Por Emmanuel
González-Ortega
Idioma Español
País México
21 diciembre 2018
Idioma Español
País México
21 diciembre 2018
"En el sentido del
cuidado del medio ambiente, de la diversidad biológica, y de la salud de las comunidades
indígenas, rurales y urbanas de México, es muy afortunado y abre una
ventana de esperanza el discurso de Andrés Manuel López Obrador sobre que
no se introducirán ni usarán semillas transgénicas".
“…protegeremos
la diversidad biológica y cultural de México. Impulsaremos prácticas
agroecológicas que aumenten la productividad sin dañar a la naturaleza. No se
permitirá la introducción y el uso de semillas transgénicas.”
Fue este el
compromiso número 74 de 100 que Andrés Manuel López Obrador compartió con
la gente que abarrotó el Zócalo de la Ciudad de México el pasado 1 de
diciembre, después de ser investido como Presidente de la
República.
En el sentido
del cuidado del medio ambiente, de la diversidad biológica, y de la salud de
las comunidades indígenas, rurales y urbanas de México, es muy afortunado
y abre una ventana de esperanza el discurso de Andrés Manuel López
Obrador sobre que no se introducirán ni usarán semillas
transgénicas.
Esa declaración
es relevante para México y para toda América, dados los efectos del modelo de
agricultura biotecnológica transgénica, ya probados científica, e incluso
económicamente, en muchos lugares del mundo:
- Los cultivos
transgénicos no aumentan los rendimientos en la producción agrícola, no mejoran
la economía de los pequeños productores; por el contrario, los hacen
dependientes de comprar las semillas comerciales, necesarias para cultivar cada
temporada, más los paquetes tecnológicos asociados (por ejemplo, herbicidas);
la agricultura industrial transgénica rompe los tejidos y dinámicas
comunitarias a través de la contaminación y pérdida irreparable de los
territorios.
-
Adicionalmente, el uso de cultivos genéticamente modificados y los
paquetes tecnológicos asociados en la agricultura han generado daños en los
ecosistemas, ya reportados desde hace años: el avance de la frontera agrícola
en regiones con alta diversidad biológica, la contaminación de mantos freáticos
con herbicidas, la aparición de malezas resistentes a los herbicidas, así como
la aparición de insectos resistentes a las proteínas biotecnológicas expresadas
por los cultivos transgénicos (Bt); los daños a especies animales y vegetales
que no son diana de los productos biotecnológicos y, de manera grave, la
dispersión de los transgenes hacia las variedades nativas y los parientes
silvestres de los cultivos.
Existen dos
datos muy relevantes en la relación agricultura, alimentación y los
transgénicos: uno de los argumentos para la implementación de la biotecnología
transgénica agrícola fue la necesidad de alimentar a gente que padece hambre en
el mundo.
En ese sentido,
los cultivos transgénicos han estado en el mercado en diversos países
por más de 20 años, pero el hambre en el planeta no se ha reducido de manera
significativa, o por lo menos en no como lo proyectaban las empresas semilleras
biotecnológicas con la propuesta transgénica para este periodo de tiempo.
Otro dato
importante es que la agricultura transgénica está ya presente en los alimentos
que consumen cotidianamente las y los mexicanos, se han encontrado grandes
cantidades de maíz transgénico y del herbicida glifosato -catalogado
como probablemente cancerígeno para humanos- en los alimentos elaborados
industrialmente con maíz y consumidos muy frecuentemente, particularmente en
las tortillas de maíz (ver aquí).
No se consultó previamente a la población si deseaba consumir maíz modificado
genéticamente en sus alimentos. Se han violado diversos derechos.
López Obrador
habla también de implementar la agroecología, una práctica en la que se
producen alimentos en armonía con los territorios, prácticas y saberes locales,
usando semillas y recursos naturales, no químicos.
Ante los
escenarios de cambio climático severo que estamos atestiguando,
diversas organizaciones campesinas e indígenas internacionales, investigaciones
científicas, e incluso la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación), han señalado que la estrategia más efectiva
para mitigar el cambio climático es precisamente la producción de alimentos
mediante la agroecología. Es urgente una política agrícola que incluya y apoye
decidida y progresivamente la agroecología.
La declaración
sobre el no uso de semillas transgénicas para la agricultura por parte del
Presidente enfrenta ya mismo varios retos complejos que van en sentido
contrario a ese posicionamiento, y no se han detallado las estrategias para
consolidar una agricultura no transgénica como política de Estado.
Recientemente se
ha firmado el nuevo acuerdo comercial trilateral entre Estados Unidos de
Norteamérica, Canadá y México. Sobre el capítulo de agricultura se ha conocido
que el nuevo acuerdo promueve fuertemente la agrobiotecnología transgénica
importada (incluyendo a los nuevos organismos genéticamente modificados, tales
como los producidos mediante la edición genómica).
El nuevo acuerdo
comercial obliga a México a adherirse a UPOV91, un acuerdo internacional
que regula la propiedad intelectual de las variedades de semillas, pero
que en los hechos prohíbe la práctica ancestral de los pueblos indígenas y
comunidades campesinas que generó la enorme diversidad agrícola, y que
permitió el desarrollo de las civilizaciones: el guardar e intercambiar
semillas.
Por otro
lado, UPOV91 propicia que se concentre y aumente el poder de las
corporaciones semilleras multinacionales por medio de regular la compra de
semillas registradas.
México es centro
de origen y diversidad de más de 15% de los cultivos de relevancia
agroalimentaria a nivel mundial, esta hazaña fue lograda por la comunidades
indígenas ancestrales de Mesoamérica, por lo que la eventual prohibición
de guardar e intercambiar las semillas entre campesinos que enmarca UPOV91 es
un atentado a la historia, pero también hacia el futuro de nuestro pueblo,
ya que la evolución y adaptación de las semillas se materializa precisamente en
el movimiento de las semillas, y el manejo que las comunidades campesinas hacen
de ellas en cada ciclo agrícola. Es este además, un principio fundamental de la
agroecología.
Por otro lado,
será complejo (más no imposible) detener la entrada y movimiento de semillas
transgénicas en México dados los niveles tan altos de importación de granos
como el maíz, que se compra en gran escala a los Estados Unidos.
Noticias
recientes dieron parte del aumento progresivo en la importación de granos como
el maíz y el frijol; entre enero y octubre de este año la importación de
maíz rebasó en casi 50% la producción nacional del grano. Los datos indican que
aproximadamente un 90% del maíz que se siembra en el vecino del norte es
transgénico (y una cantidad no determinada de los granos han sido rociados con
herbicidas altamente tóxicos) ¿Cómo se podrá dar la vuelta a esta dinámica
económica para cumplir la palabra empeñada?
Otro reto que
enfrenta la declaración del presidente López Obrador es el de las nuevas
biotecnologías.
Actualmente, la Biotecnología
está desarrollando nuevas herramientas y aplicaciones moleculares a una
velocidad vertiginosa, las cuales están orientadas a la modificación genética
de organismos (microorganismos, levaduras, algas, hongos, plantas y animales),
o al diseño y la generación de nuevos organismos (no naturales) y productos
biotecnológicos de interés comercial (conocida como Biología Sintética).
Los
desarrolladores de estas tecnologías no se han detenido analizar críticamente
los posibles efectos de esos productos a nivel de sostenibilidad, de posibles
daños al ambiente, a la biodiversidad y a la salud, o ni siquiera si su
propuesta soluciona de fondo el problema para el que teóricamente fueron
desarrollados. Además, los proponentes de esas nuevas biotecnologías están
presionando para que los organismos modificados o productos producidos
mediante las nuevas biotecnologías no sean sujetos de ninguna regulación o
gobernanza.
Actualmente
existen grandes vacíos de conocimiento científico a nivel de biología molecular,
biología de sistemas, epigenética, biodiversidad, ecología y evolución, sobre
los posibles efectos colaterales del uso de las nuevas herramientas
biotecnológicas (por ejemplo, la edición genómica o los impulsores genéticos)
en los organismos modificados.
Hasta ahora no
hay ninguna evidencia científica que confirme que los organismos modificados
genéticamente mediante las nuevas herramientas biotecnológicas sean idénticos a
sus contrapartes no modificadas (naturales). Como consecuencia, se han generado
grandes cuestionamientos científicos, éticos, filosóficos, pero también
ecológicos, sociales y económicos sobre la pertinencia del desarrollo y uso de
las nuevas biotecnologías.
Ante este
escenario, y como parte de la hoja de ruta para cristalizar la promesa hecha
sobre el no uso de transgénicos o de cualquier organismo genéticamente
modificado, es necesario y urgente diseñar e implementar legislación y
capacidad de monitoreo de las nuevas biotecnologías.
Todos los
organismos vivos modificados mediante las nuevas biotecnologías (edición
genómica y Biología Sintética, más las que se desarrollen en el futuro y que
impliquen modificación directa al material hereditario) deben ser considerados
organismos genéticamente modificados y ser sujetos de las regulaciones y
procedimientos de monitoreo más estrictos que los que ya han sido implementados
para los OGMs actuales.
Debe elaborarse
legislación bajo un enfoque de principio precautorio y de observancia
obligatoria a los derechos humanos y comunitarios (por ejemplo, la consulta y
la obtención de consenso libres, previos e informados hacia las comunidades en
las que se pretendan introducir organismos modificados genéticamente mediante
las nuevas Biotecnologías, o procesos de producción o productos derivados de
esas nuevas Biotecnologías que pudieran afectar los modos de vida de las
comunidades).
Me parece que
los retos que se imponen ante la declaración del Presidente por un México libre
de transgénicos no son triviales, pero es muy significativo y contrastante con
respecto a administraciones anteriores que el gobierno recién inaugurado tenga
este tema entre sus 100 prioridades de gobierno.
El Lic. Andrés
Manuel López Obrador lo dijo: No tiene derecho a fallarle al pueblo de México.
Foto: - Foto tomada del sitio web de
Consumidores Orgánicos
Fuente: Página 3
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