Lo suelos sanos son la base para la
producción de alimentos saludables. Según la FAO se estima que el 95% de
nuestros alimentos se producen directa e indirectamente en nuestros suelos. Le
tocó el turno al suelo - Año Internacional de los Suelos (AIS), 2015. El AIS
2015 tiene como objetivo aumentar la
concienciación y la comprensión de la importancia del suelo para la seguridad
alimentaria y las funciones ecosistémicas esenciales.
Con
esta premisa hay que celebrar los 90 años de la Revolución Dule, conservando y
protegiendo los suelos y agua de la Comarca Gunayala, que es parte cultural y
esencia de uso doméstico para nuedgudisaed – una vida sana.
Sin
embargo, la problemática alimentaria y la migración a las ciudades son evidentes
en todos los países del mundo (FAO, 2009; IIDH, 2007). Las Naciones Unidas
señala, que en el 2050, dos de cada tres personas en el planeta vivirán en
zonas urbanas (United Nations, 2014). También los precios de los alimentos
aumentan y las protestas violentas igual (Mowforth, 2014).
¿Los suelos de Gunayala se
agotan?
La
problemática alimentaria y la migración a las ciudades de los dules es también
una realidad. No es porque los suelos se agotan y no producen suficiente
alimento, y por eso la gente se moviliza. Castillo (2010) señala, que los
suelos se agotan por las malas prácticas y causas ocultas que se encuentran
fuera del sector. Son factores que generan procesos económicos, sociales y
demográficos estrechamente conectados y que establecen entre sí complejas
relaciones causales. Debido a la complejidad, es imposible mencionar la mayoría
de las causas ocultas más importantes, una de ellas en la Comarca es el
turismo, los fenómenos económicos internacionales que incentivan la obtención
de ganancias a corto plazo en lugar de buscar la sustentabilidad de la
producción a largo plazo, las políticas aplicadas por los gobiernos que no
apoyan las acciones que desarrollan las comunidades locales, la falta de política
de desarrollo propio del pueblo dule. En fin, todo demuestra que son las
comunidades locales y no los gobiernos, los que realmente protegen y conservan
los bosques y por ende los suelos y agua.
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Aplicando tecnología a pequeña escala - Labranza mínima o ecológica en Mandiyala, para conservar el suelo y agua. Foto: Gubiler |
La
mayoría de los dules dicen que se movilizan para mejorar los estudios y tener
ingresos fijos para poder ayudar a sus familias, enviándoles sus ganancias a la
Comarca; es un recurso que hace circular el dinero en la Comarca (Scott,
Castillo et al, 2003). Han migrado
principalmente a la capital y a la ciudad de Colón. Sin embargo, la mayoría de los
dules de la ciudad viven con bajos ingresos, en barrios pobres y en
asentamientos informales.
El
pueblo dule crece pero hacia las ciudades, haciendo presente su cultura, su
idioma, en una forma de reconquista de nuestro territorio. Por el contrario las
comunidades están quedando vacías de jóvenes. Sentimos estos cambios o vínculos
urbano-rurales, de allí, la relación alimentaria – dependencia de comida.
La
relación urbano-rurales, es una realidad que la mayoría de los políticos no lo
conocen o no les interesa conocer, muy pocos sí conocen esta relación y las
barreras que impiden que las personas tengan acceso a las comidas. Entonces,
con mucha razón podemos decir, que eso se debe que los conceptos de política
para asegurar y mejorar la alimentación son inadecuados.
No
solo son importantes las ciudades, donde la comida es más abundante que en las
zonas rurales, las autoridades deben reconocen, que las comidas no son
accesible de manera uniforme. Más cuando la producción alimentaria en Gunayala
no se está incrementando e innovando los sistemas de producción de nainu.
Las
malas prácticas agrícolas, por una parte, por la pérdida de los conocimientos
tradicionales, parecen los causantes de que la producción de alimentos no se
incremente hace 4 décadas en la Comarca (esto sin considerar las causas
ocultas). Pero como no se ha investigado no se puede asegurar que las malas prácticas
es una causa de que los suelos no incrementen su producción. Al investigar
pueda que sepamos, como señala Sánchez (1981), que en los trópicos no se
encuentran las propiedades de alta fertilidad del aluvión.
Muchas áreas costeras y deltaicas tienen grandes extensiones de suelos ácidos
sulfatados. Cuando se les drena, estos suelos son sumamente ácidos, con un pH
inferior a 3 y es difícil de ponerlos en producción. Quizás
es ésta la situación al que nos enfrentamos con los nainus ubicados en suelos
aluviales y costeros y deltaicos.
Si
queremos asegurar nuestra comida de hoy y del mañana, aseguremos nuestros
suelos y agua, como parte esencial de nuestras vidas, porque con ello estamos
protegiendo a Nabgwana – Madre Tierra. Conservando los suelos y agua, estamos
asegurando la producción de alimentos para que sea accesible. La política actual
pasa por alto la accesibilidad y la asequibilidad de los alimentos al campo.
Muchos
investigadores vinculan la inseguridad alimentaria con la pobreza (Tacoli,
Bukhari, Fisher, 2013) en ese cuadro estamos ubicados los pueblos indígenas,
cosa que no compartimos. Porque la cultura occidental colapsa y por eso tiene
adheridos estigmas como el de la pobreza, la desnutrición y la dependencia
productiva de los pueblos indígenas, el desarrollo nacional con modelos
externos están lejos de atender nuestras necesidades, intereses y aspiraciones
(Castillo, 2014b).
Para
definir bien este fenómeno de pobreza y dar pistas para su erradicación es indispensable
tomarle la palabra a quienes lo sufren. Es decir, para hacer un diagnóstico
apegado a la realidad, se requiere un cambio de informante, definir la pobreza, desde los empobrecidos.
Los pueblos indígenas son ignorados al no ser consultados qué entiende por
pobreza, qué los hace pobres desde su propia realidad o cosmovisión y, mucho
menos, se les toma en cuenta en sus propias soluciones (Madrid, Hernández,
2011).
Cuidando el suelo y el agua
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Cultivo de siagwa (Theobroma cacao) en nainu comunal
de Gardi Yandub. Foto: Gubiler |
Resulta
que cuidando el suelo y el agua hay posibilidad de obtener incremento y
sostenibilidad de la producción alimentaria. El suelo suministra a la
vegetación los nutrimentos necesarios para su función y condiciona, en la
mayoría de los casos, sitios especiales (Salas, 1987), como masargan, ogobgan,
siagan, entre otros. De allí la importancia de los sistemas de nainu, bajo asociación
apropiada de cultivos y árboles mejora las propiedades físicas, mantienen la
materia orgánica del suelo y promueven el reciclaje de nutrimentos (Castillo,
1985, 2014a; Kass, Vargas, 1998).
La
agricultura indígena o los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas
constituyen el único testimonio de resiliencia para la humanidad.
Son los únicos modelos que han subsistido o resistido el paso de los siglos,
enfrentando a la inseguridad alimentaria por los cambios acelerados del mundo
capitalista: agrocombustibles, migración a ciudades, nuevas tecnologías, fuerte
artificialización del medio rural, similar a los campos de ensayo, empleo de
fuerte dosis de agroquímicos sintéticos, tratados de libre comercio (TLCs),
entre otros, están decapitando a los campos (FAO, 2009; Nicholls, Altieri, 2012;
Hidalgo, Houtart, Lizárraga, eds., 2014).
Ahora
son los agroecosistemas que hay que adaptar a un pequeño número de variedades,
con el riesgo de simplificarlas y fragilizarlas exageradamente, con consecuencia
a una erosión acelerada de los suelos, una proliferación de especies invasivas
resistentes a los pesticidas, una menor biodiversidad cultivada y espontánea
(Poschlod et al., 2005; citado por
Hidalgo, Houtart, Lizárraga, eds., 2014) y eso, para que los agricultores sigan
dependiendo siempre de las empresas de semillas y de la agroquímica.
Por
suerte en Gunayala no tenemos industrias contaminantes que afectarían el suelo
y el agua. El cuidado del suelo no es sólo cuidar su capacidad productiva, hay
que prevenir la erosión ante problemas de contaminación de agua para
mantenerlos saludables. Las malas prácticas agrícolas, como la tala y quema
intensiva acaban con los suelos, agotando su capacidad de producir alimentos,
almacenando y filtrando agua, reciclando nutrientes, amortiguando desastres
ambientales y soportando la biodiversidad. Un recurso formado a través de
milenios y el hombre lo acaba en minutos.
La
capacidad que tiene un agricultor dule, depende de los conocimientos
transmitidos desde siglos, llegando a su bisabuelo al abuelo, del abuelo al
padre. Castillo (1985) señala, que los agricultores conocen por qué no pueden
producir cultivos en forma permanente en áreas de nabba ginnid o nabsaa (suelo
rojo arcilloso y pesado), comúnmente cuando hacen nainu en medio del bosque –
negserred o nabsaa. Los cultivos no pasan de 1 a 3 años, para luego dejarlos en
barbecho por 10 a 20 años o más de ser posible. En nabba gorogwad (suelo de
color chocolate claro), de textura más liviana el barbecho es de 4 a 10 años,
para volverlos a aprovechar haciendo cultivo de nainu.
Según
Salas (1987), los suelos agrícolas se diferencian de los suelos forestales,
generalmente son más fértiles los suelos agrícolas que los suelos forestales.
La presencia de bacterias son la microflora predominante y las lombrices son
probablemente la mesofauna más importante en suelos agrícolas. Con estos
conocimientos los agricultores dules, dejan los cultivos perennes en el nainu
en ladera y aprovechan por 3 a 4 años máximos los cultivos anuales, luego los
deja en barbecho o en regeneración. La mayoría de los suelos en Gunayala se
encuentran en laderas, pocos son terrenos planos o aluviales.
Los
sistemas de producción agrícola de nainu es gestionada por los agricultores
dules y producen los alimentos para la familia y para la comunidad, de esta
forma viene garantizando la comida diaria. Pero su merma es una realidad y su
dependencia de la ciudad y las canoas colombianas. Entonces innovar el sistema
de nainu debe ser garantizada por las propias comunidades con el apoyo del
Congreso General Guna. Deben recibir apoyos para innovar de manera que se
fomente la conservación de los suelos y agua para la producción y mejorar la
calidad de vida. La
innovación será un proceso a través del cual los agricultores mejoren el suelo
y con ello la producción y las prácticas de gestión de sus nainus.
Hay
que investigar para innovar nuestro sistema de producción de nainu o
agroecológicos. Consolidando modelos de investigación agrícola local, la
conservación de los suelos y el agua y fomentando las capacidades de
resiliencia para resolver problemas, deben ser los focos principales de acción
para enfrentar los retos del cambio climático (Ríos, Vargas, Funes-Monzote,
2011).
La
mayoría de los estudios demuestran que la capacidad de los sistemas agroforestales
o de nainu de siagwa (cacao), gabi (café) y otros cultivos tienen una ventaja
ya que poseen características de complejidad vegetal dada por su heterogeneidad
multiestrato y los copiosos niveles de mantillo (materia orgánica) que protegen
al suelo, restableciendo la fertilidad del suelo en corto plazo y tienen su
propio ciclo cerrado de nutrimentos, de esta forma aumentan su capacidad de
resiliencia
de estos sistemas al cambio climático (Salas, 1987; Nicholls, Altieri, 2012).
Los
agricultores indígenas mantienen la diversidad agrícola y forestal como un
seguro para enfrentar el cambio ambiental o las necesidades sociales y
económicas futuras (Nicholls, Altieri, 2012). De hecho, la riqueza varietal
mejora la productividad y reduce la variabilidad de la producción (Uphoff 2002,
citado por Nicholls, Altieri, 2012).
Pero
estos objetivos solo pueden alcanzarse fomentando la capacidad de gestión de
los agricultores y resiliencia frente a los efectos del cambio climático. Necesitan
innovar en un sistema que reconozca su diversidad y la complejidad de los desafíos
ante los que se encuentran - mitigando y adaptándonos al cambio climático.
El
suelo juega un papel fundamental en la gestión del agua y en mejorar la
resiliencia ante inundaciones y sequías. Gestionando la conservación de los
suelos y agua, bajo sistema agrícola de nainu, para mantener la diversificación
de cultivos, mixtos, policultivos o agroforestales y dejando descansar para que
los nutrientes se regeneren. Así tendremos suelos sanos “para una vida sana”.
Cambiando nuestro modo de
actuar
Los
efectos del cambio climático en la producción agrícola y la creciente
conversión de productos agrícolas, como por ejemplo en materias de
agrocombustibles se están notando aceleradamente, sumado a ello el aumento
dramático en los precios de los alimentos en estas últimas cinco décadas, como
ya se ha señalado.
Los
que no somos agricultores, sino consumidores, también debemos apoyar a los
agricultores, cambiando nuestro modo de pensar, de sentir y de actuar, es
decir, consumiendo productos sanos que producen nuestros agricultores. Porque
son más sanos los productos agrícolas del campo que los productos que vienen de
las ciudades, que están bañados de químicos y que luego pasan a nuestro
organismo.
Para
intentar cambiar nuestra actitud, debemos tener una cosmovisión clara de lo que
somos y de lo que deseamos para el mañana. Necesitamos dedicar más tiempo para
mejorar y mantener los suelos saludables, a ponderar la relación de la tierra
con nosotros, porque sólo cuando mejoremos e innovemos nuestro sistema agrícola
de nainu, podremos iniciar a incrementar nuestra alimentación para una vida
saludable.
El
suelo es parte de nuestra base cultural, social y productiva de la agricultura
familiar de nainu, la fuente fundamental de un legado importante del saber
agrícola y forestal tradicional, de agrobiodiversidad y de estrategias de
soberanía alimentaria, es parte integral de todo ecosistema. Fomentando y fortaleciendo
estas bases estaremos cambiando de actitud y rompiendo con la dependencia
alimentaria de las ciudades y de Colombia.
Mucha
contribución hay de investigadores que están demostrando que los sistemas
indígenas (conuco, waru waru, milpa, entre otros), llámese agroecológicos, como
los sistemas agroforestales, o de nainu como el dule, a través del tiempo,
exhiben niveles más estables de producción total por unidad de área
contribuyendo a la seguridad alimentaria de las familias; aseguran la protección
y conservación del suelo, al tiempo que mejoran la biodiversidad (Nicholls, Altieri,
2012). Además, estos conocimientos o técnicas de manejo tradicionales pueden
aportar al país un verdadero desarrollo sostenible (Castillo Díaz, 1994).
Lo
más importante para innovar los sistemas de producción agrícola de nainu “para
una vida sana”, es conservar el suelo y el agua, recurso vital para obtener una
mayor producción agrícola y forestal (Castillo, 2014a).
Poner énfasis en la investigación de intercambio de conocimientos entre
agricultores y adopten métodos de extensión popular participativa, innovar con
tecnologías a pequeña escala, demostrar que si hay talento, creatividad,
innovación o capacidad científica comunal en Gunayala.
Esta
estrategia es la piedra angular, donde el recurso humano, debe tomarse en
cuenta en el diseño del plan de desarrollo integral de Gunayala. Estrategia
dirigida a incrementar las opciones para la población dule y especialmente para
los agricultores. El éxito depende, en gran medida, del mejoramiento de la
capacidad humana para tomar decisiones, incrementar su nivel de pericia en
manejar los recursos, adquirir información y evaluar los resultados (Nicholls, Altieri,
2012).
Entonces,
dejemos que sea menos importante la compra de alimentos desde las ciudades. Qué
sea más importante comprar alimentos a nuestros agricultores y pescadores. Así
cada vez dejaremos de comprar alimentos desde las ciudades y a las canoas
colombianas. Y consumiremos lo nuestro, aportando de esta forma al ingreso
familiar del pueblo dule.
Comencemos
a apoyar la investigación/extensión con el objetivo de evaluar la incidencia de
algunos sistemas de nainu, de interés local o de los agricultores como
alternativa para el uso eficiente del suelo. Porque estos sistemas
tradicionales de cultivo presentan una excelente interacción entre los
requisitos de humedad y el suministro de humedad disponible en el suelo (Sánchez,
1981).
Referencias:
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Vargas Blandino, D., Funes-Monzote, F.R. (comp.), 2011.Innovación
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Sánchez, P.A., 1981. Suelos del Trópico: Características y manejo. /Traducido
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