Geodisio Castillo
El pueblo dule ha
experimentado cambios durante las últimas cuatro décadas. La población dule
contemporánea hace esfuerzos por participar en todos los aspectos de la vida
nacional. Sin embargo, el desarrollo nacional con modelos externos, están lejos
de atender sus necesidades, intereses y aspiraciones, porque las políticas de
desarrollo nacional no han superado los errores del pasado. Debido a la pobre
visión que se tiene de los pueblos indígenas en transición, creen que las
sociedades indígenas no tienen alternativas al “subdesarrollo” que se les
impone desde afuera, entonces consideran que necesitan recibir mayor “ayuda”
del Estado. Por derecho el Estado-Nacional debe asignar presupuesto a las
Comarcas y territorios de los pueblos indígenas del país.
En su afán de ofrecer
alternativas a la problemática de los pueblos indígenas de Panamá, en su
introducción el Plan de Desarrollo Integral de Pueblos Indígenas de la
República de Panamá (Plan DIPORP)[1],
señala: El Estado históricamente ha
carecido de una política integral de desarrollo de los pueblos indígenas. Se
les ha considerado siempre como minorías étnicas, objeto de integración en el
resto del País y no como pueblos con identidad propia. Las acciones del Estado
han estado dirigidas con el fin de “Civilizarlos”, perdiendo de vista que
cuentan con instituciones propias y autónomas. Los asuntos indígenas han sido tratados
por el Estado de forma segmentada, dispersa y con acciones puntuales,
improvisadas y de coyuntura, sin existir una estrategia de Estado para tratar
el desarrollo de los Pueblos Indígenas y el ejercicio de sus derechos de forma
integral.
Y sigue señalando: Entre los problemas más acuciantes que
afecta el pleno desarrollo de los Pueblos Indígenas de Panamá se encuentran el
alto índice de pobreza producto de la mala distribución de ingresos, la
marginación y exclusión social; falta de oportunidades para la generación de
ingresos y empleos, desigualdad de cobertura de los servicios básicos e
infraestructura que resultan en índices alarmantes de desnutrición, mortalidad
infantil y analfabetismo; precarias condiciones de viviendas, entre otras.
Inequívocamente la
cultura occidental colapsa y por eso tiene adheridos estigmas como el de la
pobreza, la desnutrición y la dependencia productiva de los pueblos indígenas
en la sociedad panameña. Por otro lado, también tenemos a los que acompañan a
los pueblos indígenas, enarbolando banderas de defensores de la causa indígena,
con el objetivo de llamar la atención del mundo sobre las tremendas
desigualdades e injusticias que han caracterizado su relación con los Estado-Nacionales
de Abiayala latina. Estas acciones solo han servido a sus propósitos en
numerosas ocasiones, ayudando en la obtención de servicios y derechos vitales,
tales como asistencia técnica, el derecho a la educación, el derecho a la
tierra, a la salud, entre otros. Resultado, es que los pueblos indígenas en
transición han sido afectados, tanto daño han hecho haciéndoles creer que son
pueblos incapaces de dar respuesta a sus propios problemas, y por ello
dependientes de las decisiones y los programas de ayuda que se planean e
implementan desde afuera. Muchos de los mal llamados “programas de desarrollo”
se han convertido entonces en imposiciones de estilos de vida y de técnicas
productivas que no toman en cuenta particularidades económicas, sociales, culturales,
ni ambientales, y que rara vez respetan sus necesidades, interés y prioridades
(van Diesen, 2000).
Buscando alternativas
propias, debemos entender que la estrategia debe ser un desarrollo desde
adentro, propio o un “desarrollo endógeno,” reconociendo la pluralidad cultural
interna de los Estados-nación, estos son los discursos que debe asumir las estrategias
legislativas (Bartolomé, 2006). Hacer énfasis en la inevitable necesidad de
potenciar las alternativas y decisiones locales, tomando distancia de los
antiguos modelos impuestos desde arriba. Aceptar un pluralismo consciente de la
historia y crítico del presente, porque no podemos plantear que las relaciones
entre culturas son idílicas y armónicas, sino un constante proceso de
negociaciones que contribuyan a garantizar la existencia de los pueblos
indígenas (Bartolomé, 2006).
Orígenes de la agricultura y la diversidad
genética
Existen numerosas hipótesis sobre el origen de la
agricultura, los hallazgos de cultígenos[2]
en yacimientos arqueológicos sudamericanos indican que hace aproximadamente
8,000 años a.C. se ubican los primeros indicios de la mayoría de los cultivos
de importancia económica que posibilitaron el desarrollo de las diversas
culturas de pueblos indígenas (Pearsall, 1992; citado por Krapovickas, 2010;
Cooke, 1998).
La agricultura[3]
llegó a ser una actividad de importancia para los pueblos indígenas de
Mesoamérica por el año 9,000 a 10,000 AP[4]
(Casas y Caballero, 1995; Zizumbo y Colunga, 2008) y la vegetación natural fue
alterada longeva y, en algunas áreas, radicalmente por las comunidades de
agricultores (Piperno y Pearsall, 1998; Cooke et al., 1996; citados por Cooke, 1998). Casas y Caballero (1995),
Zizumbo y Colunga (2008) señalan que Mesoamérica de esta forma es considerada
como uno de los centros más importantes de domesticación de plantas en el
mundo. Pero ocurre que algunos cultivos tienen origen en un lugar pero son
domesticados en otro lugar, como el cacao – sia o siagwa (Theobroma cacao), cuyo taxón silvestre, la subsp. sphaerocarpum (Chevalier) Cuatr., vive
en la cuenca amazónica, y el cultivado, subsp. cacao, fue domesticado en el sur
de México y Guatemala (Cuatrecasas, 1964; citado por Krapovickas, 2010).
Lathrap (1977) planteó
la hipótesis de que la Amazonia es un importante centro de origen de la agricultura.
Los vestigios arqueológicos identificó la Amazonia central como el centro
primario de origen de la agricultura. La domesticación de plantas medicinales, y
de otros usos ofrece apoyo a esta hipótesis, como también la diversidad
genética de la yuca - mama (Manihot esculenta), la mayor contribución de la Amazonia ecológica a la
agricultura mundial.
Mesoamérica como la
Amazonía son centros de origen importante para la agricultura mundial. Solo la
yuca amarga – mama (Manihot esculenta),
proporciona alimento básico de aproximadamente a 800 millones de personas en
todo el mundo (FAO, 2013). Su alta diversidad genética da cuenta de ello (Rojas
1994). Son cultivados por pequeños agricultores, producidos eficientemente en
pequeña escala, sin necesidad de mecanización y en zonas marginales con suelos
pobres y lluvias imprevisibles (FAO, 2013). Demostrando que las granjas
pequeñas son más productivas y conservadoras de los recursos que los
monocultivos a gran escala (Altieri, 2009; Bunch, 1982).
Lo anterior se
sustenta por la coexistencia de una extraordinaria diversidad vegetal y una
larga historia cultural en Abiayala. Solo en México existen cerca de 30,000
especies de plantas y más de 50 pueblos indígenas. Las primeras evidencias de
uso y manejo encontradas están en la chupandía (Cyrtocarpa procera), el aguate - aswe (Persea americana), las calabazas o zapallos – moe (Cucurbita pepo), en estratos de hace
aproximadamente entre 8000 a 9000 años (Casas y Caballero, 1995).
Otros de los cultivos
de importancia en la dieta de los pueblos indígenas para esta época fueron los
agaves (Agave spp.) y los ciruelos (Spondias purpurea), especies que de
acuerdo con el registro arqueológico eran cosechadas y consumidas desde hace
9000 años (Smith, 1965; Callen, 1965; citados por Zizumbo y Colunga, 2008). Estas
dos especies, junto con el maíz - oba (Zea mays), tenían, además, una alta relevancia cultural al
momento de la invasión europea, por ser usadas para obtener bebidas alcohólicas
(Bruman, 2000; citado por Zizumbo y Colunga, 2008).
Dos especies importantes en la dieta de pueblos indígenas antes de la invasión[5] europea y actual de Panamá ilustran cuan imprevisible puede ser esta combinación de efectos biológicos y culturales: el corozo pacora o coyol (Acrocomia mexicana) y la oba – maíz (Zea mays). Restos de ambas plantas aparecen en sitios arqueológicos panameños por el años 5,000 a.C. (Piperno y Pearsall, 1998; citados por Cooke, 1998).
Según Lathrap (1997),
en un ambiente como el bosque tropical, con recursos escasos durante ciertas
estaciones del año, es muy probable que los pueblos indígenas concentraron sus recursos
mediante la siembra de plantas alimenticias (frutales, nueces, hojas, raíces,
pescado, animales silvestres, entre otros) y de usos varios en lugares más
accesibles. Si las frutas y nueces fueron uno de los alimentos principales
durante la estación lluviosa, estas especies pudieron haber sido las primeras
en recibir cuidados, mientras que los cultivos de raíces debieron haber sido
domesticados más tarde. La historia de algunas plantas cultivadas está bastante
bien aclarada, como es el caso de los cereales en el viejo mundo, o el maíz -
oba (Zea mays) y el tabaco - war (Nicotiana tabacum) en Abiayala
(Krapovickas, 2010).
Hernández Bermejo y
León (eds., 1992) señalan que a la llegada de la invasión europea, los pueblos
indígenas utilizaron tanto plantas silvestres como las domesticadas; estos
constituyeron cultivos originarios de Abiayala, contándose para Mesoamérica
entre 49 a 104 especies, y 45 para la región andina. El número de especies
realmente domesticadas a lo largo de varios milenios antes de la invasión eran
más de 100 especies de plantas, todas ellas, excepto el camote - gwalu (Ipomoea batatas) y algodón – ubsan (Gossypium hirstium)[6],
desconocidas en el viejo mundo (Cooke, 1998); muchas de estas especies
utilizadas estaban solo en proceso de domesticación, debiéndose considerar
algunas como silvestres y un gran número como arvenses[7].
Krapovickas (2010)
anota que en 1926, Vavilov establece cinco centros de origen fundamentales de
las plantas cultivadas. Posteriormente en 1935, aumentó el número a ocho centros
primarios: 1) China, 2) India, 3) Asia Central, 4) Cercano Oriente, 5) Mediterráneo,
6) Abisinia, 7) Sud México y América Central, 8) Perú y Bolivia. Encuentra que estos
centros están relacionados con zonas montañosas y el asiento de las culturas antiguas
más desarrolladas (Vavilov, 1931)[8].
Estas proposiciones de Vavilov abrieron enormemente el interés no solo para el
estudio de la variabilidad de las plantas cultivadas, sino también porque proveían
nuevas posibilidades al mejoramiento genético de los cultivos y la búsqueda de resistencia
a enfermedades (Krapovickas, 2010).
Vavilov introdujo el
concepto de diversificación en los centros de origen porque observó que en
espacios relativamente pequeños había grandes variaciones de las especies
afines tanto de las silvestres como de las domesticadas (Boege, 2009). Estas
prácticas en espacios pequeños posteriormente evolucionaron hacia los sistemas
complejos agroforestales y manejo forestal que hoy aun es practicada por los
pueblos indígenas de Abiayala.
Agricultura a partir de 1492
Según Castillero Calvo
(2010), a inicios de la invasión europea al continente de Abiayala, los
europeos no mostraron mucho interés por desarrollar los cultivos o criar
animales domésticos. La obsesión de los invasores era el oro, y sus metas eran
retornar a casa ahítos de riquezas. Fue violento el robo del oro a los pueblos
indígenas, esclavizándolos, de esta forma se hizo de lado la dedicación al
cultivo de nainugan, milpas, chagras, conucos o huertos agrícolas familiares.
La comida comenzó a escasear y con ellos el desastre de los pueblos indígenas,
aunados a ello las enfermedades europeas diezmaron la población nativa (Cooke, 1998; Castillero Calvo, 2010).
La invasión europea
trastocó toda forma del “vivir bien” de los pueblos indígenas de Abiayala, no
solo de guerras y conquistas, fue también un encuentro de ideologías alimentarias
y agrícolas. Como resultado de este encuentro ocurrió un intercambio de
cultivos y animales que transformó los hábitos alimenticios a ambos lados del
Atlántico. La mayor parte de nuestra dieta diaria refleja este encuentro de dos
culturas: el café – gabi (Coffea arabica y C. canephora), el trigo común del pan (Triticum aestivum) y muchos otros
productos traídos de afuera se mezclaron con oba, mama, tomate (Lycopersicon esculentum) y varias
decenas de otros productos que se cultivaban en Abiayala. En este intercambio,
sin embargo, se impuso una ideología sobre la otra, como resultado de la cual las
miles de especies vegetales usadas por los pueblos indígenas se redujeron a menos
de 150 plantas cultivadas en la actualidad, donde solo 12 concentran alrededor
del 75% de nuestra dieta, de las cuales cuatro constituyen más de la mitad
(Hernández Bermejo y León, eds. 1992).
En Panamá a mediados
del siglo XVII los cultivos exógenos como la gay o gaya - caña de azúcar (Saccharum oficinarum) o el wagmadun - banano
extranjero (Musa sapientum) fueron
introducidos relativamente temprano, según relato de Wafer[9].
En 1630 Fray Adrián de Santo Tomás[10]
(citado en Castillero Calvo, 2010), describe que el plátano – massunnad (Musa paradisiaca) formaba parte de la
dieta y ritos de los dule; lo que nos da a entender que los dule ya conocían el
massunnad. Esto también se muestra en la horticultura de “tumba y
descomposición” practicada por los emberá en el siglo XVIII, donde la
producción fundamentalmente es combinaba con cultivos de massunnad y oba
(Werner 2000). En una de sus expediciones a Darién, Reclus (1881)[11]
observó que las mujeres dule cuidaban los cultivos y que el consumo del plátano
(Musa paradisiaca) y banano (Musa sapientum) eran muy importantes. Entonces
con razón, Llano Zapata, Velasco o Humboldt, concluyeron enfáticamente que el
plátano (massunnad) era una planta nativa de Abiayala (Citado en Castillero
Calvo, 2010)[12].
El wagmadun no se
introduce a Panamá hasta el primer lustro del siglo XVII, cuando se llegó de
Cartagena a Portobelo (Castillero Calvo, 2010). El wagmadun fue introducido a
Gunayala a raíz de la instalación de plantaciones bananeras en el golfo de San
Blas a principios del siglo XX. Mientras que el sia y massunnad siempre estuvieron
con sus dueños (dule) y juntos llegan a Gunayala en el siglo XIX.
En relación a los
productos forestales del bosque, principalmente las no maderables, dejados en
pie en nainugan o en negsergan, siguen siendo la principal fuente de riqueza de
uso doméstico y cultural del pueblo dule y de otros pueblos indígenas del país.
Estos productos forestales no maderables (PFNM) fueron la codicia para los
invasores.
Una de esta especie
forestal no maderable tan preciado como el oro fue la canela (Cinnamomum zeylanicum), un producto
forestal originario de la Amazonía. En el siglo XVIII, hubo expediciones a la
Amazonía en busca de canela y otros productos como el sia (Theobroma cacao), vainilla (Vanilla
planifolia), pisfá - nalub (Bactris
gasipaes), entre otros (Zent, 2005). Tanto es así que en Panamá en 1804
había más de 100 árboles de canela plantadas, más de 800 de cacao y árboles
frutales (Castillero Calvo, 2010).
Con la invasión
europea, la sobreexplotación de PFNM fueron extremos, sin respeto a la madre
tierra, como el caucho (Hevea
brasiliensis) y la quina (Cinchona
officinalis, Cinchona pubescens),
por el simple hecho de enriquecerse. La sobreexplotación del árbol de la quina
o cascarilla para obtener la quinina[13]
inició desde el siglo XVII y solo los aristócratas de España lo gozaron
(Castillero Calvo, 2010). Para los siguientes siglos el caucho blanco o el
níspero – isber (Manilkara pidentata)
para obtener la goma de mascar o chicle, fue arrasado en Darién y en Gunayala,
prueba de ello, es encontrar árboles con cicatrices para obtener el látex;
otros producto del bosque también sobreexplotado fue la raicilla - inasili (Psychotria ipecacuanha) y el marfil
vegetal o nuez de tagua – sabbisiler (Phytelephas
seemannii). Fue una típica gestión de “imperialismo ecológico”, como Alfred
W. Crosby Jr. diría no sin razón[14]
(Citado en Castillero Calvo, 2010).
Poco a poco los
europeos dominaron las tierras arrebatadas a los pueblos indígenas, reorientando
de esta forma la dieta alimenticia, hizo que plantas con un gran arraigo en la
población indígena y de gran potencial alimenticio fueran marginadas, abandonados,
o parcialmente abandonados y algunas desaparecidas (Hernández Bermejo y León, eds.,
1992; Castillero Calvo, 2010). Por ejemplo, el hule – gunnu (Castilla elástica), cuyo uso ya era
conocido antes de la invasión española, fue un cultivo incipiente y se marginó
por uno más eficiente, Hevea brasiliensis,
y este a su vez por el caucho sintético; y en cuando a las plantas alimenticias,
la marginación o abandono fue un proceso más largo y difícil (Hernández Bermejo
y León, eds., 1992). Hoy estos cultivos están siendo revaloradas o “redescubiertas”
su potencial nutritivo, de mercado, de seguridad, definiendo sus propias
políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo
sostenible y ecológico, con derecho a decidir su propio sistema alimentario y
productivo, lo cual significa una soberana alimentación.
Entre algunas especies
de valor nutritivo en la cultura de los pueblos indígenas tenemos el caso del amaranto
(Amaranthus spp.), que contiene más
hierro que la espinaca, la chia (Salvia
hispanica), que contienen mayores cantidades de nutrientes que otros
alimentos comunes, incluyendo vitaminas, minerales, antioxidantes, calcio proteínas
y fitonutrientes, la quínoa o quinua (Chenopudium
quinoa), que contiene proteína de una calidad comparable a la de la leche[15],
el camote - gwalu (Ipomoea batatas),
que contiene grandes cantidades de almidón, vitaminas, fibras (celulosa y
pectinas) y minerales, y destaca entre estos el contenido de potasio[16],
el nalub (Bactris gasipaes), rico en
hierro y vitamina A; el copoazú (Theobroma
grandiflorum), nutritivo, usado como estimulante/tónico y con un sabor
parecido al del cacao común, entre otros. Muchos de estos cultivos no solo
tienen características nutricionales importantes, sino que además están
insuperablemente adaptados a los suelos y las condiciones ecológicas de estos
territorios, producto de un lento proceso de domesticación y aclimatación a lo
largo de siglos.
La involución de los
sistemas agrícolas indígenas, tuvo su efecto en que los pueblos indígenas
abandonaran sus prácticas de policultivos o agroforestales para pasar a
practicar la agricultura de monocultivos. Esto provocó una gran inseguridad
alimentaria en la región, aunada a una creciente pobreza, debida a la
dependencia agrícola producida por la agricultura de mercado. El-Hage Scialabba
y Hattam (eds. 2003) señalan que la globalización y la penetración en el
mercado conducen a un colapso ecológico que está socavando la sostenibilidad de
la agricultura indígena o de pequeña escala en general. La degradación del
suelo se está acelerando, la organización social y comunitaria está cayendo,
los recursos genéticos se debilitan y las tradiciones se están perdiendo. La
erosión del suelo y la deforestación son tal vez los síntomas principales del
ciclo vicioso de la pobreza y la degradación ambiental. Muchos pequeños
agricultores se han convertido en agentes de destrucción, al sobreexplotar los
recursos naturales, motivados por la escasez de tierras y la falta de
oportunidades económicas.
Los pueblos indígenas
que lograron mantener cierta autonomía, en cambio, lo hicieron por medio del
celoso cuidado de sus conocimientos agrícolas ancestrales y de manejo de
recursos naturales. Sin embargo, esta erosión cultural en los pueblos
indígenas, y como ejemplo particular, en el pueblo dule, tienen sus efectos
directos en los bajos ingresos que obtienen los agricultores, escasos
excedentes de los productos agrícolas para su venta interna y cultivos de baja
calidad y con plagas. E indirectamente tienen su efecto en la población joven
de la Comarca, como la migración a las ciudades en busca de oportunidades de
empleo, satisfacer a sus hijos una buena educación, dejando en abandono sus
nainugan (Castillo, 2014)[17].
Debieron pasar más de
500 años para que se reconozca que los pueblos indígenas de Abiayala poseían un
conocimiento agroecológico sin par, especialmente si se lo compara con el que
hoy existe en la región. Sobre estos conocimientos, en particular en Gunayala,
hace más de 40 años que se realizaron unos estudios por extranjeros, algunos
por obtener una especialización[18],
y en los 80 lo realizaron los propios dule a través de PEMASKY y colaboradores[19].
Los conocimientos
tradicionales ecológicos es de suma importancia para los pueblos indígenas y
campesinas, porque representa su identidad cultural y a su vez representa la
herencia y diversidad de la humanidad (Pardo de Santayana et al., 2014). El mantenimiento de la diversidad biológica depende
de la diversidad cultural. Este hecho puede deberse a que las diferentes formas
tradicionales de gestión contribuyen a la generación y conservación de la
diversidad biológica mediante el manejo de plantas, animales y ecosistemas
(Balee, 1994; Olsson et al., 2004;
Dove et al., 2005; citados en Pardo
de Santayana et al., 2014).
Pardo de Santayana et al. (eds. 2014) señala que en las
últimas décadas, el interés por los conocimientos tradicionales ha ido en
aumento, tanto en su vertiente académica como en la de gestión del medio
natural. Los conocimientos tradicionales se consideran una fuente de
información para el diseño de políticas ambientales relacionadas con la
biodiversidad. Los conocimientos tradicionales son dinámicos y tienen fronteras
difusas, por lo que para elaborar el inventario es necesario definir y
delimitar el concepto de conocimientos tradicionales. Para ello, es esencial
asegurar que el conocimiento esté integrado y sea transmitido dentro de la
comunidad. Debe ser conocido o practicado en una zona o comunidad durante al
menos 30 años, periodo que permite la transmisión generacional.
Los conocimientos
tradicionales soberanos en la alimentación de los pueblos indígenas y la
biodiversidad de las tierras de Abiayala, a lo largo de siglos de evolución,
han permitido que la población que hoy residimos este planeta tengamos una
seguridad alimentaria y al igual agradecer a estos pueblos por dejarnos
alimentos sanos, de calidad y ser comidos de manera tranquila, sin prisas, en
buen provecho.
¿Qué ha pasado con la “transferencia
tecnológica” en Gunayala?
Podría señalar que a
partir de 1907, la agricultura en Gunayala empieza a cambiar, por las
siguientes razones:
1. El programa educativo que se
implementa en Gunayala, igual a todos los sectores del país, como programa
único, no ha variado de enfoque integracionista desde que empezó en Gunayala a partir
de 1907 (Castillo Díaz, 2005).
2. En 1920, la Standard Fruit Company
estableció plantaciones de bananos (wagmadun) en las planicies de Mandinga, en
Gunayala.
3. En 1952, los dule iniciaron sus
labores en la United Fruit Company (UFCO), en Bocas del Toro (Bourgois, 1994).
4. En 1965, la educación occidental
agrícola hace su presencia al crearse la Escuela Agrícola de Mandinga,
establecida por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
5. En 1972, se establece la Escuela
Granja en Uggubseni, por el Ministerio de Educación. Aquí ocurren dos cosas[20]:
a) la mayoría de los agrónomos de la
Escuela de Mandinga se trasladan a la Escuela Granja, y
b) al quemarse la Escuela de Mandinga
en 1975[21],
los agrónomos que aún laboraban o estudiaban pasaron a laborar al MAG y otros a
la Escuela Granja. Estos agrónomos no solo aprendieron lo occidental, llevaban
en su espíritu la esencia tradicional de la agricultura dule, como base para
desarrollar la agricultura en la Comarca.
6. Al
derogarse la Reforma Educativa a finales del años de 1979[22],
en 1980 la Escuela Granja se transforma en el Instituto Profesional y Técnico
(agropecuario) de Kuna Yala, estableciéndose en la comunidad de Uggubseni.
Hasta ahora, ¿qué está
demostrando nuestro sistema educativo? Que aún no está cumpliendo su principal
función que consiste en desarrollar las potencialidades latentes de los niños y
jóvenes para que ellos sean menos vulnerables a los problemas sociales y sean
más auto-dependientes en la solución de sus principales problemas cotidianos.
Aunque se estén preparándose más profesionales y con un horizonte de
aspiraciones y ambiciones ampliado, se sienten frustrados. Ellos descubren que no están aptos
ni para obtener siquiera un modesto empleo ni para auto-realizarse, ni en su
propia comunidad.
Por lo tanto, es
importante medir la realidad de la educación en Gunayala, y conocer sus
alcances, sus efectos directos o/y colaterales; pero, es aún más interesante
hurgar nuevas y osadas propuestas de cambio que corrijan los viejos errores,
atiendan los puntos más vulnerables del mismo proceso educativo en la Comarca
(Castillo Díaz, 2005). Si se hicieran estos correctivos, la educación agrícola
o agropecuaria estaría implementando huertas familiares y árboles frutales
diversificados en sus nainugan y cómo adoptar medidas de conservación del suelo
para que éste siga produciendo altos rendimientos de producción.
Pero ocurre lo
contrario, porque desde 1980 hasta hoy en día, la producción agroforestal en la
Comarca ha venido desmejorándose. El Congreso General Guna ha tomado riendas en
el asunto desde el principio y estado motivando a las comunidades y/o a los
agricultores para que incrementen la producción agrícola. Motivo por el cual, los
agricultores se reunieron, el 31 de julio de 1987, en la comunidad de
Uggubseni, para realizar su Ier. Congreso de Productores Agrícolas de Kuna
Yala. Este evento sirvió para crear la Central Única de Productores Agrícolas
de Kuna Yala (CUPAKY)[23],
cuyos temas se enfocaron sobre la “economía kuna”, “análisis de 10 problemas en
financiamiento, asistencia técnica y comercialización” y “organización de
CUPAKY”. Este evento histórico, señaló que “el
actual sistema socioeconómico kuna, tiene un conjunto de graves deficiencias
estructurales externas e internas, en su mayor parte derivadas del proceso de
desarrollo de la influencia de la economía capitalista, la cual ha confinado al
kuna abastecer de materias primas. Este rol ha significado el predominio del atraso
en producción, adecuada organización y la dependencia y deformación económica”.
Para esta misma época
la iglesia católica también jugó un papel importante en la transformación de la
agricultura en Gunayala, facilitaron mucho apoyo logístico. Apoyando con
insumos agrícolas (herramientas, semillas, entre otros), actividades de
capacitación e intercambio de experiencias. Con la iniciativa de la iglesia
católica surgieron otros grupos agrícolas para acompañar a la gran familia de
grupos organizados de pequeños agricultores.
En un recorrido y diálogos
realizados en la época del año 2,000, hemos percatado cuán frustrados se
encontraban los agricultores de los resultados de la “transferencia
tecnológica”. Nos mostraron “kubotas”, herramientas agrícolas, tirados y
oxidados, olvidados por el tiempo. El consenso de los agricultores es que la prueba
había sido un fracaso. Los propios productores reconocen que los donativos de
nada sirven, admiten que “nuestra gente no aprecia lo que no le cuesta”. Los
donativos y el paternalismo, están tan arraigados en Gunayala, que preferimos
aceptarlos, cuyos resultados en proyectos de desarrollo en la Comarca
evidentemente ha sido negativo (Castillo y Bastidas 2004).
En este proceso de
cambio en la agricultura dule, grupos organizados de agricultores desaparecieron
y luego surgieron otros motivados por proyectos o programas de impactos
ambiental, social, económico y cultural, ejecutados por ONGs dule y por el
propio CGG. Más recién motivados para ejecutar subproyectos de inversiones
ambientales, conservación y desarrollo agroforestal, auspiciados por el Corredor
Biológico Mesoamericano del Atlántico Panameño de la Autoridad Nacional del
Ambiente (CBMAP-ANAM), el Programa de Pequeñas Donaciones del Programa de la
Naciones Unidas para el Desarrollo (PPD-PNUD) y últimamente por la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Como vemos hubo
esfuerzos tanto comunitario, de grupos organizados y del propio Congreso
General para incrementar la producción agrícola o alimentaria, pero hasta ahora
la situación sigue lo mismo – la producción sigue mermando. ¿A qué se debe esta
situación? Es la pregunta que todos debemos hacernos y juntos buscar la
alternativa posible para minimizar la situación e iniciar el incremento de la
producción alimentaria en la comarca.
El apoyo a los
proyectos de desarrollo comunitario, el desarrollo agrícola intensivo, el
desarrollo integrado y toda una variedad de paradigmas participativos se
desarrollaron a partir de los años 50. Este cambio de orientación ocurrió a
partir del decenio de 1970, con la comprensión cada vez más sólida de que el
objetivo de desarrollo rural a largo plazo no era el incremento de la
producción agrícola sino la seguridad alimentaria (Baumann et al., 2004). A este objetivo, hoy le agregamos - la conservación
de la biodiversidad y la soberanía alimentaria. Esta realidad se ha constatado
en los diálogos realizados con los agricultores, actividades organizadas a
través de subproyectos agroforestales en la comarca, que la tendencia actual de
la agricultura es dominada por los debates de la conservación de la
biodiversidad. De allí menos interés en investigar, innovar y facilitar la
revaloración de las prácticas agroforestales o agroecológicas indígenas, como
es el nainu. Por lo tanto, los estudios económicos dentro de nuestra realidad
cultural e intercultural son nulos. Estos proyectos en los pueblos indígenas se
convirtieron en donativos y paternalismos, cosa que hasta hoy no ha sido superado
por los Estados-nación de Abiayala (Bunch, 1982; Castillo y Bastidas, 2004).
Sin embargo, hay que reconocer
que en un momento, los proyectos han sido aclamados como una forma de
“transferencia tecnológica” para promover la conservación y el desarrollo
comunitario integrado – humano y cultural. En los años 80 la popularidad del desarrollo
comunitario o rural integrado se decayó, al reconocerse que se trataba de un
enfoque modelo planificado con una concepción macroeconómica ("de arriba
abajo") (Baumann et al., 2004). Entonces
la otra pregunta es ¿Los proyectos son una de las soluciones al desarrollo de
la Comarca?[24]
Otra de las razones
del fracaso de la “transferencia tecnológica”, se debe a que la tecnología
agrícola occidental, no fue diseñada para un ecosistema tropical como el de
Gunayala, ni responde a las características socio-ambientales y culturales del
pueblo dule. No se han tomado en cuenta que el suelo y el agua son elementos
vitales para la vida y la producción (Castillo, 2014a). Los suelos, no se
caracterizan por su riqueza, y es bien conocido, que son suelos ácidos y de
poca capacidad para retener nutrientes, generalmente demasiado drenados, por lo
que son los nutrientes los coladores del agua. Es por esto que la mayor parte
de la exuberancia vegetal que compone el bosque tropical depende de los
nutrientes que se encuentran precisamente en la capa vegetal que cae al suelo,
se descompone y es rápidamente absorbida por otras plantas que compiten
ferozmente por ocupar el espacio de luz dejado por cada planta que muere (Salas,
1987). En este contexto, cualquier sistema agrícola que no restituya
rápidamente la capa vegetal boscosa que corta está condenado al fracaso, ya que
los suelos se empobrecen rápidamente. Tan rápidamente que fertilizarlos resulta
demasiado caro.
La “transferencia
tecnológica” y los procesos de extensión agrícola no realizaron cambios o transformaciones
en los paisajes naturales de la Comarca. Dichos procesos impositivos no calaron
ni tuvieron impactos, porque si fuese así, los agricultores estarían
enfrentando muchos problemas ambientales, como ocurre en el mundo (Cárdenas Támara,
2002). Pero han dejado y siguen sembrando confusiones en el manejo y desarrollo
de la agricultura en la Comarca. De allí el surgimiento de la problemática
agroforestal dule.
La imposición de la
“transferencia tecnológica” y extensión agrícola no tuvieron impactos. Los
diálogos diarios de los líderes en Onmaggednega (verdadero centro educativo), del
Congreso General semestral y cultural y sectoriales, también organizados para
discutir y reunir la información necesaria de la realidad de Gunayala,
impidieron los impactos negativos. Además,
la formación de líderes en tareas especializadas, así como la división de
funciones entre las diferentes organizaciones del pueblo dule (trabajo en
comisiones, por ejemplo), constituyeron siempre un desafío para la
gobernabilidad de Gunayala (Dumoulin Kervran, Gros, 2010). Cabe resaltar
finalmente el esfuerzo que ha representado la redacción de un Plan de
desarrollo integral de Kuna Yala (2005-2010) que intenta fijar las grandes
líneas de acción para el mañana, se ha estancado, para darle paso al plan gubernamental
de desarrollo integral de pueblos indígenas – Plan DIPORP.
Todo ello hizo de la
condición humana un lugar de participación comunicativa. Freire (1998) señala
que la educación, en este sentido, debe actuar como un proceso constante de
liberación del hombre. Por lo tanto la comunicación, constituye una interacción
basada en el diálogo, en un mismo nivel, en donde el conocimiento no se
transmite de uno a otro, sino que se construye de manera conjunta.
De la agricultura familiar a comunal y grupos
a grupos comunitarios
Mi experiencia de
campo, los recorridos y diálogos con los agricultores, juntos estamos de
acuerdo que la agricultura dule no es la misma que antes. Ha pasado por un
proceso evolutivo como ocurre en todo pueblo o culturas. Nos cuenta el señor
Inaiduli[25]
que la agricultura dule no siempre ha sido colectivo como lo quieren demostrar
los extranjeros[26].
“Desde que me trasladé de mi comunidad Usdub (Corregimiento de Ailigandi), a
vivir a la comunidad de Miria Ubigandub (Corregimiento de Narganá), el sistema
de producción era familiar, con el tiempo, la comunidad decidió por trabajar la
tierra en forma colectiva. Este sistema consiste en que juntos (comunidad)
realizan la limpieza del terreno en yoleb (verano) – socola, tala y quema,
hasta más de 15 hectáreas, dependiendo de cuánta familia existe en la
comunidad. Se cultiva la tierra ya sean con masi, massunnad, oba, mama u otros
productos agrícolas anuales. Luego la parcela grande se reparte en pequeñas
parcelas de aproximadamente 0.45 hectáreas, para las familias, con el fin que
les den mantenimiento” y con ello se mantiene el sistema agrícola familiar.
Continua Inaiduli
describiendo que “esta forma de trabajar la tierra colectivamente se decidió
por las razones siguientes”:
(a) “cuando el nainu familiar, después
de ser aprovechado se deja en descanso (barbecho) y hasta llegar al estado de
nainu sered (bosque secundario con presencia de cultivos perennes), en esta
etapa de regeneración natural se pierden los linderos de nainugan (parcelas). Al
observar el nainu sered esta se confunde con negsered (bosque secundario viejo),
y un negsered es considerado que no tiene dueño, es decir, que no ha sido
trabajado. Como es negsered, y como ya no hay quien oriente o transmita los
conocimientos tradicionales a los jóvenes, los jóvenes piden permiso para
preparar su nainu. De ahí surgen problemas de linderos de los nainugan, porque
surgen los dueños. Mientras no lo tocas no hay problemas”.
(b) “jóvenes que vienen de otras
comunidades y se casan, como mi caso”, anota Inaiduli, “no teníamos acceso a
nainugan, por lo tanto, no podíamos trabajar la tierra. Para resolver tal
situación, la comunidad resolvió darle oportunidad a todos, entonces es cuando
el sistema de producción familiar cambia al colectivo. Pero las individuales,
familiares, grupos o asociaciones aún se mantienen”.
Pero qué ocurre con
este sistema, sigue comunicando el amigo Inaiduli, “esta forma de trabajo ha
traído dos (2) problemas:
- “porque no todos le dan mantenimiento a sus nainugan, los cultivos se pierden y hasta no llegan a cosechar, otros que los mantienen tienen éxitos y llegan a producir sus cultivos, se alimentan y hasta pueden llegar a vender sus productos que sobran. Entonces surgen los problemas sociales, principalmente el robo, de parte de los que pierden sus productos”.
- “porque ahora los productores, comunalmente hablando, tienen que esperar al nainu sagla (jefe de la tierra o parcela), que decida si trabajan la tierra este verano o no. Entonces si no trabajan, surge el ocio y con ello el robo”.
La agricultura dule ha
pasado por un proceso histórico, la forma colectiva o comunal se ha mantenido
hasta hoy como costumbre. Antes de los 80 surgieron “grandes sociedades” de
hasta 90 miembros y más, y/o cooperativas[27]
dedicados principalmente a los cultivos comerciales de coco - ogob (Cocos nucifera)[28]
y aguacate - aswe (Persea americana).
Con el pasar del tiempo, cuenta el sagla Benjamín Obaldía[29]
de la comunidad de Yandub-Narganá, las “sociedades” fueron decayendo, las
grandes tiendas que tenían fueron poco a poco desapareciendo. Piensa Benjamín,
que fue por la influencia exógena de patrones culturales diferentes al
pensamiento de los señores de esta época, con una visión diferente decían, “no
seremos ni ricos ni pobres”, cosa que ya no se piensa igual hoy día. Al tomar
las riendas los jóvenes de esta época no pudieron mantener las “sociedades”.
Muchos desaparecieron. Hoy, si hay algunas “sociedades”, éstas están
subsistiendo con mucho, muchos esfuerzos[30].
Los pequeños grupos de
agricultores organizados que surgieron en los años ’80, se establecieron en
diferentes modalidades: cooperativas[31],
cooperativa comunal, asociaciones, amigos, grupos. Estas organizaciones tenían
sus propios principios basados en sus conocimientos tradicionales y adaptando
algunos conocimientos occidentales. Se dedicaron a cultivar principalmente
wagmadun, massunnad, oros – arroz (Oryza
sativa), oba, mama, gabi, sia y naturalmente el ogob. Algunos grupos se
especializaron como el caso del grupo Duigdi en Usdub y Gariadi en Uggubseni, sus
cultivo central fue el café (Coffea spp.),
hubo una gran producción, pero no fue valorada por su propia gente. Con el
pasar del tiempo poco a poco estos grupos fueron desapareciendo.
En 2001 había 14
grupos organizados de producción agroforestal. En la actualidad estos grupos ya
no existen, han desaparecido, muchos de estos líderes han migrado a la ciudad.
En el 2013 surgen 30 grupos “comunitarios”, con sus propias personerías
jurídicas, representando a sus propias comunidades[32],
estos grupos principalmente son del Corregimiento de Narganá o al Área
Silvestre de Narganá. Se formaron grupos comunitarios para ejecutar
subproyectos de inversiones ambientales auspiciados por CBMAP II-ANAM.
De estos 30 grupos
“comunitarios”, 24 comunidades se dedicaron a los subproyectos agroforestales[33].
Uno de los objetivos de estos subproyectos fue hacer énfasis en la conservación
ambiental y de la biodiversidad. Si no se ha hecho una facilitación técnica o
diálogos consecuentes valorando los conocimientos tradicionales, se espera que
poco a poco para finales del 2015 estos grupos comunitarios ya no estén dándole
seguimiento a los subproyectos, ya que el CBMAP-ANAM finalizó el programa a
mediados del 2014.
Pero si no es
CBMAP-ANAM que apoye, ahora es el PPD del PNUD quien puede apoyar a las
comunidades con los proyectos que aprueben para este año, con ello aumentarán
los grupos “comunitarios” (PPD–FMAM-PNUD 2009)[34].
De igual forma la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO) en Panamá, ha proyectado una “agricultura sostenible” para
las Comarcas Ngäbe Bugle y Gunayala, a partir del 2013. Según la FAO se ha
establecido en las Comarcas 35 parcelas (109 parcelas más para el 2014) con
cultivos de poroto, arroz y maíz, para que 350 familias se beneficien, con
asesoría de expertos de la organización[35].
En todo este proceso los agricultores fueron capacitándose u orientándose a
buscar sus propias alternativas agroecológicas o de desarrollo. Sin embargo, la
producción sigue mermado drásticamente. A tal punto esperan wagmadun o
massunnad procedentes de la capital y de Colombia y hasta peces desde la
ciudad.
No es de ahora los
cambios experimentados en Gunayala en estas últimas cuatro décadas, porque con
ello ha surgido la problemática de producción agrícola y forestal (Castillo
Díaz, 1987). Existen resoluciones de parte del CGG, motivando a las comunidades
y/o a los agricultores trabajar la tierra, para incrementar la producción
agrícola o de alimento y revalorar los conocimientos tradicionales
agroecológicos[36].
El llamado del CGG, no ha cesado, en las últimas décadas hubo varias
resoluciones relacionados a incrementar la producción alimentaria y hasta se ha
invitado al Estado para crear la regional del Ministerio de Desarrollo
Agropecuario (MIDA) en Gunayala[37].
Lo natural es que sea el propio pueblo dule o el agricultor, el que busque la
mejor manera de salir adelante, desde adentro, para superar situaciones como la
que están surgiendo sobre ogob y las canoas colombianas[38].
La agricultura de nainu
No es diferente la descripción
que le dan los investigadores a la agricultura de los pueblos indígenas: milpa,
conuco, waru waru, chagra, nainu, chinampas, entre otros. Según Castillo (1983,
2001), la agricultura de nainu está asociada a una gran diversidad de especies
forestales y vegetales, sustituye de una u otra forma al bosque. El nainu
consiste en una sucesión de cultivos que siguen a la tala y quema del bosque que:
- permiten la recuperación de la cobertura boscosa,
- aumentan la biodiversidad y
- producen alimento para humanos y animales silvestres.
Esto ocurre a lo largo
del tiempo y se basa en una visión cíclica del proceso productivo, ya que el
cultivo se inicia con un período de producción intensiva, mientras se siembra cultivos
anuales (oba, massunnad, wagmadun y mama) hasta su cosecha, y un período menos
intensivo pero igualmente productivo, durante el cual se cosechan frutos y
productos del bosque, como el nalub, la sia, el bejuco real - sargi (Heteropsis oblongifolia), que sirven de
amarre (más seguro que los clavos) para unir postes de choza, el bejuco grueso
– gali (Philodendron radiatum), que
sirve principalmente para hacer cestos o canastas[39]
y sabbigarda (Simaba polyphylla), que
sirve en medicina para mejorar la visión y el conocimiento en la creatividad
del arte, diseño de molas, hamacas, …, entre otros.
Agricultor
de Gardi Yandub trasplantando siagwa.
Foto: Gubiler, 2013
|
El tiempo entre etapa
y etapa (ciclo de barbecho) varía con las características de cada ecosistema y
las técnicas y los cultivos utilizados, estos suelen oscilar entre los 60 a 80 años
o más[40].
De esta manera, aunque la tierra usada por una comunidad indígena agricultora
parece desperdiciada, ya que está rodeada por grandes extensiones de negsered o
“bosque secundario viejo,” ésta es rica no solo en biodiversidad y nutrientes
para los futuros ciclos productivos, sino también en plantas domésticas o útiles,
algunas con gran valor de mercado. En el Cuadro 1, pueden ver algunos ejemplos
de uso de frutales, árboles y cultivos perennes que sirven de sostén a la vida y
cultura del pueblo dule.
Cuadro 1: Uso de algunos frutales, árboles y
cultivos perennes
** Árbol venenoso para los seres humanos Fuente: Adaptado de Castillo y Beer, 1983 * Soporte para paredes de choza |
En un conuco o nainu,
la cultura Sikuani que se extiende en una amplia región, entre los Andes y el
Orinoco, por ejemplo, siembran mama (Manihot
esculenta), en cientos de variedades, muchas de ellas con características
nutricionales y resistencias distintas, a pesar de estar consumiendo unas pocas
variedades (Rojas 1994). Hay más ejemplos, sobre las prácticas que hacen los
pueblos indígenas, que ha hecho que investigadores se interesen por el uso y
manejo que las comunidades hacen de miles y miles de plantas a través de sus
sistemas de producción por nainugan o conucos (Levi-Strauss, 1997). Obviamente,
estas prácticas son parte de la vida, cultura y espiritualidad de los pueblos
indígenas; que los llevan a buscar nuevos cultivos in situ y la práctica de nuevas técnicas, estableciendo paisajes
culturales.
Habrá muchos estudios
llevados a cabo durante los últimos veinte años sobre los sistemas agrícolas
indígenas de Abiayala, que han demostrado que los pueblos indígenas siguen
utilizando los mismos métodos o patrones de uso del bosque, en regiones que aún
mantienen bajo manejo agroforestal (Heckenberger et al., 2003). Significa que los pueblos indígenas necesitaron cambiar
el paisaje natural de la selva virgen a una más apto para la vida y el
desarrollo cultural, que dieron origen a bosques culturales, desarrollando un
complejo sistema agroforestal o agroecológico, cuya diversidad biológica está
directamente relacionada con la intervención humana (Denevan, 1992)[41].
Cuando a finales del
siglo XVIII y principios del XIX, los dule migran a las montañas de la actual Gunayala[42]
posiblemente sí encontraron sabbur o nabsaagan (bosques vírgenes o suelos
arcillosos), cambiaron el paisaje natural de la selva y así llegaron a las
costas (Castillo, 2001). Hoy lo que queda en las montañas (cordillera) son paisajes
naturales de negsergan (bosques secundarios viejos de más 200 años). Los dule
conocían el suelo forestal, porque son aquellos que se desarrollan bajo la
influencia de la cubierta forestal, con características típicas de extrema
infertilidad y alta acidez y con un horizonte argílico o por la acumulación de
nabsaa - arcilla (Salas, 1987).
Si nos adentramos a
los bosques en Gunayala, nos daremos cuenta de la riqueza de paisajes naturales
que han formado los agricultores, una compleja mezcla de comunidades naturales
de vegetación, cuya combinación alberga una riqueza biológica extraordinaria.
El nainu y aun en negsered son espacios de domesticación, áreas en constante
regeneración o transformación. Las comunidades como Cangandi o Mandiyala, ubicadas
tierra adentro, son ejemplos, en tener huertos caseros familiares, donde tienen
plantas medicinales, plantas útiles, cultivos perennes y semiperennes, animales
domésticos y silvestres, árboles frutales, especies maderables y no maderables
traídas del bosque. Con el fin de garantizar la seguridad alimentaria, además
del nainu, en los nainusergan (bosques secundarios de 15 a 20 años o más) se
mantienen sembrados, cultivos perennes como pisfá – nalub (Bactris gasipaes), cacao – sia (Theobroma
cacao), cardomomo rojo – bagwa (Elettaria
cardamomum)[43]
y frutales. En los nainu nussugwa (parcelas de 5 a 15 años) hay sembrados de
plátano – massunnad (Musa x paradisiaca),
banano – wagmadun (Musa sapientum),
sia, cacao de mono - sur sia (Herrania
purpurea), otoe – dargwa (Xanthosoma
sagittifolium)[44],
ñame yampí morado - wari (Dioscorea
trifida)[45],
[46],
ñame yampí blanco – buggwa (Dioscorea
bulbifera), y otros cultivos que resisten la sequía y en las áreas bajas,
las inundaciones (Castillo y Beer, 1983).
Se ha demostrado que
los conocimientos ancestrales agrícolas de los pueblos indígenas han sostenido
a su población por miles de años y a miles de habitantes (Heckenberger et al., 2003). Los pueblos indígenas de
Panamá ya habían domesticado más de 100 especies de plantas que hoy forman
parte de nuestra dieta, como son la mama, ají picante – gaa (Capsicum spp.), ñame – wagub (Dioscorea alata)[47],
piña – osi (Ananas comosus), sia,
moe, dargwa, wari, oba, war, entre otros (Castillo y Beer, 1983; Castillero
Calvo, 2010). Desde entonces se practica el policultivo con cultivos de oba,
moe, mama, war, gaa, sia, osi, papa, tomate, maní, inwa o ingwa – frijoles (Phaseolus vulgaris) todos productos
originarios de Abia Yala[48].
Con la invasión europea y en particular la española estos conocimientos se
perdieron y siguen perdiéndose. Lo invasores europeos transformaron el paisaje
de Abia Yala e imponen su dieta.
Estos paisajes
culturales con gran biodiversidad y biodiversidad agrícola tienen un gran
valor, que ha empezado a ocupar las agendas políticas del mundo debido a los
grandes cambios globales que se han experimentado en los últimos años, y es que
constituyen una fuente única de seguridad alimentaria. Estos sistemas de
producción agroforestales de nainu son sistemas y tecnologías tradicionales
para el uso de la tierra basadas en la conservación y el incremento de la
biodiversidad, al contener múltiples cultivos y árboles, al contrario del
sistema de monocultivo, lo cual no solo ayuda a revitalizar los suelos en los
que se practica, sino que también provee a sus usuarios con una variedad de
alternativas alimentarias y de estrategias de trabajo (diferentes períodos de
cosecha) que les da una gran flexibilidad para enfrentarse a una emergencia,
sea ésta ambiental (epidemias, plagas, lluvias, etc.) o humana. Por esto el agricultor
indígena y campesina están en la mejor capacidad de aguantar un mal año, una
baja cosecha, porque no dependen de un solo cultivo, como la oba, que es muy
susceptible a la lluvia fuera de estación.
Por otra parte, el
sistema agroforestal de nainu, asegura la preservación vegetal natural en las
orillas de los ríos, arroyos y en la parte superior de las montañas, por
ejemplo, ayuda en la reducción de la erosión y las inundaciones. Como también,
purifica el agua que consumimos a diario, facilita la polinización de los
cultivos y mantiene el suelo rico en nutrientes. Además, forman corredores
importantes para la supervivencia de los animales y las plantas nativas
(Bennett, 2004). Además de eso, las producciones sostenibles ofrecen más
resistencia a los efectos del cambio climático.
Desarrollo desde adentro
La visión de que los
pueblos indígenas no contribuyen al desarrollo local, es decir al mercado, no
tiene asidero en la realidad. En la década de los 70, Anduze (1974) estimaba que
solo la agricultura Piaroa[49]
aportaba al mercado regional más del 40% de la yuca (mama) que se consumía. El pico
económico más importante de la región en los últimos 500 años, fue el período
de explotación del caucho (Hevea brasiliensis),
se basaba precisamente en la explotación de un recurso forestal manejado por
indígenas de Amazonas desde mucho antes de que Charles Goodyear descubriera el
proceso de vulcanización que permitió su explotación comercial en 1839. Este
hecho confirma los numerosos estudios recientes, que señalan que la agricultura
indígena no es solo la mejor adaptada ambiental y socialmente, sino que además
podría ser la única estrategia económicamente viable para este tipo de
ecosistemas de que se disponga en el presente (Richards, 1985; Posey, 1989;
Zent, 2005).
El PNUMA/IIDS (2005)
señala que estos recursos tienen un valor inmenso y son cada vez más perseguidos
por una variedad de intereses comerciales. Constituyen, para las grandes
empresas biotecnológicas, la base de nuevos productos farmacéuticos y las medicinas
herbales, así como de aplicaciones tecnológicas en biotecnología, agricultura,
medicina y otras áreas de interés comercial. Millones de dólares cargan las
empresas en sus maletines para invertir y sacar nuevos productos al mercado. Por
lo anterior, el comercio afecta el ambiente para bien o para mal, y cómo la
preocupación del ambiente puede trabajar a través del sistema comercial para
fomentar o frustrar el desarrollo.
Hoy asistimos el ocaso
del capitalismo ante la hegemonía que ha establecido el capital financiero y
especulativo, es decir, lo que tenemos es una ofensiva del capital, nacional e
internacional, que busca apropiarse de todos los bienes de la naturaleza
(biodiversidad, tierra, agua, oxígeno, etc.), principalmente vía la minería,
las usinas hidroeléctricas y nucleares, que causan graves problemas como la
devastación de los biomas, el cambio climático, desalojos, etc.; pero que
también afectan directamente a la soberanía de los países y de los pueblos
(Stedile, 2014). Por lo
visto, estos intereses afecta la agricultura y el desarrollo desde adentro.
El impacto ambiental, social
y cultural que se observa en Gunayala, aunado a la perspectiva de alternativas
a un mayor crecimiento para salir de la pobreza planteados en el Plan DIPORP, obligan
a los pueblos indígenas a repensar seriamente si será posible encontrar
soluciones agrícolas y alimenticias que no dañen su principal valor agregado,
su riqueza biocultural. Y no sea otro programa paternalista estatal que ha
caracterizado desde hace 50 años a los gobiernos de Panamá (Cambra, 2014). Entonces
es lógico mirar hacia las comunidades indígenas en la búsqueda de soluciones.
Pero antes, los propios pueblos indígenas deben iniciar a revalorizar y
practicar lo que tiene, para que la experiencia que tienen en el manejo de
estos ecosistemas, demuestren nuevamente, que son capaces, como durante las
últimas décadas han demostrado una gran flexibilidad para adaptarse a los retos
y las necesidades actuales. Sin embargo, cada realidad es diferente.
En Gunayala ocurre un
proceso crucial de cambio social y es la expansión del capitalismo el
determinante básico en última instancia de la explotación del turismo, la
carretera El Llano-Carti, es decir, el cambio de las fuerzas productivas
(ecológico, político, económico) y de las relaciones de producción (Calvo
Buezas, 1990), o las fuerzas que se denominan “las fuentes inmediatas del
crecimiento” (Vásquez Barquero, 2007). El turismo en Gunayala toma importancia
y se agudiza en un contexto difícil. La región atraviesa una crisis económica,
social y cultural en gran parte nueva, reforzada por la fragilización de su
modelo de autonomía (Dumoulin Kervran y Gros, 2010).
Sin duda – el cambio
social, no es de ahora, esto podría ser a partir cuando los dule empezaron a
laborar como obreros en las bases militares de los Estados Unidos[50]
en la exzona del canal. Ahora ocurre que el modelo económico de Gunayala,
basado tradicionalmente en la agricultura, la pesca y la venta de ogob, ha
entrado en una crisis profunda a la cual se agrega la pérdida de empleos para
los dule al cerrarse las bases militares de los Estados Unidos.
El desarrollo desde
adentro (endógeno) en Gunayala, tiene que partir de un esfuerzo mancomunado que
involucre a todos los actores de la Comarca. Se debe trabajar en la
identificación de cultivos y técnicas que armonicen las necesidades particulares
ambientales y sociales de la Comarca y del país. Para ello es vital establecer
vínculos entre los organismos gubernamentales y no-gubernamentales comprometidos
con una propuesta de desarrollo productivo, desde adentro e independiente, sin
perder de vista que en muchas comunidades indígenas lo productivo es inseparable
de lo espiritual, lo médico, lo político, entre otros. La falta de comunicación
entre los dos mundos es y ha sido siempre el principal obstáculo para el
desarrollo de la región. La propuesta del desarrollo desde adentro requiere
entonces de mucho ingenio para saldar el abismo que separa la ideología
agrícola occidental y del estado de la de los pueblos indígenas.
Para incrementar la
producción alimentaria en Gunayala, como así en los pueblos indígenas de
Panamá, solo se necesita una decisión o voluntad política. Es decir, la única
razón por la cual nuestros mecanismos de comercialización actual no están
adaptados para la producción en biodiversidad es porque, sencillamente, nunca
se incluyen estos productos en la agenda política del país. Pero se habla, se
hacen discursos y se plasman en papeles, nada más. Los productos nativos pueden
contribuir con valor de mercado, así como los mecanismos para incrementar su
producción sin afectar su eficacia ambiental, social y cultural. La falta de
atención a los productos que ofrece la agricultura agroforestal de nainu hace
que no se generen mecanismos para su comercialización, pero en la medida en que
estos productos se hagan disponibles al mercado los medios para
comercializarlos se adaptarán por si mismos a los requerimientos de este tipo
de agricultura de nainu. De allí dependería el futuro desarrollo integral de la
región o de los pueblos indígenas desde adentro.
Sin embargo, es
importante señalar que para los pueblos indígenas el aspecto económico no es
más importante en el desarrollo desde adentro, lo que importa es que el
desarrollo del colectivo, familiar e individual sea integral. Es decir, que el
desarrollo desde adentro tenga base ecológica, cultural y alimentaria, con
derechos de equidad y beneficios - nueggwa gudisaed, yeergudisaed o “vivir
bien”[51].
Pero es la cultura que sirve como organizador de la vida social, resuelve
conflictos y organiza el orden interno. Y así mismo según las circunstancias
históricas, la cultura se adapta y se transforma.
Para que el desarrollo
sea verdaderamente desde adentro, es necesario primero desmentalizar que los
pueblos indígenas no ofrecen alternativas e impiden el “desarrollo”. Porque con
frecuencia las iniciativas a las que ha dado lugar este enfoque del desarrollo desde
adentro tiene un carácter asistencial y se quedan cortas a la hora de promover
procesos de desarrollo, económica y socialmente sostenibles (Vásquez Barquero, 2007).
La comunidad académica
está más que convencida que los conocimientos tradicionales o propuestas
agroecológicas indígenas encierran importantes claves para el desarrollo de
estrategias social y ecológicamente viables para la región (PEMASKY/AEK 1986;
Pardo de Santayana et al. eds. 2014).
Castillo (2014b)
señala que no hay problemas que no puedan ser solucionados, y los agricultores dule
lo saben. Adoptando un desarrollo más de adentro que exógeno, un desarrollo que
avance “en pequeño”, con tecnología a pequeña escala, desde adentro hacia
afuera, desde lo más sencillo hacia lo más complejo. Por tanto, para resolver
la paradoja del desarrollo desde adentro en el pueblo dule, es imprescindible
comenzar por revisar las estrategias productivas de la población local, su historia
y su potencial económico. Esta tarea hay que realizarlos antes que los
conocimientos ancestrales se pierdan definitivamente, como ya viene
ocurriéndose.
Las
innovaciones tecnológicas son un complemento y no un condicionante para empezar
el desarrollo agrícola, o que su falta no sea una excusa para no iniciarla. De
esta manera los agricultores dule estarían fomentando la interculturalidad.
Porque la homogenización y uniformalización es un impedimento al desarrollo de
la interculturalidad y por lo tanto al desarrollo agrícola-forestal; el cual no
implica la renuncia a sus conocimientos ancestrales, sino incluso una forma de
contribuir a su reproducción (Bartolomé, 2006). Aprender del otro, tomar lo
mejor del otro, o de las otras culturas, han dicho los grandes líderes dule[52].
Así se empezarían a solucionar sus problemas paso a paso.
Lo que se ha
demostrado en Gunayala es que los propios agricultores son causantes de sus
problemas y que ellos mismos lo pueden y deben evitarlos, y uno de ellos es la
dependencia paternalista estatal enraizada en medio de la pobreza del país, muy
difícil pero posible de desenraizar en la actualidad (Cambra, 2014). Resolver
tal situación depende de igual de los facilitadores o extensionistas / investigadores,
describiendo a los agricultores varias alternativas tecnológicas, gerenciales y
organizativas, que ellos podrían adoptar, sin necesidad de contar con
decisiones políticas ni de recursos adicionales a los que ellos ya poseen.
Finalmente, la
participación, el diálogo y la concertación de las comunidades podrían
potenciar su capacidad local de resiliencia social, para enfrentar y gestionar
en la mejor forma posible las alternativas ante los problemas y conflictos que
surjan en cada proceso de desarrollo.
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[1]
Para los pueblos indígenas el Plan se denomina - Plan de Desarrollo Integral de
los Pueblos Originarios de la República de Panamá (Plan DIPORP). Dicho
documento aún no ha sido aprobado por la Asamblea Nacional de Diputados de la
República de Panamá. Doc. En PDF: http://www.pa.undp.org/content/dam/panama/docs/documentos/undp_pa_final_plan_desarrollo_pueblos_indigenas.pdf
[2]
Cultígeno, se denomina a una planta que ha sido alterada o seleccionada por los
humanos; es resultado de un proceso de selección artificial o domesticación.
[3] Zizumbo
y Colunga (2008) señalan que por agricultura entenderemos el manejo conjunto de
modificaciones que realizan deliberadamente los grupos humanos al ambiente, con
la finalidad de lograr la supervivencia y la producción de biomasa de las
plantas selectas, con las cuales satisfacen sus necesidades ante las
condiciones ambientales prevalecientes. La domesticación de plantas y la
agricultura son por tanto dos procesos interdependientes y continuos en el
tiempo.
[4]
Antes del Presente (AP) es una escala de tiempo utilizada en la arqueología y
otras disciplinas para especificar cuando ocurrieron los eventos. La fecha
origen para “antes del presente" es 1950. Se eligió 1950 porque en ese año
se inició la publicación de resultados de dotación con carbono 14.
[5] La
llegada de los europeos a Abiayala en adelante lo consideraré una plena invasión, contrario a la conquista,
llegada, arribo, etc.
[6] Las
diferentes especies de algodón son originarias en América tropical, Asia y
África. Sin embargo, se ha establecido que G.
hirsuntum es originario de América Central y del sur de México y que G. barbadendse procede de los valles
fértiles del Perú. De la India y Arabia son originarias las especies G. arboreum y G. herbaceum. Actualmente es cultivado en todo el mundo.
[7]
Arvenses, es un conjunto de plantas de la misma especie. Es decir, plantas que
crecen en un lugar no deseado, aparecen en forma espontánea en terrenos
cultivados y en general en áreas perturbadas por el hombre. Mal llamada maleza.
[8] Vavilov,
Nicolai Ivanovich - Botánico y genetista ruso, nacido el 23 de noviembre de
1887 y muerto a los 56 años, el 26 de enero de 1943. Identificó los centros de
origen de muchas plantas cultivadas y al hablar de biodiversidad agrícola,
debemos mencionar a quien sentó las bases de ella y fue el pionero del
mejoramiento genético de las semillas.
[9] Publicado
en Europa en 1720, El viaje de Lionel de
Wafer (Wafer, 2012).
[10] Fray
Adrián de Santo Tomás (1630), realiza la primera descripción etnográfica sobre
los dule.
[11] Entre
1876 y 1878 el ingeniero francés Reclus estudió un trazado para el futuro canal
de Panamá. En una de sus expediciones visitó poblados dule situados en el
interior del Darién (cerca de los ríos Duiren y del Suggunaggwe).
[12]
Posiblemente el massunnad (plátano) sea nativo de Sudamérica, esta es una
sugerencia no comprobada. Pero
con solo tomar el nombre en dule – massunnad, confirmando que es el “verdadero
plátano”, podía estar de acuerdo que es nativo de Sudamérica; desde donde los
dule traen las cepas y lo diseminan por todo el territorio dule.
[13] El
árbol de la Quina es cotizado por sus bondades medicinales. El alcaloide
Quinina está contenido en la corteza de este árbol; tiene acción contra la
malaria o paludismo y posee la capacidad de erradicar del organismo humano el
microorganismo llamado Plasmodium,
que la produce, y que es transmitido por los zancudos Anopheles.
[14] Alfred
W. Crosby (1931, Boston, Massachusetts) es un historiador, profesor y autor de
libros como The Columbian Exchange (1972) e Imperialismo ecológico: La
expansión biológica de Europa, 900-1900 (1986).
[15]
Desde el 20 de noviembre de 2014, Bolivia puso en marcha, la primera planta
productora de leche de quinua.
[16]
Gwalu - tubérculo, famoso por su alto valor nutritivo, la especie de pulpa
anaranjada es rica en la provitamina A (betacaroteno) y las B1, C (ácido
ascórbico), y E (tocoferol), así como potasio y hierro, “claves para disminuir
el riesgo a desarrollar un cáncer al estómago y enfermedades hepáticas”, la de pulpa
morada retarda el envejecimiento por tener propiedades antioxidantes y un alto
valor vitamínico y proteico, superior al de la papa (patata), señala el informe
del Centro Internacional de la Papa (CIP).
[17] Los
bajos ingresos, los escasos excedentes y cultivos de baja calidad y con plagas
deberían llevar al hambre a la población dule. Pero no es así. En Gunayala no
hay hambre, debería afirmar; sin embargo afirmarlo mentiría. Sí hay hambre en
algunos hogares donde los varones han abandonado el hogar para migrar a las
ciudades o bien la juventud ya no quiere trabajar el campo, o donde las mujeres
han perdido la cultura del trabajo del campo (Castillo, 2014). Es una realidad
nacional y regional, ante la incapacidad de autoabastecerse, a los pequeños
campesinos no les queda otra que abandonar sus campos cuando los mercados se
vuelven en contra de los pocos cultivos de los que dependen.
[18] Stier
(1979) realizó para su tesis doctoral un estudio sobre la agricultura de
subsistencia, vinculando las relaciones intergrupales y la dinámica demográfica
con la práctica de la agricultura en Dubwala. Este estudio no pudo demostrar la
relación entre demografía y riqueza para el caso dule, ya que en este tipo de
agricultura la cultura humana prevalecía, de allí diferencias significativas en
el acceso a los recursos por parte de las unidades familiares.
[19]
Estos colaboradores con PEMASKY fueron principalmente investigadores del
Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropical (STRI-Panamá), el Centro
Científico Tropical (CCT-Costa Rica), la Universidad de Panamá, Centro
Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE-Costa Rica),
Universidades extranjeras, científicos individuales.
[20] Eugenio
Walter (02 de octubre 2013) y Edmundo Velarde (07 de diciembre 2014),
comunicación personales.
[21] La
Escuela Agrícola de Mandinga fue quemada por las propias comunidades de
Narasgandub Bibbi y N. Dummad, por problemas por el uso de terreno de la
Escuela. E. Velarde, comunicación personal (07 de diciembre 2014).
[22] Derogase
la Reforma Educativa y se toman otras medidas, 20 de noviembre de 1979. Gaceta
Oficial No. 18,968 - http://docs.panama.justia.com/federales/leyes/46-de-1979-dec-13-1979.pdf
[23]
Estos agricultores organizados en CUPAKY realizaron varios Congresos de
agricultores a nivel comarcal, giras e intercambio de experiencias. Alrededor
de más de 29 grupos existieron en esta época, no tenían personería jurídica.
Desde entonces han sido capacitados. Algunos de estos grupos fueron: Maniyala,
Gurgandi, Duigdi, Yanigarobaged, Dagargandi, Ogigi, Abudi, Sagargungalu,
Gariadi, Gigibe, Igligalu, Nadigana.
[25] Comunicación
personal, 25 y 26 de junio de 2010, Miria Ubigandub. Fue argar,
médico-botánico, agricultor y hoy empresario de cabaña turística Senidub
[26] Publicado
en el Blog Gubiler - http://gubiler.blogspot.com/2013/07/experiencia-economica-y-gerencia.html
[27] La
única cooperativa legalmente (según ley nacional) constituida, que está sobreviviendo
es la de Nudiwar (Río Paloma) de la comunidad Wargandub, aunque es de Servicios
Múltiples, su meta central es la producción de ogob.
[28] El
lugar de origen del coco es un tema discutido, algunos autores consideran que
proviene de Asia del Sur, otros dicen que proviene del noroeste de América del
Sur.
[29]
Comunicación personal, junio de 2004. Fue sagla de su comunidad, pero siempre
ha sido dirigente del grupo productor Nadigana, hasta la actualidad
[30]
Conozco al grupo “93” y San Francisco en Uggubseni. Me imagino que en otras
comunidades debe haber o han desaparecido. En los 70 estuvo el grupo San José
en Yandub-Narganá, con una gran tienda, hoy desaparecido.
[31] Se
llaman cooperativa, para trabajar en conjunto, pero no es legalmente
constituidas por la ley nacional o por IPACOOP. Algunos años atrás si se
establecieron cooperativas legalmente y ahora han desaparecido.
[32]
El surgimiento de los grupos comunitarios se debe a la desconfianza que surgió
hacia las ONGs dule que administraron los subproyectos de inversiones
ambientales del CBMAP-ANAM. Y tomaron las iniciativas que como comunidad podían
administrar y ejecutar los subproyectos de inversiones ambientales, pero no
tenían experiencia en la administración de los subproyectos.
[33] Comunicación
personal de Buddy Obaldía. Promotor Comunitario de CBMAP II-ANAM, junio de 2013
[34]
Estos proyectos ambientales con énfasis en la conservación de la biodiversidad,
se desarrolla en el Corregimiento de Nargana, por ser el corregimiento un área
protegida.
[35] La
Prensa, Agronoticias, Panamá, 5 de septiembre de 2014.
[36] CGK,
2006. RESOLUCION No. 03/06/06. “Preocupados por la falta de incremento de la
producción agrícola, la pérdida del conocimiento del sistema agroecológico de
producción de nainu en la Comarca Kuna Yala”… Gardi Sugdup, Comarca Kuna Yala,
los días del 22 al 25 de junio de 2006. 2 p.
[37]
CGK, 2002. RESOLUCIÓN No. 3. “Se solicita al Ministerio de Desarrollo
Agropecuario la creación de la Dirección Regional del MIDA de Kuna Yala”.
Usdup, Comarca Kuna Yala, los días 21, 23 de junio de 2002. 1 p.
[38] Informe
realizado en la Asamblea del CGG, Sasardi-Muladub, 6 al 9 de junio de 2013.
[39] Un
grupo de 27 científicos provenientes de diferentes países del mundo,
propusieron comprobar la hipótesis de que las lianas se hacen más comunes
cuando su hábitat se vuelve más seco y sus resultados acaban de ser publicados
en mayo (2010) en la revista científica Biotrópica. Un segundo estudio
relacionado con el Smithsonian, publicado en la revista científica Ecology
Letters, encontró que las lianas son especialmente nocivas para aquellas
especies de árboles tolerantes a la sombra. Por lo tanto, parece que a medida
que los bosques responden a tendencias climáticas secas, el aumento en la
densidad de las lianas será una carga para los árboles que suprimirá el
crecimiento y la diversidad de especies.
[40]
Este ciclo de barbecho actualmente ha disminuido, está entre 5, 10, 15 hasta 20
años o más de ser posible, porque la necesidad de incrementar la producción
está acelerando el uso del suelo en descanso. Esto nos lleva a la pérdida de
biodiversidad y nutrientes para el posterior ciclo de producción. En otras
palabras se está ahogando al bosque hasta su muerte.
[41] Algunos
investigadores, de hecho, estiman que no se puede hablar de selva virgen en Abia
Yala, ya que para el momento de la conquista ésta estaba casi totalmente
alterada por los sistemas indígenas de manejo de bosque.
[42] Gunayala
o Kuna Yala son válidos utilizarlas, pero utilizaré Gunayala en adelante por
ser aceptado en las normas de la Comarca del pueblo dule.
[43]
El origen del cardomomo rojo (siendo el nombre en dule, muy original – bagwa),
es oriunda de las selvas tropicales de la India meridional, y en la actualidad
se cultiva también en América Central.
[44]
Otoe es un tubérculo con cáscara café, puede ser más grande que el ñampí (Colocasia esculenta) pero no alcanza el
tamaño que puede llegar a tener la yuca.
[45]
El yampí es un tipo de ñame que también es conocido por confusión como papa
chiricana o papa china (Dioscorea
esculenta).
[46]
El yampí se confunde con el ñampí, taro o malanga (Colocasia esculenta), que es originario de la Oceanía y del sureste
de Asia.
[47] Ñame
o ñame común (Dioscorea alata), de
manera errónea, se utiliza también este nombre para la Colocasia esculenta; en el idioma dule – wagub es nombre adaptado
(posiblemente viene de waga – extranjero); pero vale porque llegó con los
invasores a formar parte de la dieta de los pueblos indígenas. El ñame es
originario de Asia.
[48]
Para el tomate (Lycopersicon esculentum),
el maní (Arachis hypogaea) y la papa
(Solanum tuberosum), los dule no le
tienen nombre dule; esto quizás porque el tomate, el maní y la papa,
posiblemente tengan orígenes andinos, distribuido geográficamente desde México
a Sudamérica.
[49] Los
Piaroa son un pueblo indígena que vive en las orillas del Orinoco y sus ríos
tributarios en la actual Venezuela y en algunas otras zonas de Venezuela y
Colombia.
[50] En
1932 Nele firma un convenio laboral con el General Preston Brown
[51] El
buen vivir no es desarrollo, ni el desarrollo es sostenible - http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Desarrollo-Sustentable/El-Buen-Vivir-no-es-desarrollo-ni-el-desarrollo-es-sostenible
[52] La
población latinoamericana más abierta a la interculturalidad son los pueblos
indígenas, millones de ellos han aprendido los idiomas dominantes y están
capacitados para moverse dentro de las culturas diferentes a las propias
(Bartolomé, 2006).
Documento en PDF: https://app.box.com/s/p5zztym1a9jjqsxk63z3
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