17 de febrero de 2011

Balu Wala o felicidad interna bruta

Balu Wala’ o felicidad interna bruta 1512392Raúl Leis R.
raulleisr@hotmail.com

¿Tiene la película Avatar algo que ver con nosotros y los que nos pasa? Más allá de su alto nivel tecnológico y costo económico, el filme de James Cameron narra –a través de analogías– una historia conocida aquí, allá y acuyá.

Recordémosla. El filme cuenta que humanos no satisfechos por la devastación de su propio planeta ocupan un planeta distante llamado Pandora. Buscan un mineral valiosísimo, que se encuentra debajo de las raíces de un imponente árbol sagrado en el hábitat de los nativos Na’vi, azulosos y enormes seres, sensibles e inteligentes, que se defienden con sus arcos y flechas y a través de su compenetración con los animales y plantas de la selva profunda.

En este marco, Jake Sully, un infante de marina paralítico, participa en un experimento, ocupar mentalmente el cuerpo de un Na’vi, un avatar que sintetiza el ADN de los humanos y los Na’vi. Su misión es espiar, infiltrarse entre los nativos para conocerlos y tratar eventualmente de convencerlos de que cooperen con la extracción del mineral, aunque al ser salvado de una muerte segura por la nativa Neytiri, se enamora no solo de ella, sino de sus ideales.

Pero detrás de Jake están dos fuerzas, los científicos que quieren conocer y entenderse amistosamente con los Na’vi; y los militares y “empresaurios” que usan la fuerza para imponer los intereses económicos que quieren depredar la naturaleza ubérrima de Pandora, para extraer el mineral. Los Na’vi viven en una armonía y comunión con el ambiente, asemejando el modo de vida y la espiritualidad de los pueblos indígenas, donde todas las cosas tienen alma.

La fuerza de las armas y del dinero se imponen en un primer momento y destruyen haciendo gala de violencia desmedida y criminal el gran árbol de la vida, y también la vida de muchos nativos, pero hacia el final del filme los Na’vi, con Jack como aliado, logran recuperar su planeta.

Este mensaje de Avatar, donde intereses aviesos quieren destruir Pandora y su gente para explorar el mineral codiciado no es nuevo. ¿No fue acaso esta la lógica del llamado descubrimiento de América hace medio milenio? ¿No hoy es la lógica de la explotación del oro, cobre y otros minerales con la minería a cielo abierto, hiriendo de muerte la frágil cobertura vegetal y envenenando a seres humanos, flora y fauna de dentro y fuera de las comarcas indígenas? ¿No es la lógica de muchas concesiones de explotación del agua, el bosque, el mar o áreas protegidas? ¿No es la lógica de expulsión por la fuerza o el dinero de los pueblos indígenas de sus tierras ancestrales?
 
Avatar nos invitar a escoger y construir otro modelo de desarrollo que se inspire en otro paradigma, como lo es el concepto del buen vivir que proviene del Sumak Kawsay en su expresión andina o el Balu Wala de Kuna Yala, bien definido por Donald Rojas: “es el eje filosófico del pensamiento y actuación individual y colectiva de los pueblos indígenas, implica una relación indisoluble e interdependiente entre el universo, la naturaleza y la humanidad, en la que se configura una base ética y moral favorable al medio ambiente, al desarrollo y de la sociedad en la que se manifiestan y se hacen necesarios la armonía, el respeto y el equilibrio” y una vida digna para todos y todas, agregamos. El buen vivir es muy diferente al “vivir bien”, entendido como el consumismo irracional, deshumanizador y depredador.

También inspira el concepto de felicidad interna bruta (FIB), propuesto por el rey de Bután, Jigme Singye Wangchuck, en 1972, como un medidor que explica la calidad de vida en términos más holísticos que el producto interno bruto (PIB), pues este coloca solo al crecimiento económico como objetivo principal. En cambio la FIB se sostiene en el concepto del desarrollo integral de la sociedad humana, que tiene sus bases en la promoción del desarrollo socioeconómico sostenible con equidad; la preservación y promoción de valores éticos, sociales, políticos y culturales; la conservación y promoción del medio ambiente; y el establecimiento del buen gobierno y el buen vivir.

Resaltemos y aprendamos de estos mensajes esenciales, antes de que Panamá y el planeta Tierra se abran como la caja de Pandora, ahogándonos en la propia marejada de males y desastres provocados por los necrófilos, esos que ponen la muerte, la violencia y la destrucción por delante de la vida y la esperanza; pues como biófilos que somos, nos corresponde edificar con aportes de tenacidad y compromiso, para lograr sociedades y personas justas y libres.

1 comentario:

  1. De las propias letras de Raúl, que dice: “…escoger y construir otro modelo de desarrollo que se inspire en otro paradigma, como lo es el concepto del buen vivir que proviene del Sumak Kawsay en su expresión andina o el Balu Wala de Kuna Yala, bien definido por Donald Rojas: “es el eje filosófico del pensamiento y actuación individual y colectiva de los pueblos indígenas, implica una relación indisoluble e interdependiente entre el universo, la naturaleza y la humanidad, en la que se configura una base ética y moral favorable al medio ambiente, al desarrollo y de la sociedad en la que se manifiestan y se hacen necesarios la armonía, el respeto y el equilibrio” y una vida digna para todos y todas, agregamos. El buen vivir es muy diferente al “vivir bien”, entendido como el consumismo irracional, deshumanizador y depredador”.

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