Ollantay Itzamná
09/08/2016
ALAI
AMLATINA, DD/MM/2016.- Uno de los legados involuntarios de la última
globalización cultural occidental es justamente la glocalización (despertar de
las identidades particulares diferenciadas). El presente siglo, en comparación,
a los anteriores, es y será testigo de diferentes procesos de reconstitución
identitarias y territoriales de los pueblos indígenas, dentro y fuera de las
fronteras de los bicentenarios estados republicanos de la región.
Ceremonia del fuego sagrado maya
En y desde
diferentes puntos geográficos del Abya Yala, los pueblos despojados y
subalternizados construimos caminos de emancipación con diferentes dinámicas,
aprovechando los intersticios o descuidos que el sistema-mundo-occidental
siempre deja en su intento de hegemonía cultural.
Dichos
caminos están fundamentados en los derechos colectivos de los pueblos indígenas
establecidos en el derecho internacional y en algunos ordenamientos jurídicos
internos de los países. Específicamente, el derecho a la consulta previa, libre
e informada es una de las mejores herramientas jurídicas que los pueblos
utilizamos para hacer prevalecer nuestros derechos ante los intereses
empresariales foráneos en nuestros territorios.
Si bien
los procesos de reconstrucción identitaria, tanto individual como colectivo,
han tenido avances significativos en los últimos años, sin embargo, existen
agendas postergadas pendientes que ayudarían, en buena medida, a dar un salto
cualitativo de los derechos culturales hacia el ejercicio de los derechos
políticos de los pueblos. Entre estas agendas pendientes están:
Recuperación
de tierras y territorios para hacer frente a la expansión del capitalismo de
acumulación por despojo
En los
últimos años, los estados nacionales se han sometido al expansionismo global
del capitalismo neoliberal. Ya no hay Estado que proteja y defienda la vida, la
dignidad y la soberanía de los pueblos. Mucho menos, la preservación del
sistema-tierra.
En estas
circunstancias, la lucha por la restitución de los territorios indígenas no es
únicamente un asunto económico, ni sólo para el ejercicio del poder indígena,
sino es sobre todo para proteger la Vida en y desde los territorios.
Instaurar
estados plurinacionales con autonomías indígenas
En el
marco normativo de los Estados naciones mestizos vigentes no es posible la
garantía, ni el ejercicio de los derechos colectivos de los pueblos indígenas.
Los
Estados nacionales son esencialmente monoculturales y centralistas, donde los
pueblos indígenas subsistimos sin Estado (sin derechos), e incluso en contra de
la voluntad de éste. Por ello, es urgente transformar los estados mestizos en
estados plurinacionales, descentralizados y con autonomías de territorios
indígenas.
Para que
los pueblos disfrutemos y ejerzamos nuestros derechos colectivos, los
territorios indígenas deben ser autónomos política, legislativa, jurídica,
económica, cultural y administrativamente. Todo esto debe estar dispuesto
expresamente en las constituciones políticas de los Estados plurinacionales.
Disputar
la hegemonía de la modernidad desde la propuesta del Buen Vivir
La
racionalidad lineal simplificadora se ha impuesto en el planeta como el único
modo de ver y explicar el mundo. De allí, la supremacía de la ciencia occidental
como la ciencia universal. Eso pasa también con el método de la construcción
del conocimiento, con el conocimiento escrito, etc.
La
modernidad tecnológica, en la medida en que se ensancha como estilo de vida, ha
acelerado los procesos devastadores en contra de nuestra Madre Tierra.
Nuestra
Madre Tierra necesita tiempo, pausa, descanso, para restaurar sus condiciones
vitales y reequilibrar su temperatura adecuada. Para esto debemos cambiar
nuestros hábitos de consumo. Dejar de soñar con ser ricos, vivir con austeridad
y restaurar la convivencia equilibrada en la comunidad cósmica. Éste es
el camino hacia el Buen Vivir.
Restaurar
el rol de la comunidad humana dentro de la comunidad cósmica
Las y los
indígenas tenemos el gran desafío de pensar, sentir y actuar con lógicas
comunitarias. Necesitamos ser más defensores que líderes, más cooperantes que
competentes, ser más comunidad que individuos.
La lógica
y el modo de estar comunitario deben reextenderse a nuestro modo de convivencia
en y con la comunidad cósmica, donde el sujeto de derechos ya no sólo seamos
los humanos, sino también el resto de los seres materiales y
espirituales. Debemos restaurar nuestra misión de cuidadores y puentes
simbólicos en el tejido de la comunidad cósmica.
Superar el
monoteísmo y antropocentrismo
Los
humanos (varones) nos creemos el centro (medida) de toda la casa cósmica porque
creemos que somos los únicos predilectos (imagen y semejanza) del único Dios
verdadero. De esta falsa conciencia antropocéntrica nace el individualismo
liberal consumópata que cree que toda la naturaleza está a su disposición para
saquear.
El
antropocentrismo macho, blanco y rico es la base de todos los intentos
criminales de la anulación sangrienta de la comunidad humana multicultural en
el planeta. Por ello, restaurar y ampliar/profundizar nuestras
ecoespiritualidades plurales y abiertas, y trascender hacia un modo de pensar,
sentir y actuar cosmocéntrico es nuestra tarea urgente.
Superar
los dispositivos coloniales aprehendidos
Es
fundamental avanzar de los derechos culturales (muchas veces folclorizadas)
hacia el ejercicio de los derechos políticos. Tierra y territorio con
autonomía, autodeterminación de los pueblos, consulta previa, etc., son caminos
que necesariamente debemos recorrerlos como pueblos.
Si lo
indicado hasta ahora ya son caminos empinados, los caminos de transformación
hacia adentro son igual o más difíciles aún. Debemos matar al colonizador
racista, machista, monoteísta, clasista, antropocéntrico que habita en cada uno
de nosotros/as.
¿Cómo
hacer que las y los indígenas, a mayor grado de educación académica y “ascenso”
social, no sigamos reproduciendo endémicos males como el racismo, clasismo e
individualismo instalados en y por el sistema? ¿Cómo hacer que a mayor
oportunidad de acceder a espacios de tomas de decisiones no seamos prepotentes,
avaros e insensibles con los nuestros y los otros? ¿Cómo hacer que en la medida
que los patrones nos permitan a su mesa no miremos con desprecio, ni desdén a
nuestros hermanos/as despreciados por los patrones?
¿Cómo
estar en el sistema sin aprehender, ni reproducir/defender los vicios del
sistema como virtudes idealizados? Estos y otros son desafíos casi
existenciales para salir de la condición de la colonialidad en la que
subsistimos.
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/179397
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