Julianna
Granjeia
La 3ª Feria
Nacional de la Reforma Agraria organizada por el Movimiento de Trabajadores
Rurales Sin Tierra (MST) que tiene lugar hasta domingo (6) en São Paulo,
comercializa tres tipos de productos: agroecológicos, orgánicos y en
transición. ¿Pero cuáles son las diferencias entre estas clasificaciones de los
alimentos?
Cosecha de maíz orgánico en Orosdub. Foto: Gubiler |
No se trata
solamente de las características del producto final, sino también del modo
como se organiza cada etapa de la producción, desde la selección del sitio
hasta las condiciones de los trabajadores del campo.
Para ser
orgánico, basta que en la plantación no se utilicen agrotóxicos, sin tomar en
cuenta el involucramiento y las condiciones laborales de los agricultores, la
compatibilidad de los cultivos en relación con el ecosistema local y el nivel
de industrialización de todo el proceso.
Sin embargo, los
alimentos orgánicos, aunque sean más saludables que el modelo normal de producción
del agronegocio no implica el mismo grado de responsabilidad social y ambiental
que el movimiento de la agroecología, apoyado por el MST.
Agroecología
“El producto
agroecológico, que es la producción que defendemos en el Movimiento Sin Tierra,
es un producto diferenciado desde su origen”, explica Milton Fornazieri,
debido a sus certificadores tradicionales, como el Instituto de Mercado
Ecológico (IMO) y a la certificación comunitaria, realizada por las
organizaciones a partir del origen del producto”, completa.
La certificación
fue creada por una ley sancionada en 2003 por el entonces presidente Luiz
Inácio Lula da Silva (Partido de los Trabajadores – PT) que en aquel año
también había inaugurado el programa Fome Zero (Hambre Cero).
De acuerdo con
la legislación, se exige que no se utilicen contaminantes intencionales
(agrotóxicos) en el proceso de producción; que se realice la conservación de la
diversidad biológica de los ecosistemas incluso el sistema de producción; el
uso saludable del suelo, el agua y el aire; el reciclaje de los residuos
orgánicos, reduciendo al mínimo el empleo de recursos no renovables.
Los
asentamientos del MST que producen alimentos en transición pasan por un cambio
en el modo de producción, del agronegocio industrial al orgánico, y del
orgánico hacia la producción agroecológica.
Ecosistema
Una de las
principales diferencias entre el sello orgánico
y el agroecológico es el factor humano: el primero
ya fue absorbido por el agronegocio capitalista, y puede ser
producido inclusive en latifundios casi completamente mecanizados, con poco o
ningún involucramiento de los trabajadores y trabajadoras del campo,
transferidos, en ese sistema, a los centros de procesamiento de los productos.
La agroecología
promueve el rescate de técnicas preindustriales que aún viven por medio de la
agricultura familiar y que son menos agresivas con los ecosistemas, aliados al
conocimiento científico moderno de análisis de las aguas y del suelo, así como
de los hábitos y necesidades de la fauna local.
En la
agroecología, la rotación de cultivos, por ejemplo, sigue la lógica de la
alimentación de la familia productora, y no la planificación financiera de los
grandes hacendados; así, la producción es más diversificada y permite que el
suelo retenga nutrientes.
“El agronegocio
dice que tiene condiciones para resolver el problema de uso de venenos en la
agricultura, pero creemos que eso no es verdad. Quien consigue hacer realmente
un producto agroecológico es quien está en el día a día, en la pequeña
propiedad, en el lote de la reforma agraria. No es sólo un tractor, una
máquina, que hace la agroecología. Es su relación con la tierra y dar a la
tierra aquello que ella necesita”, explica Fornazieri.
Precios
El
agronegocio se aprovechó también del gran interés que ha despertado el debate
público sobre alimentación saludable para encontrar formas de aumentar el
lucro: aunque la producción orgánica involucre un modo de producción diferente,
no hay necesidad de que los productos sean necesariamente más caros. Los asentamientos
de la reforma agraria, por ejemplo, se esfuerzan para equilibrar los costos y
no cargar la mano en el precio final del alimento.
“Aunque existe
mucha tergiversación con relación a la cuestión del precio de los productos
orgánicos y agroecológicos; quien realmente produce para el mercado, para
obtener lucro, cree que sólo porque produce orgánico tiene que cobrar más y
explotar al consumidor. Nosotros estamos en un proceso de discusión grande
sobre qué precio sería justo tanto para quien produce como para quien consume.
Si es necesario aumentar el costo con relación al modelo convencional del
agronegocio, no puede ser un proceso de explotación como hacen esas grandes
haciendas de productos orgánicos que están esparcidas por Brasil”, dijo
Fornazieri.
Edición: Diego
Sartorato | Traducción: Luiza Mançano
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