por
Pedro Pozas
“Aunque una gota de agua simboliza el nacimiento de la vida, la pureza
del alma y el espíritu de paz que envuelve el planeta Tierra, el reloj del
tiempo ha demostrado que detrás del vital líquido, se esconde una triste
historia que saca a relucir la ancestral miseria espiritual del hombre”
Rescatando semillas y plantas nativas, y protegiendo el agua. Foto: Enicio M. 2015 - CENDAH |
Nada parece haber cambiado desde que se celebró en Zaragoza en 2008 la
exposición Internacional como único tema exclusivo: Agua y desarrollo
sostenible. Las buenas intenciones de algunos y el negocio de otros, han hecho
una vez más, que los llamamientos y acuerdos queden en simples anécdotas y
titulares de los periódicos sin que no exista un compromiso por parte de las
naciones participantes y menos de España como anfitriona. La denominada Carta
de Zaragoza, ha quedado en el olvido como la Carta de la Tierra de 2002 en
Brasil. Si es cierto que hubo buenas propuestas y debates interesantes, pero
como siempre, los políticos que al final son los que tienen que llevar las
decisiones al parlamento para su aprobación, quedaron en solo eso, palabras que
hoy día están olvidadas en el pasado, mientras que las multinacionales y la
privatización del agua se extiende como una plaga en todos los países de la
Tierra.
Solo el 3% del agua del mundo es dulce, el resto es salado. De ese 3%,
el 99% de esta agua dulce se encuentra a gran profundidad bajo tierra o en
forma de glaciares y casquetes de hielo. Sin embargo, si el agua fuera
distribuida justamente, el 1% bastaría para satisfacer las necesidades de la
población mundial. Sin embargo, al consumo de los seres humanos, hay que añadir
el derroche de agua en la agricultura para alimentación y pastos para los
animales, así como el empleado por las industrias de todo tipo que colapsan el
acceso de agua para las poblaciones humanas. A esto además hay que añadir las privatizaciones
que deberían ser ilegales y las empresas que comercian con el agua apoderándose
de acuíferos y manantiales que son propiedad de los ciudadanos, para después
vender sus botellas de agua a precio de oro.
Cada vez más, la escasez del agua está siendo un grave problema mundial.
Cerca de 1.400 millones de personas en el planeta no tienen acceso a este
elemento tan preciado para los seres vivos. El cambio climático que se está
acelerando de una forma irremediable y con consecuencias catastróficas, contribuye
sin duda al acceso de agua potable, por lo que muy pronto los conflictos entre
países que comparten cuencas transfronterizas y que afectan a 145 países como
el Nilo, Amazonas, Congo, Mekong o Danubio entre otros, serán corrientes y con
consecuencias muy graves para las poblaciones humanas. Ya se están produciendo
refugiados medioambientales que se juntan con los originados por los conflictos
bélicos. La situación es caótica y el mundo occidental mira hacia otra parte
sin saber que sufriremos igualmente tarde o temprano la escasez de este bien
común tan necesario para la vida. No somos conscientes que 6.000 personas
mueren diariamente por consumir agua en mal estado y tres millones y medio de
niños mueren al año por causa de infecciones relacionadas con el agua no
potable. Pero además de necesitar agua para vivir, necesitamos alimentos para
comer y estos principalmente necesitan de recursos hídricos que cada vez
escasean más principalmente en países que hemos llamado tercermundistas sin
ningún pudor.
Cada vez que abrimos el grifo y sale agua potable sin necesidad de
recorrer kilómetros para llenar un cántaro de agua o sin temor a que esté
contaminada o dejando el grifo abierto mientras nos duchamos…no sabemos valorar
lo que tenemos y los privilegiados que somos y sin embargo hemos transformado
el agua en un negocio consentido por la ciudadanía. El agua que se emplea en
agricultura y en la industria que supone un 90% de la disponible, no debe ser
subvencionada por las instituciones y así se evitaría el gran derroche de agua potable en nuestros campos y
plantas industriales. La globalización ha transformado en “negocio” el
abastecimiento de agua hasta el punto que muchos políticos intentan
privatizarla y que queden en manos de multinacionales hipotecando nuestro
futuro y el de las generaciones futuras.
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 28 de julio de 2010
una resolución que establece que el acceso a fuentes de agua potable y segura,
como también el saneamiento, son un derecho humano esencial para el goce pleno
de la vida y de todos los derechos humanos. En esta resolución, la ONU llama a
“los Estados y Organizaciones internacionales a proveer recursos financieros,
construcción de capacidades y transferencia tecnológica, a través de asistencia
y cooperación internacional, en particular a los países en desarrollo, para
poder aumentar los esfuerzos para suministrar agua potable, segura y
saneamiento para todos”. Sin embargo, todo queda en simples esperanzas de unas
palabras y acuerdos que no se cumplen mientras que existan multinacionales que
quieran explotar el gran negocio del agua y se lo permitan los políticos de
turno. Los ciudadanos deben tener el control de los recursos hídricos para
evitar los abusos existentes en la actualidad. La venta de agua en
restaurantes, centros comerciales, parques temáticos, etc, debería estar
prohibida por Ley en base a la resolución de las Naciones Unidas. El agua debe
ser un bien gratuito y un derecho de todos los humanos y seres vivos. Es
gracioso comprobar cómo cuando una resolución de este organismo beneficia a las
empresas y políticos se pone de inmediato en práctica y como en estas otras que
favorecen la protección de los ciudadanos y la soberanía alimentaria, no se
pongan en práctica bajo ningún concepto. Todo esto tiene que cambiar si
queremos vivir en una sociedad justa, en un mundo donde los recursos de
subsistencia sean compartidos por todos los seres humanos. Mientras exista el
hambre y la muerte de millones de personas por falta de alimentos o de agua, no
podremos considerarnos humanos porque somos cómplices de asesinato masivo a
nuestros semejantes.
Las políticas existentes en la mayoría de los países del planeta
incluido el nuestro, permiten que además de las sequias y la falta de agua
potable, se contaminen los ríos y los acuíferos sin que existan duras penas
para quien lo realiza, permitiendo que muchas industrias estén junto a ríos
para extraer el agua necesaria y después expulsar la contaminada. No hay una
planificación y conservación del agua que sea rígida y contundente, que
castiguen ejemplarmente las malas prácticas. Muchas denuncias quedan archivadas
por las propias Comunidades Autonómicas a pesar de ser cursadas por las
autoridades competentes. Todo es un caos, hasta que nos demos cuenta de nuestro
error y sea tarde rectificar.
Detrás del agua embotellada se esconde uno de los mayores negocios que
existen y que se encuentra poco regulado. Según Marta González, estas
industrias abusan de poblaciones locales de todo el mundo y se han gastado
millones de dólares en convencer a los consumidores de que beber agua
embotellada es más saludable y beneficioso que hacerlo de la del grifo. El
mercado mundial está dominado por compañías como Nestlé, Coca-Cola y Pepsi
entre otras según esta investigadora y a través de conocidas marcas. La mayoría
de los casos su labor consiste en extraer millones de litros de agua,
embotellarlas, transportarlas y venderlas a precio muy por encima del que tiene
la del grifo. En España por lo que vale medio litro de agua embotellada, se
pueden obtener cientos de litros de agua corriente. Los expertos según Marta
sostienen que no hay pruebas que demuestren que una es mejor que otra. Es más
argumenta, que muchas plantas embotelladoras están peor vigiladas que las
canalizaciones públicas.
En mi viaje a DF México, pude comprobar cómo los anuncios de beber agua
en botella esta por todos lados e incluso en el metro lo anuncian
continuamente. En los hoteles te dan de forma gratuita dos botellas de agua cada día. En lugar
de sanear el agua potable, las autoridades permiten que el negocio del agua
embotellada se extienda por todo el país con grandes beneficios para las
multinacionales que lo explotan.
Tal vez no seamos conscientes de ello, pero nuestros hijos y
posiblemente nuestros nietos, sufrirán sin remedio las consecuencias de
nuestros abusos y la falta de interés por conservar nuestros recursos de una
forma adecuada.
No debemos olvidar en ningún momento de los miles de muertos que se
producen a diario por falta de agua potable, de esos niños que, por no poderse
lavar las manos con agua, cogen infecciones mortales. Hay recursos para
evitarlo como el que se lleve agua de mar para su aseo personal, pero el
sistema globalizador está formado para que los pobres sean más pobres y no puedan
disfrutar de los mismos recursos que nosotros y eso se llama “asesinato”. Lo
queramos o no, somos cómplices de ello y tenemos que luchar para cambiar este
sistema capitalista que no detecta a seres humanos, solo el negocio y el dinero
es su principal divisa, pasando por encima de la vida y del bienestar social.
En 2003, el tercer foro mundial sobre el agua celebrado en Kyoto por los
Pueblos Indígenas, declararon que ellos se comprometían “a honrar y respetar el
agua como un ser sagrado que sostiene toda la vida. Nuestros conocimientos,
leyes y formas de vida tradicionales nos enseñan a ser responsables, cuidando
este obsequio sagrado que conecta toda la vida”. Cuando el agua es concebida
como sagrada, no tiene precio y su valor transciende la especie humana. Cuanta
sabiduría podríamos aprender de los pueblos indígenas, cuanta ignorancia
ostentamos al creernos ser superiores a nuestra madre La Tierra.
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