Por José Arcia
Idioma Español
País Panamá
2 enero 2019
Imágenes satelitales
registradas entre setiembre y noviembre de este año muestran el avance de la
deforestación en el área de influencia de un proyecto operado por la empresa
Minera Panamá. El Centro de Incidencia Ambiental (Ciam) de Panamá,
organización no gubernamental ambientalista, alega que la empresa opera bajo un
contrato ilegal y existe un fallo de la Corte Suprema de Justicia emitido este
año que les da la razón.
Petaquilla
Gold y Minera Panamá son dos empresas distintas, pero con un mismo norte: la
explotación de minerales en cerro Petaquilla bajo un solo contrato avalado por
la Asamblea Nacional (Congreso) y la destrucción de bosques en un
área con una alta biodiversidad regional: el Corredor Biológico Mesoamericano,
que conecta a los siete países de Centroamérica y el sur de México.
Desde el aire se
observa la devastación y en la superficie se escuchan las voces sobre la
consecuencias ambientales del desarrollo de un proyecto de minería a cielo
abierto en cerro Petaquilla. Una garita de seguridad y un letrero te advierten
que has llegado a una de las entradas del proyecto por el área de Molejón,
Coclesito, al norte del país, a 180 kilómetros de la ciudad Capital.
La deforestación
empezó con la explotación de oro por la empresa de capital panameño Petaquilla
Gold y ha continuado con la explotación de cobre por parte de Minera Panamá,
subsidiaria de la canadiense First Quantum Minerals.
En Panamá, esta
joya natural se ha visto gravemente afectada y su destrucción empezó hace 10
años. En este reportaje se presentan imágenes satelitales que muestran el
avance acelerado de la deforestación, como consecuencia de las actividades
mineras que devastan uno de los pulmones de Panamá, y la historia detrás con un
equipo de Mongabay Latam recorriendo la zona.
La
deforestación en cifras
La
concesión, otorgada mediante contrato ley No. 9 del 25 de febrero de
1997, abarca un área de 13 000 hectáreas que equivale más o menos a 60
veces el tamaño del distrito Capital. De esta cifra no se tiene claro qué
porcentaje ha sido destinado al proyecto de cobre que desarrolla Minera Panamá,
pero en el estudio de impacto ambiental de la obra se especifica la
cantidad exacta de afectación: 5900 hectáreas, de las cuales alrededor de 5500
son bosques tropicales de tierras bajas, 320 hectáreas que ya han sido
devastadas por “actividades antropogénicas” y 25 hectáreas que corresponden a
cuerpos de agua y ríos de agua dulce. Tres importantes cuencas hidrográficas
están dentro del área de influencia de la minería: río Petaquilla, río Caimito
y río San Juan, estos dos últimos, a su vez, cuentan con ocho afluentes.
“Se ha
demostrado que las actividades de desbroce del bosque tropical podrían provocar
cambios en las condiciones climáticas y biológicas locales en los bosques
adyacentes a las áreas devastadas”, reconoce el estudio de impacto ambiental
que realizó Minera Panamá, que a diferencia de Petaquilla Gold esperó la
aprobación del documento por la Autoridad Nacional de Ambiente, ahora,
Ministerio de Ambiente para iniciar los trabajos de construcción.
La mina está
ubicada en un área de bosque primario que permanecía intacto hasta el 2000. Los
datos satelitales de la Universidad de Maryland registraron casi 4500 alertas
de deforestación.
El impacto de
esta actividad minera se puede observar en las imágenes satelitales que
muestran la progresión de la pérdida de bosque primario en el área de
influencia del proyecto, un espacio que permanecía intacto hasta el año
2000. La mina está ubicada en un área de bosque primario que permanecía intacto
hasta el 2000. Los datos satelitales de la Universidad de Maryland registraron
casi 4500 alertas de deforestación.
Los datos
proporcionados por la Universidad de Maryland muestran evidencia
reveladora: 4500 alertas de deforestación en el área en el que opera la
empresa. Solo basta observar el mapa para confirmar cómo se sigue
despejando el bosque con estas imágenes que han sido registradas entre el 8 de
setiembre y el 24 de noviembre de este año.
Para corroborar
lo que las imágenes mostraban un equipo de Mongabay Latam viajó a la zona.
El sábado 10 de
noviembre de este año, el calor era incesante en Coclesito, la humedad agobiaba
y de vez en cuando caía una llovizna. La presencia de la empresa Minera Panamá
es notoria en la comunidad: camiones y autos con el logo de la empresa que
circulan en ambas direcciones por las dos únicas calles del pueblo, y personas
que caminan vestidas con la ropa de trabajo de la minera.
La empresa
reparó y construyó la carretera hasta Coclesito, y siguió hasta llegar al
proyecto al que nadie, excepto los empleados, pueden entrar. La entrada a la
planta minera es custodiada por un guardia de seguridad privado que vigila
quién entra y quién sale.
Las imágenes
satelitales de Planet Labs muestran la progresión de la deforestación entre
setiembre y noviembre. Las áreas recién despejadas están resaltadas por los
óvalos amarillos.
Si bien la
seguridad de la empresa impidió el ingreso a la nueva zona deforestada, el
Centro de Incidencia Ambiental (Ciam), una organización no
gubernamental dedicada a la conservación, que sigue el caso desde hace nueve
años y que ha realizado por lo menos tres sobrevuelos en la zona para
documentar fotográficamente la destrucción del bosque, confirmó que existe un
impacto en el área. El último sobrevuelo se realizó hace ocho meses.
En
las fotografías del Ciam se observa una inmensa mancha gris rodeada del verde
bosque. Las
imágenes, además de visualizar la devastación, demuestran toda la erosión que
se produce.
Donde
antes había árboles, vida y un Corredor Biológico funcionando, ahora, hay
tierra pelada, maquinarias y destrucción. Este daño tiene el aval del Estado con la
aprobación, primero de la concesión, y segundo del estudio de impacto
ambiental.
Ciam
demandó en el 2009 el contrato ley ante la Corte Suprema de Justicia por
inconstitucional, al considerar que no cumplió con normas vigentes que
obligaba al Estado a realizar una licitación pública para otorgar una concesión
minera y por los daños ambientales que ocasiona la minería a cielo
abierto. Después de nueve años, el 24 de setiembre último, la Corte
falló a favor de la organización ambiental. Los ambientalistas
celebraron la decisión, pero desde las estructuras gubernamentales la reacción
frente al fallo fue la de mantener la operación de Minera Panamá.
Para este
reportaje se intentó contar con la versión del Ministerio de Ambiente y de la
empresa, pero al cierre del artículo no hubo respuesta a las preguntas
enviadas.
De acuerdo a la
página web de la empresa, la fase de construcción tiene un avance del
73 % y se tiene previsto que la fase de operación inicie en los primeros meses
de 2019. También señala que ha reforestado 1500 hectáreas. Las normas
ambientales del país permiten que la reforestación se realice en cualquier
parte del territorio nacional.
La empresa llegó
y movió la economía local en una comunidad que apenas alcanza los 2819
habitantes, de acuerdo a las estimaciones de la Contraloría a julio de 2018. La
empresa duplicó esa cifra en empleo y en su página web señala que cuenta con
8500 “colaboradores panameños”. Aunque para algunos es lo que deseaban, para
otros no es más que “pan para hoy, hambre para mañana”.
Digno Herrera es
delgado, de tez morena y de acento fuerte, su voz se eleva cuando habla de los
daños de la minería a cielo abierto y de los problemas que ha enfrentado por
oponerse al proyecto. Sentado en el centro del portal de su casa en Coclesito
sentencia: “la minería es incompatible con la agricultura y en estas
comunidades rurales solo hay dos formas de ganarse la vida: produciendo la
tierra o trabajando para una empresa”. Después de la minería, no hay
mayores inversiones en la zona que generen empleo y los proyectos mineros
tienen fecha de caducidad.
“Las personas,
especialmente los jóvenes, hoy tienen un ingreso por el empleo que ofrece la
empresa, pero mañana ¿qué tendrán?”, se pregunta Herrera. El daño de la minería
a cielo abierto es socioambiental, reflexiona.
Digno Herrera es
uno de los fundadores de la Cooperativa de Servicios Múltiples que se creó en
el 2011, con la finalidad de desarrollar un proyecto de siembra de cañas verdes
(bambú) para su aprovechamiento y la protección de las cuencas de los ríos.
Además de la producción de ciertos productos agropecuarios.
La iniciativa se
ha visto un poco frustrada. A pesar que la Cooperativa logró sembrar unas 10
hectáreas de la especie, las autoridades locales ordenaron talarlas aduciendo
que la zona forma parte de la concesión minera, se queja Herrera. El tema se
mantiene en los tribunales por una denuncia que presentó la Cooperativa contra
las autoridades.
Para Herrera
estos problemas son “gajes del oficio” por la lucha que mantienen contra la
minería y no solo en la zona, sino en el resto del país porque se han unido a
otros movimientos que se oponen a este tipo de proyectos.
Cultivos
que desaparecen
Coclesito
mantuvo una producción de café y de palma de pixbae. Esta última crecía de
manera tal que permitía la comercialización y un uso como alimento de las aves
de corral.
Desde que se
instaló la minería en la zona, la producción de pixbae disminuyó drásticamente.
Lo dice Herrera y una de sus compañeras, Estelina Santana.
Los campesinos
han dejado de producir café para irse a trabajar con la minería y las palmas de
pixbae florecen, pero no se desarrollan. Las flores se caen.
Santana vive en
Nuevo San Juan, una de las comunidades cercanas al proyecto minero. Desde su
casa se escucha el ruido de la corriente del río San Juan, que ella ha dejado
de usar por temor. “Nos han dicho que el río está contaminado y hemos preferido
mejor no usarlo”, dijo.
Antes de que se
instalara la minería, las comunidades se abastecían del agua del río. Ahora,
las tomas de agua están ubicadas en los puntos altos para evitar cualquier
contacto con sustancias contaminantes.
“Si bien
es cierto la empresa minera ha traído a las comunidades algunos beneficios como
las construcción de las calles, en materia ambiental estamos fregados por la
contaminación”, argumentó Santana acostada en una hamaca. “El río no lo usamos
ni para bañarnos”, indicó.
Santana hizo
énfasis en el fenómeno de las palmas de pixbae. Para ella es inexplicable que
después de tener una producción masiva de pixbae, ahora, se tenga que conformar
con ver las palmas solo florecer. El pixbae jugaba un papel fundamental. Los
residentes lo usaban para el consumo y la venta, y también de alimento
para las gallinas y puercos. Nadie, absolutamente nadie le ha dado una
explicación de por qué las palmas no producen pixbae.
El Centro de
Incidencia Ambiental tiene la explicación científica a la interrogante de
Santana. Isaías Ramos es un biólogo que labora para la organización y como buen
maestro de la ciencia alega que para llegar a una conclusión exacta de lo que
ocurre con las palmas de pixbae hay que realizar estudios de suelo, igual que
para determinar la contaminación del río San Juan habría que tomar muestras del
agua.
Pero desde la
teoría se permite hacer algunas aseveraciones que dan luz para entender la
realidad. “Quizás a las palmas no les está pasando nada, pero a causa de las
sustancias químicas que se utilizan en todo proyecto minero hayan matado los insectos
que polinizaban las palmas y al no haber polinizadores las flores no dan frutos
y se caen” argumentó.
A esto, el
biólogo lo llama “efecto indirecto” de la minería. “Al no haber polinizadores
naturales no se produce y eso pueda estar sucediendo no solo en las palmas de
pixbae, sino en varios tipos de especies”, añadió.
El estudio de
impacto ambiental establece que se perderá materia orgánica del suelo durante
las fases de construcción y operaciones, y la contaminación “puede producirse
como consecuencia de derrames y fugas”, sin embargo, no especifica qué
sustancias podrían derramarse. Como consecuencia de la pérdida neta en la
materia orgánica del suelo y los cambios en los ciclos bioquímicos de la
tierra, se producirá un suelo menos fértil y una pérdida de zonas cultivables.
El documento recomienda recuperar el equilibrio de la materia orgánica del
suelo durante la fase de cierre y poscierre del proyecto.
Ramos analiza
otra realidad ambiental que a simple vista no se detecta. Como consecuencia de
la destrucción de los bosques se hace un rescate de fauna, sin embargo, este
rescate se centra en los animales grandes, pero no en lo pequeños como los
insectos que juegan un papel fundamental en la producción de alimentos por la
polinización. “A nadie se le ocurre rescatar, por ejemplo, murciélagos y esos
animales tienen una importancia biológica significativa para el medio
ambiente”, argumentó.
Para Ciam es
“evidente el mal manejo” del tema minero en Panamá, donde las autoridades solo
dan importancia a las ganancias y se olvidan de garantizar la calidad de vida a
la población.
El
fraccionamiento del Corredor Biológico Mesoamericano y los daños ambientales al
final los paga Panamá y las poblaciones que viven en los alrededores de este
ecosistema afectado por la actividad minera.
Fuente y más
fotos: Mongabay