Fernando R.
Funes-Monzote, Maikel Márquez Serrano
No hay energía más limpia y útil que la energía
humana. Tampoco hay energía más sucia y destructiva que la energía humana. A
diferencia de las demás, esta tiene una enorme capacidad de transformación
basada en la inteligencia. De qué manera sería más provechoso y justo emplear
esta “energía inteligente” parece ser la pregunta crucial de la sociedad
moderna.
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Terrazas
de piedra para el cultivo de hortalizas en Finca Marta. Autores |
Para
saber en esencia qué entendemos por tecnología agroecológica debemos
remontarnos a los mismos inicios de la agricultura –lo que también pueden
reclamar quienes proponen otras tecnologías que responden a diversos modelos y
concepciones de agricultura–. Desde el momento en que el ser humano, además de utilizar
las manos, concibió el uso de herramientas que facilitaran su labor, se aplicó
tecnología para garantizar el alimento de diversas formas, tanto a partir de la
caza, la pesca y la recolección como de las diferentes actividades agrícolas
sedentarias y trashumantes.
Cuando el
hombre comenzó a tecnificar la producción de alimentos o tuvo acceso a recursos
para garantizar su sustento dejó de ocupar un nicho en el ecosistema. El propio
hecho de contar con herramientas o una tecnología de apoyo le confirió la
capacidad de alterar y “dominar” el ecosistema e incrementar su capacidad de
reproducción de manera “segura”.
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Siembra en
cepellones: acelera el proceso productivo y garantiza buena calidad de la
postura. Autores |
Hoy
estamos ante una disyuntiva que agudiza el enfrentamiento entre modelos
agrícolas que se explica, de una parte, por las divergencias sobre la manera y
escala de producir que conllevan al uso de ciertas tecnologías por cada modelo
y, de otra, por la función social, ecológica y económica que cumplen la
agricultura y el sistema alimentario en el desarrollo de las naciones y a nivel
global.
La
tecnología agroecológica, caracterizada por una variada fuente de conocimientos
y cosmovisiones, toma forma en cada situación, a escala local, de la misma
manera en que deja de tener efecto cuando no es aplicada en armonía social y
ecosistémica. Tal flexibilidad del entramado tecnológico en la agroecología lo
hace complejo e, incluso, llega a ser inmanejable en ocasiones.
Entre los
elementos a considerar para entender de manera constructiva el balance entre
tecnología agroecológica y agroecología tecnológica tenemos:
- La base indígena y
tradicional del conocimiento intrínseco en las prácticas, métodos y
concepciones agroecológicas, ha coevolucionado con la ecología, la
economía y la sociedad contemporánea. Estos conocimientos se modifican y
adaptan a las diversas culturas humanas. El folclore y las formas de vida
de las comunidades originarias y tradicionales, así como de los
agricultores en cualquier lugar, cambian constantemente y con ello las
expectativas y manifestaciones culturales, económicas y sociales de sus
integrantes.
- Los imperativos de las
comunidades locales son variados y se presentan cotidianamente. El acceso
al agua, la energía, los nutrientes, las herramientas, la maquinaria o a
los medios de transporte y a los mercados constituyen dilemas diarios para
cada agricultor. La presión econó- mica de mantener a una familia y de
pagar salarios justos a quienes emplea significa un compromiso permanente.
- Los agricultores,
independientemente de la manera en que cultiven sus tierras, de los
recursos que dispongan, de las condiciones biofísicas de su
agroecosistema, del conocimiento que tengan o de los propósitos que
persigan, tienen la necesidad de innovar para adaptarse y sobreponerse a
las variables externas cambiantes. Además deben acceder a los recursos y
medios para realizar su función y para ello necesitan tecnologías que
resuelvan sus problemas cotidianos. La resiliencia, la sostenibilidad, la adaptabilidad
y otras son categorías teóricas que pueden resultar poco útiles a los
agricultores a la hora de tomar decisiones y de resolver sus complejas
realidades.
- El contexto, en la gran
mayoría de los casos, no favorece a los agricultores de escasos recursos,
por lo que el sistema alimentario tiende a concentrarse indefinidamente en
menos manos. Alcanzar la capacidad de sobreponerse a esta situación,
cuando nos referimos a la pequeña y mediana escala familiar, dirigida a
los mercados locales o a la exportación, implica producir de manera
competitiva, generar valor que pueda ser reinvertido en el sistema y tener
una conexión fuerte con los consumidores a través del mercado.
- No existe un agricultor sin
la expectativa de vivir de su trabajo y lograr mejorar sus condiciones de
vida como resultado de este. En cualquier país, bajo condiciones de mayor
o menor desarrollo económico o social, no se concibe, por lo general, que
no haya un sentido de superación. La aplicación de nuevas tecnologías
confiere una capacidad de cambio y mejora. Estas tecnologías deben ser
accesibles y manejables por los agricultores mientras aumentan las
posibilidades de incrementar los ingresos.
- Es sumamente complejo lograr
vínculos constructivos entre diversas concepciones o modelos de
agricultura, sobre todo porque tales formas de concebir las relaciones
tecnológicas, ecológicas, económicas y sociales difieren. Por ello resulta
necesario hacer una interpretación concreta y justa de la realidad a la
hora de evaluar el proceder de los agricultores, quienes muchas veces son
guiados por imperativos o seducciones provenientes del propio contexto
donde viven o de fuerzas globales, por lo que se ven obligados a emplear
ciertas tecnologías industriales para el control de plagas o la fertilización
a falta de acceso a alternativas ecológicas. Idealizar esta situación
deviene, en algunos casos, en simulaciones y falsedades.
- Durante un proceso de
reconversión agroecológica es necesario suplir parte de la demanda de mano
de obra a través de tecnologías que favorezcan el incremento de la
productividad. Muchos agricultores no consideran atractivo el paso de un
modelo a otro debido a que desconocen las tecnologías agroecológicas, pero
también porque no encuentran mejores maneras de incorporar otras tecnologías
en una concepción agroecológica o estas requieren mayor cantidad de
trabajo o tiempo.
- Las variadas situaciones y
circunstancias que se presentan debido a la alta complejidad de los
sistemas agroecoló- gicos requieren de un conocimiento amplio. Lidiar con
el manejo de diversas plagas u organismos nocivos y, al mismo tiempo,
lograr el equilibrio y suministro constante de nutrientes a través de
alternativas orgánicas, necesita de más investigación y conocimiento. Son
muy pocos los agricultores o técnicos que poseen la calificación
suficiente para enfrentar tal reto. Incluso para los más avezados
entomólogos resulta difícil encontrar soluciones efectivas para problemas
muy comunes y a la vez serios para el control de plagas de manera
comercial (por ejemplo, cómo controlar el grillo, los caracoles y la
babosa). En el caso de ser factible y accesible el uso de medios
biológicos, estos deberán ser aplicados de una manera sumamente cuidadosa
y sincronizada para lograr su efecto.
- La optimización de los
procesos y la innovación son claves para dar el salto de una agricultura
de subsistencia a sistemas agroecológicos productivos y eficientes. Al
traspasar la frontera de la finca a una relación ecosistémica, el
agricultor y su familia están expuestos a relacionarse ampliamente con
otros actores sociales, políticos y culturales con quienes intercambia
percepciones y hechos concretos que no necesitan una validación teórica
para ser reconocidos y aplicados. El hecho de contar con tecnologías de
apoyo como el equipamiento adecuado, las variedades más propicias, los
métodos más efectivos de fertilización, etc., permitirá al agricultor ser
más resiliente a los cambios en el clima. Así puede responder mejor y más
rápidamente ante cualquier perturbación.
- La innovación funciona en la
mayoría de los casos como una sustitución de tecnologías inapropiadas,
costosas o dañinas, así como de sistemas organizativos y asociativos
disfuncionales. En general hay poca investigación y desarrollo con un
enfoque sistémico y complementario que involucre diversos ambientes, tipos
de tecnologías de producción, actividades o sectores de la sociedad.
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Campo
de espinacas protegido por barrera de palma de coco y chirimoya como cortina
rompevientos. Autores |
Para que
los agricultores puedan realizar su labor no solo requieren de tecnologías que
respondan al tipo de agricultura que hacen, sino que deben continuamente
adoptar otras tecnologías que complementen cada función en beneficio de la
eficiencia y la productividad y, a la vez, que faciliten el trabajo para el
bien propio y común. En el proyecto agroecológico Finca Marta enfrentamos
diversos dilemas tecnológicos que debemos solucionar si aspiramos a que las
prácticas y concepciones agroecológicas tengan la posibilidad de ser adoptadas
por otros agricultores. Mencionaremos solo cuatro de ellos:
- La construcción de un
biodigestor de 10 m3, utilizando la piedra del terreno, con el que
logramos producir 2 m3 diarios de biogás. Esto nos permite cocinar
almuerzo y comida para alrededor de 20 personas diariamente. Los efluentes
son aplicados en los campos y así garantizamos el reciclaje de nutrientes.
Esta labor con los efluentes se realiza durante los últimos cuatro años,
extrayéndolos a través de un tubo hacia tanques ubicados en un carretón tirado
por bueyes. Solo quienes realizamos esta labor sabemos cuán precaria y
trabajosa resulta. Por ello aspiramos a contar con un pequeño tractor, un
tanque tirado por ruedas y una bomba de succión de lodos para lograr la
extracción, transporte y distribución mecanizada del material. Deseamos
que la energía que se logra capturar y convertir en biogás no se pierda;
por tanto, se requerirá de un reservorio para acumularlo y, eventualmente,
generar electricidad.
- Continuamente confeccionamos
canteros a mano, lo cual implica mucho tiempo, trabajo y dinero. Además de
eso, nuestros suelos son arcillosos y dificultan la labor. La construcción
de canteros es una actividad muy difícil que requiere gran esfuerzo físico
y no muchas personas están dispuestas a hacerlo. Por ello aspiramos a
contar con un rotovator o tractor de mano que realice esta labor de manera
mecanizada.
- La restauración de la
fertilidad en suelos poco fértiles como los que cultivamos requiere de la
aplicación de grandes cantidades de materia orgánica que no logramos
suplir con las fuentes de que disponemos. Considerar la compra de
estiércol vacuno para mejorar los suelos es una decisión económica pero
también ecológica pues, además de ser costoso, constituye el ingreso de
semillas de malezas que infestan los campos y canteros.
- Ante la dificultad en el
acceso a medios biológicos para el control de plagas hemos desarrollado
diversas estrategias de manejo ecológico. Sin embargo, aún no hemos podido
lograr un control efectivo de varias de ellas, lo cual resulta estresante
por la clara afectación a los cultivos. Esta es una situación en la que
cualquier agricultor acude al uso de productos químicos por falta de una
alternativa en el momento preciso, lo cual puede convertirse en una
práctica cotidiana aun en condiciones de manejo agroecológico.
Alcanzar
el balance adecuado entre la aplicación de tecnologías agroecológicas y el uso
de otras tecnologías de apoyo que faciliten y refuercen el objetivo integrador
de la biodiversidad y de las relaciones entre todos los elementos del
agroecosistema, que a la vez favorezca un proceso culturalmente aceptable y
socialmente justo, constituye el mayor reto para la agroecología hoy.
Fernando
R. Funes-Monzote
Investigador,
consultor y agricultor. Fundador del proyecto agroecológico Finca Marta,
provincia Artemisa, Cuba.
Maikel
Márquez Serrano
Ingeniero
agrónomo e investigador en agroecología. Proyecto agroecológico Finca Marta,
provincia Artemisa, Cuba.