24 de septiembre de 2011

EN EL DURO CAMINAR DE LAS AUTONOMÍAS INDÍGENAS

Les envío esa reflexión sobre la autonomía de los pueblos indígenas que me ha llegado. Saludos. Félix


A partir del resurgimiento de algunas comunidades o pueblos indígenas, en América Latina y en especial en México, marcan un proceso que ofrece a los intelectuales, un enorme campo de análisis que en el fondo lleva la característica de una nueva propuesta a los estados hegemónicas, prepotente y totalitarios, y se basa en la descripción y ensayos de comunidades con cierta “autonomía”, que con el caminar de algunas pueblos, va definiendo conceptos de las “autonomías indígenas!..

Valorando su cultura. Foto: Gubiler, 2011
Estos nuevos conceptos teóricos y prácticos, se aplican a las experiencias políticas que cuestionan la subordinación, la dependencia, las hegemonías de los poderosos y a la incapacidad de los actuales gobiernos y partidos políticas; a la diversidad, potencia y posibilidad de grupos o comunidades indígenas autogestoras, es decir creadas por sí mismas, rompiendo el cordón umbilical que las tenía atadas a los gobiernos caprichosos y sin ninguna preocupación por los pueblos indígenas. La autodefinición de nuevas relaciones que sustituirán las antiguas relaciones de dependencia y sumisión capitalista; al diseño de nuevos horizontes emanados de las comunidades y donde haya un verdadero cambio en la producción, distribución y consuno, así como en la toma de decisiones, tomando en cuenta las divergencias, las opiniones contradictorias, de las relaciones “autonómicas, que siempre acompañan a estos procesos y que marcan un entendimiento más real, entre los sujetos políticos que asumen estos caminos y esta autónomas comunitaria.

Insistimos en la formación y fortalecimiento de los sujetos autónomos como condición indispensable de la construcción y fortalecimiento de las “autonomías”, a partir del acompañamiento de las luchas de los pueblos indígenas y de una conciencia social comprometida, es porque consideramos que el sujeto “autónomo” es un proceso que se “autogestiona” y que no es formado por decreto constitucional.

Cualquier proyecto de transformación social, adoptará la forma del tejido social en que se apoya y emerge. Si el tejido social, que fundamenta y le da forma al Sujeto autónomo, es débil o no tiene peso social y está condicionada por fuertes pugnas históricas, el nuevo sujeto social autónomo, tenderá a desaparecer.

La autonomía indígena, tal y como la entendemos nosotros, no es una distribución de competencias jurídicas y normativas, o sólo un arreglo administrativo, entre grupos en el interior del estado o región indígena. En el sentido más profundo, no se trata de que el Estado otorgue ciertas prerrogativas y permita algunos cambios en el estatuto o ley a efecto de dar paso a una figura netamente formal de “autogobierno”. Si no existe una red de comunidades, de grupos formales e informales, de personalidades con peso específico, que asuman el ejercicio de la autonomía; si se da un divorcio de los gobiernos regionales con las autoridades municipales y comunitarias, en parte porque esos gobiernos están penetrados por los partidos, por el arribismo y la corrupción; si el narcotráfico constituye otra visible injerencia sobre el ejercicio autonómico, por su carácter hegemónico y totalitario; si la autonomía se utiliza para crear y formar nuevos poderes o nuevos cacicazgos, es evidente que el “proceso de autonomía indígena” se vaciará de su contenido, con o sin reformas constitucionales.

La hipótesis de equilibrio del proceso autonómico Latinoamericano exige, “En un sistema autonómico –que es un proceso social del cual emerge un nuevo sujeto político- debe existir un equilibrio entre la dimensión político-jurídico, la dimensión cultural-intercultural y la dimensión económica-ecológica. Si el proceso autonómico tiene carencias de alguna de estas dimensiones, existe el peligro de que actores externos (Estado Nacional o Estatal, terratenientes, caciques, etc.) penetren el sistema, lo cambien desde adentro y por lo tanto lo destruyan.

Desgraciadamente las experiencias de México, en el Sureste o en Nicaragua, muestran que en la medida que no exista un sujeto colectivo con capacidad de organización, de generación de consensos, las posibilidades de avanzar como sujeto autonómico resultan poco probables.

Por lo tanto, la existencia y avance de un sujeto autonómico se expresará en un sinnúmero de formas: mediante el establecimiento de juntas de buen gobierno que coordinan –desde abajo- los municipios en zonas de autogobierno.

Todas las transformaciones internas, rupturas y conciliaciones en ámbito comunal, se dificultan sin un sujeto autonómico con capacidad hegemónica hacia adentro, de tal forma que contribuya a la cohesión interna por medio de la democracia participativa, la tolerancia de las divisiones religiosas, étnicas o políticas. La lucha contra la corrupción y con los intentos de cooptación por parte del estado y sus agentes siempre estará presente.

El debate en torno a las autonomías indígenas, es una necesidad primordial no sólo en el sentido académico, teórico y abstracto. Sino como una reflexión decisiva para la acción política de hoy, para entender el sentido del cambio social y como alternativa civilizadora y humanitaria para las corrientes del capital y del Estado en manos del Neocapitalismo.

Equipo UARHI

Agosto del 2011.

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