, individualismo y egoísmo, violencia, banalidades, mediocridades y trivialidades, ostentación y vanidad, incitación a los vicios e idolatría a seudo ídolos. Especialmente si considerarnos que podrían y deberían difundir, con bajos costos y alta eficacia/eficiencia, el más imprescindible insumo del mundo moderno que es el conocimiento útil, cuya insuficiencia es la principal causante de los problemas, sufrimientos y angustias de la mayoría de los latino-americanos. En Brasil, a modo de ejemplo, los niños consumen pésimos programas de TV, en promedio, durante 5 horas al día; esto significa que dedican más tiempo a “deseducarse” en la televisión que a educarse en las 4 horas que permanecen en las escuelas; muy probablemente algo similar ocurre en casi todos los demás países latino-americanos. Con tal inversión y destrucción de valores es triste y tenebroso el futuro de nuestra América Latina.
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