28 de marzo de 2017

Epistemicidio: así es como la modernidad suprime formas marginales de conocimiento

Por Andy Philipps Zeballos
28/03/2017

"Se trata de la liquidación de algunas formas de apre(he)nder, crear y transmitir conocimientos-saberes comunitarios, ancestrales o los propios de ciertas culturas de naturaleza genuina especialmente tras el nacimiento y uso del método científico como el único validador por parte de las clases dominantes, convirtiéndose éste en una suerte de garante de la objetividad que nos protege de la subjetividad, de lo irracional."

No es un concepto sencillo de definir. Para explicar en qué consiste y qué consecuencias tiene el ‘epistemicidio’ tal vez deberíamos empezar por intentar explicar qué significa ‘episteme’. Según la RAE, episteme tiene 3 acepciones:

  • En la filosofía platónica, el saber construido metodológicamente en oposición a las opiniones individuales.
  • El conocimiento exacto.
  • El conjunto de conocimientos que condicionan las formas de entender e interpretar el mundo en determinadas épocas.

Sin querer ahondar más en una discusión muy teórica, se puede decir que episteme es, partiendo de la primera y tercera acepción, el conjunto de conocimientos construidos bajo un paradigma metodológico que condicionan las formas de entender e interpretar el mundo en un determinado espacio-tiempo. Además, esta episteme se intenta distinguir de las creencias y opiniones.

Ahora tal vez, el concepto “epistemicidio” puede tornarse un poco más fácil de entender. Se trata de la liquidación de algunas formas de apre(he)nder, crear y transmitir conocimientos-saberes comunitarios, ancestrales o los propios de ciertas culturas de naturaleza genuina especialmente tras el nacimiento y uso del método científico como el único validador por parte de las clases dominantes, convirtiéndose éste en una suerte de garante de la objetividad que nos protege de la subjetividad, de lo irracional.

Para Boaventura de Sousa Santos, se trata de simplemente de la destrucción de saberes propios de los pueblos causada por el colonialismo europeo y norteamericano (europeos desplazados).

Esta liquidación puede materializarse de muchas formas: la más obvia quizá es la aniquilación física de seres humanos de cierta comunidad o cultura, luego está la asimilación cultural, la imposición-chantaje por la cual el estado ofrecerá ciertos servicios si éstas comunidades abandonan ciertas prácticas por otras (“si asiste a un colegio donde se hable la lengua oficial del Estado te daremos comida a cambio”). A esta práctica se la relaciona también con las políticas de “blanqueamiento” que se practicaron especialmente en los países sudamericanos. Otra, es el desplazamiento de esto pueblos y su consecuente “desarraigo”. Es por esto que algunos académicos como de Sousa Santos afirman que no es posible una justicia social global sin una justicia cognitiva global, y que el conocimiento científico de la modernidad es un gran epistemicidio al haber suprimido en la marginalidad a conocimientos distintos. Él mismo diferencia 5 modos de producción de deslegitimación racional en y desde las ciencias sociales:

  • La monocultura del saber y del rigor que descacredita los conocimientos alternativos
  • La monocultura del tiempo lineal y la idea de que la historia tiene un sentido de progreso, de desarrollo al que deben de aspirar los otros pueblos no europeos
  • La monocultura de la naturalización de las diferencias que ocultan las jerarquías
  • La monocultura de la escala dominante donde lo global es hegemónico y lo particular-local no cuenta, y
  • La monocultura del productivismo capitalista que se aplica tanto al trabajo como a la naturaleza y desecha toda otra lógica productiva.

Cabe recordar en este punto que no se debe confundir episteme, ni epistemicidio con epistemología, la cual se define comúnmente como la rama de la filosofía que estudia el método científico.

El epistemicidio andino

En una entrevista a la filósofa boliviana Silvia Rivera Cusicanqui se dice que para los estudiantes universitarios que vienen de zonas rurales donde la transmisión de cultura y conocimientos se da sobre todo verbalmente y a través de las madres y las abuelas. Una forma de aprendizaje y evaluación más eficaz para ellos se da cuando se realizan las dinámicas de clase y los exámenes oralmente, donde en lugar de escribir y leer en silencio, se escucha y se lee en voz alta. Los estudiantes tienen mejores resultados, en general, en los exámenes orales que escritos. Esto tiene que ver no sólo con la forma en que se ha transmitido conocimientos (historias, mitos, relatos, anécdotas, etc.) generación tras generación, sino con una cultura “de lo verbal” que puede materializarse en cantos y música. Un buen ejemplo puede observarse en la película “La Teta asustada” en donde la protagonista conoce la (terrible) historia de su madre a través de armoniosos y calmados cantos que entonaba ella en quechua.

Así que una vez llegados a este punto, resulta harto complicado no advertir que la manera occidental de crear conocimiento (la ciencia/el método científico), aunque dominante, es una más entre el mar de posibilidades y maneras que existen de conocer, de observar y transmitir conocimiento, conocimiento no-occidental. Junto con el genocidio acontecido de forma tanto directa (asesinatos y torturas sistemáticas), como indirecta (contagio de enfermedades infecciosas) tras la “conquista de América”, la evangelización forzosa o la prohibición de ritos/prácticas paganas (como hablar lenguas no romances), entre otros, en Indio-latino América se ha cometido -y se sigue cometiendo- por parte de los estados-nación heredados de la última etapa de reordenamiento de las élites del virreinato, uno de los mayores epistemicidios de todos los tiempos. Esto, por ejemplo, ha quedado bien ilustrado con el mestizaje o blanqueamiento, una política oficial en algunos países de América “Latina” basada en el olvido, haciendo que la idea de la memoria atente contra la paz mental del mestizo, el cual, no quiere ser indio nunca más. Estas heridas no están cerradas en la memoria de los pueblos indígenas e incluso un neoconservador como S. Huntington reconoce que “Occidente no ganó la guerra por la superioridad de sus ideas o valores o religión, sino por la superioridad en capacidad de aplicar mayor violencia organizada”.

De la reducida variedad de epistemes también es consecuencia cierta falta de respuestas tanto en una dimensión filosófica como técnica. Hoy, nadie puede negar el profundo y sorprendente conocimiento que los Mayas poseían de los astros y su medición (un ejemplo es su significante influencia en la modificación del calendario juliano al gregoriano) o el que tenían los Incas de arquitectura y agricultura. Asimismo, actualmente, en un tiempo donde se buscan formas alternativas de coexistencia entre los seres humanos y el planeta tierra, no son nada desdeñables algunas de las lecciones que pueblos indígenas han compartido, y todavía comparten, sobre las distintas formas de convivencia sostenible con nuestro entorno haciéndonos ver y saber al resto del mundo que la vida humana es compatible (e incluso armonizable) con la “pacha mama”.

Y es que precisamente el éxito del sistema mundo moderno/colonial, como sostiene Ramón Grosfoguel en su obra “La descolonización de la economía política y los estudios poscoloniales”, consiste en “hacer que sujetos socialmente ubicados en el lado oprimido de la diferencia colonial, piensen sistemáticamente como los que se encuentran en las posiciones dominantes”. Ya que las perspectivas epistémicas subalternas son un conocimiento que al venir desde abajo, producen una perspectiva crítica del conocimiento hegemónico en las relaciones de poder involucradas.”

Ojalá no sea demasiado tarde

No somos los primeros que se lamentan de este trágico suceso, la pérdida de la riqueza intelectual, cultural y epistémica. En la literatura esta idea de desaparición de la alteridad, la imposición del pensamiento único y la hegemonía cultural de occidente en los 5 continentes acongojaba al propio Levi-Strauss, quien escribía durante su viaje a las selvas occidentales del Brasil: “cuanto menores eran las posibilidades de las culturas humanas para comunicarse entre sí y, por lo tanto, corromperse por mutuo contacto, menos capaces eran sus respectivos emisarios de percibir la riqueza y la significación de esta diversidad.” (Tristes Trópicos, 1955).

Aunque tal vez, donde mejor quede capturada esta sensación de vacío y desidia es en la siguiente escena de “Cien Años de Soledad”, cuando uno de los hijos ilegítimos del Coronel Buendía pregunta a su bisabuela Úrsula si la historia que cuentan los mayores sobre los ‘exóticos’ objetos que traían los gitanos (especialmente Melquíades) a Macondo era verdad o no:

Asombrado, le preguntó a Úrsula si todo aquello era verdad, y ella le contestó que sí, que mucho antes los gitanos llevaban a Macondo las lámparas maravillosas y las esteras voladoras.

-Lo que pasa -suspiró- es que el mundo se va acabando poco a poco y ya no vienen esas cosas.

23 de marzo de 2017

LA NACIÓN CUNA Y LA INDEPENDENCIA DE COLOMBIA Y PANAMÁ (1819-1821)

Fecha de recepción 12/08/2016. Fecha de aprobación 22/11/2016.


LA NACIÓN CUNA Y LA INDEPENDENCIA
DE COLOMBIA Y PANAMÁ (1819-1821)[1]
CUNA NATION AND THE INDEPENDENCE OF
COLOMBIA AND PANAMA (1819-1821)

Luis Carlos Arenas[2]
carlos.arenas809@gmail.com

 

RESUMEN

El artículo detalla el apoyo brindado por los indígenas Cunas a las tropas patriotas durante la guerra de independencia de la Nueva Granada, lo mismo que su apoyo a los planes para una incursión militar a Panamá. El texto también explora la memoria histórica de los Cunas sobre estos hechos. Aunque el nombre de Bolivar aún ocupa un lugar privilegiado entre los Cunas, no era claro el porqué. Este artículo brinda la luz necesaria para comenzar a aclarar dichos eventos, y de manera más general contribuye a problematizar el rol de los pueblos indígenas durante las guerras de independencia latinoamericana.

 
PALABRAS CLAVE:
Indios Cuna, independencia, Bolivar, Panamá, Nueva Granada, memoria

 
 
ABSTRACT

This article details the support provided by the Cuna Indians to the patriotic troops during the war of independence of New Granada, as well as their support to plans for a military incursion into Panama. The text also explores the historical memory of the Cuna surrounding these facts. Although the name of Bolivar still occupies a privileged place among the Cuna, it was not clear why. This article sheds light on and begins to clarify these events. More generally it contributes to problematize the role of indigenous peoples during the wars of independence in Latin American.

 
KEYWORDS:
Cuna Indians, independence, Bolivar, Panama, Nueva Granada, memory

 

 
NAÇÃO CUNA EA INDEPENDÊNCIA DA COLÔMBIA
E DO PANAMÁ (1819-1821)

RESUMO

O artigo detalha o apoio prestado pelos índios Cuna às tropas patrióticas durante a guerra de independência de Nova Granada, bem como o seu apoio aos planos para uma incursão milter no Panamá. O texto também explora a memória histórica da Cuna sobre estes fatos. Embora o nome de Bolívar ainda ocupa um lugar privilegiado entre os Cuna, que não estava claro o porquê. Este artigo fornece o luz necessário para começar a esclarecer estes eventos, e mais geralmente contribui para problematizar o papel dos povos indígenas durante as guerras de independência da América Latina.

 
PALAVRAS-CHAVE:
índios Cuna, independência, Bolivar, Panamá, Nova Granada, memória

 
 

INTRODUCCIÓN[3]

El rol jugado por los pueblos indígenas en las luchas por la independencia de España es uno de los temas más opacos en la historiografía sobre las primeras décadas del siglo XIX en América Latina[4]. Entre los pocos trabajos que hay sobre el tema resalta el de Jonathan Hill sobre los pueblos indígenas de las tierras bajas del norte de Suramérica durante la independencia de Venezuela[5]. Sin embargo, el trabajo más ambicioso hasta el momento, en términos teóricos y metodológicos, y el más detallado documentalmente, es el de Eric van Young sobre el rol de los indígenas y demás sectores rurales subalternos en la independencia de México[6].

Este documento pretende mostrar cómo algunos líderes independentistas neogranadinos, en un momento crucial de la guerra de independencia (1819-1820), valoraron el aporte de los indígenas Cunas a la causa de la independencia de Colombia.[7] Igualmente, dichos líderes comprendieron el importante papel que podían jugar los Cunas en el mantenimiento de los logros militares alcanzados en la Provincia del Chocó, e incluso en el apoyo para una eventual incursión a la Provincia de Panamá (1820-1821). Dichos jefes político-militares desarrollaron una exitosa estrategia de acercamiento a los Cunas y de construcción de confianza mutua, que les permitió ganar a este importante grupo indígenas como aliado.

No obstante, la extensión de las operaciones militares desde Colombia al territorio panameño no era tarea sencilla, en términos de los recursos militares y económicos que se necesitaban para una empresa tan ambiciosa y temeraria[8]. Durante los años 1820-1821 se presentó una competencia de prioridades y oportunidades de operaciones militares para liberar a Quito y/o a Panamá, o incluso ambas al mismo tiempo. Dada la extrema limitación de recursos con que operaban los patriotas neogranadinos, en especial la falta de una flota naval propia y la dependencia en el uso de corsarios, resultaba casi imposible efectuarlas al mismo tiempo. Quito era considerada por los principales líderes neogranadinos como la opción principal y la más viable. Sin embargo, Bolivar, para quien Panamá era “la más interesante parte de Colombia”,[9] desde finales de 1819 al parecer instruyó al Coronel José María Cancino, quien era un oficial de su confianza, el explorar la posibilidad de un asalto a Panamá.[10] Parece también que Santander núnca estuvo plenamente convencido de la viabilidad de una posible acción sobre Panamá, como veremos posteriormente.

Para cumplir su misión, Cancino elaboró una estrategia de alianzas en tres frentes distintos, con la particularidad que de llegar a ser exitosas no sólo podían beneficiar operaciones futuras más ambiciosas, como el asalto a Panamá, sino que a la vez ofrecían una ayuda inmediata para la protección de la provincia del Chocó y de su costa en el Pacífico, y apoyo a la campaña militar del sur. Al final, por distintas razones la guerra del sur de la Nueva Granada resultó más complicada y dilatada de lo que inicialmente se sospechaba, lo que retrazó enormemente los planes para independizar a Quito e hizo prácticamente imposible desarrollar una campaña hacia Panamá. Finalmente, el desarrollo de los eventos políticos que condujeron a la independencia pacífica de Panamá y su adhesion voluntaria a Colombia a finales de 1821 hizo completamente innecesario la activación de los planes esbozados. A pesar de esto, como veremos en detalle más adelante, el nombre de los Cunas y la admiración por ellos como pueblo circuló en la correspondencia de varios de los próceres más importantes de la independencia colombiana, comenzando por José María Cordova, y continuando con José María Cancino, Francisco de Paula Santander y el mismo Simón Bolivar, a quien se le reportó todo lo actuado. Sin embargo, con la misma rapidez y enorme visibilidad con que los Cunas aparecieron a finales de 1819 en el escenario de la independencia, para finales de 1821 ya habían vuelto a ser invisibilizados.

No queda claro si las tropas colombianas llegaron a desarrollar operaciones militares conjuntas con los Cunas. Lo que si está bien documentado es que los Cunas apoyaron al ejército libertador con la provisión de información de inteligencia sobre los movimientos del ejército español por el área del Darién colombiano y panameño, y sobre todo como guías por el río Atrato y otras áreas del Chocó.

Sin embargo, aunque desconocida hasta ahora, la visión de los hechos desde la perspectiva de los patriotas es sólo una parte de la historia. Lo que también queremos mostrar en este documento, aunque es un poco más complicado por la falta de información documental directamente generada por los Cunas, es que con este material también es posible vislumbrar de alguna manera la visión de los Cunas sobre dichos eventos. Los Cunas estuvieron lejos de haber sido “usados” por los patriotas en su esfuerzo por consolidar una independencia todavía frágil y en busca de la creación de un nuevo estado nacional. De hecho, como veremos en detalle, estos hechos nos hacen recordar la larga tradición de alianzas y pactos que habían desarrollado los Cunas, por lo menos desde finales del siglo XVII, con escoceses, ingleses y franceses.[11] En ese sentido, podemos decir también que en este documento pretendemos mostrar cómo algunos dirigentes Cunas, en especial el Cacique Cuitama, quien era el principal lider de los Cunas en ese momento, consideraron que con el apoyo a los patriotas podían avanzar sus objetivos de reconocimiento y consolidación territorial, base fundamental para el desarrollo de su cultura y existencia misma como pueblo.

No hay duda de que la memoria de la alianza que hubo entre los Cunas y las tropas del ejército libertador tuvo un impacto significativo en la memoria histórica de los Cunas sobre dicho período histórico. Quizás no sea una casualidad, y mucho menos un disparate, que el nombre de Bolivar aparezca en los cantos de algunas comunidades Cunas. Es muy posible que la alianza que se estableció entre las tropas libertadoras y los Cunas también ayude a explicar en parte las profundas lealtades hacia Colombia que se desarrollaron y mantuvieron por mucho tiempo en algunas comunidades Cunas de San Blas, que se hicieron evidentes al momento de la separación/independencia de Panamá en 1903 y que se mantuvieron por lo menos hasta 1916.

 
Fuente: HISTORIA 2.0, Conocimiento histórico en clave digital - Año VI - Número 12 - Junio - Diciembre de 2016 – pp. 80-103 - ISSN 2027-9035




[1] El término nación tuvo varios significados en la Nueva Granada/Colombia durante el siglo XIX. En este documento utilizamos el término nación siguiendo a König, quien ha señalado que hacia finales de la época colonial el término nación se usaba en la Nueva Granada para referirse a distintos grupos étnicos, o individualmente a uno de ellos, o a “una población asociada a un territorio”. También se usaba para designar a las tribus consideradas como salvajes. Hans-Joachim König. “Nación-Colombia”. Diccionario político y social del mundo iberoamericano. La era de las revoluciones, 1750-1850. Javier Fernandez Sebastián (Director). (Madrid: Fundación Carolina-Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales–Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2009), 906.
[2] Luis Carlos Arenas es Master en Derecho (LL.M) de la Universidad de Wisconsin-Madison. Actualmente está vinculado a la ONG Displacement Solutions. Publicaciones recientes: An Overview on the Relocation of Guna Indigenous Communities in Gunayala, Panamá. Geneva: Displacement Solutions, 2016; The Peninsula Principles in Action: Climate Change and Displacement in the Autonomous Region of Gunayala, Panama. Geneva: Displacement Solutions, 2014. E-mail: carlos.arenas809@gmail.com.
[3] Agradezco a los profesores James Howe (MIT) y Francisco Herrera (Universidad de Panamá) por sus valiosos comentarios y sugerencias a una versión preliminar de este texto, lo mismo que a los dos evaluadores anónimos de esta revista. Obviamente cualquier deficiencia en el texto es mi responsabilidad.
[4] Alfonso Múnera, El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el Caribe colombiano (1717-1810). (Bogotá: Banco de la República, El Ancora editors, 1998).
[5] Jonathan D. Hill, “Indigenous peoples and the rise of independent nation-states in lowland South America”. The Cambridge History of the Native People of the Americas. Volume II. Edited by Frank Solomon and Stuart B. Schwartz. (Cambridge: Cambridge University Press, 1999).
[6] Eric van Young, The Other Rebellion. Popular Violence, Ideology, and the Mexican Struggle for Independence, 1810-1821. (Stanford: Stanford University Press, 2001). Van Young propone superar los análisis tradicionales que a menudo miran las revueltas de la gente común, y muy especialmente de los indígenas “en última instancia basados en reivindicaciones económicas incrustadas en las conflictivas relaciones de clase” (9). En su lugar propone colocar en el centro del análisis el llamado “repertorio cultural”, temas como las mentalidades, los hábitos de pensamiento religioso, la ideología de género y de parentesco, y la política cultural (13).
[7] Para evitar confusiones, y por consistencia, en este texto nos referiremos al actual pueblo indigena Guna (en Panamá) y Gunadule (en Colombia) utilizando el nombre de Cuna, tal y como aparecen en los documentos del período que abarca ésta investigación y como fueron conocidos, y se autoreconocieron, por muchos años.
[8] Recordemos que Bolivar acababa de ganar la batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819, gracias a una acción sin duda temeraria, al llevar a su ejército por el Páramo de Pisba para luego sorprender al enemigo en el pantano de Vargas y luego en el Puente de Boyacá, donde derrotó a las tropas lideradas por Barreiro.
[9] Carta de Bolivar a Santander, 7 de enero de 1822. Vicente Leguna, compilador. Cartas del Libertador. Tomo III. (Caracas: Litografía y Tipografía del Comercio, 1929) 9.
[10] Nos parece que existe un vacio en la correspondencia del Libertador desde comienzos de abril hasta mediados de agosto de 1819. Curiosamente, en las memorias del procer Agustín Codazzi —quien para esa época era parte de la tripulación del corsario frances Luis Aury— se menciona que dichos corsarios interceptaron la correspondencia de Bolivar, lo que les permitió tener una idea de sus planes, los cuales incluían un posible ataque sobre Panamá. Según Codazzi: “Nosotros regresamos a Jamaica donde, habiendo entrado al Puerto de Kingston, descendió el general a tierra [Luis Aury] con su estado mayor y allí acordaron con el ministro Cortés de Madariaga enviar un oficial a la costa firme para conocer el estado de los negocios internos y los progresos de Bolivar, el cual, según las cartas interceptadas, parecía que marchaba sobre la Nueva Granada, o bien para llegar al Océano Pacífico y concertar con Lord Cochrane un plan para atacar al mismo tiempo él a Panamá y nosotros a Porto Belo. El oficial destinado para aquella misión fui yo y recibí todas las instrucciones necesarias (…) Fui nombrado mayor graduado de artillería y despachado en la goleta inglesa a cumplir mi importante misión”. De acuerdo con su hoja de servicios, Codazzi recibió su título de mayor graduado de artillería el 1 de agosto de 1819. Agustín Codazzi, Memorias de Agustín Codazzi. (Bogotá: Talleres Gráficos Banco de la República, 1973) 348-349.
[11] Mónica Martinez Mauri, La autonomía indígena en Panamá: la experiencia del pueblo kuna (siglos XVI-XXI). Quito: Ediciones Abya-Yala, 2011.

¡La definición de la FAO debe reconocer que las plantaciones no son bosques!

Esta anticuada definición ha permitido que, detrás de una imagen positiva, las industrias de la madera, la celulosa, el papel y el empaquetado oculten los devastadores impactos ecológicos y sociales de las plantaciones de monocultivos a gran escala.

 
El 21 de marzo, Día Internacional de los Bosques, 200 organizaciones le estarán recordando a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) la necesidad de cambiar su engañosa definición de bosque, que data de 1948. Esta anticuada definición ha permitido que, detrás de una imagen positiva, las industrias de la madera, la celulosa, el papel y el empaquetado oculten los devastadores impactos ecológicos y sociales de las plantaciones de monocultivos a gran escala.

La definición de bosque de la FAO ha permitido que, de manera deshonesta, la industria denomine a sus plantaciones de monocultivos de especies de árboles de rápido crecimiento – como el eucalipto, el pino, el caucho o la acacia – “bosques plantados”, ya que define un bosque sólo por una altura mínima, las áreas cubiertas y el porcentaje de la cubierta de dosel de los árboles. Esta definición errónea de bosque aplicada por la FAO también se ha utilizado como modelo para más de 200 definiciones nacionales e internacionales de bosque desde 1948.

Bajo el disfraz de esta definición de bosque de la FAO, y utilizando diversos nombres tales como “bosques plantados”, “forestación” o “plantaciones forestales” para limpiar la imagen de sus actividades, la industria ha sido capaz de expandirse rápidamente, especialmente en el Sur, donde las plantaciones de monocultivos de árboles se extienden ahora a lo largo de varias decenas de millones de hectáreas. Esta rápida expansión ha traído miseria a innumerables comunidades campesinas rurales y pueblos indígenas. Allí donde han llegado las plantaciones de monocultivos de árboles, las familias han perdido sus medios de subsistencia, sus manantiales y arroyos se han secado, sus cultivos han sido envenenados con agrotóxicos y sus modos de vida han sido destruidos. (1)

“Durante casi 70 años, la engañosa definición de bosques de la FAO le ha servido de mucho a la industria forestal. Las empresas plantadoras de árboles han podido ocultar la destrucción ecológica que causan cuando los bosques, praderas y turberas desbordantes de vida y biodiversidad se convierten en extensos ‘desiertos verdes’ de árboles clonados de una misma especie y de edad uniforme, plantados en filas rectas, presentados tras una imagen positiva de bosque proporcionada por la FAO”, dice Winfridus Overbeek, coordinador internacional del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM).

La propuesta de “restauración del paisaje forestal” para la protección del clima hace más urgente la necesidad de que haya definiciones correctas

“Con la adopción del Acuerdo de París por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la necesidad de una revisión de la definición de bosque de la FAO adquiere aún mayor urgencia”, opina Guadalupe Rodríguez, de Salva la Selva/Rettet den Regenwald. “Sería una tragedia que la engañosa definición de la FAO permitiera que se considerara que la expansión de estos dañinos monocultivos de árboles reúne los requisitos como para recibir fondos para el clima destinados a “reforestación” y “restauración del paisaje forestal”. Esto no sólo perjudicaría a un número aún mayor de comunidades locales cuyas tierras utilizadas para su subsistencia resultan invadidas por plantaciones de árboles, sino que también podría suponer la destrucción de bosques y pastizales ricos en carbono y su reemplazo por plantaciones de monocultivos. Aun así, los países podrían argumentar que, basándose en la definición de bosque de la FAO, no se ha perdido ninguna “superficie forestal” – a pesar de la masiva pérdida de carbono, biodiversidad, recursos hídricos y medios de subsistencia locales cuando los bosques son reemplazados por monocultivos.

La “Iniciativa de Restauración de los Bosques de África” ​​(AFR100) constituye un ejemplo de cómo el deliberado engaño de llamar bosque a las plantaciones permite a la industria forestal aprovecharse de los fondos para el clima. Lanzada en la conferencia de la ONU sobre el clima celebrada en 2015 en París, la iniciativa tiene el objetivo de cubrir 100 millones de hectáreas que los gobiernos africanos participantes consideran “tierra degradada”. El Banco Mundial dispondrá de 1.000 millones de dólares para este plan -basándose en la definición de la FAO para determinar los requisitos de selección para obtener la financiación. Una de las empresas forestales más controvertidas con actividades en África, Green Resources (2), estuvo entre los oradores principales de una conferencia celebrada en Ghana en 2016, donde la implementación de la iniciativa AFR 100 fue una de las prioridades de la agenda.

El tema “Bosques y Energía” de la FAO para el Día Internacional de los Bosques de 2017 revela la urgente necesidad de cambiar la definición de bosque

“La insustentable demanda de energía de los países industrializados, sumada a su ávida búsqueda de nuevas fuentes de energía ‘renovable’, ya está provocando la conversión a gran escala de bosques en plantaciones industriales de ‘biomasa’. Sin embargo, la palabra ‘plantación’ no aparece ni una sola vez en la página de ‘Mensajes clave’ de la FAO para el Día Internacional de los Bosques de 2017”, advierte Wally Menne, de la Coalición Timberwatch, en Sudáfrica. Como ejemplo, se estima que para alimentar el total de las necesidades energéticas del Reino Unido a través de la biomasa obtenida de eucaliptos, se necesitarían unos 55 millones de hectáreas de plantaciones en un país como Brasil – lo que abarcaría un superficie de tierra mayor que el doble del tamaño del Reino Unido.

En el día de hoy, 200 organizaciones y grupos de la sociedad civil de todo el mundo unen sus voces a los más de 130.000 grupos e individuos que apoyaron la petición presentada en el Congreso Forestal Mundial en 2015, reclamando a la FAO que haga frente al desafío y cambie urgentemente su definición de bosque para excluir las plantaciones de monocultivos de árboles, porque “las plantaciones no son bosques”.

Comunicado de Prensa - 21 de Marzo 2017

Contactos:

Movimiento Mundial por los Bosques
Winfridus Overbeek
Tel: +55 27 988 219007
Timberwatch:
Wally Menne
Rettet den Regenwald:
Guadalupe Rodríguez
Tel: + 49 40 410 38 04 3

 
Notas:

(1)    La carta enviada hoy a la FAO puede encontrarse aquí. También está disponible en inglés, francés y portugués.

(2)    En respuesta a la petición de 2015 firmada por más de 130.000 personas reclamando a la FAO que cambie su definición de bosque, la FAO argumenta que su función es simplemente armonizar las numerosas definiciones nacionales e internacionales de bosques adoptadas desde 1948. Sin embargo, la carta enviada hoy muestra cómo esta visión ignora el hecho de que la definición de bosque de la FAO es EL ejemplo seguido por muchas otras definiciones de “bosque” en uso, en especial en las negociaciones de la ONU sobre el clima, en iniciativas como AFR100, así como por numerosos numerosos gobiernos nacionales, etc.

22 de marzo de 2017

Nuevos métodos confiables y asequibles para medir las emisiones provenientes de la agricultura

    También disponible en Inglés
El CIAT es uno de los muchos centros que están midiendo las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura en los países tropicales en desarrollo. Foto: N. Palmer (CIAT)

Ene 13, 2017
by Julianna White (CCAFS Low Emissions Agriculture)

Una reciente publicación satisface la demanda de avances en la forma de recopilar datos sobre las fuentes y sumideros de gases de efecto invernadero de la agricultura de pequeña escala.

Aunque muchos países han pasado de los compromisos de mitigación a la acción en las negociaciones sobre cambio climático de Marrakech y más allá, otros países no han podido planificar reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en la agricultura debido a la falta de datos. A principios del 2016, los investigadores encontraron que los datos utilizados para calcular los factores de emisión de GEI y los modelos de población no representan con precisión las condiciones de la agricultura en los países en desarrollo de los trópicos, ya que provienen en gran medida de la investigación en los países desarrollados y con diferentes condiciones climáticas.

“Los complejos sistemas agrícolas de pequeña escala en los países tropicales en desarrollo no tienen los mismos perfiles de emisiones que los sistemas agrícolas templados, que a menudo son mono-culturales", dijo Meryl Richards, investigadora del Programa de Investigación del CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) y el Instituto Gund de Economía Ecológica de la Universidad de Vermont, co-autora el libro.

Estos países descubrieron que no tienen información confiable sobre el potencial de mitigación de prácticas agrícolas particulares bajo condiciones locales. Obtener esa información a menudo requiere la medición en campo, que puede ser muy costosa. Este libro pretende ser una guía para realizar la medición de una manera que proporcione la mayor cantidad de información al menor costo”.

119 países en desarrollo se comprometieron a reducir emisiones provenientes de la agricultura en el Acuerdo de París, pero pocos países compartieron detalles sobre cómo llevarían a cabo esos compromisos. La agricultura (sin incluir el cambio en el uso de la tierra) aporta un promedio del 35% de las emisiones en los países en desarrollo y del 12% en los países desarrollados.

"Con excepción de unos cuantos cultivos y sistemas en los países tropicales, hay pocos datos medidos para las emisiones de las pequeñas explotaciones agrícolas en los países en desarrollo", dijo Richards. "Este libro reúne la información científica más reciente en temas de mediciones en campo de las fuentes y sumideros de GEI en el sector agropecuario. Los países pueden utilizar los métodos y los datos que producen para apoyar la mejora de los factores de emisión para los inventarios de los países y para evaluar los impactos de la mitigación de los cambios en la práctica y los proyectos".


·      Diseñar un programa de medición;
·      Cuantificar los inventarios, los cambios en los mismos y los flujos de las principales fuentes y sumideros de GEI, incluyendo: el uso de la tierra y el cambio de la cubierta terrestre, las emisiones de GEI de los suelos, las emisiones de metano debidas a la fermentación entérica en los rumiantes, y
·      Utilizar mediciones en campo para estimar el potencial de mitigación a escalas más grandes y evaluar las disyuntivas entre el cambio climático y los objetivos de desarrollo.

Reconociendo que el costo de la investigación generalmente es un impedimento para algunos países, los autores proporcionan orientación sobre cómo elegir los métodos disponibles, teniendo en cuenta los objetivos, los recursos y las capacidades de los usuarios.

Los autores esperan que los centros nacionales de investigación agrícola, los compiladores de inventarios nacionales de GEI, los encargados de formular políticas, los profesionales del desarrollo agrícola, las universidades y el sector privado encuentren estos lineamientos útiles para cumplir los requisitos de presentación de informes a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y para identificar e implementar prácticas de desarrollo bajo en emisiones que cumplirán los objetivos de mitigación esbozados en el Acuerdo de París. "Tan pronto como se recopilen los datos de medición, los países estarán listos para usarlo", añadió Richards.

Recursos

Se publicarán guías de usuario y videos para acompañar algunos de los capítulos. Por favor vea el video, que resume el capítulo Cuantificación de Emisiones de GEI de Suelos Gestionados y Naturales, o vea la presentación. (El video está disponible en inglés, pero puede activar los subtítulos automáticos con traducción).



Lecturas adicionales (en inglés)


Descargue el libro:

Rosenstock TS, Rufino MC, Butterbach-Bahl K, Wollenberg E, Richards MB (eds). 2016. Methods for Measuring Greenhouse Gas Balances and Evaluating Mitigation Options in Smallholder Agriculture. New York: Springer. Available free at: http://dx.doi.org/10.1007/978-3-319-29794-1.




Reconocimientos

Editores: Todd S. Rosenstock, World Agroforestry Center (ICRAF); Mariana C. Rufino, Center for International Forestry Research (CIFOR), Lancaster University; Klaus Butterbach-Bahl, International Livestock Research Institute (ILRI), Karlsruhe Institute of Technology (KIT); Eva Wollenberg, Gund Institute for Ecological Economics, University of Vermont, CGIAR Research Program on Climate Change, Agriculture, and Food Security (CCAFS); Meryl Richards, Gund Institute for Ecological Economics, University of Vermont, CGIAR Research Program on Climate Change, Agriculture, and Food Security (CCAFS)

Authores

Capítulo 1 (Introducción al enfoque SAMPLES): Todd S. Rosenstock; Bjoern Ole Sander, International Rice Research Institute (IRRI); Klaus Butterbach-Bahl; Mariana C. Rufino; Jonathan Hickman, Earth Institute at Columbia University, Clare Stirling, International Maize and Wheat Improvement Centre (CIMMYT), Meryl Richards.

Capítulo 2 (Orientación de los paisajes para identificar opciones de mitigación en la agricultura de pequeña escala): Mariana C. Rufino; Clement Atzberger, University of Natural Resources (BOKU); Germán Baldi, Instituto de Matemática Aplicada San Luis, Universidad Nacional de San Luis and Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICET); Klaus Butterbach-Bahl; Todd Rosenstock; David Stern, Maseno University.

Capítulo 3: Determinación de las emisiones y remociones de GEI asociadas con el uso de la tierra y el cambio en la cubierta terrestre): Sean P. Kearney, University of British Columbia; Sean M. Smukler, University of British Columbia.

Capítulo 4 (Cuantificación de Emisiones de GEI de Suelos Gestionados y Naturales): Klaus Butterbach-Bahl; Bjoern Ole Sander; David Pelster, ILRI; Eugenio Díaz-Pinés, KIT.

Capítulo 5 (Una comparación de las metodologías para medir las emisiones de metano de los rumiantes): J.P. Goopy, ILRI; C. Chang, Wageningen University; N. Tomkins, Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation (CSIRO).

Capítulo 6 (Cuantificación de los inventarios y flujos de carbono de la biomasa arbórea en paisajes agrícolas): Shem Kuyah, ICRAF, Jomo Kenyatta University of Agriculture and Technology (JKUAT); Cheikh Mbow, ICRAF; Gudeta W Sileshi, Meine van Noordwijk, ICRAF; Katherine L. Tully, Columbia University; Todd S Rosenstock.

Capítulo 7 (Métodos para la cuantificación de inventarios de carbono del suelo y cambios de inventario en agricultura de pequeña escala): Gustavo Saiz, KIT; Alain Albrecht, Institut de recherché pour le développement (IRD).

Capítulo 8 (Estimación del rendimiento de cultivos alimentarios y no alimentarios en sistemas de producción de pequeña escala): Tek B Sapkota, CIMMYT; ML Jat, CIMMYT; RK Jat, CIMMYT, Borlaug Institute of South Asia; P. Kapoor, CIMMYT; Clare Stirling.

Capítulo 9 (Escalando mediciones de punto/parcela de los flujos, balances e intensidades de GEI para granjas enteras y paisajes): Todd S. Rosenstock; Mariana C. Rufino; Ngonidzashe Chirinda, International Center for Tropical Agriuculture (CIAT); Lenny van Bussel, Wageningen University and Research Centre; Pytrik Reidsma, Wageningen University and Research Centre; Klaus Butterbach-Bahl.

Capítulo 10 (Métodos para el análisis de la relación entre el medio ambiente y la productividad en los sistemas agrícolas): Mark T van Wijk, Wageningen University and Research Centre; CJ Klapwijk, Wageningen University and Research Centre, International Institute of Tropical Agriculture (IITA); Todd S. Rosenstock; Piet JA van Asten, IITA; Philip K Thornton, ILRI, CCAFS; Ken E Giller, Wageningen University and Research Centre.

El Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) reúne algunos de los mejores investigadores del mundo en ciencias agrícolas, investigación del desarrollo, ciencia del clima y ciencia del Sistema Tierra, para identificar y abordar las interacciones, sinergias y compensaciones más importantes entre el cambio climático, la agricultura y la seguridad alimentaria. La Universidad de Vermont acoge investigaciones centradas en la agricultura con bajas emisiones. Esta investigación fue llevada a cabo con el apoyo de los Donantes del Fondo CGIAR y mediante acuerdos bilaterales de financiación. Para obtener más información, visite https://ccafs.cgiar.org/es/donantes.




Julianna White es coordinadora administrativa del tema de investigación de CCAFS Desarrollo Bajo en Emisiones.