La investigación publicada en Nature concluye que centrarse solo en la superficie protegida y no en la mejora del estado de esas áreas “no servirá de mucho”.
El Parque Nacional Natural Ensenada de Utría (Pacífico colombiano) tiene bosque húmedo tropical, estuarios, manglares, y una amplia biodiversidad de flora y fauna. Foto: Mauricio Alvarado Lozada
En algún momento de este año se debe llevar a cabo la segunda parte de la 15° Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP15), en la que se adoptará la declaración de Kunming (por la ciudad en la que se desarrollará el evento). Esta será la hoja de ruta para detener y revertir la pérdida de biodiversidad de aquí al 2030.
Una de las medidas que se ha contemplado en el marco de las negociaciones del documento, tiene que ver con ampliar las áreas de protección de la naturaleza. Se espera que el 30 % del planeta esté bajo alguna figura de protección en ocho años. Sin embargo, un estudio recién publicado en la revista Nature señala que la protección por sí sola no garantiza mucho. (Puede leer: Las alertas e inquietudes que revivieron las obras de la vía Ciénaga-Barranquilla)
El trabajo exploró cómo 1.506 áreas protegidas, en 68 países, han afectado las trayectorias de 27.055 poblaciones de aves acuáticas. El trabajo, explican los autores, se hizo “utilizando un diseño robusto de estudio de control e intervención antes-después, que compara las poblaciones protegidas y no protegidas en los años anteriores y posteriores a la protección”.
Hannah Wauchope, del Centro de Ecología y Conservación de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y autora principal de la investigación, le explicó a la BBC que el estudio utilizó las tendencias poblacionales de las aves acuáticas para medir el éxito de la zona protegida. (Le puede interesar: “Escucha la Amazonía”: el llamado de diez organizaciones al próximo presidente)
¿Qué encontraron?
“Las áreas protegidas tienen un impacto mixto sobre las aves acuáticas,
con una fuerte señal de que las áreas gestionadas para las aves acuáticas o su
hábitat tienen más probabilidades de beneficiar a las poblaciones, y una débil
señal de que las áreas más grandes son más beneficiosas que las más pequeñas”.
En otras palabras, como le explicó Wauchope al medio británico, no se trata solo de proteger, sino que hay que fijar objetivos en cuanto a la calidad de las áreas protegidas. “La obsesión por alcanzar un determinado objetivo basado en la superficie -como el 30 % para 2030- sin centrarse en la mejora del estado de las áreas protegidas existentes no servirá de mucho”, señaló la científica. (También puede leer: Día mundial del pingüino: las amenazas que enfrentan estas aves no voladoras)
La conclusión del artículo va en línea con el llamado que hicieron más de 50 científicos de 23 países a inicios de este año. En un análisis, que fue coordinado por bioDISCOVERY, un programa de la organización Future Earth, y GEO BON, la Red de Observación de la Biodiversidad del Grupo de Observaciones de la Tierra, los investigadores señalaron que proteger el 30 % de las zonas terrestres y marítimas de todo el mundo “está muy lejos de lo que se necesita para detener e invertir la pérdida de biodiversidad, lo que se llama ´doblar la curva’ de la biodiversidad”.
“Cuando los líderes mundiales se reúnan en China a finales de este año para fijar los objetivos de la próxima década, espero realmente que se preste atención a la eficacia de las áreas protegidas, en lugar de simplemente a la cantidad de superficie dedicada a ellas”, finalizó Wauchope.
Fuente: Declarar
áreas protegidas no es suficiente para conservar biodiversidad | EL ESPECTADOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario