Por Andy Philipps Zeballos
28/03/2017
"Se trata de la liquidación de
algunas formas de apre(he)nder, crear y transmitir conocimientos-saberes
comunitarios, ancestrales o los propios de ciertas culturas de naturaleza
genuina especialmente tras el nacimiento y uso del método científico como el único
validador por parte de las clases dominantes, convirtiéndose éste en una suerte
de garante de la objetividad que nos protege de la subjetividad, de lo
irracional."
No es un concepto sencillo de
definir. Para explicar en qué consiste y qué consecuencias tiene el
‘epistemicidio’ tal vez deberíamos empezar por intentar explicar qué significa
‘episteme’. Según la RAE,
episteme tiene 3 acepciones:
- En la filosofía platónica, el saber construido metodológicamente en oposición a las opiniones individuales.
- El conocimiento exacto.
- El conjunto de conocimientos que condicionan las
formas de entender e interpretar el mundo en determinadas épocas.
Sin querer ahondar más en una
discusión muy teórica, se puede decir que episteme es, partiendo de la primera
y tercera acepción, el conjunto de conocimientos construidos bajo un paradigma
metodológico que condicionan las formas de entender e interpretar el mundo en
un determinado espacio-tiempo. Además, esta episteme se intenta distinguir de
las creencias y opiniones.
Ahora tal vez, el concepto
“epistemicidio” puede tornarse un poco más fácil de entender. Se trata de la liquidación de algunas
formas de apre(he)nder, crear y transmitir conocimientos-saberes comunitarios,
ancestrales o los propios de ciertas culturas de naturaleza genuina especialmente
tras el nacimiento y uso del método científico como el único validador por
parte de las clases dominantes, convirtiéndose éste en una suerte de
garante de la objetividad que nos protege de la subjetividad, de lo irracional.
Para Boaventura de Sousa Santos, se
trata de simplemente de la destrucción
de saberes propios de los pueblos causada por el colonialismo europeo y
norteamericano (europeos desplazados).
Esta liquidación puede materializarse
de muchas formas: la más obvia quizá es la aniquilación física de seres humanos
de cierta comunidad o cultura, luego está la asimilación cultural, la
imposición-chantaje por la cual el estado ofrecerá ciertos servicios si éstas
comunidades abandonan ciertas prácticas por otras (“si asiste a un colegio
donde se hable la lengua oficial del Estado te daremos comida a cambio”). A
esta práctica se la relaciona también con las políticas de “blanqueamiento” que
se practicaron especialmente en los países sudamericanos. Otra, es el
desplazamiento de esto pueblos y su consecuente “desarraigo”. Es por esto que
algunos académicos como de Sousa Santos afirman que no es posible una justicia social global sin una justicia cognitiva
global, y que el conocimiento científico de la modernidad es un gran
epistemicidio al haber suprimido en la marginalidad a conocimientos distintos.
Él mismo diferencia 5 modos de producción de deslegitimación racional en y
desde las ciencias sociales:
- La monocultura del saber y del rigor que descacredita los conocimientos alternativos
- La monocultura del tiempo lineal y la idea de que la historia tiene un sentido de progreso, de desarrollo al que deben de aspirar los otros pueblos no europeos
- La monocultura de la naturalización de las diferencias que ocultan las jerarquías
- La monocultura de la escala dominante donde lo global es hegemónico y lo particular-local no cuenta, y
- La monocultura del productivismo capitalista que se
aplica tanto al trabajo como a la naturaleza y desecha toda otra lógica
productiva.
Cabe recordar en este punto que no se
debe confundir episteme, ni epistemicidio con epistemología, la cual se define
comúnmente como la rama de la filosofía que estudia el método científico.
El epistemicidio andino
En una entrevista a la filósofa
boliviana Silvia Rivera Cusicanqui
se dice que para los estudiantes universitarios que vienen de zonas rurales
donde la transmisión de cultura y conocimientos se da sobre todo verbalmente y
a través de las madres y las abuelas. Una forma de aprendizaje y evaluación más
eficaz para ellos se da cuando se realizan las dinámicas de clase y los
exámenes oralmente, donde en lugar de escribir y leer en silencio, se escucha y
se lee en voz alta. Los estudiantes tienen mejores resultados, en general, en
los exámenes orales que escritos. Esto tiene que ver no sólo con la forma en
que se ha transmitido conocimientos (historias, mitos, relatos, anécdotas,
etc.) generación tras generación, sino con una cultura “de lo verbal” que puede
materializarse en cantos y música. Un buen ejemplo puede observarse en la
película “La
Teta asustada” en donde la protagonista conoce la (terrible)
historia de su madre a través de armoniosos y calmados cantos que entonaba ella
en quechua.
Así que una vez llegados a este
punto, resulta harto complicado no advertir que la manera occidental de crear
conocimiento (la ciencia/el método científico), aunque dominante, es una más
entre el mar de posibilidades y maneras que existen de conocer, de observar y
transmitir conocimiento, conocimiento no-occidental. Junto con el genocidio
acontecido de forma tanto directa (asesinatos y torturas sistemáticas), como
indirecta (contagio de enfermedades infecciosas) tras la “conquista de
América”, la evangelización forzosa o la prohibición de ritos/prácticas paganas
(como hablar lenguas no romances), entre otros, en Indio-latino América se ha
cometido -y se sigue cometiendo- por parte de los estados-nación heredados de
la última etapa de reordenamiento de las élites del virreinato, uno de los
mayores epistemicidios de todos los tiempos. Esto, por ejemplo, ha quedado bien
ilustrado con el mestizaje o blanqueamiento, una política oficial en algunos
países de América “Latina” basada en el olvido, haciendo que la idea de la
memoria atente contra la paz mental del mestizo, el cual, no quiere ser indio
nunca más. Estas heridas no están cerradas en la memoria de los pueblos
indígenas e incluso un neoconservador como S. Huntington reconoce que “Occidente
no ganó la guerra por la superioridad de sus ideas o valores o religión, sino
por la superioridad en capacidad de aplicar mayor violencia organizada”.
De la reducida variedad de epistemes
también es consecuencia cierta falta de respuestas tanto en una dimensión
filosófica como técnica. Hoy, nadie puede negar el profundo y sorprendente
conocimiento que los Mayas poseían de los astros y su medición (un ejemplo es
su significante influencia en la modificación del calendario juliano al
gregoriano) o el que tenían los Incas de arquitectura y agricultura. Asimismo,
actualmente, en un tiempo donde se buscan formas alternativas de coexistencia
entre los seres humanos y el planeta tierra, no son nada desdeñables algunas de
las lecciones que pueblos indígenas han compartido, y todavía comparten, sobre
las distintas formas de convivencia sostenible con nuestro entorno haciéndonos
ver y saber al resto del mundo que la vida humana es compatible (e incluso
armonizable) con la “pacha mama”.
Y es que precisamente el éxito del
sistema mundo moderno/colonial, como sostiene Ramón Grosfoguel en su obra “La
descolonización de la economía política y los estudios poscoloniales”, consiste
en “hacer que sujetos socialmente ubicados en el lado oprimido de la
diferencia colonial, piensen sistemáticamente como los que se encuentran en las
posiciones dominantes”. Ya que las perspectivas epistémicas subalternas son
un conocimiento que al venir desde abajo, producen una perspectiva crítica del
conocimiento hegemónico en las relaciones de poder involucradas.”
Ojalá no sea demasiado tarde
No somos los primeros que se lamentan
de este trágico suceso, la pérdida de la riqueza intelectual, cultural y
epistémica. En la literatura esta idea de desaparición
de la alteridad, la imposición del pensamiento único y la hegemonía
cultural de occidente en los 5 continentes acongojaba al propio
Levi-Strauss, quien escribía durante su viaje a las selvas occidentales del
Brasil: “cuanto menores eran las posibilidades de las culturas humanas para
comunicarse entre sí y, por lo tanto, corromperse por mutuo contacto, menos
capaces eran sus respectivos emisarios de percibir la riqueza y la
significación de esta diversidad.” (Tristes Trópicos, 1955).
Aunque tal vez, donde mejor quede
capturada esta sensación de vacío y desidia es en la siguiente escena de “Cien
Años de Soledad”, cuando uno de los hijos ilegítimos del Coronel Buendía
pregunta a su bisabuela Úrsula si la historia que cuentan los mayores sobre los
‘exóticos’ objetos que traían los gitanos (especialmente Melquíades) a
Macondo era verdad o no:
“Asombrado, le preguntó a Úrsula
si todo aquello era verdad, y ella le contestó que sí, que mucho antes los
gitanos llevaban a Macondo las lámparas maravillosas y las esteras voladoras.
-Lo que pasa -suspiró- es que el
mundo se va acabando poco a poco y ya no vienen esas cosas.”
Fuente: United Explanatios
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