23 noviembre, 2025
Una investigación internacional publicada en Nature Ecology and Evolution reveló la crisis del abandono de las medidas de conservación en áreas protegidas, un fenómeno que ocurre cuando las iniciativas reducen su alcance, debilitan su nivel de protección o incluso lo revierten completamente con el tiempo.
Este
proceso pone en riesgo ecosistemas clave, los beneficios que entregan
a las personas y las metas de protección ambiental acordadas a nivel
global.
Un
fenómeno crítico para las metas climáticas
El
estudio, liderado por científicos del Imperial College
London, la Universidad de Kent, la Universidad
de Sídney y el Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera
(SECOS), advierte que el abandono de la conservación es un fenómeno
silencioso pero crítico para alcanzar las metas de acción climática al
2030, actualmente discutidas en la COP30 en Brasil.
El
concepto de “abandono de la conservación” se refiere a iniciativas
públicas, privadas o comunitarias que dejan de cumplir sus objetivos de
protección. Incluso cuando permanecen inactivas o sin adecuado manejo, estas
iniciativas suelen seguir considerándose operativas, lo que infla
artificialmente los avances globales en conservación.
Contexto
internacional: acuerdos y compromisos
En
respuesta a la crisis de biodiversidad, en 2022 196 países adoptaron el
Marco Mundial de Diversidad Biológica Kunming-Montreal, comprometiéndose a
proteger el 30% del planeta para 2030 frente a actividades
extractivas como la minería o la pesca industrial. Este acuerdo, junto con
el Acuerdo de París, impulsa nuevas iniciativas de conservación,
aunque su continuidad y efectividad siguen siendo inciertas.
“Estamos viendo un impulso global enorme para ampliar la acción de conservación, impulsado por miles de millones de dólares en inversiones públicas y privadas. Pero entendemos muy poco sobre cuánto tiempo perduran esas medidas o cómo asegurar su continuidad”, explicó el doctor Tom Pienkowski, co-líder del estudio.
Ejemplos
regionales: el caso de Chile
El
abandono de la conservación ocurre en múltiples contextos y países. En Chile,
por ejemplo, la asignación de derechos territoriales a pescadores
artesanales buscaba promover la extracción sostenible y la
conservación de ecosistemas costeros. Sin embargo, entre 1998 y 2021, el 22%
de los convenios de uso territorial fueron descontinuados por
incumplimiento de requisitos.
“Estas
tasas de abandono revelan brechas en la política pública pero también resaltan
oportunidades para fortalecer el acompañamiento a las organizaciones y asegurar
impactos ecológicos y sociales duraderos”, señaló María Ignacia Rivera,
investigadora de SECOS y co-autora del estudio.
Impactos
y riesgos globales
El
estudio advierte que al menos un tercio de las iniciativas de
conservación son abandonadas después de solo un par de años de implementación,
lo que compromete los avances anunciados en eventos internacionales como la
COP. Recuperar ecosistemas puede tomar décadas, por lo que la discontinuidad de
proyectos representa un grave punto ciego en la política y la ciencia
de la conservación.
“Sin
documentar estos patrones no solo corremos el riesgo de sobrestimar los logros
de conservación, sino también de perder oportunidades para aprender y mejorar
la toma de decisiones”, agregó Rivera.
Llamado
urgente a un sistema global de monitoreo
Los
autores hacen un llamado a crear un sistema global de monitoreo del
abandono de la conservación, acompañado de:
·
Modelos
de financiamiento más sólidos y sostenibles.
·
Políticas
centradas en resultados verificables.
· Herramientas para rastrear iniciativas comunitarias y estatales de manera sistemática.
Este
llamado cobra especial relevancia en el contexto político actual, donde algunos
países han reducido fondos públicos destinados a la conservación o se han
retirado de acuerdos internacionales, como ocurrió en Brasil y Estados
Unidos en los últimos años.
El abandono
de la conservación es un problema global subestimado que
amenaza con comprometer las metas climáticas y de biodiversidad al 2030.
Documentar este fenómeno y estudiar sus causas permitirá diseñar estrategias
más resilientes, anticipar riesgos y asegurar que los esfuerzos de
conservación tengan impactos duraderos.
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