3 de febrero de 2017

Cada vez hay menos bosques vírgenes, ¿qué podemos hacer?

Por ALEX FERNÁNDEZ MUERZA

Más del 7% de los paisajes forestales intactos del planeta han desaparecido entre 2000

Nagnu, sabbur y diwar se unen para dar vida. Nargandi, Yandub-Nargana. Foto: Gubiler
 
El ritmo de fragmentación y destrucción de los bosques[1] vírgenes, claves para la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático, se ha acelerado a nivel mundial en los últimos años. Así lo señala un estudio reciente que muestra las áreas más afectadas y las causas principales. Si no se toman medidas, en las próximas dos décadas algunos países podrían perder sus últimos paisajes forestales intactos. Este artículo señala que los bosques vírgenes se encuentran en grave peligro y qué podemos hacer para evitarlo.

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Los bosques vírgenes en grave peligro

Más del 7% de los paisajes forestales intactos del planeta han desaparecido entre el año 2000 y 2013, un total de 919.000 km2. Este dato lo apunta un estudio reciente publicado en la revista científica Science Advances[2]. Sus autores, un equipo internacional de investigadores, definen "paisajes forestales intactos" como áreas de más de 500 km2 que contienen un mosaico de bosques y otros ecosistemas asociados, como llanuras o humedales. La clave es que, para considerarse como tales, no pueden haber sido fragmentados por la actividad humana, un hecho que ocurre en los últimos años cada vez con más intensidad en todo el mundo, destacan. En concreto, entre 2011 y 2013, el ritmo de reducción se ha triplicado en comparación al periodo 2001-2003.

 
“El ritmo de reducción de bosques vírgenes se ha triplicado en los últimos años”
 
Las regiones tropicales han sido las más afectadas, con el 60% de la reducción total del paisaje forestal intacto, seguido del 21% en la zona media y sur de las regiones boreales y el 19% en el norte de los bosques boreales de Eurasia y Norteamérica. Por países, tres concentran más de la mitad de esta pérdida: Rusia (179.000 km2), Brasil (157.000 km2) y Canadá (142.000 km2). España ya había perdido todos sus paisajes forestales intactos antes del 2000, "algo que no es sorprendente, dada la extensión de los asentamientos y las actividades humanas", explica Lars Laestadius, uno de los autores del estudio, experto forestal y consultor en políticas de recursos naturales.

La velocidad de la fragmentación y destrucción de estos ecosistemas hace que, si no se toman medidas, podrían desaparecer por completo en muchos lugares a finales de siglo. El estudio concluye que al menos en 19 países del mundo se perderán todos los bosques vírgenes en los próximos 60 años. Cuatro de ellos (Paraguay, Laos, Camboya y Guinea Ecuatorial) podrían perder los suyos en las próximas dos décadas. Sin embargo, las zonas establecidas como "áreas protegidas" sufrieron una merma "significativamente menor".

Las causas principales de la desaparición de estas áreas de bosques vírgenes, según los investigadores, son la deforestación (en un 37% de los casos), las explotaciones agrícolas (más de un 27%) y los incendios forestales[3], como consecuencia de la construcción de infraestructuras (más de un 21%). La fragmentación de las zonas boscosas para la extracción de recursos energéticos y minerales o la expansión de la red de carreteras se apuntan también como factores importantes.

Los autores del trabajo, que utilizaron imágenes por satélite extraídas de Google Earth y otras fuentes oficiales, subrayan que los bosques vírgenes son importantes para conservar la biodiversidad mundial o como sumideros de carbono, clave en la lucha contra el cambio climático.


Imagen: Science Advances[4]

Qué podemos hacer

Laestadius señala varias acciones prioritarias necesarias para evitar la desaparición de los bosques vírgenes:

·         Cambiar las actitudes a nivel global. Los países y los mercados deben ver a las áreas forestales intactas como zonas valiosas que deben conservarse tal cual, en vez de como tierras baldías que pueden aprovecharse para el desarrollo de actividades de extracción.

·         Impulsar las medidas de protección formal. El estudio muestra que las regiones protegidas sufren menos los impactos que producen su reducción. Por ello son esenciales, en especial en los bosques vírgenes en riesgo de ser explotados.

·         Definir y monitorear las áreas forestales intactas por parte de los países en su propio contexto nacional.

·         Rechazar en los mercados los productos que provengan de bosques vírgenes cuya elaboración no esté bien justificada.

·         Utilizar los mejores conocimientos y tecnología, incluyendo la moderna biología de la conservación, para el estudio y cuidado de dichas zonas forestales intactas.

·         Enviar señales a los mercados como ciudadanos y consumidores de que preferimos productos con certificado de sostenibilidad y que la certificación es útil en la teoría y en la práctica. Por ejemplo, el sello FSC garantiza que los productos que lo llevan han sido elaborados con una madera o derivados forestales obtenidos con criterios ambientales y sociales exigentes y económicamente viables.

En opinión de Laestadius, estas medidas se están haciendo solo en parte: "El monitoreo mundial está avanzando a pesar de la falta de fondos dedicados, pero el monitoreo nacional está ausente en la mayoría de las veces. La gestión responsable está siendo certificada, pero las normas disponibles y/o los esfuerzos de validación parecen no ser lo suficientemente efectivos para detener la pérdida en áreas certificadas. Los bosques vírgenes todavía se gestionan de manera generalizada con una pobre planificación y una tecnología marginal".


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