17 de agosto de 2019

Bingandi: Futuro sitio de diversidad de actividades productivas alimentaria medicinal

Geodisio Castillo

La diversificación de las actividades productivas en nuestro medio es una necesidad ineludible, porque de ella nos damos cuenta de las enormes transformaciones que han tenido lugar en la agricultura, de la crisis estructural del campo y de la incapacidad de éste para ocupar a la población activa, condenada por ello a la desasosegante dinámica de los subsidios[1]. La diversificación es también una buena estrategia para conseguir una economía y una sociedad comunitaria más equilibrada y estable, menos dependiente, y una forma de conseguir un acceso más igualitario al trabajo y a la independencia económica por parte de las mujeres, expulsadas en mayor proporción que los hombres de la actividad agraria. Por ello se apuesta desde distintos ámbitos por la introducción de actividades tales como el turismo comunitario, el agroturismo, la agroecología, y el desarrollo de actividades de servicios como lo es la iniciativa DULEINA (Castillo, 2019; PEGY, 2015).

Estableciendo vivero de siagwa (cacao) y capacitándose, con apoyo de técnicos de la Agencia del MIDA de Gunayala. Foto: Gubiler

Ahora bien, si de desarrollo endógeno aspiramos, la base del mismo no puede ser otra que el aprovechamiento integral de los recursos nativos o endógenos, naturales y humanos, existentes en nuestro propio entorno y que tienen que ver en gran parte con los usos agrícolas, forestales (maderables y no maderables) y medicinales y con el conocimiento que de los mismos tienen las comunidades y principalmente los inadulegan. Todos ellos son factores de producción que se localizan en la zona – Bingandi, y su aprovechamiento ha de dar lugar a procesos de transformación controlados en su mayor parte dentro del propio territorio y que dejen en él valor añadido. Además, las comunidades dules han creado los sistemas agrarios locales, a lo largo de siglos de coevolución biótica, cultural y social, y en ese proceso de apropiación de los recursos naturales, de trabajo en la tierra, ha sido fortalecida su propia cultura e identidad (Vara-Sánchez, Cuéllar Padilla, 2013). Difícilmente podemos mantener esa identidad y esa cultura si el trabajo en la tierra no fuese el papel central en la vida del pueblo Gunadule como históricamente ha tenido.

Parte de la iniciativa DULEINA es su actividad agroecológica aplicando los conocimientos agroforestales de nainu, cuya finalidad es fomentar la formación, capacitación y/o educación en el saber y conocimiento sobre el sistema de nainu. Se practica, se dialoga y se forma al agricultor dule en nueva tecnología innovada a pequeña escala. De ahí, la iniciativa DULEINA ha invitado a la actividad agroforestal de nainu, desde su inicio, a la Agencia del MIDA de Gunayala y de MiAmbiente, Regional de Gunayala, cuyos apoyos técnicos han sido oportunos. Porque se practica intercambio de conocimientos, formándose en el saber y conocimientos de los agricultores duleinagan[2].

El saber y el conocimiento sobre las prácticas de manejo de los recursos naturales ha generado a lo largo de nuestra historia conocimiento técnico y científico, demostrando su idoneidad ecológica en gran cantidad de casos, garantizando una producción sostenible y una reproducción de los propios recursos. Nuestro sistema de nainu mantiene los principios ecológicos de la renovabilidad y estabilidad. Estos sistemas de nainu pueden ser aplicados a los sistemas actuales de monocultivos, y corregir la tendencia al deterioro ecológico a que lleva la agricultura llamada moderna o convencional. Los sistemas agrarios indígenas y campesinos han demostrado que han mantenido y acrecentado la diversidad de especies; tiene fundamentos científicos para el diseño de estrategias de manejo agroecológico y que satisfagan las necesidades de las comunidades, y aplicados para el diseño de agroecosistemas sostenibles.

Para la iniciativa DULEINA, es imprescindible el fortalecimiento de las formas de vida, la cultura y la identidad del pueblo Gunadule, que son las que han hecho posible esa forma de manejo de los recursos – saber, conocimiento y manejo. Además, el mantenimiento y la diversidad no es posible sin garantizar la continuidad de los agroecosistemas basados en el saber y el conocimiento, que son la base de nuestra cultura. La propia biodiversidad de la que tanto se habla no se puede mantener sin conservar los agroecosistemas en que se da y sin las culturas que los crearon. Ésta debe ser una lucha por la diversidad tanto biológica como cultural, ante el proceso de la globalización. Será una forma de valoración de la propia identidad y la cultura, imprescindible en cualquier proceso de participación y desarrollo propio o endógeno. Por todo ello encierra un potencial de desarrollo agroecológico importante y es un referente básico de la identidad social y cultural.


Los bosques con su gran diversidad biológica existen para la vida; sin embargo, no escapamos de las influencias exógenas que son causas ocultas que influyen en los cambios de la cubierta forestal y degradación del bosque (Castillo, 2010). Con mucha preocupación se observa el avance de la agricultura de “nainu” cerca de la iniciativa. Se están talando y quemando árboles a las orillas de la carretera. Es decir, los congresos generales, las propias comunidades deben aplicar las pautas ya contempladas en nuestro Gunayar Igardummadwala y el Estatuto. Significa que el saber y el conocimiento sobre la práctica de nainu, no se están aplicando, no se están transfiriendo o diseminando a la nueva generación de agricultores dichos conocimientos. Como parte de la zona cultural protegida, esperamos que los congresos generales tomen y apliquen las directrices establecidas en nuestras normas, comarcal y comunitarias (algunas comunidades lo tienen).

La pérdida de los saberes y conocimientos nos lleva a la baja producción de los cultivos. Es decir, que las prácticas en algunos cultivos resultan en un leve proceso de afectación en la capacidad reproductiva, como el werug (Manicaria saccifera), cosechamos, dejamos regenerar, pero no le damos mantenimiento como debe ser (Ledezma Renteria, 2011). En el correr del tiempo, hemos perdido muchas variedades de cultivos, como es el caso de la mama (yuca). Si identificamos a la mama en Gunayala, solo identificaríamos tres variedades básicas (blanca, amarilla y dulce) de las tantas perdidas. Los Sikuani del Orinoco han identificado 70 variedades de yuca amarga (Manihot esculenta) y solo se caracterizaron 34 (Rojas, 1994). Como verán, si recuperamos los saberes y conocimientos, las cosas serían diferentes; la mama (yuca), como se indica, en los sistemas de manejo indígenas existe un vínculo etnobotánico que pervive e invita a buscar prácticas alternativas que aseguran un mantenimiento de la diversidad, permitiendo una productividad eficiente e incluso se hace un mejor manejo para disminuir los riesgos de incidencia de algunas plagas y enfermedades (Rojas, 1994; Pérez, Mora, López-Carrascal, 2019). El objetivo final sería que el conjunto de los agroecosistemas locales se orientara hacia un manejo compatible con la conservación y renovación de los recursos naturales.

La iniciativa DULEINA, tiene en sus manos 40 hectáreas para la conservación in situ de los recursos naturales, pero la extensión del área no limita el accionar de la iniciativa por la conservación de la diversidad biológica. Iniciativa ubicada en el límite entre la Zona Neg Serred y la Zona Cultural del Área Silvestre del Corregimiento de Nargana[3]. Recuperar los agroecosistemas, los saberes y los conocimientos es especialmente posible; ahora que seguimos conservando unos agroecosistemas poco transformados, una riqueza natural envidiable y la persistencia de unos sistemas productivos y un conocimiento local ligado a ellos. Y este lugar, en particular, es donde se establece el Centro de Atención y Aprendizaje – INA IBEGUN GALU.

Mucho hemos perdido por falta de mantenimiento de los nainugan y consumo de alimentos nativos. Lo que cultivamos ahora, solo representa tan solo una minúscula proporción de aquellas que habrían sido cultivadas y domesticadas por nuestro pueblo Gunadule, antes o en el momento de nuestra llegada a las costas del Caribe (Cooke, 1998). Alimentos o frutos como nalub (pisfá), hoy ya no se consume, buggwa (ñame blanco), se pierden; colorantes como nisar (achiote), sissi (jagua), plantas fibrosas y medicinales, aún prevalecen.

Por tanto, habida cuenta de los beneficios ambientales, o el servicio que nos da el ambiente, serán aplicados en la recuperación de cultivos nativos olvidados o los pocos que se consumen. Alimento o medicina, el cuerpo humano está mejor adaptado al tratamiento con remedios herbáceos que con los medicamentos químicos; los alimentos vegetales todos son medicinales, además de proporcionar sustento (Chavallier, 1997). Para el inaduled todo alimento es medicinal, es por ello como el siagwa (cacao), gwalu (camote), naras ssole (limón), moe (zapallo), el masi (plátano/banano), mama (yuca), son imprescindibles en la dieta del dule; y, además los cultivos de textiles como el sargi (bejuco real), naiwar (bellota), ubsan (algodón) y plantas netamente medicinales, están siendo contemplados sembrarlas, es por ello que para la iniciativa la agroforestería de nainu con cultivos medicinales es un tema prioritario.

Referencias:

Castillo, G., 2010.   Bosques para la vida: Causas ocultas de deforestación y degradación de los bosques en las Comarcas Kunas. Revista Cultural Lotería No.493, Noviembre-Diciembre 2010. Panamá. 105-124 pp.

Castillo, G., 2019.   DULEINA: Fomentando una vida saludable. En: http://gubiler.blogspot.com/2019/07/duleina-fomentando-una-vida-saludable.html

Chavallier, A., 1997.   Enciclopedia de plantas medicinales. Guía práctica de consulta con más de 550 hierbas claves y sus usos medicinales. Acento Editorial. Madrid. 335 p.

Cooke, R., 1998.   Subsistencia y economía casera de los indígenas precolombinos de Panamá. Separata del Tomo I de la obra “Antropología Panameña Pueblos y Culturas”. Colección de Libros de la Facultad de Humanidades. Editorial Universitaria. Panamá. 134 p.

Ledezma Rentería, E. D., 2011. Etnobotánica de las palmas en las tierras bajas del Pacífico Colombiano, con énfasis en La Palma Cabecinegro (Manicaria saccifera Gaertn.) Trabajo de grado presentado para optar al título de Magister en Ciencias - Biología, Línea Biodiversidad y Conservación. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias, Departamento de Biología. Bogotá. 55 p.

PEGY, 2015. GUNAYALA 2025. Plan Estratégico de Gunayala 2015-2025. Congreso General Guna y Congreso General de la Cultura Guna, Panamá. 212 p. + Anexo: PAC

Pérez D, Mora R, López-Carrascal C., 2019.   Conservación de la diversidad de yuca en los sistemas tradicionales de cultivo de la Amazonía. Acta biol. Colomb. 24(2):202-212. DOI: http://dx.doi.org/10.15446/abc.v24n2.75428

Rojas, J., 1994.   La yuca amarga y la cultura Sikuani. Publicaciones de Etnollano, Santafé de Bogotá, Colombia. 68 p.

Vara-Sánchez, I., Cuéllar Padilla, M., 2013. Biodiversidad cultivada: una cuestión de coevolución y transdisciplinariedad. Ecosistemas 22(1): 5-9. Doi.: 10.7818/ECOS. 2013.22-1.02


[2] Actividad coordinada por el propio Director Ejecutivo del Instituto del Patrimonio Cultural del Pueblo Guna (IPCPG).
[3] Originalmente declarada como Sitio de Patrimonio Mundial y Comarca de la Biosfera (incluye tierra y mar), por el propio Congreso General Guna, bajo Resolución No. 3 del 7 de noviembre de 1987, en la comunidad de Assudub. Con un Plan de Manejo y Desarrollo aprobado. Con el tiempo olvidado, cosa que suele ocurrir.

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