Silvia
Ribeiro*
"Nuestra visión se nutre de las luchas de las y los
trabajadores, de los pueblos indígenas y originarios, de los pueblos
afro-descendientes, de los pueblos campesinos, de las luchas de la juventud y
las mujeres, de otros colectivos que luchan contra el sistema capitalista y
patriarcal, como los grupos LGTBI, ambientalistas y otros".
Siagwa (Theobroma cacao), grupo Gardi Yandub.
Foto: Gubiler
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A principio de
mayo se realizó en Colombia la asamblea de la Coordinadora Latinoamericana de
Organizaciones del Campo (CLOC-Vía Campesina), con asistencia de más de 80
organizaciones latinoamericanas y caribeñas. Francisca Rodríguez, de Anamuri
(Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, Chile), contagia el
entusiasmo, por lo que ve como una construcción de más de dos décadas que va
tomando definiciones importantes, que no son coyunturales, sino resultado de
los debates, experiencias y luchas de estos años. Una construcción que conoce
de primera mano, porque Francisca es fundadora tanto de la CLOC como de la Vía
Campesina internacional.
Ahora está en
México para participar en representación de la CLOC-VC en la reunión de la
Alianza por la Biodiversidad en América Latina, colaboración de organizaciones
que, entre otras tareas, publica la revista Biodiversidad,
sustento y culturas (www.biodiversidadla.org).
Para Francisca,
esta asamblea de la CLOC-VC fue significativa, porque acordaron caminar juntos
no sólo por las cosas a las que se oponen, también por el proyecto de sociedad
que quieren construir: campesino, popular y socialista, en alianza entre el
campo y la ciudad.
La CLOC nació
como resultado de la Campaña 500 años de Resistencia Indígena, Campesina, Negra
y Popular. Desde muy temprano identificaron y desarrollaron principios y ejes
de lucha, como ser anticapitalistas y antimperialistas. En el V Congreso de la
CLOC en Ecuador, 2010, la Asamblea de Mujeres revolucionó el congreso y a
muchos en la Vía Campesina con la consigna Sin feminismo no hay socialismo.
Sumaron el principio de ser anti-patriarcales, algo que despertó recelos de
algunos compañeros, pero que ahora está claramente consolidado como principio y
cada vez más como actitud dentro de las organizaciones. También afirmaron la
crítica a la agricultura industrial, química y transgénica; así como el cuidado
y la defensa de la Madre Tierra, la biodiversidad y el papel de campesinos,
campesinas e indígenas como actores fundamentales de esa defensa.
Sobre los nuevos
acuerdos de su reciente Asamblea, Francisca relata que si bien para muchas
organizaciones de la CLOC-VC los procesos electorales y los gobiernos
progresistas se han visto como momentos de oportunidad, también reconocen los
límites de seguir bajo las mismas estructuras y bajo la supremacía de
burguesías nacionales y transnacionales. En cualquier caso, continúa Francisca,
se necesita mucho más para el socialismo que queremos. “El reto mayor para la
CLOC-VC es la construcción del socialismo desde los territorios, desde lo
local. Pero también, y más aún en las crisis que vivimos en todo el continente,
encontrar formas más sólidas de comunicarnos, comprendernos y organizarnos con
otros movimientos populares, desde la diversidad y construyendo desde
diferentes perspectivas un proyecto común de sociedad. Nuestra definición de la
sociedad por la que luchamos emerge desde nuestros procesos históricos, y con
la convicción de que el socialismo no puede surgir por sí solo o por decisión
de un gobierno o de una vanguardia iluminada ni puede decretarse desde arriba,
esta construcción de la sociedad que queremos y anhelamos vivir sólo puede
surgir desde las bases, desde el pueblo conciente y organizado. Poco importa,
continúa, que nuestras organizaciones lo llamen de distintas maneras, sea
socialismo comunitario, sociedad del buen vivir, sociedad de la plenitud u otros
nombres. Lo importante son los contenidos reales que ponemos y que este proyecto
se transforme en un horizonte común de los pueblos. Hay mucha experiencia acumulada dentro de la CLOC y la
Vía Campesina, pero también en muchos otros movimientos y tiempos. Nuestra
visión se nutre de las luchas de las y los trabajadores, de los pueblos
indígenas y originarios, de los pueblos afro-descendientes, de los pueblos
campesinos, de las luchas de la juventud y las mujeres, de otros colectivos que
luchan contra el sistema capitalista y patriarcal, como los grupos LGTBI,
ambientalistas y otros.”
Estas reflexiones
no son una declaración de un foro un evento o de algunos intelectuales, sino
que son el cúmulo de trabajo colectivo de muchas organizaciones campesinas
durante décadas, a la par de la lucha de resistencia en cada lugar. En ese
andar, La Vía Campesina ha desarrollado conceptos fundamentales para el cambio
social, como la soberanía alimentaria (opuesto al concepto de seguridad alimentaria
de los gobiernos, donde no importa qué y quién produce los alimentos); la
afirmación de la agricultura campesina e indígena de base agroecológica como la
única vía posible para alimentar a toda la humanidad ahora y en las generaciones futuras y enfriar el planeta; la reforma agraria
integral y popular; es decir, no solamente por tierra, también por territorio y
por mantener la función social de la tierra, en el reconocimiento de que la
alimentación es un tema de toda la sociedad, no sólo rural o de campesinos y
campesinas; la defensa y recuperación de las semillas nativas, criollas, ancestrales; el que los bienes
comunes (agua, aire, semillas, biodiversidad, suelo, minerales) deben ser
comunes, no privatizados y protegidos para garantizar que todas y todos gocemos
de ellos ahora y en generaciones futuras.
Cada región de La
Vía Campesina internacional tiene sus particularidades y acentos, su
diversidad, pero han acordado principios comunes que le dan identidad. Con este
acervo y otros aportes desde cada región, convocan ahora a la VII Conferencia
mundial de La Vía Campesina, en julio, bajo la consigna “Alimentamos nuestros pueblos y construimos movimiento para cambiar el mundo” (http://tinyurl.com/y7d85b7c).
*Investigadora del Grupo ETC
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