Antonio Calzadillaabril 25, 2022
Durante la última década, muchos países se han basado en la mejor ciencia disponible para crear áreas marinas protegidas (AMP) a gran escala, altamente protegidas y totalmente protegidas, que prohíben las actividades humanas dañinas, como la pesca industrial. Estos esfuerzos jugaron un papel clave en la protección de los cientos de miles de millas cuadradas de océano de las Islas Galápagos únicas en el Pacífico tropical oriental, el sur helado de las Islas Sandwich del Sur y el aislado Tristan da Cunha en el Océano Atlántico.
Estos esfuerzos
están teniendo un impacto positivo, pero la biodiversidad marina sigue
disminuyendo a un ritmo sin precedentes. Por lo tanto, los conservacionistas
están buscando formas innovadoras de mejorar el éxito de las AMP al encontrar
formas de combinar la protección que brindan y proporcionar un transporte
seguro para la vida marina entre ellas.
Este enfoque es particularmente útil a nivel regional, donde áreas marinas de diferentes tamaños y niveles están conectadas por «corredores biológicos». Estos corredores protegen a las especies migratorias de las molestias humanas, al igual que las áreas marinas protegidas, y cuentan con el apoyo de la cooperación regional y la buena gobernanza, la gobernanza justa, la financiación sostenible a largo plazo y el control y la aplicación efectivos. Las redes de áreas marinas regionales interactúan entre sí en vastas áreas ecológicas y sociales y tienen en cuenta variables como las condiciones climáticas cambiantes, las necesidades económicas y culturales y las innovaciones tecnológicas emergentes.
Este enfoque se
basa en la realidad de que las especies oceánicas, las actividades humanas y
los océanos químicos y físicos trascienden las fronteras marítimas nacionales.
Las especies altamente migratorias viajan miles de kilómetros para reproducirse
y alimentarse; las flotas pesqueras internacionales rodean las áreas marítimas
recién designadas; y organismos reguladores con diferentes competencias
sectoriales operan en la misma área geográfica. Todas estas actividades
muestran que el océano es un entramado complejo de interacciones biológicas y
humanas que requiere un enfoque regional holístico para la protección marina.
Aunque el consenso científico muestra que las redes interconectadas de áreas marinas protegidas son las mejores prácticas, la investigación muestra que el enfoque no se sigue de manera consistente. Por ejemplo, un estudio reciente de los arrecifes de coral encontró que La mayoría de los corredores entre hábitats clave todavía están desprotegidos.
Durante los próximos cinco años, el Proyecto Legado para los Océanos de Pew Bertarelli espera desempeñar un papel clave en el desarrollo de este paradigma regional de conservación marina. Iniciativas prometedoras para construir consorcios locales, nacionales y regionales para apoyar redes regionales de protección marina efectivas incluyen esfuerzos en la región Tropical Oriental. En el Océano Pacífico en Costa Rica, Colombia, Ecuador, Panamá y México, y en el Océano Austral e Islas Subárticas a través de la Convención sobre la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR).
La ciencia ha recorrido un largo camino para que la humanidad comprenda cómo garantizar un océano saludable y biológicamente diverso que sirva tanto a la vida marina como a las personas en todo el mundo. Este enfoque regional de las áreas marítimas integradas demuestra lo que podemos lograr si continuamos aplicando ideas, políticas de cooperación y gobernanza nuevas y ambiciosas.
Johnny Briggs es un alto funcionario del Proyecto Legado para los Océanos de Pew Bertarelli.
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