Oba (Zea mays), producto de la comunidad de Orosdub. Foto: Gubilet, 2013 |
"La influencia de sus ideas en torno a
la agricultura, la biodiversidad y la geografía es tan grande que los lugares
del mundo donde se originan las plantas más usadas en la agricultura llevan su
nombre: centros Vavilov.... De estar vivo hoy, Vavilov estaría marchando junto
a las organizaciones integrantes de la Vía Campesina y los partidarios de la
soberanía alimentaria y en contra de los Monsantos del mundo. Por lo menos eso
me gustaría pensar."
Por Carmelo Ruiz Marrero
Para
ser viable, toda sociedad moderna necesita de una inversión pública sustancial
en la investigación agrícola. Y tal investigación requiere de la adquisición de
especímenes de plantas y semillas útiles de todo el mundo. Con las sociedades
socialistas no es distinto. En la primera mitad del siglo XX la Unión Soviética
estaba a la vanguardia mundial en los campos de la genética, la ciencia de las
plantas y el estudio de la biodiversidad agrícola, en gran parte gracias a la
obra colosal de un solo individuo: el geógrafo Nikolai Vavilov.
En
poco más de dos décadas, Vavilov realizó intrépidos viajes por cinco
continentes recolectando semillas de plantas agrícolas, como maíz, papa,
granos, forraje, frutas y vegetales, al igual que valiosos datos sobre la
geografía de los lugares que visitó y sobre los idiomas y culturas de sus
habitantes.
Vavilov
participó de unas cien expediciones a sobre cincuenta países, y recolectó sobre
200 mil especímenes. Ningún individuo en la historia ha logrado igualar tal
proeza. Gracias a sus expediciones, la colección de semillas de la URSS fue la
más grande del mundo en su tiempo. Estas semillas fueron almacenadas y
sembradas en estaciones experimentales diseminadas por los variadísimos
terrenos y climas de la Unión Soviética. La influencia de sus ideas en torno a
la agricultura, la biodiversidad y la geografía es tan grande que los lugares
del mundo donde se originan las plantas más usadas en la agricultura llevan su
nombre: centros Vavilov.
Nacido
en Moscú en 1887 y hermano del físico de renombre mundial Sergey I. Vavilov, el
joven Nikolai Vavilov estudió entre 1913 y 1914 en Inglaterra bajo la tutela
del profesor William Bateson, titán de las ciencias biológicas e inventor del
término 'genética'[1].
Unos años atrás Bateson había descubierto y rescatado del olvido el trabajo
realizado para 1860 por un monje austríaco de la Orden de San Agustín llamado
Gregor Mendel. Bateson fue uno de los primeros científicos en reconocer la
importancia del trabajo de Mendel, difundirlo y polemizar a favor de éste. La
genética mendeliana, que entonces no era del todo aceptada por la comunidad
científica, tendría una gran influencia sobre las ideas de Vavilov.
Sus viajes
Tan
temprano como en 1905, Vavilov estaba participando de expediciones botánicas a
lo largo y ancho del territorio ruso. En 1916, en plena guerra mundial, el
Ministerio de Agricultura del Zar lo envió a Irán y a las majestuosas montañas
de Pamir en Asia Central, por donde pasaba la Ruta de la Seda[2].
De ahí regresó con valiosas muestras de leguminosas, incluyendo garbanzos,
lentejas, guisantes, frijoles y trébol.
En
1917 Robert Regel, jefe del Departamento de Botánica Aplicada del Ministerio de
Agricultura, le dio la bienvenida a Vavilov a la institución, otorgándole un
alto puesto ejecutivo. Ya para entonces, el Departamento gozaba de gran
prestigio y estima a nivel internacional, y tenía una colección de plantas que
para 1914 había llegado a tener 14 mil muestras, mayormente de trigo, cebada,
avena, centeno e hierbas forrajeras[3].
En 1921 se le cambió el nombre a Instituto de la Industria de las Plantas y hoy
día se le conoce como Instituto Vavilov.
En
1921, cuando la guerra civil rusa ni siquiera había terminado, Vavilov viajó al
hemisferio americano por vez primera, visitando a Canadá y Estados Unidos en
busca de especímenes resistentes a sequías, y pasando en su trayecto de regreso
por Gran Bretaña, Francia, Alemania, Polonia, Holanda y Suecia[4].
En
1924 Vavilov organizó una expedición a Afganistán, que resultó todo un hito de
la geografía soviética. En ésta se estableció que el país era un foco primario
de formación de cultivos, con una gran diversidad de los cultivos eurasiáticos
de mayor importancia. Esta expedición, llena de riesgos y vicisitudes, le ganó
a Vavilov la prestigiosa medalla de oro Przevalski de la Sociedad Geográfica de
Rusia, la cual él presidiría de 1931 a 1940[5].
Entre
1926 y 1927 Vavilov recolectó semillas en Siria, Palestina, Transjordania,
Argelia, Marruecos, Túnez, Egipto, la ribera del río Nilo, Etiopía, Eritrea,
Yemén, Chipre, Creta, Sicilia, Cerdeña, Portugal, España, Francia y Grecia. En
esa travesía tomó nota de la gran importancia de las leguminosas, en especial
el garbanzo, en sustentar a humanos y animales, y en mejorar la fertilidad de
los suelos. En 1929 viajó por China, Corea y las tres mayores islas de Japón.
En 1930 volvió a Estados Unidos, visitando a los estados de Florida, Louisiana,
Arizona, Texas y California, y luego yendo a México, Guatemala y Honduras.
En
1932, aprovechando que fue invitado al Sexto Congreso Internacional de Genética
en la ciudad estadounidense de Ithaca, Vavilov visitó unos 18 estados en el
lado oeste del país, desde Washington y Oregon en el extremo noroeste hasta
Louisiana y Arkansas, desde California y Arizona en el suroeste hasta las
Dakotas, y prácticamente todos los estados entre medio, y recorrió a Canadá
desde la costa pacífica hasta la provincia de Ontario. Después fue a Cuba,
Yucatán, Ecuador, Perú, el lago Titicaca, Bolivia, Chile, Brasil, Argentina,
Uruguay, Trinidad y Puerto Rico. Este fue su último viaje ultramarino.
Su teoría
En
sus viajes, Vavilov notó que la biodiversidad agrícola estaba repartida de una
manera muy desigual. Mientras que algunos lugares rebosaban de diversidad de
plantas, otros no tenían mucho que ofrecer. En el estado mexicano de Oaxaca,
por ejemplo, no es nada extraño encontrar huertos campesinos de subsistencia
con más variedades de maíz que en todo Estados Unidos, o huertos indígenas en
Perú y Bolivia con más cepas de papa que en toda Europa. Vavilov se dedicó a
averiguar la causa de este fenómeno.
Llegó
a la conclusión de que los lugares con más biodiversidad agrícola tienen
variadas topografías, tipos de suelo y climas. Más importante aún, tienden a
estar rodeados de cadenas de montañas que constituyen formidables barreras
geográficas. Las montañas, al igual que los océanos, son un factor de
aislamiento que evita las invasiones inoportunas de especies exóticas, las
cuales tienden a reducir la biodiversidad.
Vavilov
determinó que la biodiversidad agrícola proviene en su mayoría de ocho núcleos
identificables, que incluyen a China (de donde se origina la soya), India, Asia
Central, México-Centroamérica (cuna del maíz), los Andes (de donde viene la
papa) y el Mediterráneo. En la actualidad los botánicos y los agrónomos se
refieren a estas áreas geográficas como centros Vavilov. Los centros Vavilov
son refugios irremplazables de biodiversidad y son esenciales para la
alimentación humana. El agrónomo o agricultor que quiera mejorar sus variedades
de cultivos debe tener acceso a especímenes de sus centros de origen. Por
ejemplo, independientemente de que la papa sea cultivada en Polonia, Irlanda o
Idaho, para ser viable como alimento necesita del insumo genético de las
variadísimas cepas que se encuentran solamente en su centro de origen en el
altiplano andino.
Cito
del valioso libro “Shattering”, de los investigadores Pat Mooney y Cary Fowler:
"La
variación genética- la diversidad creada por miles de años de agricultura- no
estaba distribuida igualmente por el globo. En un bolsillo aislado en la meseta
de Etiopía Vavilov encontró cientas de variedades endémicas de trigo antiguo.
Estudiando otros cultivos, encontró que algunas regiones estaban bendecidas con
una asombrosa diversidad, mientras que otras áreas estaban relativamente
empobrecidas. En los años siguientes, observaciones de otros científicos
confirmaron la teoría de Vavilov.”
“Vavilov
trazó con mapas la distribución de esta diversidad para cada uno de los
cultivos que estudió. Razonó que el grado de diversidad era indicativo de
cuánto tiempo el cultivo había sido sembrado en esa área. Mientras más largo el
tiempo en que el cultivo ha sido sembrado, más diversidad presentaría... Al
localizar un centro de diversidad genética para un cultivo, uno ubicaba con
precisión su origen, razonaba Vavilov. Ahí era donde el cultivo se había
originado y había tenido el tiempo y oportunidad para desarrollar una amplia
diversidad. El 'centro de diversidad' de una planta era por lo tanto su `centro
de origen', dijo él.”[6]
Sus enemigos
Pero
la historia de Vavilov no tiene un final feliz. Los grandes héroes de la
ciencia tienden a tener grandes enemigos. Por cada superhéroe hay un
archivillano, un Lex Luthor. El némesis de Vavilov era el seudocientífico
ucraniano Trofim Lysenko, quien argumentaba que la genética era una ciencia
burguesa que buscaba darle justificación biológica a las diferencias de clase.
Lysenko rechazaba las ideas mendelianas y favorecía en su lugar una
interpretación extrema de las teorías del biólogo francés Jean-Baptiste
Lamarck. Ansioso por ganarse la simpatía de Stalin, Lysenko armó toda una
campaña de difamaciones e injurias contra Vavilov, aprovechando cualquier
oportunidad para obstaculizar su trabajo y denunciar su "biología
contrarrevolucionaria". En agosto de 1940 Lysenko y sus partidarios
lograron que las autoridades arrestaran a Vavilov y se lo llevaran al gulag.
Murió de distrofia (hambre) en el presidio Saratov en enero de 1943.[7]
Tras
la muerte de Vavilov, su colección de semillas ya no estaba custodiada por
científicos auténticos. La ortodoxia estalinista reinaba y Lysenko y sus
seguidores campeaban por su respeto. La colección se deterioró por el abandono,
y la agricultura rusa nunca hasta hoy día se ha recuperado de ese golpe. Como
ven, no es posible abordar los temas de la genética y la biodiversidad agrícola
sin entrar en polémica con el estalinismo.
Y llegaron los nazis
El
desprecio de Stalin por la obra de Vavilov se manifestó en 1941 con su negativa
a proteger sus semillas del avance de los nazis. El lider soviético mandó a
desmantelar las fábricas al oeste de Minsk, Kiev y Crimea para que no cayeran
en manos de los invasores y las mandó a reensamblar al otro lado de las montañas
Urales, pero no hizo lo mismo por las semillas de Vavilov. Sin embargo, a
diferencia de Stalin y los partidarios de Lysenko, los nazis sí apreciaban la
importancia de esas colecciones de semillas. La SS alemana tenía una unidad
llamada Ahnenerbe compuesta por intelectuales, científicos y exploradores,
quienes conocían de las semillas de Vavilov, entendían su valor incalculable y
se disponían a apropiarse de ellas para otorgarle al Tercer Reich supremacía
sobre la agricultura mundial (Algo así como lo que Monsanto intenta hacer hoy
día). Los intelectuales nazis interpretaban las ideas de la genética mendeliana
como vindicación de los conceptos seudocientíficos del nazismo con respecto a
pureza racial y "razas superiores".
En
junio de 1943 la Ahnenerbe envió un destacamento a Ucrania dirigido por el
botánico Heinz Brücher para hallar las estaciones experimentales agrícolas
sovieticas y apropiarse de las semillas ahí depositadas[8].
Estas fueron llevadas a un castillo cerca de la ciudad austríaca de Graz.
Pero
el tesoro mayor se encontraba en la estación experimental agrícola Pavlovsk, en
las afueras de Leningrado, donde se encontraba el grueso de la colección de
semillas de Vavilov. La ciudad fue sitiada por los nazis por dos años y medio,
su resistencia fue uno de los episodios más heroicos no sólo de la segunda
guerra mundial sino de todo el siglo XX. Los alemanes llegaron a tomar la
estación Pavlovsk, pero la unidad de Brücher no encontró las semillas. Estas
habían sido transferidas por científicos colegas de Vavilov a una localidad
dentro de la ciudad, y la guardaron con sus vidas. Sabían muy bien que si los
nazis capturaban esas semillas el trabajo entero de Vavilov se perdería
irremediablemente, y si llegaban a ganar la guerra no habría semillas con las
cuales regenerar la agricultura soviética. Tenían que proteger las semillas de
la población hambrienta- se estima que sobre un millón de personas murieron
durante el sitio, muchas de ellas de hambre. Se estima que entre doce y treinta
de los científicos murieron de hambre mientras protegían la colección. Los
nazis nunca tuvieron la satisfacción de obtener esas semillas.
Cito
ahora de un artículo publicado en el periódico mexicano La Jornada escrito por
el economista Alejandro Nadal, titulado “Los maíces de Stalingrado”:
"En
la primavera de 1943 la derrota del sexto ejército en Stalingrado había sellado
la suerte del frente oriental y dio inicio al repliegue de los alemanes. La
muerte de más de 127 mil soldados y la captura de otros 90 mil por el ejército
soviético preocupaban al alto mando alemán. Pero algo más llamaba su atención.
Más de 200 estaciones biológicas de campo, distribuidas entre Minsk y la
península de Crimea, en territorio todavía ocupado por los alemanes, caerían
pronto en manos de los rusos. Las colecciones de semillas en algunas de esas
estaciones incluían, además de simientes mejoradas y muestras locales,
duplicados de las colecciones que Nicolai Vavilov había recogido en sus
expediciones por todo el mundo."
“El
16 de junio de 1943 Brücher y un destacamento de tropas especiales iniciaron la
recuperación de las colectas. En la estación de Sinelnikovo encontraron
duplicados de la colección mundial que Vavilov había reunido en Leningrado y,
entre otras cosas, muchas muestras de maíces de México y América Central... En
el verano de 1943 Brücher sembró varias muestras de cebada y trigo, concluyendo
que para 1945 tendría semillas mejoradas.”
"Esta
historia... tiene más de una conexión con México. En las colecciones
'rescatadas' de las estaciones en Ucrania había muestras de maíces, frijoles y
otros cultivos originarios de (México), llevadas por Vavilov a Leningrado. Los
duplicados en Sinelnikovo incluían diversas razas de maíces mexicanos y la
ironía de todo es que mientras Brücher otorgaba gran valor a la selección, los
científicos soviéticos preferían la ideología de Lysenko y su lamarckismo
primitivo." [9]
Los
soviéticos ganaron la guerra, recuperaron las semillas robadas y además tomaron
control de la nada despreciable colección de semillas alemana alojada en la
estación experimental de Gatersleben, cuyos primeros especímenes fueron
recolectados en la era del Kaiser.
Brücher
sobrevivió la guerra y emigró a Suramérica. En 1948 fue nombrado profesor de
genética y botánica en la Universidad de Tucumán en Argentina y en los años que
siguieron también dio clases en Paraguay y en las ciudades argentinas de
Mendoza y Buenos Aires, y escribió varios libros sobre botánica y agricultura.
Su asesinato en Mendoza en 1991 es objeto de varias teorías de conspiración.[10]
Vindicación
Tras
la muerte de Stalin, la comunidad científica soviética comenzó a hablar
públicamente contra Lysenko. En 1962 el físico y astrofísico Yakov B.
Zel'dovich, Vitaly L. Ginzburg, astrofísico laureado con un Nobel, y Pyotr L.
Kapitsa, físico también ganador de un Nobel, públicamente declararon que el
trabajo de Lysenko era un fraude. Dos años después el científico nuclear Andrei
Sakharov, quien ganaría Nobel de la paz en la década siguiente, acusó a Lysenko
de seudociencia y difamación y lo responsabilizó de los despidos, arrestos y
muertes de científicos genuinos. Lysenko murió en 1976, desacreditado y en
desgracia. Hoy sus teorías son generalmente consideradas fraudulentas.[11]
En la
década de los 60 que miembros de la comunidad científica soviética lograron que
el premier Brezhnev deshiciera los agravios de Lysenko y se le diera a Vavilov
el debido reconocimiento. En 1968 al Instituto de Botánica Aplicada de
Leningrado, precisamente donde científicos prefirieron la muerte antes que
comerse la obra de Vavilov y poner en jaque el futuro del agro de su país, se
le cambió el nombre a Instituto Vavilov. Al tiempo del rompimiento de la URSS
en 1991, la red de investigación de Vavilov estaba parcialmente restaurada y
operaba 19 estaciones experimentales, cuatro de ellas fuera de Rusia.
Su legado aún vive
La
hazaña de Vavilov nunca fue repetida. Ningún otro individuo ha realizado un
esfuerzo de similar envergadura para catalogar y clasificar la biodiversidad
agrícola del planeta. Sus teorías sobre la distribución geográfica de la
biodiversidad de cultivos han pasado la prueba del tiempo y hoy son aceptadas
por biológos y agrónomos del mundo entero.
Los
soviéticos mantuvieron viva la tradición de expediciones botánicas establecida
por Vavilov en la segunda mitad del siglo XX. En la década de 1950 realizaron
expediciones semilleras a Córcega, Bulgaria, Egipto, Etiopía, Sudán, Iraq,
India, Nepal, China, Mongolia, Perú y Argentina. En 1968, el Instituto Vavilov
inauguró sus trabajos con expediciones a Sudán, Tanzania y Uganda, de las
cuales se obtuvieron casi 1,500 muestras de cereales, leguminosas, vegetales,
oleaginosas y forrajes; a México, de donde obtuvieron 1,176 muestras,
incluyendo sobre treinta especies de papa; y a Irán, Brasil y Etiopía. En la
década de 1970 el Instituto lanzó numerosas expediciones, incluyendo a Túnez,
Marruecos, Guinea, Mali, Senegal, Somalia, Camerún, Pakistán, Siria,
Bangladesh, Perú, Colombia, Trinidad y Tobago, España, Portugal, Eslovaquia y
Moravia. En 1991, año en que la URSS se desintegraba, hubo expediciones
soviéticas a Egipto, Portugal, las Islas Madeiras y Costa Rica.[12]
Dentro
del vastísimo y extremadamente diverso territorio de la URSS también se
realizaron numerosas expediciones. En un solo año, 1986, exploradores del
Instituto Vavilov recolectaron semillas en Kaliningrado, Astrakhan, Ucrania,
Crimea, Moldavia, Georgia, Azerbaiján, Uzbekistán, Tajikistán y la isla de
Sakhalin en el océano Pacífico. Hubo además numerosas instancias de cooperación
con otros países socialistas. Se realizaron expediciones a Polonia, Bulgaria,
Checoslovaquia y Alemania Oriental con la plena participación de agrónomos y
botánicos locales. Y en 1990 Mongolia recibió una expedición semillera conjunta
de la URSS, Checoslovaquia, Bulgaria y expertos locales, en busca de forrajes y
trigo. La Unión Soviética también recibió expediciones de estos países. En
1981, por ejemplo, científicos soviéticos y polacos colaboraron en buscar
semillas en varios territorios soviéticos, incluyendo Krasnodar, Osetia del
Norte, Dagestán, Azerbaiján y Georgia, y obtuvieron 350 muestras de cereales,
legumbres y forrajes.[13]
Las
expediciones continúan hoy. En septiembre y octubre de 2011, el Instituto
Vavilov realizó una travesía a la antigua república soviética de Tajikistán en
la que se recolectaron variadas semillas de melón, pepinillo, zanahoria,
tomate, cebolla, remolacha, rábano, albahaca y apio. La expedición se realizó
en asociación con dos compañías privadas holandesas, lo cual parece delatar que
el Instituto está recurriendo a alianzas público-privadas para compensar por un
pobre financiamiento público.[14]
Después
de enfrentar la amenaza nazi y los agravios de Lysenko, la obra de Vavilov
sigue encontrando enemigos. En 2010 la Estación Experimental Pavlovsk corría
peligro de ser destruida por un desarrollador que pretendía construir viviendas
ahí. El impresionante jardín de la Estación abarca 1,200 acres y contiene la
mayor colección de árboles frutales de toda Europa, se estima que 90% de las
semillas y árboles allí presentes no se encuentran en ninguna otra estación
experimental o colección científica del mundo. Ahí están coleccionados casi mil
tipos de fresa de sobre cuarenta países, 600 tipos de árboles de manzana de más
de 35 países, sobre cien variedades de frambuesa, y también un sinnúmero de
variedades de grosellas, ciruelas y cerezas. El beneficio económico de la
colección es considerable. Un 60% de las variedades de pasa negra que se
cultivan en Rusia fueron desarrolladas en Pavlovsk. Rusia es el tercer
productor de pasas negras del mundo, y éstas generan anualmente sobre $400
millones en ventas para los agricultores del país.[15]
Tras
una campaña internacional en pro de la protección de la Estación Pavlovsk, el
presidente ruso Medvedev anunció que le echaría un vistazo al asunto.
Aparentemente el proyecto de construcción está aplazado indefinidamente.
Interrogantes de cara al
futuro
No
hay duda alguna que si Vavilov viviera hoy, sería considerado un vil biopirata.
Los tiempos de hoy son distintos. El último cuarto de siglo ha visto el ascenso
de una conciencia crítica entre pueblos indígenas y variadísimos sectores de la
sociedad civil acerca de cómo los emprendimientos de recolección de semillas
realizados a través de los siglos por los grandes imperios y sociedades
altamente industrializadas han devengado en sistemas agrícolas homogenizantes
basados en monocultivos, que son la negación misma de la diversidad biológica y
la sustentabilidad. El desastroso saldo de este tipo de agricultura
industrializada ya ha sido harto documentado en décadas recientes, y en 2008 el
supermasivo y minucioso informe IAASTD, comisionado por Naciones Unidas y el
Banco Mundial, dejó establecido que esta agricultura “moderna” exacerba el hambre
y el cambio climático.[16]
Más
al punto, la semilla es hoy objeto de conflicto y agria controversia ante los
esfuerzos nada sutiles de las grandes potencias y corporaciones transnacionales
por apropiarse de ella mediante los llamados derechos de propiedad intelectual
que son legitimados por el discurso neoliberal y garantizados por tratados de
libre comercio que tienen fuerza de ley. Por eso, hoy día el mero acto de
recolectar semillas levanta sospechas entre poblaciones locales en gran parte
del planeta. Hoy día Vavilov no sería bien recibido en muchos de los lugares
que visitó y exploró.
Esto
lleva a varias preguntas a las cuales espero tener respuesta satisfactoria
algún día. ¿Cuál es la posición del Instituto Vavilov sobre la controversia en
torno a la biopiratería y las patentes sobre semillas? ¿Qué posición tiene
sobre los cultivos transgénicos, la producción agrícola orgánica-agroecológica,
la soberanía alimentaria o las conclusiones del informe IAASTD? No tengo
ilusiones al respecto. Los centros de investigación agrícola tienden a ser muy
conservadores en cuanto a asuntos como éstos, si es que los abordan
públicamente. No es de estos centros de investigación de donde surgen las
críticas al modelo agrícola imperante, sino al contrario.
Posiblemente
el Instituto Vavilov no ha sido blanco de críticas sobre la apropiación de la
semilla porque en este asunto el peor ofensor ha sido por mucho Estados Unidos
y las corporaciones de las “ciencias de la vida” basadas en ese país, seguidos
de cerca por sus contrapartes en Europa. Y con el declive del G7 y el ascenso
de las llamadas economías emergentes, probablemente veremos dentro de pocas expediciones
de recolección de semillas lanzadas desde países como China, India y Brasil.
De
estar vivo hoy, Vavilov estaría marchando junto a las organizaciones
integrantes de la Vía Campesina y los partidarios de la soberanía alimentaria y
en contra de los Monsantos del mundo. Por lo menos eso me gustaría pensar.
El
profesor Ruiz Marrero es autor, periodista investigativo y educador ambiental
puertorriqueño (http://carmeloruiz.blogspot.com/).
Notas:
[1] Vavilov Institute of Plant
Industry. “Biography of Nikolai I. Vavilov”.
[2] Vavilov Institute of Plant
Industry. “N. I. Vavilov's expeditions”; PGR Newsletter, ejemplar #124. “The
significance of Vavilov’s scientific expeditions and ideas for development and
use of legume genetic resources”.
[3] Vavilov Institute of Plant
Industry. “Objectives and tasks of the Bureau, 1905-1920”.
[4] Vavilov Institute of Plant
Industry. “N. I. Vavilov's expeditions”; PGR Newsletter, ejemplar #124.
[5] Vavilov Institute of Plant
Industry. “N. I. Vavilov's expeditions”; Vavilov Institute of Plant Industry. “Biography
of Nikolai I. Vavilov”.
[6] Pat Mooney & Cary Fowler.
“Shattering”.
[7] Vavilov Institute of Plant
Industry. “Biography of Nikolai I. Vavilov”.
[8] Alejandro
Nadal. “Los maíces de Stalingrado”. La Jornada, 24 de agosto de 2005.
[9] Alejandro
Nadal. “Los maíces de Stalingrado”. La Jornada, 24 de agosto de 2005.
[10] La
Gaceta, 22 de julio 2011. “Comando SS busca semillas para dominar el mundo”;
Mariana Guzzante. “El extraño caso del biólogo de Adolf Hitler”. Los Andes, 21
de diciembre 2008.
[11] Norman
Qing Ni Li & Yuan Jian Li. “Biography of Andrei Sakharo”
[12] Vavilov Institute of Plant
Industry. “Major collecting missions to foreign countries”.
[13] Vavilov Institute of Plant
Industry. Major expeditions within the former USSR.
[14] Vavilov Institute of Plant
Industry. “Report on the joint collecting mission to Tajikistan in the period
from 20 September through 7 October 2011”; Louis Werner. “Seeds of high
Asia”. Saudi Aramco World, enero-febrero 2012.
[15] Cary Fowler. “The second siege:
saving seeds revisited”. Huffington Post, 18 de agosto de 2010; Fred Pearce.
“New hope for Pavlovsk Station and Russia's rare plant reserve”. Environment
360, 20 de septiembre 2010.
[16] International Assessment of
Agricultural Knowledge, Science and Technology for Development. Abril de
2008.
Fuente: Biodiversidad en América Latina y El Caribe - http://www.biodiversidadla.org/Portada_Principal/Documentos/El_logro_de_Vavilov
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