Geodisio
Castillo
Los pueblos indígenas siempre han
considerado que esta tierra es sagrada y
que el bienestar y la salud del planeta entero dependen de su salud y
conservación. Esta visión es la que motivó y sigue motivando a los
pueblos indígenas a mantener la conservación y restauración de sus territorios.
Tierras hoy en día usurpadas al que se enfrentan por derecho a su recuperación;
tierras ancestrales degradadas y restaurar nuevamente su vitalidad, tal y como
existían antes de la expansión de la agricultura occidental y la deforestación.
Una vida,
un trabajo, una educación entre la naturaleza de Bingandi, Gunayala. Foto: Gubiler, 05/2021
Los
españoles a su llegada a Abia Yala
impusieron ciertos cambios en la agricultura de los pueblos indígenas,
rompiendo el sistema tradicional y ritual, e implantaron una dependencia a los
monocultivos y a la alimentación. Obligaron a los Mayas a cultivar lo que sus
nuevos amos demandaban, surge entonces el monocultivo del maíz y del frijol destruyendo
los ecosistemas y a la civilización Maya (Vargas 1995).
Los pueblos indígenas como las comunidades locales tienen
una fuerte conexión con las tierras, lo que se pueden observar en las prácticas
agroecológicas que tienen un componente importante de conservación de
ecosistemas naturales. Esta conexión con su medio natural ayuda a conservar
áreas únicas de cada región y protegen las cuencas que proporcionan agua
potable a las personas de las tierras bajas.
Los líderes de los pueblos originarios tienen
su propio estilo de conservación que es tan efectivo – sino más efectivo – que
los esfuerzos convencionales. Tradicionalmente los líderes comunitarios
y líderes espirituales se congregan para dialogar
y decidir cuáles de las tierras han quedado exhaustas por causa de la
sobreexplotación y no deberían usarse para los cultivos. Entonces trasladan los
cultivos a otros sitios, permitiendo que la naturaleza haga su trabajo de recuperación
o restauración del paisaje forestal (Castillo 2001; Conklin 1963; Cooke 1998; Holdridge 1987; Sánchez 1995; Vélez y Vélez 1995; Warner 1994). Este
principio de diálogo,
es la que aún prevalece fuerte en las comunidades gunadule.
El diálogo es el principio que hace que la participación
sea efectiva en las comunidades para conocer, resolver o buscar alternativas a
la situación ambiental, social y económica de la sociedad gunadule.
Enfrentando a problemas ajenos: pérdida de biodiversidad
La
deforestación y la degradación de los bosques es el mayor causante de la
pérdida de la biodiversidad se calcula que anualmente desaparecen en todo el
mundo 178 millones de hectáreas de bosque, principalmente en los trópicos (FAO
y PNUMA 2020). Tradicionalmente, la tierra deforestada es debido a causa del
cambio de usos de la tierra o destinado sobre todo para la producción de
cultivos alimentarios y usos ganaderos (FAO y PNUMA 2020; Sánchez 1995; TFD
2008). Según la FAO y PNUMA (2020), 55% de los bosques plantados, “otros
bosques plantados”, son bosques que pueden parecerse a los bosques naturales maduros
y comprenden bosques establecidos para la restauración de los ecosistemas y la
protección del suelo y el agua.
En cualquier país, los cambios económicos provocan
cambios aún más significativos en los recursos naturales y el ambiente del país
en cuestión. Este principio es especialmente aplicable a los países en
desarrollo, en los que la explotación del capital natural desempeña un papel
determinante en el crecimiento económico, aun cuando a menudo dicho crecimiento
no contribuya al desarrollo, sobre todo en regiones sujetas a deforestación
(TFD 2008).
Hay impulsores directos e indirectos (FAO y PNUMA
2020; CDB 2006) que causan la pérdida de la biodiversidad, y uno de ellos es la
pérdida de hábitat por la deforestación por el cambio de uso de tierra. Entre
los impulsores indirectos tenemos: demográficos, económicos, ciencia y
tecnología, sociopolíticos, culturales y religiosos. Estos factores nos llevan
a la demanda de alimentos y de energía. Estas demandas contribuyen directamente
a la explotación excesiva de recursos, cambio de hábitat (deforestación),
contaminación por nitrógeno y fósforo (agroquímicos), especies invasoras o
exóticas y el cambio climático, lo que conlleva finalmente a la pérdida de
biodiversidad.
La deforestación como causante principal de la pérdida
de la biodiversidad es debido a la pobreza, según
los gobiernos, porque la conservación de la biodiversidad usualmente no es una
prioridad social para los gobiernos. Los cambios económicos provocados por el
auge de las exportaciones (como, por ejemplo, los asociados al petróleo y los
minerales); los subsidios agrarios; la demanda de productos agrícolas, los
monocultivos y la ganadería, las distorsiones del mercado, como las causadas
por restricciones a las exportaciones durante largo tiempo, y una mala gestión
de la tierra o los bosques, han afectado los sistemas agroecológicos
tradicionales de uso de la tierra de los pueblos indígenas (Sánchez 1995; TFD 2008).
Según la FAO y PNUMA (2020), La expansión agrícola
sigue siendo la principal causa de deforestación y fragmentación del bosque
y la pérdida asociada de biodiversidad forestal. Irónicamente, la resiliencia
de los sistemas alimentarios humanos y su capacidad de adaptarse a los cambios futuros
dependen de esa misma biodiversidad, en especial de las especies arbustivas y
arbóreas adaptadas a las tierras secas que ayudan a combatir la
desertificación; las especies de insectos, murciélagos y aves que habitan en
los bosques y polinizan los cultivos; los árboles con sistemas radiculares
extensos que se encuentran en ecosistemas montañosos y que evitan la erosión
del suelo, y las especies de manglares que favorecen la resiliencia ante la
inundación en zonas costeras. Al acentuarse los riesgos para los sistemas
alimentarios por el cambio climático, la función de los bosques de captar y
fijar carbono y mitigar el cambio climático es cada vez más importante para el
sector agrícola.
A partir de nuestra propia historia: conservar y restaurar
tierras
Los
bosques tropicales son ecosistemas de
biodiversidad donde las especies han evolucionado de manera distinta,
permitiendo el auge de especies de flora y fauna que no se encuentra en ningún
otra parte del mundo.
Durante milenios, los agricultores de todo el mundo
han empleado los conocimientos agroecológicos, también llamada agricultura
biológica, orgánica o ecológica, agro-forestal para proteger los cultivos de las
plagas, infecciones de hongos y de virus. Entre las técnicas muy sofisticadas
están la alternancia de múltiples cultivos intercalados o policultivos
(Castillo 2001; Vargas 1995).
Los agricultores gunadule
utilizaron los recursos naturales renovables en la aplicación de abonos
naturales u orgánicos, tales como gwiba
- coquillo (Jathropha curcas), obser – dulub sigagid (cycas - Zamia skinneri y Z. cunaria), masar - caña
blanca (Gynerium sagittatum) su parte
blanda, sidsi o sabdur - jagua (Genipa
americana) triturada para mezclarlos con las semillas y también iglisaa para mezclarlos con la tierra,
donde se van a sembrar. El uso de iglisaa, residuos que dejan las hormigas
(igli) cortadoras, aunque destruyen
los cultivos, es resaltado por Ramírez y Calle (2003), que estos al recolectar
y concentrar grandes cantidades de hojas, las hormigas enriquecen el suelo.
Además, mejoran las propiedades físicas del suelo; así, el drenaje y la
aireación son localmente modificados por los nidos. Estos cambios particulares
inducen patrones particulares de asociación de la vegetación.
Adaptando los cultivos al ambiente local,
diversificándolos (policultivos), de esta forma los agricultores indígenas no
usan agroquímicos, integran el manejo del sistema agroecológico en su
totalidad, maximizando los beneficios a largo plazo, valorando la salud
ambiental y humana y por lo tanto conservando los recursos naturales y
ecosistemas existentes en los cultivos y sus alrededores, protegiendo el suelo
de la desnutrición, la erosión y la infestación por malezas y plagas (Castillo
y Beer 1983; Castillo 2001; Vargas 1995). Este
sistema de manejo agrícola indígena no destruye el bosque, sino que lo
reemplaza con una serie sucesoria de rebrotes creando variedad de ecozonas
(Nations y Nigh 1978), permitiendo cosechar varios cultivos, recolectar plantas
silvestres y, mejorar la caza (Ventocilla,
Herrera y Núñez 1992).
Hay cuantiosa información sobre la capacidad
del pueblo gunadule, informaciones generales y específicas sobre el uso de la tierra,
plantas y animales (Ventocilla, Herrera y Núñez 1992). Esta práctica de uso del suelo tiene sus propias acepciones en cada
cultura, llamase
agricultura migratoria, roza, monte, rastrojo, conuco, chagra, nainu, neubata egoro, pickaajem jep, milpa, slash and burn, shifting cultivation, swidden farming, entre otros
(Castillo 2006; Conklin 1963; Holdridge 1987; Sánchez 1973). Sistemas que eran considerados hasta
hace poco perjudicial o en detrimento al uso del suelo, lo que ha demostrado lo
contrario (Bolaños 1995; Conklin 1963; Salas 1987; Vélez y Vélez 1995; Warner
1994).
Son
conocimientos aplicables para incrementar la producción
y manejo forestal y agroforestal, también para identificar los usos y manejo de
árboles, plantas silvestres o cultivadas y los sistemas agroecológicos y/o
agroforestales existentes en el área (Castillo 2001; Ventocilla, Herrera y
Núñez 1992). Sobre especies arbóreas y de
especies cultivadas que se siembran en combinaciones, e infinidades de
combinaciones multiestratificadas, Castillo y Beer (1983), cita 72
combinaciones agroforestales, solamente para la región Gardi en la Comarca Gunayala.
Entre estos intercalados aparecen 48 especies de árboles y 16 cultivos entre
anuales y perennes. Hay 36 especies de árboles que sirven para construir
cayucos. Para leña utilizan 32 especies, para la construcción de chozas
tradicionales se utilizan 40 especies de árboles que sirven de postes o estructura.
Muchos productos forestales y no maderables provienen del bosque para uso
artesanal, medicinal y alimento. El mejor techo de una vivienda gunadule y con duración hasta más de 20
años aproximados es la hoja de la palma werug (Manicaria saccifera),
muy cotizado entre las comunidades, el valor de la hoja se encuentra entre los 0.25
a 0.35 centavos el balboa. El sargi (Heteropsis oblongifolia), es
una liana, planta que germina sobre el suelo y las plántulas trepan a un árbol
huésped en el dosel bajo. Una vez que el tallo se ha establecido, descienden
las raíces aéreas y eventualmente maduran y se expanden en el suelo. Las raíces
fuertes y flexibles de esta liana sirven de material de amarre en construcción
de las viviendas gunadule y también
sirven en cestería.
Las comunidades indígenas de Huastec de México han desarrollado formas de gestión forestal en
las que cultivan más de 300 plantas diferentes en una mezcla de pequeños
huertos, campos agrícolas y parcelas de bosque. Los Quechua y Aymara de los
Andes cultivan hasta 500 variedades de papas en las terrazas. Los indígenas de
la cuenca Amazónica pueden cultivar hasta más de 100 productos en 1 ha. de
bosque quemado y desmontado. O como los Sikuani
de Colombia y Venezuela que han desarrollado en su conuco una horticultura de tumba y quema basada en el cultivo de la
yuca amarga (Manihot esculenta) con
una gran variedad y asociadas a otros cultivos (Rojas 1994). Los Ye’kwana de Venezuela manipularon 60
variedades de yuca (Manihot spp.) y
los Sanema cultivaron 8 variedades de
bananos y plátanos en sus conucos
rotatorios (Colchester, Silva y Tomedes 2004). Los agricultores gunadule del sector Gardi (Urgandi) han desarrollado en su nainu una horticultura de tala y quema
basada en la yuca amarga con algunas variedades y dejan asociar a la Mucuna spp. o gabidubaled (frijol abono o terciopelo),
cuando van cosechando la yuca. Finalmente, la Mucuna domina toda la plantación, como cultivo de cobertura, hasta
el nuevo período de siembra de yuca; es decir, que la Mucuna se deja en barbecho por varios años, para que el suelo
recupere su fertilidad. La Mucuna no
necesita ser resembrada, porque las abundantes semillas que producen caen al
suelo, hasta que la lluvia lo vuelve a regenerar. La biodiversidad en los
sistemas agroecológicos indígenas es un indicador de un ecosistema saludable.
La chinampa,
huerto flotante típico de la agricultura Azteca, donde se cultivaban flores y
legumbres. Los cultivos se realizaban sobre las balsas que contenían una capa
de tierra o lodo para fertilizar, flotando en lagos y canales de ríos de aguas
tranquilas. Los Mayas desarrollaron prácticas hortícolas denominados ka’anche (almácigo elevado), lo cual
permite producir hortalizas y semillas, que luego serán trasplantadas para su
cultivo en el suelo (De León 1988). Además,
desarrollaron una agricultura intensiva de riego, construyeron canales de riego
y de desagüe, terrazas artificiales de cultivo hechas en la región de Becán e
Xpuhil (Vargas 1995). En la Amazonía Colombiana del medio Caqueta se desarrolló
la agricultura de chagras, un sistema
de barbecho de cortos períodos de utilización y abandonos, un sistema
agroforestal dinámico (Vélez y Vélez 1995). Los Incas construyeron cuencas
artificiales, con terrazas que reproducía diferentes zonas ecológicas, la cual
servía como un indicador de cualquier fluctuación anual mínima de la esperada
productividad de muchas zonas ecológicas del imperio incaico. Además, en el altiplano
de los Andes desarrollaron la agricultura de cochas y de camellones o waru-waru
(Quechua - campos elevados) (Altieri 1999; Erickson 1986). Las cochas o lagunas artificiales se crearon en las punas usadas para cultivar y para dar de
beber al ganado. Estas lagunas pueden ser redondas, alargadas o rectangulares,
y están compuestas por un gran número de surcos simétricos que recolectan el
agua de las lluvias y la conducen entre los camellones de los surcos. Los waru son construidos para
mejorar el drenaje y para lograr modificaciones climáticas y micro-ambientales
tendientes a mejorar el suelo, las tasas de crecimiento, y el control de la
humedad (Erickson 1986). Se
han detectado sistemas de este tipo en diversas regiones tropicales de Abiayala,
tanto en tierras bajas y altas (Erickson 1986). Los
indígenas de las amazonas clasificaron el uso de la tierra (De León 1988), con
distinciones jerárquicas en relación con tributarios de los ríos en: (1) a lo
largo de las avenidas de agua, (2) entre las avenidas de agua y en a)
permanentemente inundadas b) estacionalmente inundadas, c) no inundadas. La chinampa,
el ka’anche, la cocha, el waru-waru son
sistemas que han sido efectivos para la irrigación, drenaje, mantenimiento de
la fertilidad del suelo y manejo y control de plagas y enfermedades (Posey
1999).
A partir del saber y el conocimiento de los pueblos
indígenas hay mucho más que saber para conservar y restaurar los territorios.
Han demostrado y siguen demostrando que estos conocimientos son tan válidos y
fundamentales como los de los “expertos” científicos o planeadores sociales;
tanto es así, que en los últimos años ha ido creciendo el interés por conocer
más sobre el tema (Bolaños y Sánchez 1995; Cabrera y otros 2001; Conklin 1963; Posey
1999; Salas 1987; Warner 1994). Lo que falta es sistematizarlos. Los pocos estudios
realizados en la Eco-Región Darién-Guna y los proyectos ejecutados en materia
agroecológica insisten en recomendar la sistematización e innovación de los
modelos prevalecientes de los sistemas agroecológicos de manejo forestal y
agroforestal a partir del conocimiento local (Castillo 2006).
El sistema de nainu familiar, para conservar y
restaurar tierras
La agricultura de nainu entre los gunadulegan (plural de gunadule) o la agricultura neubata egoro y
pickaajem jep entre los embera-wounaan, son sistemas
agroecológicos
sofisticados y complejos adaptados al ambiente tropical, es una agricultura
orgánica y sostenible que tiene relación entre el bosque, el barbecho o
conservación de suelos y cuencas (Castillo 2001, 2006). Los sistemas agrícolas de nainu o parcelas de siembra se desarrollaron bajo la
unidad de producción familiar, al que se le conoce sistema de producción
agroforestal de nainu familiar, como casi todos los sistemas alimentarios
de la agricultura indígena (Sánchez 1995; Vélez y Vélez 1995). Con el tiempo o
por influencias exógenos la agricultura de nainu
bajo la unidad de producción familiar pasó a ser comunal, esta forma de
trabajar está presentando problemas para
el desarrollo sostenible. Actualmente existen seis categorías de tenencia: tierra heredada, tierra propia, tierra
familiar, tierra comunal, tierra de asociaciones o grupos y tierra prestada (Castillo y Beer 1983;
Castillo 2001).
Castillo (2001) indica que la
forma utilizada para conservar acceso a la tierra en Gunayala, es la plantación de árboles útiles en sus sistemas
agrícolas, asociado a una gran diversidad de especies vegetales, denominado nainu por los gunadulegan, lo que, además, permite una
gestión sostenible de los suelos de ladera, muy frágil a la erosión. La
agricultura de nainu familiar también es practicada en tierras planas
costeras, humedales y aluviales. Se caracteriza por una serie de actividades:
cultivos en nainu familiar, tala y quema, recolección, caza y pesca.
Aprovechamiento de métodos naturales para la renovación de la fertilidad de los
suelos, sobre todo el método de "rotación de tierra o parcela" o
dejando la tierra en barbecho con labranza “cero”.
Los
estudios han demostrado que la agricultura de nainu familiar, asociado a
una gran diversidad de especies forestales y vegetales, sustituyen de una u
otra forma al bosque o sirven de cinturones para que lo agricultores gunadule no avancen a los bosques
naturales de la cuenca alta, no ha sido un obstáculo para proteger el bosque o
los ecosistemas naturales (Castillo 2001).
La
planificación del uso de la tierra es una actividad antigua (Holdridge 1987). Y
es así, porque el agricultor gunadule
zonifica en el terreno el uso de la tierra, basado en la cuenca, para su mejor
manejo, porque el nainu familiar se
convierte en la unidad de manejo. Frente a cada comunidad los terrenos se
encuentran zonificados para su uso productivo. La franja costera sin manglares
se usa para el cultivo de ogob (Cocos nucifera), si hay presencia de
manglares le sigue el cultivo de ogob,
combinados en su mayoría con cultivo de masi.
La cuenca es la base agroecológica de los cultivos de producción por nainu, luego lo siguen los cultivos en
laderas, el bosque de producción para recolectar plantas medicinales u otros
productos forestales y forestales no maderables (ver, Esquema 1).
Esquema 1: Zonificación
o planificación gunadule de uso de la tierra
La
agricultura neubata egoro y pickaajem jep, de los embera y wounaan, es una forma agroecológica amigable con la
tierra. Pero estos conocimientos tradicionales van perdiéndose rápidamente,
igual ocurre con los Ngäbe-Bugle, y
que aún, el gunadule lucha por
mantener. El efecto de la devastación cultural y ambiental y la imposición de
un solo modelo de desarrollo tiene como consecuencia inmediata el proceso de
cambio cultural, siendo esto muy fuerte en las nuevas generaciones, dejando de
ser receptoras de la transmisión de los saberes y conocimientos o viceversa, ya
no se transmiten estos conocimientos a la nueva generación (Cabrera 2001;
Castillo 2001; CGK 2006; Ríos y Mora 2008; Vélez y Vélez 1995).
Según Castillo
(2006), los embera-wounaan generan
ingresos a través de la producción de plátanos y la artesanía. Para la
artesanía utilizan la palma tagua (Phytelephas seemannii) y el cocobolo (Dalbergia
retusa)
para hacer tallados y para la cestería utilizan la palma chunga (Astrocaryum
standleyanum).
La chunga es una palma bien cotizada que ha llevado a su posible extinción de
la especie. La chunga está siendo sobreexplotada, camino a la extinción, nace
en medio del bosque y se aprovecha talándolo para obtener mayor provecho de las
hojas, que es el material base para la cestería. No se resiembra. Lo que nos
indica que ahí, los conocimientos no se están transmitiendo.
Por otra parte,
los saberes y los conocimientos persisten, según observaciones de Castillo
(2006), el sistema agroforestal del cultivo de plátano (Musa spp.) asociado al guarumo (Cecropia
peltata), que practican los pueblos embera
y wounaan, tiene una finalidad -
minimizar el ataque de la sigatoka negra (Mycosphaerella
fijiensis Morelet). Pero el sistema agroforestal fue remplazado por
plantaciones puras o monocultivos de plátanos, introducida por expertos en
cultivo de plátanos o prácticas traídas de las bananeras. Esto ha llevado
pronto al ataque de la sigatoka. Pero el tiempo le ha dado volver a
experimentar o volver a la práctica de cultivo bajo sombra no tupida como es el
de guarumo. Las observaciones que han hecho, es que la sigatoka ataca menos.
Desde entonces este sistema nuevamente se ha implantado y va extendiéndose por
todas las plantaciones de los productores. Además del asocio con el guarumo
también combinan el cultivo con yuca, achiote, árboles frutales, entre otros.
Con este sistema se vuelve a conservar y restaurar el bosque.
Otros sistemas
agroforestales secuenciales lo encontramos en el kebun talun, desarrollados por los indígenas de las islas de Java
Occidental. Igual que en el sistema de nainu
familiar gunadule, en este
sistema las parcelas no se abandonan luego del ciclo de cultivos anuales, sino
que se practica un barbecho planificado,
que consiste en el aprovechamiento de las condiciones de las parcelas en
descanso y se cosechan algunos productos (Castillo 2001; OTS, CATIE 1986). Los
indígenas Bora de la Amazonía
peruana, desarrollaron el enriquecimiento
de los barbechos, que consisten en la siembra de especies aprovechables en los
campos de barbecho, de tal manera que las parcelas se continúan utilizando hasta
el restablecimiento del bosque, de ahí se convierten en lugares adecuados para
la caza (OTS, CATIE 1986).
Los huertos familiares o casero, es un sistema agroforestal simultáneo, que
juega un papel muy
importante entre los agricultores gunadule
y de hecho de la familia (ver, Fig. 1). Esta práctica agrícola es de uso
intenso, y se realiza en zonas costeras planas y de suelos aluviales y en
nabba sidsid (suelo negro), y en forma pasajera en suelos
aluviales de buggi. Este suelo es el más
preferido por ser un suelo fértil que puede mantener la producción de los
cultivos por largo tiempo (de 5
a 10 años) y dejarlo en barbecho por menos tiempo. El
uso del fuego controlado es más frecuente, para eliminar la vegetación secundaria.
En este sistema, la inclusión de árboles dentro de la parcela no es muy
frecuente, debido al uso del fuego. A pesar de esta restricción, se
dejan los linderos de árboles y la regeneración natural del bosque es común, y la práctica del
asocio de cultivos con árboles maderables y frutales. Este
sistema de uso intensivo ha mermado la fertilidad del suelo; estos suelos ricos
en nutrientes hoy ya no lo son y de ahí que la producción agrícola y forestal gunadule está teniendo problemas para
alimentar a su población (CGK 2006).
Fig. 1. Sistema
agroforestal simultáneo – agricultura de nainu o huerto familiar gunadule
Otro
ejemplo del sistema agroforestal simultáneo o huertos casero o familiares
son las chinampas ya descritas en líneas superiores, también tenemos el pekarangan huertos familiares de Java,
la cual han sobrevivido durante nueve siglos. En realidad, la falta de hileras
ordenada y limpia de vegetación es la que permite a los pekarangan producir sus propios fertilizantes naturales y
mantenerse libres de erosión aún en áreas críticas con manejo deficiente (OTS,
CATIE 1986).
Barbechos: sistemas agroecológicos
indígenas
La práctica común en una
agricultura de nainu familiar de
ladera, son cultivos continuos de duración entre 1 a 6 años. Pero aún persiste
el conocimiento de dejar, luego de los cultivos, las parcelas en descanso o en
barbechos por más de 4 a
14 años – nainu nussuggwa (parcela de
bosque secundario joven); actualmente muy pocos dejan que el nainu sered (parcela de bosque
secundario maduro) se desarrolle hasta 20 años o más. Pero la gran mayoría
tiende a utilizar nainu madduled
(parcela de rastrojo o matorral), de 1 a 3 años de descanso. Lógicamente cuando hay
cultivos mixtos, hay la tendencia a alargar el tiempo de cultivo comparado con
cultivos puros o monocultivos.
La
tendencia de acortar el tiempo de barbecho es negativo para que el suelo
recupere su fertilidad o su salud, esta práctica ya es común en casi toda la
agricultura de los pueblos indígenas y campesinos (Castillo 2010; Holdridge
1987). De ser así, no estaremos contribuyendo a restaurar nuestro paisaje
forestal, estaríamos contribuyendo a la muerte de nuestros hermanos árboles, al
bosque mismo, dejando sin vestimenta a nuestra Madre – Tierra (ver, Esquema 2).
Los agricultores gunadule conocen que la fertilidad del
suelo está relacionada a la existencia de los árboles. Por eso prefieren
trabajar la tierra en bosques maduros, porque saben que pueden obtener buenos
cultivos (Castillo 2001).
Después de la roza
suelen dejar que el suelo descanse, para desarrollar o regenerar una vegetación de
barbecho, compuesto de
arbustos y árboles, la cual poco a poco restablece la capa vegetal y fertilidad
del suelo, restablece el agotamiento del suelo, controla la erosión, malezas y
plagas, para asegurar una nueva cosecha en el mismo lugar (Bolaños y Sánchez
1995; Castillo 2010; Cooke 1998;
Holdridge 1987; Vargas 1995). Establecen negsered (bosque secundario), un
jardín botánico con plantas medicinales y/o cultivos perennes (vegetación de
barbecho).
Esquema 2: Sistema
de conocimiento tradicional guna de uso de la tierra
El barbecho está relacionado con el
conocimiento del agricultor guna
sobre los diferentes tipos de suelo (nabba)
y ecosistemas forestales y lo asocia con la presencia de especies de árboles y
plantas en el lugar (Castillo 2001, 2006). Por lo tanto, saben qué cultivos son
aptos para cada suelo, siendo el color el principal criterio que usan para
distinguirlo. Conocen cuatro grupos principales de suelo: nabba sidsid (suelo negro), nabba
ginnid (suelos rojo), nabba gorogwad
(suelo amarillo) y nabba gudurgwagwad
(suelo chocolate). Estos tipos principales de suelo se dividen a su vez de
acuerdo a sus propiedades, la palma werug
(Manicaria saccifera), masar
- caña blanca (Gynerium sagitattum) oros sibbu o ginnid - arroz blanco o
rojo (Oriza sativa y O. rufipogon) y gay - caña de azúcar (Sacchrum
officinarum) se siembran en nabba madda
(suelo húmedo o pantanoso). Además este tipo de suelo sirve de alternativas para la recuperación del paisaje
forestal y degradación de suelos para salvaguardar sus valiosos pero frágiles bosques.
Porque los suelos donde crecen estas plantas son pantanos o turberas y, por lo tanto, son sumideros de
carbono y su conservación contribuye a la mitigación del cambio climático.
Las
parcelas desbrozadas y quemadas en laderas se utilizan inmediata o
principalmente para los cultivos de oba
- maíz (Zea mays), oros arroz (Oriza spp.), mama
- yuca (Manihot esculenta) y masi - guineo/plátano (Musa
spp.). Como por lo general las parcelas que se sitúan allí están en
zonas de nabba ginnid (suelo arcilloso rojo y pesado), los
cultivos no pasan de 1 a 3 años, en algunos casos hasta 5 años y dejado en
barbecho por 15 a 20 años o más. En napa gorogwad (suelo de
color amarillo claro) de textura más liviana el barbecho es de 4 a 8 años. Esto
es conocer a la naturaleza, porque el suelo donde se trabaja es pobre,
expuesto a la erosión, al lavado de nutrientes por la lluvia y a
la degradación por el efecto del sol.
El
barbecho
es la vegetación que crece en un área durante un período de descanso, que por
lo general no es suficientemente largo para que reaparezca la vegetación
original. En el uso de la tierra hay una secuencia que se inicia con el barbecho
de bosque (más propiamente roza), barbecho de matorral, barbecho
de malezas, cultivos anuales y cultivos múltiples (Castillo 2001,
2010; Raintree 1987). Se pueden distinguir dos tipos de barbechos:
ü barbecho
económicamente mejorado, donde las plantas económicas son introducidas al
barbecho y;
ü los
barbechos biológicamente mejorados, donde las plantas son introducidas por su
capacidad de restaurar la fertilidad del suelo o suprimir el crecimiento de
malezas
El
barbecho mejorado
El período de barbecho se puede acortar
seleccionando los árboles que tienen la capacidad mayor de fertilizar el suelo.
Dentro de la roza se encuentran muchas características del barbecho mejorado,
ya que los agricultores indígenas generalmente seleccionan los árboles que van
a quemar y cuáles van a dejar protegidos para uso medicinal, económico y
alimentario para luego cosecharlos (Castillo 2001, 2006; Kass 1998; Vélez y
Vélez 1995). Estos árboles son generalmente: especies leguminosas que fijan nitrógeno,
especies de rápido crecimiento, especies que rebrotan de raíz, cuyos tocones se
dejan en el campo durante el período de cultivo, especies medicinales, especies
maderables, especies no maderables y especies frutales.
Estas prácticas indican
en conjunto un alto potencial de manejo, conservación y restauración de tierras.
Muchos árboles y plantas hacen esta función, como la uña de gato (Uncaria guianensis y U. tomentosa),
planta nativa medicinal muy utilizada en el trópico de Centro y Suramérica. Es
una liana trepadora, leñosa y voluble que crece entre las rozas y su tallo es
fuente de agua potable. La uña de gato es una planta de crecimiento agresivo,
su habilidad para brotar a partir de secciones del tallo y para recuperarse
después de la tala y la quema, así como su estrecha asociación con paisajes
antrópicos, indica en conjunto un alto potencial para el manejo (Alexiades 2004a).
Sangre de drago (Croton lechleri), especie pionera que
crece en claros o rozas abandonadas, ambiente ideal para que el Croton crezca rápido vertical y en
diámetro. Además tiene la capacidad de rebrotar a partir de estacas cortadas.
Así como la uña de gato, el Croton
tiene una estrecha asociación con desmontes antrópicos, los cuales indican en
conjunto un alto potencial para el manejo, conservación y restauración de
tierras (Alexiades 2004b).
Esta forma de
seleccionar y plantar árboles para restablecer la fertilidad del suelo, se
llama barbecho mejorado. En
otras palabras, si lo dejamos más tiempo estamos alimentando a la Madre Tierra,
lo estamos nuevamente vistiéndola de verde, estaríamos conservando la
biodiversidad y restaurando la tierra.
Territorios con
biodiversidad marina-costera
Su conservación y restauración es parte del ecosistema
forestal. La salud de los recursos marino-costeros, como los manglares, particularmente
los arrecifes coralinos, que es hábitat principal de muchas especies marinas,
como la langosta, el pulpo, la tortuga dependen de la existencia de los
bosques. La destrucción de los bosques repercute en la vida marina-costera.
Si arriba talamos y quemamos sin compasión y hacemos lo
mismo con los arrecifes, estaremos destruyendo nuestra propia existencia. Las causas más comunes señaladas por Castillo (1992), es la
destrucción de los arrecifes coralinos, por la pesca intensiva de la langosta. Y
lo otro, porque la población actual residente en el archipiélago de Gunayala ya superó su máxima capacidad
de carga, obligando a los comuneros destruir los arrecifes para rellenar y
expandir así la superficie de sus islas. La sobrepoblación gunadule en
el archipiélago ha hecho que el uso tradicional de los recursos del arrecife se
haya transformado en una forma común de impacto ambiental, ya que se ha
ignorado la principal función de barrera natural de los arrecifes, la cual
protege las islas del oleaje directo evitándose la erosión (Castillo 1992;
Guzmán y otros 2002).
Según estudios realizados por Guzmán y otros (2002), en la Comarca Guna,
hasta el momento un 23% de los arrecifes se encuentran en su estado natural el
resto ha sido destruido en su mayoría por la acción de sus pobladores. Lo
contrario ocurre en el área protegida de Narganá (Corregimiento de Narganá) de
la Comarca Guna, donde los arrecifes
prevalecen 75% en estado natural.
Las áreas naturales protegidas = soluciones naturales
La deforestación y degradación de los
bosques está llevando al planeta a un colapso global - el cambio climático,
tienen causas ocultas o subyacentes, su solución radica en la naturaleza misma,
en el conocimiento tradicional local de nuestros pueblos. Las áreas protegidas
constituyen una parte esencial de la respuesta. Si los bosques presentes en las
áreas protegidas fuesen administrados desde la concepción cultural y espiritual
de los pueblos indígenas, conservando y restaurando los bosques del que
dependemos a diario (Castillo 2001; Mallarach 2008; Posey 1999; Ventocilla, Herrera y Núñez 1999), enfrentarían las
causas del cambio climático reduciendo las emisiones de gases de efecto
invernadero producto de la deforestación y degradación de los bosques (REDD), (FAO
y PNUMA 2020; TFD 2008).
Los bosques de la
eco-región Darién-Guna, es una gran área protegida natural, que mitiga almacenando o previniendo la pérdida del carbono que ya está
presente en la vegetación y los suelos, y captura
o secuestra más dióxido de carbono de la atmósfera en los ecosistemas
naturales. Adapta, protegiendo a mantener la integridad
del ecosistema, el clima local, reduciendo los riesgos e impactos de eventos
extremos como tormentas, sequías y aumento del nivel del mar. Abastece,
manteniendo los servicios ecosistémicos fundamentales que ayudan a las personas
a adaptarse a los cambios relacionados con suministros de agua, pesquerías,
enfermedades y productividad agropecuaria originados por el cambio climático.
Los sistemas naturales de áreas protegidas tienen la ventaja de
constituir ya herramientas de gestión de los ecosistemas tanto eficaces y
exitosas como económicas, acompañados de sus respectivas leyes y políticas,
instituciones de gobernabilidad y gestión, conocimientos, personal y capacidad
propia de los pueblos indígenas. Contienen los únicos grandes hábitats naturales remanentes en varias zonas. Existen oportunidades para incrementar sus
conexiones a nivel del paisaje (Bennett 2004) y su gestión efectiva para
fortalecer la resistencia de los ecosistemas al cambio climático y salvaguardar
los servicios vitales de los mismos (ANAM 2009).
La protección y conservación de los recursos naturales
y biodiversidad forestal y agrícola, no es tarea de vigilancia. El asunto no es
solo vigilar con voluntarios de las comunidades que participan en la
“vigilancia comunitaria”, el asunto va más allá de la simple protección. El
asunto es gestionar la conservación y restaurar las tierras de uso tradicional.
El Congreso General Guna debe tener sus propios
Guardabosques, porque lo puede, capacitarlos en la conservación, protección,
educación en conservación, investigación, y restauración del paisaje forestal,
a partir del conocimiento propio del pueblo gunadule.
Y todos los voluntarios, dirigentes, profesionales indígenas y no indígenas deben
participar en estas capacitaciones y acciones que conciernen a los saberes locales y ancestrales, cuya complementariedad es una necesidad planteada
por la sociedad para tomar en cuenta las vivencias, experiencia y conocimientos
locales de los pueblos indígenas y comunidades rurales, que aprendieron a
manejar sus recursos en forma sostenible y transmiten sus conocimientos de
forma diferente a los sistemas educativos convencionales de la sociedad
occidental (ANAM 2008).
Nuestras áreas
naturales protegidas con sus árboles presentes en ellas no están al azar, contribuyen
a dos respuestas al cambio climático: mitigación
y adaptación (ANAM 2009). Y eso lo
sabemos… Por lo tanto, nuestras áreas naturales protegidas debe ser un todo, y
no islas o parches protegidas (Bennett 2004); es decir, que nosotros mismos
debemos considerar a nuestros territorios como una biósfera protegida,
solucionando y empoderándonos de nuestra propio destino y apoyando a nuestros
vecinos, para que la Madre Tierra vuelva a amamantarnos.
A manera de conclusión
Dado el actual proceso de pérdida de los
conocimientos desde el saber ancestral y la biodiversidad genética y cultural,
es urgente abordar los problemas para buscar alternativas de soluciones. La
tarea es que estos conocimientos sean rescatados, sistematizados y aplicados en
modelos propios, para la conservación y restauración de tierras, su uso o
aprovechamiento racional en beneficio de las comunidades y del país.
Los conocimientos ancestrales sobre
la conservación y restauración de tierras, que es el fundamento básico que
integra aspectos sociales, ecológicos y culturales, presenta la posibilidad de
ayudar a transformar los modelos sostenibles de uso y manejo de los recursos
naturales hacia mejores formas de existencia para nuedgudiisaed, yeridodiisaed
- “viviendo bien, viviendo alegre”.
La chinampa, el ka’anche, el waru-waru, nainu, en general casi la mayoría de los
sistemas agroecológicos indígenas son sistemas que han sido efectivos para la
irrigación, drenaje, mantenimiento de la fertilidad del suelo y manejo y
control de plagas y enfermedades, de ahí la conservación y restauración de
tierras. Su biodiversidad
en general y agrícola existentes en los sistemas alimentarios de producción agroecológicos
es un indicador de un ecosistema saludable.
Los
barbechos como sistemas agroecológicos para
conservar y restaurar la tierra es una práctica
común en una agricultura de nainu
familiar. El objetivo es dejar que el suelo descanse, para
desarrollar o regenerar una vegetación
de barbecho compuesto de arbustos y árboles (plantas medicinales y de uso
doméstico), la cual poco a poco restablece la capa vegetal del suelo y restaura
el paisaje forestal
El
conocimiento ancestral no es un simple concepto, este conocimiento radica en la
memoria histórica de los pueblos indígenas como herramienta para conservar y
restaurar la tierra para la producción sostenible de alimentos, rescatando y asegurando
el desarrollo de modelos agroecológicos propios de los pueblos indígenas
Nuestras
áreas naturales protegidas con sus arrecifes, manglares y árboles presentes, la
biodiversidad y la biodiversidad agrícola existentes en ellas no están al azar,
contribuyen a dos respuestas al cambio climático: mitigación y adaptación.
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Nota: Este documento está sujeto a revisión y/o
comentarios - geodisio@gmail.com
Panamá, septiembre 2021
Un grupo de 27 científicos provenientes de
diferentes países del mundo, propusieron comprobar la hipótesis de que las
lianas se hacen más comunes cuando su hábitat se vuelve más seco y sus
resultados acaban de ser publicados en mayo en la revista científica Biotrópica. Un segundo estudio
relacionado con el Smithsonian, publicado en la revista científica Ecology
Letters, encontró que las lianas son especialmente nocivas para aquellas
especies de árboles tolerantes a la sombra. Por lo tanto, parece que a medida
que los bosques responden a tendencias climáticas secas, el aumento en la
densidad de las lianas será una carga para los árboles que suprimirá el
crecimiento y la diversidad de especies. Con apoyo del HSBC Climate Partnership Smithsonian estudia el efecto de
lianas y cambio climático en bosques. Esta importante investigación nos
ayudará a esclarecer la historia de cómo los bosques responderán al cambio
climático (tomada de Mónica Alvarado, STRI, alvaradom@si.edu, www.stri.org).
No es
cultivo nativo.
Gabidubaled también es
utilizada para acelerar la fermentación de la caña de azúcar para la chicha
fuerte que se toma en fiestas tradicionales del pueblo. Si traducimos la
palabra gabi, significa café, dubalet siginifica bejuco – café bejuco; años atrás fue bebida tradicional en
la dieta, hoy remplazada por el café (coffea)
bebida conocida a nivel mundial.
Brownrigg, 1987, citado por De León, 1988
No solo el sistema
comunal de trabajo, sino los diferentes modelos y/o tecnologías utilizadas para
incrementar la producción agrícola, como las asociaciones o grupos,
cooperativas y familiares, no están dando resultados positivos
Huertos familiares o individuales pasajeros a orillas de los
ríos, el suelo aluvial es asociado con la planta «buggi» (Ipomoea sp.). Indicador de tierra fértil para el cultivo principalmente de maíz; se
aprovecha la siembra de maíz antes que empiecen las lluvias y arreste la buena
tierra