Geodisio
Castillo
“En un momento
como la actual, con la pandemia avanzando a nuestra tierra. Con el miedo
implantado, al principio nos quedamos anonadados, pero hemos reaccionado,
porque nosotros los agricultores nos dimos cuenta que, solo alimentándonos
sanamente, que es medicinal, nos enfrentaremos a la pandemia. Le daremos un
alto a su avance si nos permiten” ... indicó un agricultor.
Diálogo
virtual con la dirigencia de la comunidad de Yandub-Nargana
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Sin embargo, para que la agricultura en la Comarca Gunayala se
incremente mínimamente, necesita un “soplo de esperanza o de vida” para las
comunidades, Yandub-Narganá, Nalunega, Wissubwala, Centro de Atención y
Aprendizaje Ina Ibegungalu[1]
y organizaciones como la juventud Olonagdiginya (jóvenes agricultores) y otras
comunidades tantas que se encuentran dentro del área protegida o silvestre del
corregimiento de Narganá.
El Centro de Desarrollo Ambiental y Humano (CENDAH), consciente
que los agricultores, para que cumplan con su rol de desarrollo comunitario
desde nuestra cosmovisión, necesitan atención y apoyo específicos
para reforzar su eficacia y sostenibilidad. Los pueblos indígenas lo vienen
haciendo respetando la tierra y su biodiversidad para mantenerla sana desde el
conocimiento ancestral, han mantenido adaptándose a lo largo de los siglos aplicando
prácticas agroforestales y de regeneración para mantener la tierra sana y
asegurar la vida.
No olvidar y revalorar los conocimientos ancestrales sobre los
sistemas alimentarios de nainu, es comprender la importancia que tiene el
ecosistema que los rodea en la producción de alimentos. Y estar concienzados
sobre la necesidad de un ambiente sano y biodiverso para el futuro de la
seguridad alimentaria, identidad y cultura.
Los pequeños productores agrícolas si antes de la pandemia tenían
restricciones, hoy más aún continúan enfrentándose a graves restricciones, por
el distanciamiento. Algunos consiguen producir, pero no lo suficiente como para
durar por todo el año. Otros tal vez puedan generar un pequeño excedente, pero
se les dificulta ser solidarios, porque las semillas nativas desaparecen. En
general, los pequeños agricultores Gunadule no tienen acceso a insumos
productivos por la escasez de semillas que les viene encima.
CENDAH en su afán de dar un soplo de vida o de esperanza, inicia
en pequeño, apoyo a las comunidades del sector 1, ubicados dentro la Zona
Cultural Marina del Área Silvestre ubicado en el Corregimiento de Narganá,
comunidades tales como Yandub-Narganá, eso gracias al apoyo de Cultural
Survival de los Estados Unidos. Esta iniciativa, no es un proyecto, son
semillas de apoyo, que crecerán y se distribuirán solidariamente a otras
comunidades.
Recolectando cepas de plátanos / bananos, y producto. Foto: Adrián P. |
Para que la pequeña iniciativa sea visible y cumpla sus metas,
CENDAH ha formado una alianza entre el Instituto del Patrimonio Cultural del
Pueblo Guna (IPCPG) de Onmaggeddummad Namaggaled (Congreso General de la
Cultura Guna) y las comunidades beneficiarias[2].
El Covid-19 está agravando la vulnerable situación en la que se
encuentran la mayoría de los pueblos indígenas. En este contexto, el gobierno
nacional debe garantizar que las respuestas aborden los riesgos y
vulnerabilidades específicas de la población indígena del país, aseguren su participación
activa e incluyan medidas para su protección, basadas y respetando sus
conocimientos ancestrales. Aseguren la producción alimentaria incrementándolos,
a fin de salvaguardar el patrimonio agropecuario del país como garantes de
nuestra seguridad alimentaria[3].
También es importante reconocer que los pueblos indígenas son
socios indispensables en la lucha contra la pandemia. Los pueblos indígenas cuentan
con instituciones de gobernabilidad y conocimientos igual que científica para
proteger la biodiversidad, incluyendo sistemas propios de salud y alimentación,
que pueden contribuir enormemente a construir respuestas exitosas de emergencia
y recuperación ante la COVID-19[4].
Pareciera que los pueblos indígenas pierden con la pandemia su autonomía,
la facultad de organizar y dirigir su vida interna, de acuerdo a sus propios
valores, cosmovisión, instituciones, y mecanismos, con el fin de “obtener de un
máximo de bienestar con un mínimo de consumo”[5].
[1]
Centro Agrícola y Medicinal de Bingandi (Coordillera)