11 de noviembre de 2018

Tecnología indígena: Uso de abonos naturales en cultivos bajo los sistemas de agricultura de nainu

Geodisio Castillo[1]

Los problemas de la degradación ambiental, la escasez de recursos y el cambio climático, el concepto de sostenibilidad va ocupando su legítimo lugar como tema central de los debates sobre desarrollo agrícola y rural. Demostrando los efectos benéficos de la conservación de la naturaleza y de la armonía con los ecosistemas locales.


Aplicando labranza mínima o ecológica, grupo de mujeres de Yandub-Nargana, 1997. Foto: Gubiler
Esta conservación biocultural ha dependido de los saberes y conocimientos de nuestros pueblos, de ahí, la habilidad de aplicar las tecnologías indígenas a pequeña escala de parte de los agricultores familiares o pequeño productor, como suelen referirse. Se utiliza el término agricultor a pequeña escala para enfocar la naturaleza de la producción en finca más que el tamaño de la parcela de tierra (FIDA 2012; Murphy 2012).

La agricultura familiar también es una forma de vida en la que se reúnen las experiencias, la identidad, los valores, la unidad familiar, los conocimientos y los aprendizajes que permiten la conformación de toda una cultura del campo (Carmagnani 2008).

la agricultura sostenible en manos de los agricultores familiares exige soluciones muy locales. En nuestros países en desarrollo a menudo los enfoques y las tecnologías agrícolas ecológicas se hallan en situación de desventaja. Sin embargo, estas desventajas van superándose en algunos países (FIDA 2012):
  • En Brasil, tres estados del sur apoyan el sistema de labranza cero y la agricultura de conservación[2].
  • En África, la Red de la Asociación de Labranza Conservacionista engloba a los agricultores y las instancias normativas que se proponen aumentar la productividad agrícola utilizando los recursos naturales de manera sostenible.
  • En el 11º Plan quinquenal (2006-2010) del Gobierno de la República Popular China se aboga en la necesidad de reducir el impacto ambiental de la agricultura y en favor de los alimentos orgánicos, la conservación de los recursos hídricos y las prácticas sostenibles.
Castillo (1983), Mósquera (2012) y FAO (2016) indican, que la diversificación y la mejor integración de los sistemas de producción de alimentos en procesos ecológicos complejos crean sinergias con el hábitat natural y no agotan los recursos naturales. La agroecología y la intensificación sostenible son ejemplos de enfoques que mejoran los rendimientos y aumentan la resiliencia a través de prácticas como los abonos verdes, los cultivos de abono verde que fijan el nitrógeno y la gestión sostenible de los suelos, así como la integración con la agroforestería y la producción animal.

Además (Castillo 2011), los sistemas de cultivos de cobertura juegan un papel importante en la conservación del suelo y en el manejo de la fertilidad. El uso estable de la tierra reduce la deforestación y proporciona un manejo amigable de los recursos naturales.

De lo anterior, podemos decir que la tecnología es una expresión del conocimiento del hombre acerca de las características de la naturaleza, y del desarrollo de métodos, procedimientos, herramientas, técnicas y equipos para su aprovechamiento; que en sus orígenes tuvo fundamentos más sociales, colectivos y de mayor preservación ambiental, al depender más de los ciclos biológicos naturales (Gómez González, Ruíz Guzmán, Bravo González 1998).

Una de las tecnologías milenarias de los pueblos indígenas es la práctica agroforestal. Producción de varios cultivos en una misma área en la unidad de producción. Conservación de las variedades de semillas criollas, de los recursos fitogenéticos, de especies medicinales y de la biodiversidad, en contraposición con la pérdida generada por monocultivos extensivos y el uso de semillas homogéneas asociadas a esta actividad. Manejo eficiente de los recursos hídricos, incluyendo la lluvia, lo que permite un uso más balanceado de esos recursos. Prácticas agrícolas naturales, más vinculadas al entorno. Y sus innovaciones sostenibles traen consigo numerosos beneficios en lo relativo al rendimiento agrícola, las ganancias, la resiliencia al cambio climático y la reducción de la pobreza (IICA 2012).

El sistema agrícola-forestal de nainu, constituye uno de los sistemas productivos principales en la agricultura dule, por ser practicado por casi toda la población agrícola. Tiene gran importancia social por la generación de valores culturales, alimentación, medicina dule y también económicas solidarias. Es la base de la alimentación de la población.

Partiendo de las condiciones locales, la agricultura de nainu no escapa a las crecientes influencias de la globalización nacional e internacional. La ventaja es que la agricultura de nainu, como tecnología consiste no sólo en la producción de múltiples variedades vegetales adaptadas a diversas condiciones ambientales, sino también en la selección de las mismas prácticas involucradas en los procesos de producción. Función que se ha venido deteriorando en los últimos cuarenta años, por la llamada “modernidad”.

Lo que se debe hacer es desmontar el paradigma puramente económico actual hacia la tendencia innovadora o renovadora que caracterice por la revalorización o rescate de la agricultura de los pueblos indígenas y campesinas. Como un espacio social, económico, ecológico, cultural y tecnológico, amplio.  Con una agricultura totalmente innovada por las nuevas corrientes de la agroecología, y puntualmente de los sistemas agroforestales de nainu.

Las tecnologías indígenas y campesinas resultan fundamental en la recuperación de los valores socioculturales que además van de la mano por la recuperación de las economías solidarias que cada día se pierde y su fundamento: la relación entre el hombre y la naturaleza, en el contexto del llamado mundo “moderno”[3].

Aplicando conocimiento agroecológico dule

Abono verde y cultivos de cobertura
Cuando en un nainu se deja que las malezas invadan, es, uno, para protegerlos de otras plagas / enfermedades, y, dos, para cuando se limpian (cada determinado tiempo) las malezas sirvan de abono verde. Es una tecnología que los agricultores jóvenes ya no lo practican, es decir, dejan demasiado que la maleza invada el nainu afectando los cultivos.

Tener cultivos leguminosos rastreras ricos en nitrógeno, como los frijoles, gabidubaled (frijol abono, pica pica o terciopelo), cuando entran en la etapa de producción, estos se cortan y se añaden a la tierra como abonos. También se cultivan entre los cultivos (al cortarlas sirve de abono) para que sean muy útiles para proteger los suelos erosionados y facilitar el proceso de recuperación de terrenos que hayan estado sometidos al uso de agrotóxicos, fertilizantes sintéticos, etc. Además, entre sus muchos beneficios, limitan la aparición de plantas espontáneas o arvenses (malezas).

Las leguminosas también se intercalan entre los cultivos principales, como el oba (maíz), masi/massunnad (banano/plátano), mama (yuca). Otros cultivos son de cobertura como el moe (zapallo), gwalu (camote), para controlar las malezas y luego sirvan de abono natural o verde. De ahí, la importancia de los policultivos, o los sistemas agroforestales de nainu.

Los cultivos de cobertura se siembran con la finalidad de mejorar la fertilidad del suelo y calidad del agua, controlar malezas y plagas, e incrementar la diversidad biológica en sistemas de producción agroecológicos, como los sistemas de producción agroforestales de nainu.

Sidsi o sabdur + igli-saa
Eso se usa principalmente con el cultivo de maíz y otros cultivos. Antes de sembrarlos, lo mezclan con sabdur e igli-saa. Sabdur sirve para controlar el ataque de plagas y enfermedades y el segundo sirve como abono y controlar las plagas (igli-saa principalmente).

Igli – hormiga y saa - montículos de tierra suelta o residuos que deja las hormigas al excavar. Las hormigas al excavar, promueve cambios favorables en las condiciones nutritivas del suelo, como son incremento en los niveles de N, P, K, Mg, Ca, Na, humedad y materia orgánica (Lerma, J. M., Chacón De Ulloa, P., Del Rosario Manzano, M. 2006).

Estiércol
Está formado por las heces fermentadas de animales, de ahí que el estiércol pueda presentar diferentes niveles de nutrientes dependiendo del animal del que provenga. El estiércol puede proceder de caballos, de oveja, vacas, gallinas (gallinaza), etc. Además de aportar nutrientes, el estiércol hace que prolifere la vida de los microorganismos que favorecerán la fertilidad de la tierra.

Nuestros nainus son abiertos, es decir, no están cercados con alambres de púas. Eso tiene su razón de ser. Porque los cultivos nuestros también contribuyen con la alimentación de los animales silvestres dejan a su vez beneficios como el estiércol, que servirá como abono natural a los cultivos.

Cenizas (sogun)
Aunque la tala y quema (es una actividad negativa a gran escala) que se hace en yoleb (verano), para aprovechar las cenizas, es una tecnología adaptada, no es nuestra. Es una tecnología introducida por los españoles, ingleses y holandeses, cuando invadieron a Abiayala. De ellos aprendieron más nuestros campesinos.

Las cenizas es una solución natural ante plagas y enfermedades causadas por hongos, las cenizas aportan altos niveles de calcio, magnesio y potasio. Son muy útiles para corregir suelos con pH muy ácidos por su ligero efecto alcalino. En este sentido uno puede quemar materiales maderables naturales que ya no se utilizan (sin pinturas); sogun se recoge y mezclarlos con el suelo como abono.

Rotación de nainu
Para establecer un nainu en una pendiente y se tala y quema los árboles, se queda sin capa protectora contra la lluvia y de ahí, inicia la erosión del suelo y a lo largo queda el suelo infértil. Por eso, nuestros agricultores conociendo esta situación solo cultivan en pendientes unos dos a tres años. Luego abandonan el nainu, es mejor decir, lo dejan en barbecho (descansando el nainu), para que el nainu vuelva a recuperarse (regeneración natural) y a los 20 a 30 años vuelvan a utilizarlas para sembrar nuevamente – rotación de nainu.

Actualmente los nainus no llegan a descansar hasta los 30 años o más, ha disminuido, los agricultores ya no esperan hasta que lleguen los diez años mínimos, lo talan y queman mucho antes. De ahí, tenemos la tendencia que nuestros suelos agrícolas se están empobreciendo, su fertilidad es baja y con ello la baja productividad que tenemos ahora. Al final si seguimos con este ritmo intensivo de tala y quema y no dejar en descanso los suelos, seguirá la muerte de nuestros ecosistemas. Pero por el momento vamos con esta tendencia y recuperarlos es posible, con una política pública comarcal[4] clara en relación a nuestros recursos naturales con una producción sostenible y amigable con Nabgwana.

Labranza cero, con siembra tapada o al chuzo (espeque), sin quema
Este tipo de siembra se viene practicando desde hace muchos siglos por los pueblos indígenas. La siembra se hace directamente en el suelo sin labranza previa por lo que también se conoce como siembra directa.  Esta siembra se puede hacer con el método de siembra con chuzo o espeque, actualmente utilizando la coa.

Esta tecnología se hace en el nainu antes de talar y no quemar. Tecnología que aún se practica en ciertas comunidades o por agricultores familiares e individuales, se hace principalmente con el cultivo de masi (plátano/banano) y oba (maíz). Luego de la siembra con chuzo se tala y los árboles caídos (seleccionados) y plantas cortadas no se queman, se ordenan, para que posteriormente se pudran, y sirvan de abono natural.

Finalmente
No solo hay que dejar en papel los saberes y conocimientos tecnológicos, hay que aplicarlas. Para ello se necesita capacitar a los agricultores. En la obra Dos Mazorcas de Maíz, Bunch (1985) manifiesta la importancia de la capacitación, pero debe ir acompañada de un trabajo de extensión. De hecho, el trabajo de extensión no se debe considerar como solamente un "seguimiento" después de las clases, sino más bien como la actividad principal de la capacitación, con las clases teóricas sirviendo solamente de apoyo. Además, aquellos que enseñan los cursos también deben trabajar en extensión para estar empapados de las necesidades y problemas agrícolas del lugar y del agricultor.

Bibliografía

Bunch, R. 1985. Dos mazorcas de maíz. Una guía para el mejoramiento agrícola orientado hacia la gente. Vecinos Mundiales. Portland, Oklahoma City, E.U.A. 268 p.

Carmagnani, M. 2008. La agricultura familiar en América Latina. In: Problemas de Desarrollo, Revista Latinoamericana de Economía. Vol. 39, núm. 153, abril-junio / 2008. Universidad Nacional Autónoma de México, Distrito Federal, México. pp. 11-56

Castillo, G. 2011. Abonos verdes. Centro de desarrollo ambiental y humano – CENDAH. Capacitación y extensión agroecológica. Comarca Guna Yala, Panamá.

Castillo, G. 1983. Utilización del bosque y de sistemas agroforestales en la Región Gardi, Kuna Yala (San Blas, Panamá). Universidad de las Naciones Unidas, Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (UNU/CATIE), Turrialba, Costa Rica. 55 p. + Anexos

FAO 2016. El estado mundial de agricultura y alimentación. Cambio climático, agricultura y seguridad alimentaria. 191 p.

FIDA 2012. La agricultura sostenible en pequeña escala: alimentar al mundo, proteger el planeta. Consejo de Gobernadores. Roma. 12 p.

Gómez González, G., Ruiz Guzmán, J. L., Bravo González, S. 1998. Tecnología tradicional indígena y la conservación de los recursos naturales. En: Conferencia presentada en el Encuentro Latinoamericano sobre Derechos Humanos y Pueblos Indios, Guatemala, Universidad de San Carlos, del 25 al 29 de mayo de 1998. pp. 121-142

IICA (2012). Tecnología e innovación en la agricultura familiar de ALC. Síntesis de contribuciones de los participantes. Aportes para el diálogo durante la VI Reunión Internacional de FORAGRO, Lima, 2012. Secretariado Técnico de FORAGRO, IICA. 21 p. Consulta electrónica.

Lerma, J. M., Chacón De Ulloa, P., Del Rosario Manzano, M. 2006. Caracterización de nidos de la hormiga arriera Atta cephalotes (Hymenoptera: Myrmicinae) en Cali (Colombia). Revista Colombiana de Entomología 32(2): 151-158 (2006)

Mósquera, M. P., et al. 2012. Abonos verdes: tecnología para el manejo agroecológico de los cultivos. Facultad de Ciencias Agropecuarias, Universidad Nacional de Colombia. Agroecología 7: 53-62, 2012

Murphy, S (2012). Puntos de vista en evolución: agricultura de pequeña escala, mercados y globalización (edición revisada), IIED/Hivos/Mainumby, London/The Hague/La Paz. 43 p.



[1] Castillo, G. 2016. “Aplicando tecnología a pequeña escala: conservando suelo y agua. Taller sobre implementación de tecnología a pequeña escala”. 10 al 13 de junio de 2016. CENDAH, Digir, Gunayala, Panamá.
[2] La agricultura de conservación se propone el objetivo de lograr una agricultura sostenible y rentable promoviendo tres principios: la alteración mínima del suelo, la cobertura permanente del suelo y la rotación de cultivos.
[3] Gómez González, Gerardo y Torres Carral, Guillermo, “Recursos naturales, tecnología y desarrollo
sustentable. Perspectivas de la tecnología tradicional”, XX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología: América Latina y el Caribe: Perspectivas de su reconstrucción, ciudad de México, 2 al 6 de octubre de 1995.
[4] Nuestra comarca no tiene ninguna política pública plasmada, solo informes. La única que podía a encaminar a plasmar las políticas públicas de la comarca, se encuentra establecida en la estrategia PEGY 2025.

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