18 de diciembre de 2022

NOTICIAS: Restauración de tierras degradadas: Cuando la solución se llama Madre Naturaleza

Por qué no se deben ignorar los beneficios de la regeneración natural en la restauración forestal y de paisajes.

 

BARBARA FRASER @barbara_fraser

Martes, 21 Feb 2017

Dejar que la naturaleza siga su curso puede ser una alternativa para la restauración de ciertos paisajes forestales. Foto por: Icaro Cooke Vieira

A medida que los países se preparan para el “Desafío de Bonn”, cuya meta global es restaurar 150 millones de hectáreas de tierras deforestadas y degradadas para el año 2020, hay una solución que ha sido dejada en segundo plano, advierten los científicos.

Aunque la mayoría de los planes se concentran en convertir las tierras degradadas en plantaciones forestales, dejar que el bosque se recupere de una manera natural puede ser menos costoso y más efectivo para la restauración de las funciones de los ecosistemas, explica Manuel Guariguata, líder del equipo de Manejo Forestal y Restauración del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).

“La regeneración natural tiene claros beneficios para la preservación de la biodiversidad y la provisión de servicios ecosistémicos”, dice.

“Antes de que la tierra fuera convertida para la agricultura o para otros usos, había un ecosistema natural en funcionamiento. Por ello, en muchos casos, la mejor opción puede ser dejar que la naturaleza siga su curso en las tierras sin uso”.

En un reciente número especial de la revista Biotropica, Guariguata y otros investigadores analizan la ciencia y la política detrás de la regeneración natural del bosque y la restauración de los paisajes.

Aunque la regeneración natural es una opción de bajo costo para reducir la erosión, proteger las cuencas hidrográficas y secuestrar carbono, “a menudo se le pasa por alto al diseñar programas y estrategias de restauración”, señalan Maria Uriarte de la Universidad de Columbia y Robin Chazdon de la Universidad de Connecticut, ambas coeditoras del número especial.

CAUSAS DE RESISTENCIA

¿Por qué, entonces, se deja de lado algo que requiere tan poco esfuerzo humano?

Según Manuel Guariguata,  a un bosque en regeneración le puede tomar no menos de tres a cuatro décadas para llegar a cierto grado de madurez, y durante ese proceso se ve descuidado. Es posible que los agricultores no quieran un área que luzca como “tierras abandonadas” dentro de su propiedad, y podrían verse tentados de talarla.

Sin embargo, en condiciones adecuadas, la regeneración natural puede tener sentido para los agricultores, especialmente como parte de un mosaico de paisajes que combine agroforestería, cultivos y bosques naturales. La clave está en determinar las condiciones biofísicas, sociales y económicas que hacen que la regeneración natural sea la opción más viable.

Ello significa ponderar las posibles pérdidas y ganancias (tradeoffs), incluido el “costo de oportunidad”, es decir, los ingresos a los que un propietario de tierras renuncia al dedicar la tierra a un uso, como un bosque, en lugar de otro, como la agricultura.

“Se debe seleccionar el terreno que tenga el menor costo de oportunidad, porque no será utilizado durante varias décadas”, dice Guariguata.

Las laderas empinadas y las áreas remotas que no son atractivas para la agricultura son buenas candidatas para ello. Así como también las zonas donde aún quedan remanentes de bosques maduros. Los bosques remanentes sirven como fuentes de semillas que las aves y los animales dispersan en las áreas degradadas entre ellos.

Si los remanentes están relativamente cerca unos de otros, la regeneración ocurrirá naturalmente, con el tiempo. Si están más distantes, podría ser necesario plantar árboles para impulsar el proceso. Este tipo de “regeneración activa” también podría ser necesario en lugares donde la tierra se ha degradado debido al uso intensivo, por ejemplo, luego de muchos años de uso para pastoreo.

Contar con políticas que incluyan la capacitación de agricultores y agentes de extensión en regeneración natural puede ayudar a asegurar el éxito, sugieren Uriarte y Chazdon.

Sin embargo, destacan que la regeneración natural no es una solución de carácter universal. En algunos casos, el costo de oportunidad de dejar la tierra sin uso durante décadas puede ser excesivo, y un agricultor podría optar más bien por la agroforestería.

Entender los tradeoffs, que cambian con el tiempo y con las circunstancias locales, puede ayudar a los responsables políticos a determinar aquellos casos en que la regeneración natural se presenta como la opción con mayor sentido económico y ecológico, señala Guariguata.

Pero a causa de la escasa investigación sobre regeneración natural, no existe suficiente evidencia científica para orientar las decisiones políticas. Más estudios permitirían a los investigadores comparar los resultados de diferentes estrategias de restauración forestal, tanto para los ecosistemas como para las personas cuyos medios de subsistencia dependen del bosque, dice Uriarte.

“No existen muchos datos cuantitativos y sólidos que podamos usar para modelar lo que sucedería si promovemos la regeneración en un lugar en vez de otro”, dice Chazdon.

La regeneración natural tiene claros beneficios para la preservación de la biodiversidad y la provisión de servicios ecosistémicos”- Manuel Guariguata

NO EXISTE UN ENFOQUE UNIVERSAL

La restauración se puede alcanzar de diversas formas, que incluyen la regeneración natural, agroforestería y plantaciones de árboles de especies mixtas, pero existe poca investigación sobre los impactos ecológicos, y menos aún sobre los impactos socioeconómicos de estas especialmente a largo plazo.

“A menudo la restauración se implementa sin considerar las alternativas. Es importante preguntarse cómo se beneficiarían las personas y cómo variarían las características de los ecosistemas si se escogieran diferentes opciones”, dice Uriarte.

Las decisiones sobre el uso de la tierra también involucran ganancias y pérdidas (tradeoffs): cuando se deja de usar la tierra para permitir que el bosque se regenere naturalmente, por ejemplo, esta ya no estará disponible para la agricultura, pero con el tiempo producirá recursos forestales y puede proporcionar amortiguamiento frente al cambio climático.

“La pregunta es: ¿cuánto se obtiene de un cultivo frente a cuánto se obtiene de un bosque regenerado naturalmente?”.

Y la respuesta puede variar con el tiempo, dependiendo de las cambiantes condiciones financieras, los precios de las materias primas o incluso el clima. “Cualquier cálculo que una persona haga sobre el uso de la tierra está sujeto a variación constante”, dice Uriarte, y se requieren estudios adicionales para entender tanto los tradeoffs como las sinergias que ofrecen los bosques en vías de regeneración natural.

Los investigadores y los responsables de diseñar e implementar políticas también necesitan medios para analizar los costos y beneficios de la regeneración natural.

“La mayoría de las herramientas existentes están orientadas hacia la planificación y el mapeo iniciales”, dice Chazdon. “Se necesita contar con herramientas más detalladas que consideren datos de biodiversidad, estimaciones de los beneficios de carbono de la restauración, así como los beneficios económicos y otros factores”.

La regeneración de los bosques a menudo cae dentro de un vacío legal, ignorada tanto por las políticas ambientales como por las agrícolas. La investigación podría ayudar a señalar cuáles son las regulaciones más eficaces para alentar la regeneración natural, así como la mejor forma de implementar esas políticas y los incentivos financieros más efectivos.

Pero Uriarte advierte que “cada país tiene su propia historia y su propio sistema político, y lo que funciona en un lugar puede no funcionar en otro: no existen soluciones universales”, dice.

“Lo más común es escuchar sobre propuestas para reforestar plantando árboles”, dice Guariguata. “Pero cuando hablamos de millones de árboles, se requerirían inmensos espacios para viveros y una gran cantidad de insumos”.

La regeneración, sea totalmente natural o con alguna asistencia, puede ayudar a los países a cumplir con al menos algunos de sus compromisos de reforestación a un costo menor, indica.

“En muchos aspectos, la naturaleza es la más sabia”, dice.

Para obtener más información sobre este tema, póngase en contacto con Manuel Guariguata en m.guariguata@cgiar.org.

 

Fuente: LOS BOSQUES EN LAS NOTICIAS

https://forestsnews.cifor.org/48359/restauracion-de-tierras-degradadas-cuando-la-solucion-se-llama-madre-naturaleza?fnl=es

16 de diciembre de 2022

Miriam Miranda: “Estamos construyendo autonomía y autogestión comunitaria frente al capitalismo voraz que destruye la naturaleza”

Por Acción por la Biodiversidad

Foto: Marcha noticias

12 diciembre 2022

El campamento “Wagueira Lee”, de la comunidad garífuna, está ubicado en la zona de Roatán, en Honduras. Es una recuperación comunitaria de tierras ancestrales que hace parte del proceso de supervivencia de la cultura y defensa de los territorios garífunas, contra el avance de la destrucción de la naturaleza y la vida. Entrevista a Miriam Miranda, Defensora de los Derechos Humanos y lideresa de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH).

Por Camila Parodi para la agencia de noticias BiodiversidadLA

La comunidad garífuna, que habita los territorios que preexisten al Estado hondureño, avanza firme en la recuperación de sus tierras ancestrales. Siglos de violencias y diferentes intentos de sometimiento se replican desde la conquista europea hasta la actualidad. Hoy, sus territorios rodeados de palmeras, selva, arena y agua cristalina son codiciados por las empresas de turismo, así como por la industria palmera. Desde la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH) denuncian amenazas permanentes.

Si bien en su plataforma electoral la actual presidenta de Honduras, Xiomara Castro, habló sobre el respeto a las poblaciones indígenas del país centroamericano, las comunidades denuncian que, en los hechos, los atentados contra su soberanía territorial, cultural y política continúan. En ese marco, las comunidades garífunas organizan procesos de recuperación de la tierra para asentar a las nuevas generaciones y garantizar la supervivencia de su cultura ancestral. 

Desde el mes de septiembre, integrantes de la Aldea Garífuna del Municipio de José Santos Guardiola, en las Islas de la Bahía, comenzaron la recuperación de una parte de su territorio ancestral. La ocupación “Wagueira Lee” (que significa “Esta es tierra nuestra”) toma el nombre del primer asentamiento garífuna de la zona, tras ser expulsados de la isla de San Vicente en 1791. 

El pasado 7 de noviembre, un comando integrado por militares y policías desalojó violentamente a quienes allí se encontraban y detuvieron a seis personas, acusadas del presunto delito de “usurpación”; todo esto, sin respetar el convenio 169 de la OIT sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas ni la Convención Interamericana sobre los Derechos Humanos. Si bien el 25 de noviembre, las y los defensores obtuvieron el sobreseimiento definitivo, esta causa contra la recuperación “Wagueira Lee” evidencia la perspectiva que construye el Estado Hondureño sobre sus pueblos indígenas y los territorios que habitan.

La recuperación ancestral de los territorios por parte de las comunidades indígenas no es solo un derecho, sino que también es una acción constante de defensa de la vida, frente al modelo de muerte que insiste en mercantilizar y destruir la naturaleza. Los pueblos indígenas de toda la región construyen alternativas y nos enseñan, en sus prácticas cotidianas y de defensa de los territorios, que otra vida sin desigualdades, y en armonía con la naturaleza, es posible. Para conocer sus propuestas, la agencia de noticias BiodiversidadLA dialogó con Miriam Miranda, Defensora de los Derechos Humanos y lideresa de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH).

 

Hemos visto que, durante el gobierno de Xiomara Castro, los desalojos y violencias contra el pueblo garífuna persisten. ¿Cuál es su lectura ante esta situación?

La situación es muy compleja. En el caso del desalojo, vemos cómo el aparato de la justicia de este país protege los intereses de los empresarios, de la gente que tiene el poder y el control económico a nivel nacional e internacional. Este juicio lo mostró con mucha claridad, se ven los vicios de nulidad: la fiscal que ordenó la captura de los compañeros y compañeras no estaba facultada para hacerlo y mucho menos la policía.

Nosotros y nosotras creemos que este es un contexto muy difícil para el pueblo garífuna, para los pueblos que luchamos por los territorios, porque el poder de la Corte Suprema de Justicia y del Ministerio Público se muestran permanentemente contra nosotros y a favor de los empresarios que nos quieren desplazar. Sin embargo, estamos decididos a seguir denunciando este tipo de hechos. A su vez, entendemos que la Presidenta, como la comandante en jefe tanto de la Policía como del Ejército, podría haber detenido ese desalojo. No se puede desmarcar la responsabilidad de este nuevo gobierno.

¿Por qué es importante escuchar y conocer la mirada del pueblo garífuna para comprender la historia de Honduras?

En nuestro país se dieron sucesivos golpes de Estado, aunque mucha gente no lo recuerde. Los pueblos garífunas, así como otros pueblos indígenas, vemos con claridad esa continuidad de amenazas contra nuestra soberanía territorial. No fue solamente el golpe del 2009, nosotros hemos vivido tres golpes de Estado sucesivos: en 2009 sacaron al Presidente de la República; en 2012, el Congreso Nacional dio un golpe contra la Corte Suprema de Justicia y sacaron a varios magistrados que se oponían al proyecto de muerte de las Ciudades Modelos, hoy conocidas como “Sedes”; y el golpe electoral que nos dieron en 2017, cuando Juan Orlando Hernández se impuso, a través de la bota militar, para seguir siendo Presidente de la República.

Con este escenario, es muy claro que estamos hablando de una destrucción de la institucionalidad; no se rompió solamente la construcción de esa democracia incipiente, sino que se generó un Estado fallido y es eso lo que se muestra en este momento. Nosotros sabemos que debe haber interdependencia entre los poderes del Estado pero, también, tiene que haber Justicia. Nosotros no queremos y no pretendemos que no haya interdependencia, que haya un solo gobierno que controle todos los poderes, porque así lo hizo Juan Orlando Hernández. 

 

¿Cuál es la exigencia del pueblo garífuna en este contexto?

Nosotros estamos exigiendo que haya Justicia para los pueblos, porque eso fue lo que prometió la Presidenta. Hoy nos encontramos en una situación muy difícil para el pueblo garífuna, porque las empresas y el poder económico quieren avanzar sobre nuestros territorios. La situación es bastante grave porque son quienes controlan el país. Entonces, estamos entrando a una etapa diferente, porque quieren hacer desaparecer a nuestra comunidad. Nosotros hemos venido luchando y construyendo procesos genuinos y colectivos. Porque también, y quiero decirlo claramente, estos procesos supuestamente “democráticos” que se vienen impulsando por el actual gobierno atentan contra la vida del pueblo, contra la Soberanía Alimentaria y contra nuestra organización. 

¿Cuáles son las propuestas cotidianas con las que OFRANEH construye alternativas a las planteadas por el gobierno?

Desde OFRANEH no defendemos solamente los derechos de los pueblos indígenas, mediante lo que es la movilización y la posibilidad de poder acudir a instancias internacionales. También estamos construyendo autonomía y autogestión comunitaria frente al capitalismo voraz, que destruye la naturaleza. En ese contexto, nosotros hemos construido el primer proceso para la producción masiva de cocoteros, en un territorio donde tenemos a nuestro alrededor las palmas africanas. Tenemos ese proceso comunitario no solamente para recuperar la dieta alimenticia del pueblo garífuna, sino también para generar autonomía y fortalecer la Soberanía Alimentaria, y que las comunidades puedan producir sus propios alimentos. Eso es lo que estamos haciendo ahora en la zona de Vallecito, un proyecto que no sólo produce cocos conífera, sino que también lo estamos combinando con la producción de tubérculos, como la yuca, que es la base alimenticia del pueblo garífuna.

Las comunidades indígenas ponen la vida en el centro. Por eso es imprescindible, sobre todo frente a una crisis climática sin precedentes, conocer sus expresiones y propuestas de organización y vida social. ¿Qué lectura hacen de la crisis climática desde el territorio garífuna y cuáles serían las propuestas reales que podrían ponerle un freno?

No podemos perder de vista que este modelo y este sistema capitalista acumulador pone el capital por sobre la vida humana. Está poniendo en riesgo a toda la humanidad, y eso lo sabemos muy bien. Atenta contra la alimentación, la salud y las necesidades básicas del pueblo, ya que se han convertido en mercancías. La persona que tiene dinero puede tener acceso a la salud. Se pone en riesgo la vida humana porque la salud se ve como una mercancía, se ha generado una industria farmacéutica acumuladora de capital que pone al negocio por sobre la salud, que es un derecho humano.

Por eso, nosotras y nosotros creemos que son un fracaso absoluto las Cumbres Climáticas que se han venido dando, porque no solamente no se toman decisiones para reducir la emisión de gases y la polución, sino que tampoco se toman decisiones radicales que permitan hacer respirar al planeta. Para nosotras y nosotros hay que trabajar sobre el consumo desmedido de todo lo que daña el planeta y la naturaleza, como el plástico, por ejemplo. Si no se toman decisiones radicales y se sigue poniendo al capital por sobre la salud humana, vamos a perecer y a desaparecer como humanidad, pero la tierra se va a regenerar.

 

¿Cuál es la importancia de las Casas de Salud Ancestral y cuáles son los objetivos de este proyecto?

Cuando irrumpió el COVID 19, se cerró el mundo y se frenó la movilidad humana. Sabíamos que teníamos que tomar una decisión. Impulsamos la instalación de los centros de atención: treinta y tres centros en diferentes comunidades para atender y, sobre todo, asegurar la sobrevivencia de nuestros abuelos y abuelas. Porque son las que transfieren y transmiten la cultura, el saber y el conocimiento del pueblo garífuna. Teníamos que asegurar la sobrevivencia espiritual y cultural del pueblo garífuna, y pusimos eso en el centro. Por eso es que nos dedicamos, desde esas Casas, a brindar y generar salud para nuestras comunidades. 

Nos convertimos en la organización pionera de las Casas de Salud Ancestral, como una medida y como una forma de atender a nuestras comunidades, mediante la elaboración de té de hierbas medicinales, pero, también, a través de la distribución de todo lo que significaba un apoyo para el momento de emergencia. Pero, sobre todo, entendiendo que lo más importante es fortalecer el sistema inmune de nuestro pueblo. Mucho de la cultura y la identidad nuestra pasa por ese conocimiento ancestral de nuestra comunidad. Por ejemplo, para elaborar los tecitos que nos ayudan a fortalecer el sistema inmunológico, lo que le resta ese gran poder que tiene la industria farmacéutica que hace que la gente se acostumbre y termine adicta a pastillas que no los curan. Al contrario, son medicamentos que terminan destruyendo a la humanidad y su salud. 

En las Casas de Salud Ancestral se brinda no solamente atención primaria, sino que son espacios de movilización de las comunidades. Espacios para atender la salud en una forma integral, entendiendo que la salud también es luchar por los territorios y por las tierras, para que la gente pueda tener acceso a las plantas medicinales, a todos los bienes comunes que ayudan para la vida. Pero, también, entendiendo que debe haber una salud mental y una salud ambiental. Tenemos que luchar contra el plástico que está devorando el planeta. Toda la salud, viéndola de una manera holística e integral, no es únicamente para la persona humana, sino que es también para el planeta. Somos los pueblos indígenas quienes tenemos esos conocimientos y quienes podemos sanar al planeta.

Agencia de Noticias BiodiversidadLA -  www.biodiversidadla.org

Fuente: https://www.biodiversidadla.org/Agencia-de-Noticias-Biodiversidadla/Miriam-Miranda-Estamos-construyendo-autonomia-y-autogestion-comunitaria-frente-al-capitalismo-voraz-que-destruye-la-naturaleza

 

12 de diciembre de 2022

El giro radical de Canadá para proteger la naturaleza: devolver la voz a los indígenas

Montreal muestra en la Cumbre Mundial de la Biodiversidad su nuevo modelo de conservación apoyado en la ciencia: contar con las comunidades locales para proteger inmensos territorios 

Un grupo de guardianes territoriales indígenas -Land Guardians- del pueblo Kaska Dena Taylor Roades

 

Guillermo Prudencio/Ballena Blanca. Montreal —9 de diciembre de 2022

El bosque boreal canadiense es uno de los mayores almacenes de carbono del planeta, un escudo global en la lucha contra la crisis climática. Allí, en uno de los últimos rincones salvajes que quedan en todo el mundo, una comunidad indígena está recuperando el poder de decidir sobre su futuro y su territorio, y lo está utilizando para proteger los ríos, lagos y bosques de los que depende su supervivencia.

En la larga lista de atrocidades sufridas por los pueblos indígenas canadienses llaman la atención las cometidas en nombre de la protección de la naturaleza. Así les sucedió a los Sayisi Dene, una tribu del Ártico canadiense que, como muchas otras en aquel duro entorno, había ligado su vida y su supervivencia a la del caribú. 

Hoy se sabe que las inmensas manadas de este pariente del reno, con cientos de miles de animales, están en declive por la destrucción de su hábitat. Pero en 1956 el Gobierno de Canadá acusó al pueblo Sayisi Dene de cazar en exceso la especie, de la que siempre había subsistido, y lo expulsó de sus tierras.

Desplazado a un campamento de casillas a las afueras de la mayor población de la bahía de Hudson, despojado de su modo de vida y sin posibilidad de cazar, la tribu sucumbió al hambre, la pobreza y la desesperación: un tercio de los Sayisi Dene perecieron hasta que lograron restablecerse en 1974, en una nueva comunidad en los bosques y lagos que siempre les nutrieron.  

Hasta 400.000 caribús migran cada año hacia la cuenca del río Seal, en la bahía de Hudson. CPAWS / Seal River Watershed Alliance

Ahora, esta comunidad está al frente de una iniciativa que muestra el giro radical que dio la conservación de la naturaleza en Canadá: de marginar y expulsar a los pueblos indígenas, a dejarles decidir sobre el destino de sus territorios ancestrales. 

Es un nuevo modelo que el país presentará al mundo en la cumbre de biodiversidad de la ONU que se celebra hasta el 19 de diciembre en Montreal y que, según la ciencia, es esencial para frenar la crisis de extinción de especies en todo el planeta. Según esa lógica, en vez de blindar espacios protegidos, cuidar la biodiversidad implica ceder poder a quienes llevan incontables generaciones protegiendo con éxito la naturaleza.

En el caso de los Sayisi Dene, la tribu está liderando una iniciativa junto a otras tres naciones indígenas para preservar un territorio salvaje del tamaño de Aragón —50.000 kilómetros cuadrados— frente a todo tipo de actividad industrial y extractiva. “Siempre supimos que éramos grandes guardianes de la tierra, porque la escuchábamos. Es una parte de nuestra alma con la que nos conectamos: las aguas, el caribú y todos los animales que hay allí”, dijo el antiguo jefe de la tribu, Ernie Bussidor, al presentar esta iniciativa que protegería la cuenca del río Seal. En 2020 recibieron fondos del gobierno federal para desarrollar la propuesta, que debería hacerse realidad antes de final de este año.  

La creación de áreas protegidas indígenas revitaliza económicamente esas comunidades. Seal River Watershed Alliance

 En ese inmenso territorio no hay minas ni presas ni carreteras permanentes. Al río le dan nombre las focas que remontan hasta 200 kilómetros aguas arriba desde la bahía de Hudson, donde viven osos polares y belugas. Y más de 400.000 caribúes llegan allí cada invierno procedente del Alto Ártico. Por eso, tras su destierro, los Sayisi Dene dijeron que “habían vuelto al paraíso”. 

Una lucha que sirve a todo el planeta

Los bosques boreales, las turberas, pantanos e incontables lagos que rodean la canadiense bahía de Hudson, como los de la cuenca del río Seal, son una auténtica esponja de carbono: sus suelos contienen 112.000 millones de toneladas de carbono, el triple de lo que la humanidad emite en un año, según un estudio de la Universidad de McMaster y WWF. Al custodiar ese almacén de gases de efecto invernadero, pueblos indígenas como los Saysi Dene protegen a todo el planeta. 

Es un esfuerzo que están liderando muchas otras comunidades. Desde 2018, en el bosque boreal del norte de Canadá se crearon tres inmensas áreas protegidas indígenas, y las zonas identificadas y propuestas por tribus de todo el país cubren una superficie del tamaño de España, medio millón de kilómetros cuadrados. Esas áreas se gestionan de igual a igual entre el Gobierno federal o provincial que corresponda y las naciones indígenas. Además, con su creación se financian empleos locales —en vigilancia o en programas ambientales y de seguimiento de fauna— e iniciativas económicas que contribuyan a su conservación a largo plazo.

La creación de áreas protegidas indígenas es un pilar fundamental en el objetivo de Canadá —compartido por un centenar de países— de proteger un 30% de la tierra y del océano para 2030, una meta que está entre los temas clave en la agenda de la Conferencia sobre Diversidad Biológica de la ONU (COP15) que se celebra en Montreal desde este martes.  

Los pueblos indígenas de Canadá han propuesto la protección de inmensos territorios salvajes como Dene Kʼéh Kusān, en la Columbia Británica Dena Kayeh Institute

 “La comunidad mundial, al tratar de proteger el 30% de las tierras y del océano, está en cierto modo poniéndose a la altura de la ambición marcada por los pueblos indígenas”, explicó en una conferencia de prensa previa a la cumbre la directora de la Iniciativa de Liderazgo Indígena de Canadá, Valérie Courtois. “Entendemos que nuestra propia supervivencia depende de la salud de estos paisajes. Sabemos que si cuidamos la tierra ella cuidará de nosotros”, dijo esta miembro de una comunidad del pueblo innu de Quebec.

Pero no es solo Canadá. Según los datos del Panel Intergubernamental de expertos de la ONU sobre Biodiversidad (IPBES) las comunidades nativas tienen control o viven en más de un cuarto de la superficie terrestre, y en sus tierras se concentra un 37% de todas las zonas con muy baja intervención humana que quedan en el planeta. 

“Es imposible afrontar la crisis de la biodiversidad sin contar con la participación y la sabiduría de los pueblos indígenas”, dice uno de los expertos del IPBES, Álvaro Fernández-Llamazares. Según las conclusiones del último informe global del IPBES, la biodiversidad también está en declive en los territorios controlados o utilizados por las comunidades nativas, pero a un ritmo mucho más lento que fuera de ellos. 

“Tenemos evidencias científicas muy claras de que los sistemas de gestión del territorio de los pueblos indígenas suelen ser muy sofisticados y efectivos a la hora de prevenir la erosión de la biodiversidad”, asegura Fernández-Llamazares, investigador del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA) de la Universidad Autónoma de Barcelona. Por ejemplo, se descubrió que la riqueza de anfibios, aves o mamíferos es mayor en las zonas gestionadas por pueblos nativos, gracias a prácticas tradicionales como las quemas de baja intensidad que abren pequeños claros en los bosques y aumentan la diversidad de los hábitats. 

 

"Land Guardians", o guardianes indígenas, del pueblo Kaska Dena en la Columbia Británica. Amos Scott

 El experto del IPBES señala también “la lucha por mantener la integridad ecológica y cultural de sus territorios frente a presiones industriales y extractivistas”. En Canadá, las comunidades nativas son en muchos casos la primera línea de defensa contra la destrucción de la naturaleza, evitando la tala de árboles milenarios, frenando megaproyectos mineros en el Ártico o bloqueando gasoductos en la salvaje costa oeste. En otros lugares, como la Amazonía, esa lucha cuesta demasiadas veces la vida: más de un 40% de los casi 200 defensores de la tierra asesinados en 2021 eran indígenas, según los datos del informe anual de Global Witness

Los representantes de estas comunidades insisten en que los compromisos globales para proteger la naturaleza no tendrán éxito sin fortalecer sus derechos territoriales y aumentar su participación en la toma de decisiones. Es una idea apoyada hoy en día por el mundo científico y conservacionista que supone un cambio radical frente al modelo histórico para impulsar los parques. 

“La creación de áreas protegidas en gran parte del Sur Global ha seguido un modelo de conservación fortaleza, basado en la idea de restringir el acceso a la naturaleza con el fin de preservarla”, explica el experto del IPBES.

En palabras de Ethel Blondin-Andrew, la primera mujer indígena que fue ministra en Canadá: “Durante demasiado tiempo, la protección de la naturaleza se ha centrado en construir una valla para mantener a la gente fuera. El enfoque indígena vuelve a situar a las personas como guardianes. Hace tiempo que reconocemos que la tierra necesita a la gente y la gente necesita a la tierra”.

GP

 

Fuente: El giro radical de Canadá para proteger la naturaleza: devolver la voz a los indígenas - elDiarioAR.com

 

3 de noviembre de 2022

Informe del WRM: Una reflexión crítica sobre la participación en los procesos de política internacional sobre bosques


En vísperas de las próximas Conferencias de las Partes (COP) de las Naciones Unidas sobre el clima y la diversidad biológica, este informe busca reflexionar sobre el rol de los movimientos sociales y las ONGs. El documento se basa en la experiencia del WRM y de los activistas de base con quienes colabora. 

Bosque de Gunayala, Foto: Archivo CENDAH

Cada año, muchos movimientos sociales y ONGs dedican tiempo y energía a la producción de análisis y recomendaciones con la esperanza de influir en las decisiones de quienes formulan políticas sobre deforestación, cambio climático, y derechos de los pueblos que dependen de los bosques y de las comunidades campesinas. Lo mismo ocurrirá para la próxima conferencia de la ONU sobre el Clima y la Conferencia del Convenio sobre la Diversidad Biológica.

Sin embargo, cada año, quienes diseñan las políticas suelen ignorar estas recomendaciones. En el mejor de los casos, incluyen en sus documentos algunos fragmentos de los textos de los grupos de la sociedad civil, aunque en gran medida cuando no interfieren con las decisiones ya tomadas. Es por eso que muchas de las recomendaciones son similares año tras año.

Esto plantea numerosas preguntas, tales como: la participación en los procesos políticos internacionales ¿es una buena estrategia para “influir en los resultados” de esas negociaciones? El tiempo y los recursos invertidos en asistir a estas reuniones (especialmente para los líderes comunitarios y los Pueblos Indígenas que tienen que dejar sus territorios y comunidades para asistir) ¿es la mejor manera de apoyar las luchas que enfrentan en sus lugares? La inclusión de información “verdadera y correcta” en tales procesos ¿será siempre beneficiosa para las luchas populares? ¿O también podría convertirse en un peligro para estas luchas? Y, en definitiva, ¿acaso el problema en estos espacios de políticas y negociaciones es la falta de información?

En vísperas de dos nuevas rondas de las Conferencias de las Partes (COP) de las Naciones Unidas sobre el clima y la diversidad biológica, un nuevo informe del WRM se plantea reflexionar sobre estas cuestiones. El informe se basa en la experiencia del WRM y de los activistas de base con quienes colabora.

Tanto la COP del clima como la de la diversidad biológica son ejemplos claros de espacios en los que los formuladores de políticas han ignorado sistemáticamente las recomendaciones de los grupos de la sociedad civil. Grupos que, de manera constante y con determinación, han solicitado que se aborden con urgencia las causas profundas de la crisis del clima, la biodiversidad y la deforestación, las cuales se agravan año a año.

Por el contrario, estas COP han formulado políticas que fomentan una mayor deforestación y contaminación al permitir que las industrias continúen haciendo negocios, mientras afirman que “compensan” sus emisiones de combustibles fósiles. La principal política en materia de bosques ha sido el mecanismo REDD (Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de los bosques), que después de 15 años sigue mostrando su total fracaso en reducir la deforestación. Las tendencias más recientes, como las ‘Soluciones Basadas en la Naturaleza’ y las emisiones ‘netas cero’, siguen la misma lógica.

Mientras numerosos grupos de la sociedad civil se disponen a participar en las COP de la ONU con otra serie de análisis y recomendaciones, siguen faltando reflexiones críticas sobre dicha participación. Este informe del WRM intenta ser un aporte en ese sentido. 

Éste es el segundo de una serie de informes basados ​​en un 
documento de discusión más extenso producido en el período 2019-2021 por Larry Lohmann, miembro del comité asesor del WRM. El documento de discusión se basa en entrevistas a activistas de base, al comité asesor del WRM y al secretariado internacional; y es una autorreflexión crítica sobre el trabajo pasado, presente y futuro del WRM en torno a los bosques, la deforestación y su participación en los procesos, foros e iniciativas en materia de política internacional.

Secretariado Internacional del WRM

19 de octubre de 2022

La Soberanía Alimentaria es la única solución y camino a seguir – Declaración en el #16Oct22

Declaración Política en el Día Internacional de Acción por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos contra las transnacionales

Nuestro frágil mundo enfrenta una inminente crisis alimentaria global. El impacto del COVID-19 empujó a más personas a la pobreza. Las medidas de confinamiento devastaron los medios de subsistencia de las familias y la economía, e interrumpieron las cadenas de suministro. A nivel global, según el Informe Mundial de Crisis Alimentarias 2022 (GRFC en inglés), los niveles de hambre siguen siendo tan alarmantemente altos como en 2021, alrededor de 193 millones de personas en 53 países padecen inseguridad alimentaria aguda y necesitan asistencia urgente. Esta hambruna severa está potenciada por los conflictos, las condiciones climáticas extremas, los dramáticos efectos económicos y sociales de la pandemia y, más recientemente, por la guerra en Ucrania. Los precios de las materias primas alimentarias a principios de 2022 estaban en su punto más alto en 10 años y los precios de los combustibles en su punto más alto en 7 años. La crisis alimentaria actual tiene que ver con la asequibilidad; incluso en lugares donde hay disponibilidad de alimentos, su costo está fuera del alcance de millones de personas, mientras que el aumento de los precios profundiza los desafíos para quienes apenas pueden pagar los alimentos en tiempos normales.

La crisis alimentaria en este momento es inédita, porque se desarrolla en medio de un contexto global más difícil que el de la crisis alimentaria y de combustibles de 2008. La intensidad y frecuencia de los choques climáticos se han más que duplicado en comparación con la primera década de este siglo. En los últimos 10 años, alrededor de 1.700 millones de personas se vieron afectadas por desastres relacionados con el clima, de las cuales casi el 90% se convirtió en refugiados climáticos. El hambre, la desnutrición y la pobreza son más difíciles de superar debido a las guerras, los conflictos y los desastres naturales en curso. Esto obstaculiza todos los aspectos de un sistema alimentario, desde la recolección, procesamiento y transporte de alimentos hasta su venta, disponibilidad y consumo.

Pero acabar con el hambre no tiene que ver sólo con el abastecimiento. Hoy en día se produce suficiente comida para alimentar a todos en el planeta. El problema es el acceso y la disponibilidad de alimentos nutritivos, que se ve cada vez más obstaculizado por múltiples desafíos, como la pandemia de COVID-19, los conflictos, el cambio climático, la desigualdad, el aumento de los precios y las tensiones internacionales.

A medida que prolifera el cambio del multilateralismo al modelo de múltiples partes interesadas en las plataformas de la ONU, las corporaciones han seguido controlando las narrativas para el cambio. El poder corporativo en los sistemas alimentarios y agrícolas también ha seguido creciendo, y la financiarización está convirtiendo los alimentos y la tierra en objetos de especulación. El reciente proceso UNFSS (Foro de las Naciones Unidas sobre Normas de Sostenibilidad) es un claro ejemplo de esta tendencia. El fracaso de las políticas neoliberales y la agricultura industrial (incluidos los transgénicos) en el aumento de rendimientos y ganancias, condujo a la concentración del poder corporativo en unas pocas empresas transnacionales (ETN) que controlan Macrodatos, tierras agrícolas, recursos oceánicos, semillas y agroquímicos, apuntan a dominar cada vez más nuestros sistemas alimentarios y se apropian del 80% de los alimentos producidos por los agricultores familiares. La financiarización condujo a una concentración de mercado sin precedentes para potenciar nuevas inversiones en Investigación y Desarrollo (I+D) y (bio) tecnologías, apuntando a ampliar las fronteras del capitalismo para capturar toda la biodiversidad mundial.

En todo el mundo, existe una tendencia hacia la reducción del espacio cívico y la reducción de la ambición por defender los derechos humanos. Los activistas a nivel local son cada vez más vulnerables a violaciones de los derechos humanos, opresión y criminalización. La violencia de la represión Estatal, que utiliza las fuerzas militares y de seguridad, apuntando a personas y asediando a masas de manifestantes pacíficos en todo el mundo. Por otro lado, la primacía y la legitimidad del sector público se ven cada vez más amenazadas por la apropiación corporativa de los procesos políticos y una narrativa del desarrollo que asigna un papel de liderazgo a la inversión del sector privado, mientras el multilateralismo es atacado por un nacionalismo virulentamente populista y un modelo multipartito promovido por las corporaciones.

En las últimas tres décadas ha habido un crecimiento de una red cada vez más robusta, diversificada y articulada de pequeños productores de alimentos, trabajadores y otros actores sociales perjudicados por el sistema alimentario globalizado liderado por corporaciones, que abogan por una transformación radical de los sistemas alimentarios y agrícolas basados en la Soberanía Alimentaria. Estos movimientos se han comprometido decididamente en la defensa y construcción de dispositivos de abastecimiento de alimentos ecológica y socialmente sostenibles y arraigados territorialmente, que tienden a denominarse “alternativos”, aunque son responsables de hasta el 70% de los alimentos que se consumen en el mundo. Repensar las políticas agrícolas como una cuestión de seguridad económica y nacional debe ser una prioridad.

El movimiento por la Soberanía Alimentaria ha sido una parte dinámica de la articulación de transformación y soluciones desde la década de 1990, y a través del histórico Foro de Soberanía Alimentaria de Nyéléni en 2007 y el Foro de Agroecología en 2015. 25 años después de la creación del concepto de Soberanía Alimentaria, nuestros movimientos unen sus voces que piden un cambio sistémico para abrir el camino a un futuro de esperanza.

Exigimos acción inmediata para:

• El cese de la especulación alimentaria y la suspensión de la comercialización de productos alimentarios en las bolsas de valores. El precio de los alimentos comercializados internacionalmente debe estar vinculado a los costos de producción y seguir los principios del comercio justo, tanto para los productores como para los consumidores;

• El cese del control de la OMC sobre el comercio de alimentos y la exclusión de la producción de alimentos de los acuerdos de libre comercio. Los países deben tener reservas públicas de alimentos y regular el mercado y los precios, para poder apoyar a los productores de alimentos a pequeña escala en este contexto desafiante;

• La creación de un nuevo organismo internacional para llevar a cabo negociaciones transparentes en acuerdos mercantiles entre países exportadores e importadores, para que los países que dependen de las importaciones de alimentos puedan tener acceso a los mismos a un precio accesible;

• Prohibir el uso de productos agrícolas para producir agrocombustibles o energía. La comida debe ser una prioridad absoluta sobre el combustible.

• Una moratoria global sobre el pago de la deuda pública por parte de los países más vulnerables. Presionar a esos países para que paguen la deuda es una gran irresponsabilidad y conduce a crisis socioeconómicas y alimentarias.

Exigimos cambios radicales en las políticas internacionales, regionales y nacionales para reconstruir la Soberanía Alimentaria a través de:

• Un cambio radical en el orden internacional de comercio. La OMC debe ser desmantelada. Un nuevo marco global para el comercio y la agricultura, basado en la Soberanía Alimentaria, debería abrir el camino para fortalecer la agricultura campesina local y nacional, para garantizar una base estable para una producción de alimentos relocalizada, el apoyo a los mercados liderados por campesinos locales y nacionales, y proporcionar un sistema de comercio internacional justo basado en la cooperación y la solidaridad;

• La implementación de la Reforma Agraria popular e integral, para frenar el acaparamiento de agua, semillas y tierras por parte de las corporaciones transnacionales, y garantizar a los pequeños productores derechos justos sobre los recursos productivos; protestamos contra la privatización y el acaparamiento de territorios y patrimonio por intereses corporativos con el pretexto de la protección de la naturaleza, a través de mercados de carbono u otros programas de compensación de la biodiversidad, sin tener en cuenta a las personas que viven en estos territorios y que han estado cuidando ese patrimonio por generaciones;

• Un cambio radical hacia la agroecología para producir alimentos saludables para el mundo. Debemos enfrentar el desafío de producir suficientes alimentos de calidad al tiempo que reactivamos la biodiversidad y reducimos drásticamente las emisiones de GEI;

• Regulación efectiva del mercado de insumos (como créditos, fertilizantes, pesticidas, semillas, combustible) para respaldar la capacidad de producción de alimentos de los campesinos, pero también para garantizar una transición justa y bien planificada hacia prácticas agrícolas más agroecológicas;

• Una gobernanza alimentaria basada en las personas, no en corporaciones transnacionales. Debe detenerse la captura de la gobernanza alimentaria por parte de las transnacionales, y se debe poner el interés de la gente en el centro. Se les debe otorgar a los pequeños productores un papel clave en todos los organismos de la gobernanza alimentaria;

• La transformación de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos en un instrumento jurídicamente vinculante para la defensa de los pueblos rurales.

• El desarrollo en cada país de las capacidades públicas de almacenamiento. La estrategia de acumulación de alimentos debe llevarse a cabo tanto a nivel nacional, como a través de la creación y el apoyo público a reservas de alimentos a nivel comunitario con alimentos producidos localmente provenientes de prácticas agrícolas agroecológicas;

• Una moratoria global sobre tecnologías peligrosas que amenazan a la humanidad, como la geoingeniería, los transgénicos o la carne celular. La promoción de técnicas de bajo costo que incrementen la autonomía campesina y de las semillas campesinas.

• El desarrollo de políticas públicas para asegurar nuevas relaciones entre quienes producen alimentos y quienes los consumen, quienes viven en las áreas rurales y quienes viven en las áreas urbanas, garantizando precios justos definidos en base al costo de producción, que permitan ingresos dignos para todos los que producen en el campo y un acceso justo a alimentos saludables para los consumidores;

• La promoción de nuevas relaciones de género basadas en la igualdad y el respeto, tanto para las personas que viven en el campo como entre la clase trabajadora urbana. La violencia contra las mujeres debe cesar ya.

Fuente: https://viacampesina.org/es/la-soberania-alimentaria-es-la-unica-solucion-y-camino-a-seguir/