2 de mayo de 2014

El suelo y el agua: elementos vitales para la vida y la producción

Geodisio Castillo
 
Suelo, agua, cultivos, árboles y comunidad de Cangandi, Gunayala. Foto: Gubiler
El suelo y el agua como parte del ecosistema [1], representan la base dentro y sobre el cual se han desarrollado todas las comunidades terrestres (Holdridge 1982; Salas 1987). Nuestra vida y la producción de alimentos dependen del agua y el suelo. El sostén del agua es el suelo, una interacción natural. Por eso es importante conservar y usar el agua en forma sostenible. Porque el uso de este recurso es vital para obtener una mayor producción agrícola y forestal.

Desde que la tierra existe el agua es el factor que más incide en la producción de alimentos. Sin agua todo cultivo deja de producirse óptimamente y la vida se acaba. El agua es extraído del suelo a través de las raíces, desde la siembra hasta la cosecha. El suelo se constituye en un silo de agua, cuya capacidad de almacenaje dependerá básicamente de la textura, proporción de arcilla, limo, arena y de la profundidad que alcancen las raíces (pueden llegar a los dos metros).

El suelo se envejece con el uso constante y por la quema intensiva, por lo tanto es muy importante el uso eficiente de los recursos que en su mayoría es agua y nutrientes. El uso del suelo rico en nutrientes deben reponerse luego de las cosechas, ya sea descansándolo – barbecho, o alimentándolo con abonos verdes u orgánicos.

Actualmente los científicos reconocen la validez de los sistemas agrícolas-forestales indígenas o de pueblos originarios. Sistemas como la milpa, waru waru, conuco, nainu, chagra, entre otros. Estos sistemas han sido capaces de almacenar agua, porque nuestros antepasados sabían que la capacidad de almacenar agua depende de los poros o de las propiedades del suelo (Salas 1987). Los poros más grandes se dan en un piso con siembra directa o labranza cero [2] y rotaciones [3]. La siembra directa o labranza cero minimiza la rotura de la estructura e incrementa la materia orgánica y el humus para comenzar el proceso de reconstrucción del suelo (Baker et al 2008), incrementando la cantidad de agua que infiltra en el suelo, la conservación de nutrientes en el suelo y evita la erosión. La rotación de nainus y de cultivos con distintos sistemas radiculares, favorecen la regeneración de poros, la fauna y la actividad biológica del suelo. Esto deriva en una mejor estructura que hace más eficiente el uso del agua, al disminuir las pérdidas por escurrimiento y evaporación. Mientras que en los modelos de labranzas y monocultivos, destruye la estructura natural del suelo y da lugar a un suelo compacto y, como consecuencia, las plantas tienen un difícil acceso a los nutrientes y al agua necesarios para su crecimiento y producción (Baker et al 2008).

Los cultivos de cobertura o la vegetación cortada descompuesta bajo los sistemas agroforestales, captan gotas de lluvia y el agua se queda en el sitio. Entonces la siembra en suelos bajo cubierta es recomendable porque ayudan a retener el agua. Además al constituirse como banco genético de proteína animal y vegetal necesario aseguran la regeneración. Según Salas (1987), la regeneración natural del suelo conlleva consigo un enriquecimiento de la materia orgánica en la vegetación secundaria y, con ello, también en la parte superior del suelo; de esa manera se restablece la circulación del humus y de los nutrimentos en el ecosistema. Además cuando existe una cubierta de bosque natural o de cultivos permanentes, se sucede una pérdida mínima de nutrimentos en el suelo.

Si vamos navegando por el Caribe de Gunayala nos damos cuenta que la mayoría de los suelos de la Comarca es inclinada hasta llegar a más del 40% de pendiente, esto significa que nuestro suelo no puede retener mucha agua si lo deforestamos. A medida que se sube de altura sobre el nivel del mar y disminuye la temperatura, se retrasa el proceso de descomposición de la materia orgánica (Salas 1987). Sin embargo, el agricultor Guna con experiencia identifica áreas de suelos fértiles (Alfisoles), por medio de la vegetación (Castillo y Beer 1983; Salas 1987).

Hay tendencia de los agricultores Gunas en buscar los bosques de ladera para producir alimentos, porque las tierras bajas aluviales y costeras ya no producen como antes, la explotación intensiva aunado a la quema [4] ha mermado la capacidad del suelo de retener el agua y con ello la producción de alimentos disminuyen al liberarse los nutrientes de la plantas.

Otro aspecto son las variaciones del clima, ahora es más caliente que antes, estas variaciones del clima alteran los ciclos del carbono, fósforo y nitrógeno, con un efecto negativo en la producción de alimentos. Debemos conocer que en los ecosistemas terrestres, la interrelación entre diferentes procesos es clave para que no se degraden y la producción se mantenga.

Si el agricultor Guna sigue cada verano con la tendencia de talar y quemar el bosque [5], sin dejar cobertura vegetal también estamos afectando la riqueza de especies como consecuencia de que el sistema no soporta mayores organismos in situ. Los procesos biológicos merman y por lo tanto aumentan los físicos, que lleva a un aumento de los niveles de fósforo, mientras que se reducen los de carbono y nitrógeno en el sistema. El fósforo extra se pierde al no ser capturado por las plantas.

El cambio climático desbalanza los nutrientes del suelo, disminuyen los niveles de materia orgánica del suelo, las variaciones en las temperaturas del planeta afectan el acoplamiento de los ciclos de tres nutrientes –carbono, fósforo y nitrógeno–, fundamentales para las plantas y los organismos que los habitan. Estos cambios tienden a la disminución de la fertilidad del suelo, la capacidad del suelo de proveer nutrientes para las plantas, la degradación del suelo y la desertificación, representa una amenaza para la vida de los habitantes Gunas de la Comarca y por ende del país.

“El suelo agrícola está compuesto por aire, mineral, agua y materia orgánica”, deduciendo que sembremos en suelos aluviales cargado de agua, en Gunayala está demostrando que no satisface los requerimientos de una producción sostenible que vaya en aumento. Entonces los cultivos bajo sistema de nainu que se haga en laderas debe ser rotativo y mantener la cubierta forestal o sistema agroforestal recargando agua con la infiltración de las lluvias que ocurran durante el ciclo de producción, procurando de esta forma reducir al máximo las pérdidas de agua que se generan por evaporación y escurrimiento superficial.

Hay dos elementos claves en estos procesos, que son la cobertura vegetal y la generación de mantillo, que actuarían como mediadoras en los ciclos y balances de carbono, nitrógeno y fósforo. Y además, la transpiración de los cultivos y de los árboles, que en combinación con la capilaridad, la cohesión y la presión radical, mueve el agua hacia arriba contra la fuerza de la gravedad permitirá la lenta pérdida de agua (Holdridge 1982).

Por lo expuesto en líneas anteriores, necesita la Comarca programas/proyectos que permitan formular estrategias que incrementen la producción de alimentos basadas en conocimientos tradicionales propios y de la ciencia occidental, alertas tempranas y recomendaciones para la adaptación y mitigación frente a amenazas globales como son la desertificación y el cambio climático.

Notas:
[1]. Un ecosistema es un sistema natural que está formado por un conjunto de organismos vivos y el medio físico donde se relacionan; es una unidad compuesta de organismos interdependientes que comparten el mismo hábitat
[2]. La labranza cero se hace directamente en el suelo sin labranza previa por lo que también se conoce como siembra directa. El beneficio más importante de la siembra directa es la mejora de la fertilidad biológica del suelo, haciendo que los suelos adquieran más resiliencia. Este sistema es una práctica común entre los agricultores Gunas (Castillo y Beer 1983). Es un sistema que no se ha descubierto ahora, son prácticas milenarias
[3]. Los agricultores Gunas practican el sistema de rotación de parcelas o nainus que favorecen el descanso o barbecho de los suelos para su recuperación o alcancen su máxima productividad y su máximo aporte de bioelementos al suelo entre 8 y más de 20 años (Castillo y Beer 1983; Salas 1987)
[4]. El fuego para el agricultor Guna tiene la otra función de eliminar culebras y animales depredadores de los cultivos; posteriormente comparten la cosecha con los animales depredadores (Castillo y Beer 1983)
[5]. Hay mucha literatura sobre estas prácticas tradicionales en otras partes del planeta (Carneiro 1964; Castillo y Beer 1983; Conklin 1957; Salas 1987; Sánchez 1981; Toky y Ramakrishnan 1983)

Bibliografía:

Baker, C.J., K.E. Saxton, W.R. Ritchie, W.C.T. Chamen, D.C. Reicosky, M.F.S. Ribeiro, S.E. Justice y P.R. Hobbs 2008. Siembra con labranza cero en la agricultura de conservación. Roma, Italia: FAO. 391 p.

Castillo, G. y Beer, J. 1983. Utilización del bosque y de sistemas agroforestales en la Región Gardi, Kuna Yala (San Blas). Turrialba, Costa Rica, UNU/CATIE. 55 p. + Anexos

Carneiro, R.L. 1964. Shifting cultivation among the Amahuaca of Eastern Peru. Volkerkundliche Abhandlungen 1: 9-18.

Conklin, H.C. 1957. Hanunoo Agriculture: A report on an integral system of shifting cultivation in the Philippines. Forestry Development paper No. 12. Rome: Food and Agriculture Organization.169 p.

Holdridge, L. R. 1982. Ecología Basada en Zonas de Vida. (Traducción del inglés por Humberto Jiménez Saa). 1a. ed. San José, Costa Rica: IICA. 216 p.

Salas, G. De las. 1987. Suelos y ecosistemas forestales; con énfasis en América Tropical. San José, Costa Rica: IICA. 450 p.

Sánchez, P.A. 1981. Suelos del trópico, características y manejo. Traducido por Edilberto Camacho. San José, Costa Rica: IICA. 634 p.

Toky, O.P. and P.S. Ramakrishnan 1983. Secondary Succession Following Slash and Burn Agriculture in North-Eastern India. Journal of Ecology, 71. pp. 747-757.


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