Saludándolas
en su día – 8 de marzo
En América Latina y el Caribe se observa un creciente
protagonismo de las mujeres en el mantenimiento socioeconómico y cultural de
sus comunidades. En Uruguay hay mujeres al frente de casi un 20% de las
explotaciones agropecuarias, informa una nueva publicación de la Organización
de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que destaca los
aportes de las mujeres rurales y los retos para avanzar hacia el pleno disfrute
de sus derechos. El Atlas de las Mujeres Rurales de América Latina y el Caribe
de la FAO presenta una radiografía en profundidad del estado de los derechos de
las mujeres rurales, su seguridad alimentaria y nutricional, desarrollo
económico y sus retos y oportunidades. Según esta publicación, en Uruguay un
19,7% de las explotaciones rurales tiene al frente una mujer, de acuerdo a
datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Además,
la misma fuente indica que la proporción de tareas no remuneradas que realiza
una mujer rural es mayor a la de una mujer urbana, y mucho mayor que la de los
hombres, sean urbanos o rurales. El estudio destaca en general que las mujeres
juegan un rol fundamental en la transmisión del conocimiento, incluyendo la
memoria histórica de los pueblos y los saberes técnicos como el manejo
agroecológico, la selección de semillas, la reproducción de plantas y los usos
medicinales de las hierbas. “Aunque hemos visto mejoras considerables relativas
a los derechos de las mujeres rurales en los países de América Latina y el
Caribe, todavía existen múltiples obstáculos que hay que superar para que las
mujeres conquisten su plena autonomía”, explicó Claudia Brito, Oficial de
Género de la FAO.
Según Brito, avanzar hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 – lograr la igualdad de género – requiere fomentar una participación plena y efectiva de las mujeres en la toma de decisiones económicas y políticas en sus países. Además, es fundamental garantizar su acceso a los recursos económicos en condiciones de igualdad y valorar las labores no remuneradas que realizan, como la producción de alimentos para sus familias y el cuidado de niñas, niños, personas mayores y enfermas. Labores que no se reconocen Según el Atlas,uno de los elementos comunes que caracterizan la vida de las mujeres rurales en la región es la sobrecarga de trabajo, debido a una división sexual del trabajo que deja en sus manos los cuidados. La invisibilización del trabajo que realizan en el ámbito reproductivo, productivo y para el autoconsumo es otro factor clave, el cual se suma al bajo acceso que tienen a los medios de producción ylamenor calidad para la producción de las tierras que controlan.
Otro factor destacado por el Atlas son las dificultades que enfrentan para la participación política y su poca autonomía económica. “No podemos olvidar la precariedad y temporalidad de los trabajos que realizan las mujeres rurales, así como su bajo nivel de cobertura en los sistemas de protección social,lo que genera inseguridad económica. Tampoco podemos olvidar los múltiples casos de violencia contra ellas, y como eso afecta su desarrollo de múltiples maneras”, explicó Brito. Más pobres, más obesas y con peor seguridad alimentaria Según el Atlas, el ritmo de reducción de la pobreza ha sido menor para las mujeres de América Latina y el Caribe que para los hombres. En 2014, por cada 100 hombres viviendo en hogares pobres en la región, había 118 mujeres en similar situación. El panorama es aún peor si se consideran aspectos étnicos además del género: los ingresos de hombres no indígenas ni afrodescendientes son cuatro veces mayores que los de mujeres indígenas y dos veces mayores a los de las mujeres afrodescendientes. Según la FAO, la prevalencia media de inseguridad alimentaria severa y moderada afecta al 30% de las mujeres de la región, y a sólo al 25% de los hombres. La brecha de género es aún mayor en el caso de la obesidad: en más de 20 países la tasa de obesidad femenina es más de 10 puntos porcentuales mayor a la obesidad masculina
Agenda para el
avance de los derechos
El Atlas recomienda avanzar en políticas nacionales de lucha contra la pobreza femenina, consolidando las transferencias de ingresos e implementando acciones intersectoriales de apoyo a las mujeres víctimas de la violencia. También destaca la necesidad de mejorar su acceso a la tierra y al agua mediante instrumentos como las Directrices Voluntarias para la Gobernanza Responsable de la Tierra, y mejorar la oferta de servicios financieros y apoyos a la producción con enfoque de género. El Atlas también recomienda avanzar en la implementación de la Estrategia de Género del Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), un documento que se ha convertido en una referencia para toda la región. Por último, destaca la necesidad de aumentar la participación social de las mujeres en las políticas públicas y mejorar los indicadores de género en el monitoreo de las políticas públicas, para que los países puedan construir instrumentos a su medida siguiendo los acuerdos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible
Nueva alianza
sobre gobernanza e institucionalidad
Fuente: La República - http://www.republica.com.uy/mujeres-rurales-invisibles-indispensables-sobreexigidas/
Agricultoras de la comunidad de Digir
Negwebur. Foto: Gubiler
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Según Brito, avanzar hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 – lograr la igualdad de género – requiere fomentar una participación plena y efectiva de las mujeres en la toma de decisiones económicas y políticas en sus países. Además, es fundamental garantizar su acceso a los recursos económicos en condiciones de igualdad y valorar las labores no remuneradas que realizan, como la producción de alimentos para sus familias y el cuidado de niñas, niños, personas mayores y enfermas. Labores que no se reconocen Según el Atlas,uno de los elementos comunes que caracterizan la vida de las mujeres rurales en la región es la sobrecarga de trabajo, debido a una división sexual del trabajo que deja en sus manos los cuidados. La invisibilización del trabajo que realizan en el ámbito reproductivo, productivo y para el autoconsumo es otro factor clave, el cual se suma al bajo acceso que tienen a los medios de producción ylamenor calidad para la producción de las tierras que controlan.
Otro factor destacado por el Atlas son las dificultades que enfrentan para la participación política y su poca autonomía económica. “No podemos olvidar la precariedad y temporalidad de los trabajos que realizan las mujeres rurales, así como su bajo nivel de cobertura en los sistemas de protección social,lo que genera inseguridad económica. Tampoco podemos olvidar los múltiples casos de violencia contra ellas, y como eso afecta su desarrollo de múltiples maneras”, explicó Brito. Más pobres, más obesas y con peor seguridad alimentaria Según el Atlas, el ritmo de reducción de la pobreza ha sido menor para las mujeres de América Latina y el Caribe que para los hombres. En 2014, por cada 100 hombres viviendo en hogares pobres en la región, había 118 mujeres en similar situación. El panorama es aún peor si se consideran aspectos étnicos además del género: los ingresos de hombres no indígenas ni afrodescendientes son cuatro veces mayores que los de mujeres indígenas y dos veces mayores a los de las mujeres afrodescendientes. Según la FAO, la prevalencia media de inseguridad alimentaria severa y moderada afecta al 30% de las mujeres de la región, y a sólo al 25% de los hombres. La brecha de género es aún mayor en el caso de la obesidad: en más de 20 países la tasa de obesidad femenina es más de 10 puntos porcentuales mayor a la obesidad masculina
El Atlas recomienda avanzar en políticas nacionales de lucha contra la pobreza femenina, consolidando las transferencias de ingresos e implementando acciones intersectoriales de apoyo a las mujeres víctimas de la violencia. También destaca la necesidad de mejorar su acceso a la tierra y al agua mediante instrumentos como las Directrices Voluntarias para la Gobernanza Responsable de la Tierra, y mejorar la oferta de servicios financieros y apoyos a la producción con enfoque de género. El Atlas también recomienda avanzar en la implementación de la Estrategia de Género del Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), un documento que se ha convertido en una referencia para toda la región. Por último, destaca la necesidad de aumentar la participación social de las mujeres en las políticas públicas y mejorar los indicadores de género en el monitoreo de las políticas públicas, para que los países puedan construir instrumentos a su medida siguiendo los acuerdos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible
Según la FAO, hoy existe un profundo desbalance entre las
transformaciones que requiere la ruralidad en la región y la arquitectura
institucional que tienen los países para impulsar estos cambios. Por eso creó
una alianza para impulsar mejoras en la gobernanza e institucionalidad rural en
los países de América Latina y el Caribe, y reunirá a un grupo de personas
expertas de algo nivel con destacadas trayectorias en el sector público y
privado, representantes de la academia, de empresas, organizaciones no
gubernamentales y agencias multilaterales. Dicho grupo formulará un plan de
trabajo de asistencia técnica que será implementado junto a los gobiernos de
los paí- ses miembros de la FAO que expresen su interés en impulsar reformas en
esas materias. Uno de los aspectos que deberá considerar la alianza será la
exclusión histórica de actores claves en las políticas públicas de desarrollo
regional, como agricultores familiares, pescadores artesanales, comunidades
indígenas, jóvenes y mujeres.
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