23 de febrero de 2011

Impacto de la minería

Lo que ocurre en el mundo, ocurre en Panamá


América Latina
 “Salvar a la Madre Tierra significa salvarnos como personas, como pueblo… Debemos hacer del dolor de nuestra Madre Tierra, nuestro dolor y nuestra acción” (“Tierra de todos, tierra de paz”, N° 14.7, 1988).
(Coordinadora Nacional de Pastoral Indígena (CoNaPI)
Conferencia Episcopal Panameña
Panamá, República de Panamá. Panamá, 20 de febrero de 2011)



¿Desarrollo económico para quién?

Noticias Aliadas
28/01/2005


Urge que en países de la región se abra debate público sobre rol que minería debe tener para aportar realmente a un desarrollo sostenible.

América Latina se ha constituido en el destino más importante de la inversión minera en el mundo. A comienzos de la década del 90 la región captaba el 12% de la inversión minera mundial y a comienzos de la actual había casi triplicado ese flujo, captando el 33%.

El alza del precio internacional de los metales, principalmente del oro, que pasó de US$363.4 la onza en el 2003 a $433.15 en diciembre del 2004, y del cobre, que pasó de $0.80 la libra en el 2003 a $1.44 en diciembre del 2004, constituyó un incentivo para la inversión minera.

En consecuencia, las exportaciones mineras de América Latina aumentaron en más de un 40% en promedio en el 2004 en comparación con las del año anterior. El año pasado, las exportaciones mineras chilenas alcanzaron un record histórico al crecer en cerca del 90% respecto del 2003, alcanzando los $16.5 millardos. En el 2004, las exportaciones mineras en el Perú aumentaron en 44% respecto al año anterior, sumando $6.7 millardos, en tanto que en Brasil superaron los $5.2 millardos, también 44% más que en el 2003.

Los marcos legales —exoneraciones tributarias, flexibilización laboral, entre otros beneficios— que se aprobaron a principios de los 90 en los países de la región para atraer la inversión minera han probado ser eficientes en su objetivo.

Expansión de actividadLa minería ha crecido en los países tradicionalmente mineros como es el caso de Brasil, Perú y Chile —en ese orden preferidos por las compañías mineras en sus gastos de exploración en la región—, pero también ha empezado a crecer en países que no son esencialmente mineros, como Argentina y Honduras.

Igualmente, dentro de los países tradicionalmente mineros, esta actividad se ha desplazado hacia lugares nuevos.

"Esto es explicado por el uso de nueva tecnología, que permite principalmente explotar minerales que están difusos en la tierra, abarcan grandes extensiones y su concentración es relativamente baja. Y estas tecnologías son principalmente por lixiviación: con cianuro en el caso del oro, y en el caso del cobre con ácido sulfúrico, [que son] productos contaminantes", indica César Padilla, responsable del área de Minería y Comunidades del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA), con sede en Santiago de Chile.

"En el caso de Chile, la minería [antes desarrollada en zonas desérticas] está afectando a comunidades que viven en valles agrícolas, muchas de ellos económicamente rentables, muy rentables. En la mayoría de los casos realizan incluso agricultura de exportación. En la cabecera de estos valles, en el nacimiento prácticamente de los ríos, se instalan grandes proyectos transnacionales que ponen en riesgo a todo el valle", explica Padilla.

"No a la mina""Poblaciones que se enteran de que sus territorios están siendo denunciados, entregados en concesiones mineras y ellas dicen ‘no, no quiero que la minería entre a mi territorio, no forma parte de mi visión de desarrollo, al contrario la va a perjudicar’", es lo que está ocurriendo, afirma el economista José De Echave, responsable del programa Minería y Comunidades de la organización no gubernamental peruana CooperAcción.

"En un país [como el Perú] donde la minería es una actividad importante, y nadie lo discute, hay que comenzar a discutir dónde minería y dónde no minería. Por ejemplo, nosotros somos de la idea que minería en zonas protegidas, de ninguna manera, minería en nuestros pocos valles agrícolas productivos, pensamos que tampoco", añade De Echave.

Padilla ve la misma situación en Chile, donde la expansión minera se da hacia lugares donde hay comunidades productivas, viables desde el punto de vista económico, "y la actividad minera no les ofrece empleo, no les ofrece crecimiento, no les ofrece desarrollo, y solamente lo que hace es poner en riesgo la actividad agrícola producto de la posible contaminación que genera la minería".


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