Autor | H. Burchardt, R. Domínguez,
C. Larrea y S. Peters | 27 marzo 2017
"Con base en los trabajos
empíricos y reflexiones teóricas, los artículos reunidos en el presente libro
ofrecen una versión amplia sobre el tema del extractivismo en América Latina
con especial énfasis en el Ecuador y en los efectos del extractivismo sobre las
relaciones laborales y las dificultades para consolidar un cambio estructural
que permita transitar hacia modelos de sociedades post-extractivas."
La crisis ha vuelto a América Latina. Las economías
de la región muestran cada vez más señales de estancamiento, los indicadores
sociales ya no van mejorando y se vive un giro político hacia la derecha. Estos
aspectos pueden resumirse como fin de un ciclo de un bienestar relativo que
estuvo acompañado por esperanzas de un cambio estructural para terminar con 500
años de colonización y dependencia de Abya Yala.
Entre 2002 y 2014 la región mostró
altas tasas relativas de crecimiento económico, mejoras considerables de los
indicadores sociales y un cambio político que no solamente llevó a diferentes
fuerzas políticas progresistas al Gobierno, sino que también abrió el espacio
para una gran cantidad de reformas políticas innovadoras que rompieron con el mainstream del mercado libre y la
democracia liberal-representativa. Este ciclo progresista se basó en un nuevo
modelo del desarrollo: el neo-extractivismo. Después del fracaso económico y de
la catastrofe social del neoliberalismo, así como del balance socio-económico
poco alentador del Post-Consenso de Washington, al inicio del siglo XXI el
neo-extractivismo se convirtió en la “nueva normalidad” de la economía política
suramericana.
El extractivismo consiste en la intensificación
de la extracción de los recursos naturales y su comercialización en el mercado
global. Pero mientras que algunos gobiernos como Colombia, Paraguay o Perú se limitaron
a la promoción de la extracción de los recursos naturales por compañías
transnacionales, varios gobiernos de diferente índole progresista combinaron la
intensificación de la extracción (extractivismo) con un novedoso aumento del
papel del Estado en la extracción y/o en la apropiación de las rentas de la
exportación de los commodities, así
como con una expansión de las políticas sociales (neo-extractivismo). Con el boom de los recursos naturales estas
políticas permitieron avances importantes en términos de desarrollo económico y
social, fortaleciendo el apoyo a los gobiernos progresistas. En este contexto
se consolidó un “Consenso de los commodities”
(Svampa 2013) que adentraba amplios sectores de la población y que estableció
nuevas coaliciones extractivas que muchas veces incluían los sindicatos que
esperaban la creación de empleo y aumentos salariales, las compañías
transnacionales en búsqueda de nuevas opciones de acumulación y los gobiernos
progresistas que necesitaban los ingresos de las rentas para mantener los
programas sociales que fundamentaban su fuerte apoyo electoral.
Mientras que en la fase neoliberal de
la década de 1980 la entonces primera ministra del Reino Unido, Margret
Thatcher, afirmaba que no había alternativa (“There is no alternative”, TINA)
al libre mercado, la reducción del Estado y a la desregularización de la
economía, al inicio del siglo XXI la extracción de recursos naturales parece
haberse convertido en el nuevo TINA para América Latina. No obstante, frente a
la fuerte caída que sufrieron los precios de los commodities en el mercado global desde 2013/2014, los alcances económicos,
sociales y políticos del neo-extractivismo se ven cada vez más limitados. En
este contexto se evidencia una de las deudas centrales de la época del último boom: no se ha logrado aprovechar los
altos ingresos de los commodities
para consolidar un cambio de las estructuras económicas hacia una mayor diversificación
de la producción. Al contrario, para América Latina puede observarse una
tendencia hacia la reprimarización de las economías y sobre todo de la matriz
exportadora. Como consecuencia de esta profundización de la dependencia de las
materias primas, los avances económicos y sociales de los primeros años del siglo
XXI tienen poca resilencia frente a la actual caída de los precios primarios.
Esta nueva coyuntura abre grietas en el “Consenso de los commodities” y, por tanto, subraya la necesidad de atender a nuevas
perspectivas para un cambio de la matriz productiva que permita un crecimiento
económico más diversificado, incluyente e intensivo en términos de empleo, y
ambientalmente menos agresivo con la naturaleza. Para lograr este objetivo es preciso
ampliar el debate sobre las alternativas para el cambio estructural y los
caminos hacia el post-extractivismo.
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Fuente: Biodiversidad en América Latina y el Caribe - http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Nada_dura_para_siempre._Neo-extractivismo_tras_el_boom_de_las_materias_primas
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