Biodiversidad | 20 April 2016 | Biodiversidad 88 / 2016-2
A
lo largo y ancho de América Latina se vienen multiplicando, de la mano de la
CLOC-Vía Campesina, escuelas agroecológicas que intentan multiplicar las
experiencias que cada organización realiza en los territorios para lograr que
cada día sean más los jóvenes que elijan formarse para que —desde la
organización, la lucha territorial, la investigación y la producción—
puedan defender sus sistemas de vida, sus comunidades y sus bienes comunes.
Cada escuela tiene su propio perfil, no podía ser de otra manera, pues cada
lugar, cada cultura y cada pueblo tiene sus propias características. A todas
las une la lucha por la soberanía alimentaria, por las semillas y por una
reforma agraria integral. Los desafíos son muchos y en este Vistazo queremos
homenajear a los miles de jóvenes que hoy apuestan por un futuro tejido desde
sus raíces.
Taller sobre sistemas agroforestales de nainu, para conservar el suelo y agua, Wargandub. Foto: CENDAH /05/16 |
Frente
a las políticas neoliberales que han globalizado todos los territorios surgen respuestas de resistencia y lucha de
movimientos sociales organizados. Destaca la articulación internacional de
organizaciones del campo: la Vía Campesina Internacional (VCI), que viene
forjando una propuesta fundada en la agroecología y la soberanía alimentaria.
Desde su estructura organizativa horizontal y colectiva, la VCI busca construir
unidad entre organizaciones del campo impulsando luchas, campañas y procesos de
formación en agroecología. Se forja así su propio pensamiento y la conciencia
de su propia clase. Los procesos de formación de la VCI, en especial en
Latinoamérica, se pueden considerar a dos niveles. En primer lugar, poniendo
esfuerzos en la formación de base: talleres, campañas, y el método “campesino a
campesino” buscando llegar al máximo número de campesinas y campesinos. En
segundo lugar, está la estrategia de construcción de escuelas e Institutos de
Agroecología con cursos técnicos, ingeniería y posgrados, apuntando elementos
estratégicos de la soberanía alimentaria y la agroecología.
Citamos como ejemplo los
institutos de agroecología Latinoamericanos-IALA como el IALA Paulo Freire,
ubicado en Venezuela y el IALA Guaraní ubicado en Paraguay, con el curso de
Ingeniería en Agroecología. El IALA Amazónico ubicado en la región amazónica de
Brasil con el curso de Especialización en Agroecología. Está la Escuela
Latinoamericana de Agroecología-ELAA, en el sur de Brasil con el curso de
Tecnólogo en Agroecología y la Universidad Campesina-UNICAM en Argentina, con
cursos libres y talleres de agroecología. Estos procesos se destinan al
campesinado de las organizaciones sociales de la Vía Campesina. Son
experiencias de formación política y agroecológica realizadas por La Vía
Campesina, junto con sus procesos organizativos, sus luchas y discusiones. Son
acciones claras contra la hegemonía del capital en el campo y sus
consecuencias. Experiencias de formación: la Vía Campesina Sudamérica,
Andrea Francine Batista.
Mientras
las universidades tradicionales siguen adiestrando miles de “técnicos” (promotores del
agronegocio), desde
2006 la Vía Campesina desarrolla experiencias novedosas, creando espacios de
formación agroecológicos que democratizan el debate, el conocimiento, las
ciencias y tecnologías. Estos espacios, incluyendo los nuevos IALA en Paraguay,
Brasil y Nicaragua, son lugares donde la formación se orienta al pensamiento
crítico y, a la vez, busca dotar a la juventud con herramientas prácticas para
construir soberanía alimentaria. Estos espacios son conquistas sociales,
resultado de la lucha y la movilización por una educación que dignifique la
realidad campesina. Son espacios de educación popular fundamentada en
principios filosóficos como la educación desde y para la transformación social:
formar mujeres y hombres con nuevos valores, con un nuevo emocionar ante los
demás seres humanos que lleve al accionar para la transformación social,
optando siempre por los pueblos y rechazando opciones de vida promovidas por el
capital. Se plantea el rescate de los más elevados valores humanos como la
solidaridad, la humildad, la igualdad, la justicia, la honestidad, el
internacionalismo, y el respeto a la naturaleza como fundamento de la praxis de
los sujetos en formación.
Otro
principio es la educación desde y para la diversidad. El neoliberalismo
promueve una cultura única en que se universalizan anti-valores como el
consumismo, la dominación y el egoísmo. La educación agroecológica, al
contrario, retoma la lucha indígena, negra, feminista, anticolonial y
antiimperialista de más de 500 años. La agroecología se pone frente a la cultura
única y defiende la gran diversidad popular de la humanidad, la biodiversidad
como principio organizador de la Madre Tierra y la pluralidad de saberes.
La
educación desde y para el trabajo y cooperación: rescatar el trabajo como medio
dignificador del ser humano implica un trabajo como acción liberadora y no como
cosificador del sujeto trabajador. El estudio va vinculado al trabajo
productivo y al trabajo comunitario y viceversa. Se plantea formar nuevas
ciudadanas y ciudadanos desde una nueva relación sustentada en el diálogo y en
la horizontalidad, donde la cooperación se convierte en una necesidad ética
tanto en el estudio como en el trabajo. Es entonces una cooperación expresada
entre quienes se educan, entre estas personas y quienes facilitan y entre ellas
y las comunidades.
La educación desde y para la
rebeldía, en palabras de Paulo Freire, implica que “luchamos por una educación
que nos enseñe a pensar y no por una educación que nos enseñe a obedecer”.
Empujar una educación desde nuestra inconformidad con el sistema, pero al mismo
tiempo canalizar procesos de lucha que se orienten a la transformación social,
a la humanización de las personas. Formación agroecológica para la soberanía
alimentaria, Adriano Muñoz, Nils McCune, y Juan Reardon.
Esta institución fue concebida
como ámbito en que la educación implica responsabilidad con lo público, lo democrático y
democratizador, un espacio para impulsar el desarrollo endógeno y sostenible;
un espacio ético-político para promover la construcción de una ciudadanía
comunal latinoamericana; para la formación integral incluyente de lo
científico-humanístico sin discriminación de los saberes ancestrales. El
Instituto es un centro de educación universitaria que forma a estudiantes
latinoamericanos y caribeños procedentes de la base de los movimientos
campesinos, quienes, al regreso a sus países, regiones y localidades de origen,
contribuirán con el desarrollo endógeno, integral y agroecológico al tiempo que
fortalecerán las luchas contra el neoliberalismo, los agronegocios, la
dependencia en todas sus formas y la depredación ambiental. El trabajo se
orienta directamente al logro de la soberanía alimentaria y la integración
solidaria de los pueblos de América Latina, el Caribe y el mundo, en el marco
de la Alternativa Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Su
misión es formar estudiantes, postulados por los movimientos campesinos,
indígenas y afrodescendientes organizados de Latinoamérica, el Caribe y África
como profesionales integrales altamente capacitados para transformar los modos
de producción agropecuaria, sustentados en el enfoque agroecológico. Instituto
Universitario Latinoamericano de Agroecología “Paulo Freire” (IALA)
La juventud de la escuela
seguimos trabajando, previo almuerzo y recreo por las lagunas saladas que hacen parte del
territorio de la comunidad Hornos Colorados. En ronda, sentados en la tierrita
buena, escuchamos el testimonio de Patricia, militante egresada de Agroecología
en 2010, memoria viva del proceso de formación. Con la alegría que la
caracteriza nos dijo: “queremos compartir la experiencia de cómo arrancamos la
escuela, participando desde el movimiento, y un caso de cerca les cuento,
fiero, pero lindo a la vez. Cuando empezamos a pensar la Escuela de
Agroecología (EA) y la posibilidad de que jóvenes no se fueran a otros lados,
sino que se quedaran en el campo, pensábamos cómo iba a ser esa escuela, las
materias, pensábamos grupalmente. Un día llegué a la terminal de Quimilí, para
reunirnos a pensar la escuela, y era un día de mucha helada. Empecé a caminar y
de repente me encontré en el suelo. En ese momento veníamos de varias noches
defendiendo el territorio, parando topadoras, sin dormir. Cuando me levanta un
compañero seguí caminando con la rodilla muy mal, así llegué hasta la rotonda y
ahí me tiré porque no daba más. Al otro día cuando comenzamos las actividades,
pensaba, ¿por qué yo no pude terminar la escuela primaria. Y pensaba: ¿para
quién estoy pensando esta escuela? Y cuando reflexionamos “qué será el día de
mañana” tenemos que pensar que el sistema no nos coma con la propaganda, con el
consumismo.
En Santiago cambió mi forma de
vida. El movimiento a mí me ha cambiado, la forma de pensar, de expresarme”,
finalizó ante los fuertes aplausos de la compañera da. Como tratamos siempre de
practicar la paridad de género, escuchamos al compañero Gonzalo de la central
de Pinto que nos contó: “desde que nació (la escuela) hasta hoy, es otra cosa,
es grande y tiene un montón de cosas, ha ido evolucionando y lo que va cambiando
es un grupo, una persona, una familia; nos transforma a todos. Nos encontramos
también experiencias de esa vuelta al campo. Eso que se viene haciendo de a
poquito es un objetivo que buscamos, somos muchos y empezamos a sumar para
hacer esa vuelta. Muchos compañeros que están en las ciudades han sido
expulsados, de una manera u otra del lugar donde eran. Mi mamá tuvo que ir a
trabajar en Buenos Aires, ella iba a trabajar y volvía a su casa, hasta que se
fue del todo, y de ahí cambió la vida. Esos cambios que se dan en la vida, irse
por trabajo, por cuestiones económicas, por la comida. Viví en Buenos Aires
hasta los 15 años. Ahí mi mamá decidió volverse porque quería estar donde
nació.
Venirme fue un gran cambio de
vida, de forma de vivir. Uno por ahí charla con la gente y decía “la vida en el
campo es más linda”, uno donde vive (en la ciudad) la tiene que pelear en todo.
Pero en el campo descubrimos que tampoco es fácil vivir: lo que más nos ha
llenado es la mística de la organización. En 2005 participé por primera vez,
solo, porque iba siempre con mi mamá. En una reunión de central llegaron de
Quimilí, Gustavo y Txesco a invitarnos al campamento y querían llevar a alguien
para la previa, dijimos que sí y esa tarde nos fuimos. En Quimilí había montón
de gente que nunca había visto.
Esa experiencia fue muy grande
y de ahí empezó esa vida. Eso me marcó la vuelta al campo y de ahí un proceso
de formación hasta hoy. La organización me ha enseñado un montón de cosas:
solidaridad, compañerismo, sentirme militante. Esos 3 años de la Escuela de
Agro fueron muy importantes. Los 17 que terminamos esos 3 años, entramos a la
Escuela de Agroecología sin saber nada. Vivimos esa experiencia intensamente,
como familia, como compañeros, y ver como se iban sumando más compañeros de
otros lados. Hoy en la EA hay cumpas que han vivido en los barrios y eso nos
llena un montón, nos demanda mucha tarea y trabajo, porque es difícil convivir.
Esa mezcla ciudad-campo es para demostrarle al sistema que sí se puede, que es
posible.
Ayer con algunos cumpas nos
acordábamos de cómo Román hacía 40km en bicicleta; ese cumpa venía y capaz
estaba 2 o 3 días sin poder volver a la casa, porque llovía. Nosotros venimos
porque nos sentimos parte de esto, venimos porque hay algo adentro que nos
mueve. Muchos han quedado en el camino. La experiencia se puede dar a conocer
por medio de testimonios, porque cada testimonio es diferente, eso ayuda a
sumar. La escuela de Agroecología del MOCASE Vía Campesina, inicia su segundo
cuatrimestre 2014 en territorio comunitario en resistencia.
Luego de 2 años de
funcionamiento y trabajo, en la localidad de Jocolí, al norte de Mendoza, la Escuela Campesina de Agroecología, cuya
dirección está a cargo de la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra (UST), ya
cuenta con el reconocimiento oficial para funcionar autónomamente.
La semana pasada, mientras
transcurría el periodo presencial de la Escuela Campesina, hemos tenido una
gran conquista. El lunes 19 se firmó, junto a la Dirección General de Escuelas,
el convenio de creación de la Escuela Campesina de Agroecología, una escuela
surgida desde nuestras comunidades, desde familias campesinas que luchamos por
una educación liberadora y no domesticadora. La educación para nosotros y
nosotras no se reduce a un aula, como símbolo de estudio, la entendemos como un
proceso permanente, en cada mateada, en cada encuentro, en el diálogo e
intercambio de saberes, en la convivencia, en el trabajo colectivo y
voluntario, en los momentos de debate y reflexión, en la producción. Son momentos
y acciones que sintetizan nuestra idea de educación, lo que nos permite
transformarnos en hombres y mujeres nuevos que contribuyan y luchen por un
mundo más humano. Esta conquista nos desafía aún más a redoblar los esfuerzos,
fortalecer el estudio y la formación de educandos y educadores. En el marco de
estos diez años de lucha campesina seguiremos luchando porque la educación
campesina y agroecológica sea un derecho efectivo para todo el pueblo.
Argentina, la escuela campesina de agroecología en Mendoza logro la aprobación
oficial, 2012.
“El estudio no se mide por el
número de páginas leídas, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas,
sino de crearlas y recrearlas”, dijo Paulo Freire. Más de 160 jóvenes provenientes
de las diversas provincias que componen nuestra Argentina se dieron cita en
Mendoza entre el 22 y el 27 de junio en la Escuela Campesina de Agroecología de
la Unión de trabajadores rurales Sin Tierra-UST en Jocolí, Lavalle. Esta semana
se pudo concretar la propuesta que se venía trabajando en el Colectivo de
Formación y Educación del Movimiento Nacional Campesino Indígena-MNCI, desde
hace años, de poder reunir las distintas experiencias educativas y formativas
que se vienen trabajando en las distintas organizaciones territoriales que
componen al MNCI. Los reunidos analizaron el rol estratégico de los procesos de
formación en construir los movimientos sociales y emancipar a los pueblos,
porque hay convencimiento de que se camina día a día basándose en otra forma de
concebir a la educación como parte de la vida campesina, garantizando la
directa relación entre la teoría y la práctica, en el análisis crítico de la
realidad para construir alternativas al sistema capitalista. La metodología y
los métodos empleados en los distintos talleres programados se trabajan desde
la concepción de la educación popular, con la agroecología en sus dimensiones
políticas, sociales y económicas como antagónica al agronegocio.
La mística de cierre de este
primer encuentro hizo hincapié en que nosotros somos historia y hacemos
historia, porque tenemos recuerdos, memoria e identidad. I Encuentro Nacional
de Escuelas Campesinas de Agroecología —Jocolí, Lavalle, junio 2015
Una organización que reúne a
unas 10 mil mujeres campesinas e indígenas de Chilelanza
un instituto de agroecología para el campesinado femenino del sur americano.
La Asociación Nacional de
Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri) capacita desde hace años a miles de
personas a través de la red internacional La Vía Campesina y trabaja con base
en la soberanía alimentaria. El Instituto de Agroecología de las Mujeres del
Campo, al que pusieron la sigla IALA, será el primero de América Latina
destinado sólo a un público femenino y se emplazará en la localidad de Chépica,
180 kilómetros al sur de Santiago, en el poblado de Auquinco, “agua que
resuena” en lengua mapuche. “Perseguimos no un sueño, sino un reto”, dijo a
Tierramérica la directora internacional de Anamuri, Francisca Rodríguez,
encargada del IALA. El proyecto tiene un centro político, “la producción de
alimentos para resolver los problemas del hambre”, precisó. “Es fundamental
buscar los caminos que nos permitan seguir sobreviviendo y existiendo como un
sector importante de la agricultura en medio del ataque feroz hacia los
campesinos, que tiene que ver con los sectores productivos, pero también con
los modelos de consumo”, añadió. La formación del IALA se orienta a defender la
agricultura familiar campesina, dijo. Es un esfuerzo por sumarse a “la gran
tarea” de los Institutos de Agroecología de América Latina de los que tomó su
sigla, puntualizó.
En la historia de la
agricultura chilena, el hombre siempre dominó la escena, con la mujer “relegada
al ámbito doméstico, el procesamiento de alimentos, la manutención de la casa y
la crianza de animales menores”, dijo a Tierramérica el antropólogo Juan Carlos
Skewes. Pero “está olvidada su contribución, para mí fundamental, al trabajo
agrícola y al proyecto de desarrollo alternativo que es la huerta”, añadió.
Campesinas de Chile enseñarán agroecología a la región, Marianela Jarroud,
enero 2014
La
escuela nacional de agroecología de Anamuri, forma parte de un caminar iniciado
hacia la creación del primer Instituto Latinoamericano de Agroecología (IALA) para las mujeres en Chile y el
continente, teniendo entre sus objetivos el fortalecer la identidad campesina y
tomar como referencias experiencias de procesos formativos de los IALAs de la
CLOC-Vía Campesina. Anamuri trabaja arduamente por reconstruir la casa que será
el lugar de encuentro de las mujeres del campo, determinado como centro de
formación para el futuro Instituto Latinoamericano de Agroecología. En la
Escuela Nacional de Agroecología participan alumnas que estuvieron en la
primera etapa de formación, correspondientes a las escuelas interregionales de
agroecología. Por tanto, la escuela nacional se constituye en la segunda etapa
formativa que desde Anamuri se ha diseñado en términos curriculares,
incorporando contenidos políticos y prácticos que engloban el sentido y
desarrollo de la agroecología. Chile: Escuela Nacional de Agroecología
“Sembradoras de esperanzas”, mayo 2015
A
más de 20 años de formación política de la CLOC-Vía Campesina y con el objetivo de establecer líneas
políticas que ayuden a reafirmar un plan de acción común de agroecología de los
distintos procesos de la formación en las organizaciones, se reunieron los
Institutos de Agroecología de Latinoamérica (IALAs) y escuelas agroecológicas
emergentes. En la Escuela Latinoamericana de Agroecología (ELAA), en Lapa
(Paraná), Brasil, se festejó su décimo aniversario de funcionamiento y, paralelo
al desarrollo del curso de formación política del Cono sur que allí se realiza,
se desarrolló el seminario de Agroecología de CLOC-Vía Campesina, del 28 de
junio al primero de julio. En el seminario se presentaron las
experiencias de los IALAs y nuevos procesos, entre ellos la Escuela
Latinoamericana de Agroecología (ELAA); la Escuela Nacional Florestan
Fernández; el IALA Amazónico y la Escuela Milton Santos, de Brasil; el IALA
Paulo Freire de Venezuela; el IALA Guaraní de Paraguay; la Universidad Campesina
(Unicam) de Argentina; el IALA José María Cano de Colombia; el IALA mujeres
Chile; la Escuela Campesina Francisco Morazán de Nicaragua y la Escuela
Nacional de Agroecología (ENA) de Ecuador.
Los debates giraron en torno al
sentido de la formación, las metodologías, los contenidos, las mallas
curriculares, los comités políticos pedagógicos y la difusión. Además,
visibilizaron las dificultades y proyecciones. Se propuso que la formación
política en cada proceso, debe propender en CLOC-Vía Campesina a la formación
permanente y contribuir a la vivencia de una nueva ética y nueva moral hacia la
emancipación humana desde una perspectiva de género. También se visitaron y
realizaron trabajos voluntarios en algunas de las experiencias de producción
agroecológica que hay entre los asentados. El colectivo de participantes al
seminario compartió espacios culturales y de mística con los estudiantes de la
ELAA y con los niños y niñas de la escuela municipal do campo contestado, en
donde estudian los hijos de los asentados, militantes de luchadores del
Movimiento Sin Tierra, MST. Brasil: Culminó seminario de Agroecología
CLOC-LVC en la ELAA, julio 2015
Quienes son protagonistas de
esta transición tienen que superar las categorías de consumidores o
productores, hacia
una nueva categoría de ciudadanía productiva y responsable. La construcción del
nuevo sujeto rural es tarea de la educación. Un proceso realizado por los
movimientos sociales para su propia juventud, con el objetivo de multiplicar y
profundizar la conciencia agroecológica entre las bases del campesinado
afromesoamericano. Una estrategia de resiliencia y construcción. Nuestra metodología:
Metodología “Campesino a Campesino” Educación Popular en el Campo (CAC). Nació
en Guatemala en los 1970, llegó a Honduras, México y Nicaragua más tarde y
llegó a Cuba en 1998 y se convirtió en tarea orgánica de cada militante en cada
nivel de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). Ahora la
producción campesina constituye 75% de los alimentos con 25% de la tierra. La
CAC es la metodología para construir agroecología y se basa en las
cooperativas. Las acciones principales son asambleas, talleres, intercambios de
experiencias, ferias de agrobiodiversidad y la formación de tres niveles de
actores: promotor, facilitador y coordinador. Campesinos y campesinas
constituyen juntos el grupo meta del movimiento. Los promotores son campesinos
y campesinas con buenos resultados mediante prácticas agroecológicas y una
vocación de servicio a la comunidad. Los facilitadores son personas de la
cooperativa, comunidad o localidad que tengan la vocación, la capacidad de
comunicación y el tiempo disponible para facilitar el proceso de promoción y
multiplicación de prácticas agroecológicas. La persona coordinadora es alguien
de la organización campesina capacitada para coordinar a los grupos de trabajo
del movimiento. A los 10 años del movimiento agroecológico, hay más de 200 mil
productores y sus familias involucradas. Conclusión: CAC más el compromiso de
una organización campesina es la metodología para transformar la máxima
cantidad de sistemas productivos hacia la agroecología. Instituto Agroecológico
Latinoamericano (IALA) Mesoamérica: pedagogía de esperanza para la soberanía
alimentaria.
Fundado en 2008, el Instituto
sintetiza las prácticas políticas y productivas de los movimientos
latinoamericanos. El IALA Guaraní se propone articular a los sujetos del campo
que viven procesos de luchas y resistencia en el país mediante acciones con
universidades, investigadores, movimientos sociales y campesinos que fomentan
la formación, escolarización e intercambio de experiencias agrícolas con
énfasis en los principios de la agroecología. “El IALA Guaraní es un marco en
la construcción de la integración latinoamericana teniendo como base la
educación popular”, dice el estudiante boliviano, Eusebio Fernández. Para él,
este proceso es una “síntesis de las prácticas políticas y productivas de los
movimientos latinoamericanos que hacen que el internacionalismo, la integración
y el intercambio de experiencias sean aspectos formadores de la práctica
política del Instituto”. La estudiante paraguaya Celenne Núñez ve en el
Instituto una manera de producir nuevos saberes a partir de reformular el
proceso de aprendizaje, teniendo la realidad como foco de investigación para la
transformación. “Podemos decir que no hay ninguna escuela en Paraguay que se
compare con el IALA Guaraní. Tenemos una escuela popular que abre las puertas
a los campesinos, los indígenas y todos aquellos que tienen dificultades de
acceso a la educación formal. Somos privilegiados en comparación con otros
jóvenes del país que quieren estudiar y no pueden. En el IALA no nos forman
sólo en lo técnico, también políticamente”. El estudiante brasileño, Jonathan
Piva, comenta que “la agroecología es una práctica de producción ancestral, una
bandera de lucha de las organizaciones y, además, es también un modo de vida
fundamentado en la soberanía y la autonomía campesina”. El IALA de Paraguay fue
fundado en 2008, pero llevó algunos años para asentarse definitivamente en el
país. El Instituto surgió en un momento de efervescencia de la política local.
Durante tres años consecutivos (2009 a 2011), fue realizado en su sede y a modo
de acompañar su fortalecimiento, el Curso Cono Sur de Formación para militantes
de base, de La Vía Campesina. Durante ese periodo de consolidación, el IALA
Guaraní sufrió varios ataques de la prensa nacional vinculada a la oligarquía,
cuyo objetivo fue desestabilizar su proceso de construcción. La escuela fue
criminalizada por parte de cierto sector del gobierno que la acusó de ser un
local de formación de guerrilla que tenía al bolivarianismo como expresión
metodológica. Los ataques duraron cerca de cinco años. Esto obligó al IALA a
construir una alianza política con grupos, organizaciones y movimientos
populares de las áreas rurales y urbanas para reforzar y salvaguardar sus
objetivos. El IALA Guaraní participó de innumerables actividades y eventos, en
una perspectiva solidaria. [...] En medio de esas circunstancias, se yergue el
proyecto educacional del IALA Guaraní, en la medida en que se destina a
contribuir a los procesos de cambio social y enfatiza en la búsqueda de la
justicia y humanización de la sociedad, garantizando la consolidación de los
procesos transformadores. IALA Guaraní: formación política y experiencia
agroecológica en Paraguay.