Bosque de Gunayala. Foto: Gubiler, 2024
La propuesta de “cerrar la brecha financiera de la biodiversidad” no aborda las causas subyacentes de la pérdida de biodiversidad, sino que profundiza la financiarización de la naturaleza, lo que permite al sector empresarial y financiero sacar provecho de la crisis ambiental. Sobre esto realiza un análisis Andre Standing, integrante de la Coalición por Acuerdos Pesqueros Justos (CFFA), en esta entrevista publicada por Acción Ecológica durante la COP16 del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB).
Mientras se realizaba en Cali, Colombia, la 16º Conferencia de las Partes (COP 16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), la organización ecuatoriana Acción Ecológica publicó una conversación con Andre Standing, integrante de la Coalición por Acuerdos Pesqueros Justos (CFFA, por sus siglas en inglés), una plataforma de organizaciones europeas y africanas en defensa de las comunidades pesqueras artesanales africanas.
Standing realiza un análisis crítico sobre una de las ideas dominantes en las reuniones del CDB, que afirma que para combatir la pérdida de biodiversidad se necesita invertir 700 millones de dólares anuales, especialmente en los países del Sur global.
La COP16 finalizó el 1 de noviembre pasado sin un acuerdo acerca de la creación de un fondo mundial para cubrir ese déficit. Sin embargo, la propuesta se mantiene en los documentos que guían la agenda del CDB, del cual participan 196 países.
Compartimos aquí la entrevista completa[1],
publicada el 28 de octubre de 2024.
Hablar de un déficit de 700.000 millones de dólares para financiar la biodiversidad es una propuesta peligrosa para las personas y la naturaleza
Entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre se celebra en Cali, Colombia, la 16º Conferencia de las Partes (COP 16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) (1). El documento de base para las negociaciones es el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal (GBF, por sus siglas en inglés), adoptado durante la COP 15 del CDB, en 2022 (2).
El Marco Global de Biodiversidad establece, entre sus objetivos globales para 2050, la meta de lograr recursos financieros suficientes para cerrar progresivamente la brecha de financiación de la biodiversidad de 700.000 millones de dólares anuales. Por este motivo, uno de los temas clave que se debatirán en Cali en la COP16 son los mecanismos financieros necesarios para cerrar este déficit.
Sin embargo, al igual que ocurre con la financiación de la lucha contra el cambio climático, que afirma que se necesitarían al menos 100.000 millones de dólares al año para combatirlo, estas cifras salen de cálculos descabellados, pero están claramente dirigidas a intentar salvar al capitalismo de su actual crisis de acumulación.
Uno de los informes clave para que el CDB haya llegado a esta cifra de 700.000 millones en el Marco Mundial de la Biodiversidad de Kunming-Montreal es el documento Financiar la naturaleza: Cerrando la brecha financiera global de la biodiversidad (3). No es la primera vez que documentos de renombre elaborados por consultores sirven de base para los debates internacionales sobre el clima y la biodiversidad. Lo mismo ocurrió con el histórico documento Informe Stern: La economía del cambio climático (4) encargado por el gobierno británico y publicado en octubre de 2006 (Nicholas Stern fue economista del Banco Mundial) o el informe provisional sobre La economía de los ecosistemas y la biodiversidad (TEEB, por su nombre en inglés) (5) en 2008, encargado por la Comisión Europea, con Pavan Sukhdev como responsable (entonces jefe de la división de mercados internacionales del Deutsche Bank).
En el caso de Financiar la naturaleza, lo elaboraron tres organizaciones. El Instituto Paulson, fundado por Henry Paulson, ex Secretario del Tesoro de Estados Unidos y antiguo alto cargo de Goldman Sachs; The Nature Conservancy, la mayor transnacional conservacionista del mundo y ahora socia del sistema financiero internacional; y el Centro Cornell Atkinson para la Sostenibilidad, un think tank estadounidense creado por David Atkinson, ex vicepresidente de JP Morgan, uno de los mayores conglomerados financieros del mundo. En el prólogo de la publicación figuran nombres como directores del Fondo Monetario Internacional (FM), el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Central Europeo, así como Michael Bloomberg, fundador de la empresa de información financiera Bloomberg, entre otros.
No es de extrañar que estos informes, como Financiar la naturaleza: Cerrando la brecha financiera global de la biodiversidad, estén dirigidos por personal bancario, ya que no se trata de propuestas para abordar las causas subyacentes de la pérdida de biodiversidad o el cambio climático, sino de profundizar en la financiarización de la naturaleza para sacar provecho de las crisis medioambientales y favorecer al sector privado empresarial con la ayuda del sistema financiero global.
En la siguiente entrevista con Andre Standing, de la Coalición por Acuerdos Pesqueros Justos (CFFA), aprenderemos más sobre el informe Financiar la Naturaleza y los peligros de ponerle precio a la biodiversidad.
Acción Ecológica: Andre, acabas de publicar un largo artículo (6) sobre el documento «Financing Nature: Closing the Global Biodiversity Finance Gap», que se ha convertido en uno de los informes más citados sobre conservación de la biodiversidad. También se hace referencia a él en el Objetivo D del Marco de Biodiversidad de Kunming-Montreal y se utilizó para establecer objetivos precisos para la movilización de recursos por las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de las Naciones Unidas. Es así que se argumenta en la COP16 es que existe un enorme déficit, o brecha, de financiación de al menos 700.000 millones de dólares al año.
Dinos, ¿por qué se habla tanto de brecha en la financiación de la biodiversidad? ¿A qué se refieren cuando hablan de déficit en el dinero que debería invertirse?
Andre Standing: Financiar la naturaleza ha sido un informe increíblemente influyente. Muchas organizaciones aceptan con fe ciega el déficit de financiación de 700.000 millones de dólares y, por supuesto, esto también incluye a los arquitectos del Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal. Hay algo muy atractivo en ver la crisis de la biodiversidad como un problema que requiere mucho dinero para resolverse. Sin embargo, creo que es esencial que la gente se dé cuenta de que esa cifra es un disparate, basada en unos cálculos muy dudosos. También creo que la idea de un déficit de financiación es una forma peligrosa de enfocar los debates sobre lo que se necesita para transformar las sociedades a fin de mejorar la conservación de la naturaleza. Pero es un enfoque que conviene a muchas organizaciones.
Los informes sobre el déficit de financiación se han convertido en un tipo de publicación muy popular en la última década. Todos siguen la misma fórmula y muestran sistemáticamente que la brecha es tan grande que la financiación pública no puede cerrarla, por lo que la financiación privada debe acudir al rescate. Sus recomendaciones siempre incluyen estrategias como “mezclar” dinero público con inversión privada...(7) Así que lo importante es considerar que estos informes sobre el déficit de financiación, incluido el de Financiar la naturaleza, tienen una motivación ideológica. Nadie debería aceptar estas cifras a menos que esté dispuesto a respaldar la opinión de que salvar la biodiversidad depende de una transferencia masiva de poder al sector financiero privado.
Acción Ecológica: En tu artículo describes por qué la cifra de 700.000 millones no es fiable. ¿Puede explicar cuáles son los problemas con esta cifra?
Andre Standing: Creo que el problema es que mucha de la gente que utiliza esta cifra probablemente no ha leído el informe en su totalidad.
Los informes sobre el déficit de financiación empiezan por establecer una base de referencia de lo que se gasta actualmente. Así, el documento Financiar la naturaleza intenta contabilizar todo el dinero que se gasta en el mundo y que tendría un impacto positivo en la conservación de la biodiversidad. Me parece extraño imaginar que alguien pueda hacer esto. Sin embargo, lo que hicieron los autores de este informe fue sumar todo el dinero que gastan los gobiernos en biodiversidad, con todo el dinero que se gasta a través de la ayuda al desarrollo, así como el dinero que se gasta a través de la financiación privada y los sistemas basados en el mercado, como los sistemas de etiquetado ecológico, las compensaciones de biodiversidad y los bonos verdes. El resultado, según los autores es que el mundo gasta unos 140.000 millones de dólares al año en salvar la biodiversidad.
Como describo en mi artículo, hay muchos problemas con los datos subyacentes. Parte del problema es que este método contabiliza iniciativas que sabemos que son ineficaces. Financiar la naturaleza, por ejemplo, asume que cuando el Banco Mundial informa que ha gastado millones en un proyecto destinado a reformas forestales o pesqueras, ese dinero ha tenido éxito. También se asume que los miles de millones gastados en compensaciones de biodiversidad tienen un beneficio neto para la naturaleza. Una gran parte de los fondos contabilizados por este mismo informe también procede de falsos bonos verdes y del valor global del Forest Stewardship Council (FSC) -entidad certificadora de las plantaciones forestales- o el «aceite de palma sostenible».
Pero también hay cuestiones más fundamentales. El informe acepta una relación directa entre dinero y conservación de la biodiversidad. Más dinero equivale a más éxito. Pero no tiene sentido comparar los gastos de una empresa estadounidense que paga por compensar la pérdida de biodiversidad con los de una organización comunitaria que trabaja en un proyecto de permacultura en un país del Sur. Lo que también resulta especialmente problemático de Financiar la naturaleza es que no hace ningún esfuerzo por recoger los esfuerzos y gastos de millones de Pueblos Indígenas y pequeños agricultores o pescadores que actúan como custodios de vastas zonas del planeta. No se incluyen en absoluto, mientras que unos pocos millones de dólares recaudados en un bono verde sí. Del mismo modo, el valor de un producto con una etiqueta ecológica corporativa se añade al total del gasto en biodiversidad, pero algo producido por un pequeño agricultor o pescador sin etiqueta no se contabiliza, aunque sepamos que este último es mucho más respetuoso con el medio ambiente que el primero.
Así pues, la cifra de referencia de lo que se está gastando no sólo que es falsa, sino que se basa en una perspectiva errónea. Y no hay una reflexión crítica sobre los resultados del dinero destinado a salvar la naturaleza, puesto que una parte del dinero representa un lavado verde corporativo que, de hecho, tiene un impacto perjudicial sobre la biodiversidad.
Acción Ecológica: Entonces, si el informe Financiar la naturaleza ha inventado una cifra de lo que se gasta, ¿cómo llega a una cifra de lo que se necesita?
André Standing: Bueno, la respuesta corta es que se inventan esta cifra basándose en unos cuantos informes polémicos. Es poco creíble que los autores del informe sepan cuánto dinero se necesita para resolver la crisis de la biodiversidad.
Por supuesto, el problema de calcular cuánto dinero se necesita para salvar la naturaleza depende del enfoque que se adopte. Un buen ejemplo de ello es el objetivo 30×30. En Financiar la naturaleza se basan en una cifra elaborada por otro informe que estimaba cuánto costaría declarar el 30 por ciento del planeta reserva natural estricta. Según ese informe, los costes anuales de funcionamiento de las zonas protegidas ascenderían a unos 190.000 millones de dólares. Se podrían decir muchas cosas sobre la exactitud de esa cifra, pero lo más grave es que la cifra de 190.000 millones se basa en un tipo específico de régimen de gestión, basado en gran medida en la aplicación de la ley y el ecoturismo. Alguien llegaría a una perspectiva completamente distinta de los costes si creyera en las áreas protegidas gestionadas por comunidades locales, donde muchas funciones de gestión se basan en el voluntariado y la ayuda mutua.
Me interesan especialmente las pesquerías marinas, y Financiar la naturaleza supuso que el mundo necesita gastar entre 23.000 y 47.000 millones de dólares en gestión pesquera para garantizar la sostenibilidad de los caladeros y la recuperación de las poblaciones de peces. Se trata de una cifra ridícula basada en un oscuro artículo académico escrito por biólogos marinos estadounidenses que proyectaba los costes mundiales de gestión de la pesca si todos los países gestionaran sus pesquerías como lo hace Estados Unidos: mediante cuotas individuales de captura. Cualquiera que esté familiarizado con la pesca sabe que este modelo es totalmente inaceptable para muchos países del Sur, ya que pondría en peligro el sustento de millones de personas. Además, una cantidad considerable de literatura sobre gestión pesquera muestra que lo que gastan los gobiernos en gestión no es un buen indicador de lo bien que se gestionan las pesquerías. Los expertos no se ponen de acuerdo sobre cuáles son los ingredientes del éxito, pero muchos apuntan a la importancia de la gobernanza democrática, la capacidad de resistir a los grupos de presión empresariales y a la corrupción, y sistemas de tenencia que favorezcan métodos de pesca artesanal de bajo impacto. El dinero, o la falta de él, no es el mayor problema.
Así pues, si nos preguntamos cómo han llegado los autores de Financiar la naturaleza a una estimación de lo que hay que gastar, está bastante claro que estas cifras proceden de algunos trabajos de investigación muy dudosos que nadie debería tomarse en serio.
Acción Ecológica: Tu artículo describe Financiar la naturaleza como una fantasía neoliberal. Esto se debe a la forma en que se prevé cerrar la brecha de financiación. ¿Puedes explicarlo?
André Standing: Financiar la naturaleza es un informe largo. Tiene más de 230 páginas. Aproximadamente la mitad se dedica a describir cómo cerrar el déficit de financiación imaginado. Lo que se expone en esta parte del informe es que el enorme déficit de financiación es demasiado grande para los gobiernos, por lo que la mayor parte del dinero necesario debe proceder de las finanzas privadas y las empresas. Se hace una propuesta bastante detallada sobre la procedencia del dinero. Se espera que los gobiernos sólo aumenten el gasto en biodiversidad en un 50 por ciento, y que la ayuda al desarrollo aumente en un 100 por ciento. Son partes bastante pequeñas de la propuesta. En comparación, elementos como las compensaciones por pérdida de biodiversidad, los bonos verdes y las ecoetiquetas tienen que crecer más de veinte veces, lo que significa que se convierten en la corriente dominante de financiación para la conservación de la biodiversidad.
Creo que esta propuesta no es sorprendente, dado que Financiar la naturaleza fue redactada por tres organizaciones estadounidenses muy vinculadas al sector bancario. Pero tenemos que ver que esta es la visión en el futuro. Lo que también dice el informe es que, para desbloquear todo este flujo de financiación privada, los Estados y las comunidades tienen que alinearse, de modo que puedan asegurarse de que las circunstancias son propicias para los inversores privados. Creo que debemos preguntarnos qué significa eso en la práctica. Esencialmente, significa que la gestión de los recursos naturales tiene que privatizarse y gestionarse con ánimo de lucro, y que los escasos fondos estatales deben utilizarse para garantías crediticias, por ejemplo.
Lo que resulta evidente al leer Financiar la naturaleza es que todo esto es una fantasía. El informe no es una publicación seria sobre soluciones a la crisis de la biodiversidad, sino una elaborada herramienta de marketing escrita por organizaciones que quieren vender la conservación a los inversores. La pregunta que debemos hacernos es cómo este informe ha llegado tomarse tan en serio y cómo ha llegado a incluirse en el texto del Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal. Lastimosamente, muchas organizaciones aliadas hacen también referencia al déficit de financiación de 700.000 millones de dólares como si fuera real.
Acción Ecológica: Estamos de acuerdo en que se trata de un problema del que estamos siendo testigos en muchas reuniones internacionales. Por ejemplo, en septiembre de este año, un mes antes de la COP16, se celebró en Colombia la Cumbre sobre Financiación de la Biodiversidad (8), organizada por el gobierno colombiano. En esta cumbre, a la que asistieron el Banco Mundial, el BID, asociaciones de banca privada, instituciones como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNDU) o el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) o grandes ONGs como WWF y otros, quedó claro hacia dónde se dirige esta financiación. Es abrir enormes flujos de dinero del sector público al sector privado y a los bancos; abrir un devastador y peligroso endeudamiento de los pequeños y medianos empresarios colombianos mediante el acceso a créditos verdes o azules; y, la búsqueda de nuevos negocios con menor riesgo para los inversionistas mediante garantías y seguros; y, al mismo tiempo, tomar de los fondos filantrópicos para el medio ambiente, que se sabe ascienden a miles de millones de dólares de donantes privados. Por mencionar sólo algunos de los intereses de quienes ponen sus miras en lucrar con la crisis de pérdida de biodiversidad y no parecen verdaderamente preocupados por atacar las causas de esta crisis.
La misma lógica se está aplicando ahora en la reunión de la COP16. Entonces, ¿por qué la idea del déficit de financiación recibe un apoyo tan generalizado?
André Standing: Creo que exponer los defectos de la idea del déficit de financiación de 700.000 millones plantea una serie de cuestiones difíciles. Por supuesto, muchas organizaciones que trabajan en el ámbito de la conservación buscan más dinero, y estas enormes cifras del déficit de financiación son claramente útiles. También es cierto que los países del Norte tienen una deuda ecológica con los del Sur, y creo que algunas organizaciones malinterpretan estas cifras como una especie de objetivo de reparación de esta deuda.
Pero creo que necesitamos reflexionar más seriamente sobre el papel del dinero en la conservación y, en particular, sobre las amenazas que supone orientarse hacia un modelo de pago de la conservación mediante financiación privada. La cuestión central de Financiar la Naturaleza es cómo gestiona la sociedad los recursos compartidos. Cómo se genera y distribuye el dinero es de vital importancia, pero la idea de que los sistemas sostenibles y equitativos de gestión de los recursos dependen de enormes cantidades de inversión externa parece errónea y contradice mucho de lo que defienden los movimientos sociales del Sur, como revivir el ideal de tejer y cuidar territorios, y avanzar hacia la soberanía alimentaria.
Como tú lo dices, la vía de la financiación privada aumentará el flujo de dinero hacia los países del Sur, pero gran parte será en forma de deuda. Este dinero tendrá que ser reembolsado. Así que, si se cierra la brecha de financiación, acabará representando una enorme transferencia de riqueza del Sur al Norte. También implicará probablemente una continuación de la transferencia del control sobre el uso de los recursos naturales a las organizaciones mejor situadas para acceder al capital financiero. Creo que es evidente por qué el déficit de financiación de 700.000 millones de dólares no debe asociarse al pago de una deuda ecológica.
Al denunciar el objetivo de los 700.000 millones de dólares como un peligroso disparate, no debemos pasar por alto que existen auténticas necesidades de redistribución del dinero, incluido el apoyo a entidades gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil o comunitarias con escasos recursos. Pero la cuestión, que debería ser el centro de atención de la COP16, es cómo puede generarse este dinero de forma sostenible, equitativa y justa complementando al mismo tiempo un sistema que no esté casado con el crecimiento económico interminable. Desgraciadamente, gracias a informes como Financiar la naturaleza, parece que vamos en la dirección equivocada.
Acción Ecológica: Como bien lo explicas, el documento Financiar la naturaleza ha tenido un profundo impacto en los debates mundiales sobre la conservación de la biodiversidad y se utiliza para uno de los cuatro objetivos del Acuerdo Marco del CDB de Kunming-Montreal. Esto se está viendo en las negociaciones sobre biodiversidad de la COP16. En Cali se está profundizando en la idea de que poner precio a la naturaleza y su financiarización puede servir para salvar el planeta.
Debemos recordar que la propuesta de “cerrar las brechas de financiación” no aparece con el tema de la financiación del clima o la biodiversidad. Esta ha sido una obsesión de los capitalistas durante siglos. Ya ha ocurrido, por ejemplo, para acelerar la salida de mercancías y la necesidad de ferrocarriles o carreteras, las subvenciones estatales o, sobre todo, para hacer frente a la resistencia, la resistencia de la naturaleza y la resistencia de los pueblos.
Centrarse en aumentar la financiación para el cambio climático o la biodiversidad es una distracción de los debates urgentes sobre las causas profundas de la pérdida de biodiversidad o del calentamiento global, como la necesidad de dejar los hidrocarburos en el suelo, de producir y transportar menos manufacturas y de que el Norte global consuma menos, y de respetar los derechos colectivos, de los pueblos y de la naturaleza.
(1) Sixteenth meeting of the
Conference of the Parties to the Convention on Biological Diversity (COP 16) https://www.cbd.int/conferences/2024
(2) Decisión adoptada por la
Conferencia de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica,
diciembre 2022 https://www.cbd.int/doc/decisions/cop-15/cop-15-dec-04-en.pdf
(3) El informe completo de Financing
Nature está disponible aquí: https://www.paulsoninstitute.org/wp-content/uploads/2020/10/FINANCING-NATURE_Full-Report_Final-with-endorsements_101420.pdf
(4) Gobierno del Reino Unido. TEEB. https://web.archive.org/web/20061114045919/http://www.hm-treasury.gov.uk/independent_reviews/stern_review_economics_climate_change/stern_review_report.cfmResumen
en inglés aquí. https://www.miteco.gob.es/content/dam/miteco/es/cambio-climatico/publicaciones/documentos-de-interes/stern_conclusiones_esp_tcm30-178350.pdf
(5) La economía de los ecosistemas y
la biodiversidad, Comunidades Europeas, 2008 https://www.teebweb.org/media/2008/05/TEEB-Interim-Report_Spanish.pdf
(6) CFFA, Why the $700 billion funding
gap for biodiversity is dangerous nonsense: Implications for the oceans and
small-scale fisheries, octubre 2024 https://www.cffacape.org/publications-blog/funding-gap-dangerous-nonsense
(7) Véase UNCTAD (2023) “SDG
investment is growing, but too slowly: The investment gap is now $4 trillion,
up from $2.5 in 2015”, disponible aquí. https://unctad.org/publication/sdg-investment-trends-monitor-issue-4
(8) Cumbre sobre financiamiento para
la biodiversidad, Camino a la COP16, 20 de septiembre de 2024 https://www.youtube.com/watch?v=kToDWiNbQMY
Fuente: Boletín del WRM Nº 273
| Diciembre 2024 |pp.31- 37 wrm@wrm.org.uy | http://www.wrm.org.uy/es
[1] Entrevista
completa en: https://www.accionecologica.org/wp-content/uploads/financiamiento-biodiversidad-final.pdf
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