Se cuestiona su efectividad
El estudio revela que muchas de las praderas marinas más amenazadas se encuentran dentro de Áreas Marinas Protegidas, lo que cuestiona la efectividad de estas zonas de conservación frente a las amenazas humanas.
Publicado: 23 abr 2025
Un nuevo mapa global detalla las
amenazas sobre las praderas marinas | Europa Press
Un análisis global reciente ha revelado que muchas de las praderas marinas más amenazadas del mundo se encuentran dentro de Áreas Marinas Protegidas (AMP), lo que genera dudas sobre la eficacia de estas zonas para proteger los hábitats costeros. Esta situación plantea una necesidad urgente de replantear las estrategias de conservación oceánica.
El estudio, realizado por la ONG internacional Project Seagrass, se publicó en la revista Environmental Research: Ecology. Es uno de los mapas más completos sobre las presiones humanas que afectan a las praderas marinas, ecosistemas vitales para la pesca y la biodiversidad marina en más de 150 países. Con el apoyo de más de 1.000 científicos ciudadanos, se recopilaron datos en más de 1.200 sitios de 86 países.
Los resultados muestran que la mayoría de las praderas marinas están expuestas a amenazas múltiples, como el desarrollo costero, la contaminación, la navegación, la pesca destructiva y la acuicultura. Llamativamente, cerca de la mitad de las praderas bajo impacto humano están dentro de AMP, lo que sugiere que la protección legal no siempre se traduce en protección efectiva.
El doctor Benjamin Jones, autor principal del estudio, advierte que estas áreas, que deberían ser refugios seguros, enfrentan presiones superpuestas derivadas de actividades humanas en tierra. Considera esto una señal de alerta, pero también una oportunidad para mejorar las prácticas de protección.
Gracias a los datos obtenidos a través de SeagrassSpotter.org, los investigadores crearon un mapa de alta resolución que identifica zonas de alta vulnerabilidad, como el Sudeste Asiático, el Mediterráneo y partes del Caribe. También se identificaron regiones con baja presión, que representan oportunidades clave para la conservación.
El estudio pone en evidencia una brecha entre la designación de AMP y su implementación efectiva. Se descubrió que en el 4,4 % de estas áreas, las praderas siguen estando en riesgo. Según Jones, “no basta con definir un límite en el mapa”, sino que se deben gestionar los impactos desde tierra firme para que la protección sea real.