Geodisio
Castillo
El suelo y el agua como parte del
ecosistema [1], representan la base
dentro y sobre el cual se han desarrollado todas las comunidades terrestres (Holdridge
1982; Salas
1987). Nuestra vida y la producción de alimentos dependen
del agua y el suelo. El sostén del agua es el suelo, una interacción natural. Por
eso es importante conservar y usar el agua en forma sostenible. Porque el
uso de este recurso es vital para obtener una mayor producción agrícola y
forestal.
Desde que la tierra existe el agua es el factor que más
incide en la producción de alimentos. Sin agua todo cultivo deja de producirse
óptimamente y la vida se acaba. El agua es extraído del suelo a través de las
raíces, desde la siembra hasta la cosecha. El suelo se constituye en un silo de
agua, cuya capacidad de almacenaje dependerá básicamente de la textura,
proporción de arcilla, limo, arena y de la profundidad que alcancen las raíces (pueden
llegar a los dos metros).
El suelo se envejece con el uso constante y por la
quema intensiva, por lo tanto es muy importante el uso eficiente de los
recursos que en su mayoría es agua y nutrientes. El uso del suelo rico en
nutrientes deben reponerse luego de las cosechas, ya sea descansándolo –
barbecho, o alimentándolo con abonos verdes u orgánicos.
Actualmente
los científicos reconocen la validez de los sistemas agrícolas-forestales
indígenas o de pueblos originarios. Sistemas como la milpa, waru waru, conuco, nainu, chagra, entre
otros. Estos sistemas han sido capaces de almacenar agua,
porque nuestros antepasados sabían que la capacidad de almacenar agua depende
de los poros o de las propiedades del suelo (Salas 1987). Los poros más grandes
se dan en un piso con siembra directa o labranza cero [2] y
rotaciones [3]. La siembra directa o labranza cero minimiza la rotura de la estructura e incrementa la
materia orgánica y el humus para comenzar el proceso de reconstrucción del
suelo (Baker et al 2008),
incrementando la cantidad de agua que infiltra en el suelo, la conservación de
nutrientes en el suelo y evita la erosión. La rotación de nainus y de
cultivos con distintos sistemas radiculares, favorecen la regeneración de
poros, la fauna y la actividad biológica del suelo. Esto deriva en una mejor
estructura que hace más eficiente el uso del agua, al disminuir las pérdidas
por escurrimiento y evaporación. Mientras que en los modelos de
labranzas y monocultivos, destruye la
estructura natural del suelo y da lugar a un suelo compacto y, como
consecuencia, las plantas tienen un difícil acceso a los nutrientes y al agua
necesarios para su crecimiento y producción (Baker et al 2008).
Los cultivos de cobertura o la vegetación cortada
descompuesta bajo los sistemas agroforestales, captan gotas de lluvia y el agua
se queda en el sitio. Entonces la siembra en suelos bajo cubierta es
recomendable porque ayudan a retener el agua. Además al constituirse como banco
genético de proteína animal y vegetal necesario aseguran la regeneración. Según
Salas (1987), la regeneración natural del suelo conlleva consigo un
enriquecimiento de la materia orgánica en la vegetación secundaria y, con ello,
también en la parte superior del suelo; de esa manera se restablece la
circulación del humus y de los nutrimentos en el ecosistema. Además cuando
existe una cubierta de bosque natural o de cultivos permanentes, se sucede una
pérdida mínima de nutrimentos en el suelo.
Si vamos navegando por el Caribe de Gunayala nos
damos cuenta que la mayoría de los suelos de la Comarca es inclinada hasta
llegar a más del 40% de pendiente, esto significa que nuestro suelo no puede
retener mucha agua si lo deforestamos. A medida que se sube de altura sobre el
nivel del mar y disminuye la temperatura, se retrasa el proceso de
descomposición de la materia orgánica (Salas 1987). Sin
embargo, el agricultor Guna con experiencia identifica áreas de suelos fértiles
(Alfisoles), por medio de la vegetación (Castillo y Beer 1983; Salas 1987).
Hay tendencia de los agricultores Gunas en buscar
los bosques de ladera para producir alimentos, porque las tierras bajas
aluviales y costeras ya no producen como antes, la explotación intensiva aunado
a la quema [4] ha
mermado la capacidad del suelo de retener el agua y con ello la producción de
alimentos disminuyen al liberarse los nutrientes de la plantas.
Otro aspecto son las variaciones del clima, ahora
es más caliente que antes, estas variaciones del clima alteran los
ciclos del carbono, fósforo y nitrógeno, con un efecto negativo en la
producción de alimentos. Debemos conocer que en los
ecosistemas terrestres, la interrelación entre diferentes procesos es clave
para que no se degraden y la producción se mantenga.
Si el agricultor Guna sigue cada verano con la
tendencia de talar y quemar el bosque [5], sin
dejar cobertura vegetal también estamos afectando la riqueza de especies como
consecuencia de que el sistema no soporta mayores organismos in situ. Los procesos biológicos merman
y por lo tanto aumentan los físicos, que lleva a un aumento de los niveles de
fósforo, mientras que se reducen los de carbono y nitrógeno en el sistema. El fósforo
extra se pierde al no ser capturado por las plantas.
El cambio climático desbalanza los nutrientes del
suelo, disminuyen los niveles de materia orgánica del suelo, las variaciones en
las temperaturas del planeta afectan el acoplamiento de los ciclos de tres
nutrientes –carbono, fósforo y nitrógeno–, fundamentales para las plantas y los
organismos que los habitan. Estos cambios tienden a la disminución de la
fertilidad del suelo, la capacidad del suelo de proveer nutrientes para las
plantas, la degradación del suelo y la desertificación, representa una amenaza
para la vida de los habitantes Gunas de la Comarca y por ende del país.
“El suelo agrícola está compuesto por aire,
mineral, agua y materia orgánica”, deduciendo que sembremos en suelos aluviales
cargado de agua, en Gunayala está demostrando que no satisface los
requerimientos de una producción sostenible que vaya en aumento. Entonces los
cultivos bajo sistema de nainu que se
haga en laderas debe ser rotativo y mantener la cubierta forestal o sistema
agroforestal recargando agua con la infiltración de las lluvias que ocurran
durante el ciclo de producción, procurando de esta forma reducir al máximo las
pérdidas de agua que se generan por evaporación y escurrimiento superficial.
Hay dos elementos claves en estos procesos, que son
la cobertura vegetal y la generación de mantillo, que actuarían como mediadoras
en los ciclos y balances de carbono, nitrógeno y fósforo. Y además, la
transpiración de los cultivos y de los árboles, que en combinación con la
capilaridad, la cohesión y la presión radical, mueve el agua hacia arriba
contra la fuerza de la gravedad permitirá la lenta pérdida de agua (Holdridge
1982).
Por lo expuesto en líneas anteriores, necesita la Comarca
programas/proyectos que permitan formular estrategias que incrementen la
producción de alimentos basadas en conocimientos tradicionales propios y de la ciencia occidental, alertas tempranas y recomendaciones para la adaptación
y mitigación frente a amenazas globales como son la desertificación y el cambio
climático.
Notas:
[1]. Un ecosistema es un sistema natural que está formado por un conjunto de
organismos vivos y el medio físico donde se relacionan; es una unidad compuesta
de organismos interdependientes que comparten el mismo hábitat
[2]. La labranza cero se
hace directamente en el suelo sin labranza previa por lo que también se conoce
como siembra directa. El beneficio más
importante de la siembra directa es la mejora de la fertilidad biológica del
suelo, haciendo que los suelos adquieran más resiliencia. Este sistema es una
práctica común entre los agricultores Gunas (Castillo y Beer 1983). Es un
sistema que no se ha descubierto ahora, son prácticas milenarias
[3]. Los agricultores Gunas practican el
sistema de rotación de parcelas o nainus
que favorecen el descanso o barbecho de los suelos para su recuperación o
alcancen su máxima productividad y su máximo aporte de bioelementos al suelo
entre 8 y más de 20 años (Castillo y Beer 1983; Salas 1987)
[4].
El fuego para el agricultor Guna tiene la otra función de eliminar culebras y
animales depredadores de los cultivos; posteriormente comparten la cosecha con
los animales depredadores (Castillo y Beer 1983)
[5].
Hay mucha literatura sobre estas prácticas tradicionales en otras partes del
planeta (Carneiro 1964; Castillo
y Beer 1983; Conklin 1957; Salas 1987; Sánchez 1981; Toky y Ramakrishnan 1983)
Bibliografía:
Baker, C.J., K.E. Saxton, W.R.
Ritchie, W.C.T. Chamen, D.C. Reicosky, M.F.S. Ribeiro, S.E. Justice y P.R.
Hobbs 2008. Siembra con
labranza cero en la agricultura de conservación. Roma, Italia: FAO. 391 p.
Castillo, G. y Beer, J. 1983.
Utilización del bosque y de sistemas agroforestales en la Región Gardi, Kuna
Yala (San Blas). Turrialba, Costa Rica, UNU/CATIE. 55 p. + Anexos
Carneiro,
R.L. 1964. Shifting cultivation among the Amahuaca of Eastern Peru. Volkerkundliche
Abhandlungen 1: 9-18.
Conklin, H.C. 1957. Hanunoo
Agriculture: A report on an integral system of shifting cultivation in the Philippines.
Forestry Development paper No. 12. Rome: Food and Agriculture Organization.169
p.
Holdridge,
L. R. 1982. Ecología Basada en Zonas de Vida.
(Traducción del inglés por Humberto Jiménez Saa). 1a. ed. San José, Costa Rica: IICA. 216 p.
Salas,
G. De las. 1987. Suelos y ecosistemas
forestales; con énfasis en América Tropical. San José, Costa Rica: IICA. 450 p.
Sánchez,
P.A. 1981. Suelos del trópico,
características y manejo. Traducido por Edilberto Camacho. San José, Costa
Rica: IICA. 634 p.
Toky, O.P. and P.S. Ramakrishnan 1983. Secondary Succession Following Slash and Burn Agriculture in
North-Eastern India. Journal of Ecology, 71. pp. 747-757.
No hay comentarios:
Publicar un comentario