Me permito compartir este texto, con el permiso del autor, como lo hizo el compañero Anelio Merry López, porque es una reflexión excelente y acertada de Pailib Mendoza.
Pailib Mendoza
La lengua es un instrumento de identidad, un reflejo profundo del alma de un pueblo. En el caso de Gunayala, la escritura y su evolución han sido marcadas por procesos históricos de colonización que impusieron no solo nuevas formas de vida, sino también maneras ajenas de pensar, nombrar y escribir.
Eliminar la “K” no es solo un acto ortográfico; es un acto político, cultural y profundamente simbólico. Representa una ruptura con esquemas coloniales. No obstante, esta transición no está exenta de tensiones. Existen hermanos y hermanas que, sin conocimiento profundo de la lingüística ni de la historia de imposición cultural, se resisten al cambio. Esta resistencia no debe ser condenada, sino comprendida. Se trata de un síntoma del adoctrinamiento prolongado, del apego a una forma de ver el mundo que se les inculcó desde la infancia. Desaprender también es doloroso.
La gloriosa decisión de la asamblea Nacional al aprobar el uso oficial y legal de la escritura sin la “K”, marca un momento histórico de autodeterminación. Es tiempo de desaprender lo aprendido, de dejar atrás los esquemas mentales que otros sembraron, y recuperar el derecho de nombrarnos con nuestros sonidos.
Este es un llamado a las mentes colonizadas: libérense. La verdadera libertad se conquista cuando rompemos con las cadenas mentales que nos hacen depender de la validación externa. El lenguaje es nuestro territorio. Defenderlo, adaptarlo a nuestras necesidades y limpiarlo de imposiciones es un acto de soberanía cultural.
Solo así, con conciencia crítica y unión, se construye una nación guna
más fuerte, más auténtica y verdaderamente libre.
Pailib Mendoza
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