Periodista de la Asociación Inti
Illimani, energía solar para la alimentación
Adital
02 de Marzo de 2013
Katherine |
Gracias al libre mercado, desaprendimos qué significa alimentar y
alimentarse con soberanía.
La soberanía alimentaria es una definición muy amplia y compleja
que, así como el vivir bien, no hemos alcanzado a entender todavía y para eso
lo primero que debemos hacer es desligarla del concepto de seguridad
alimentaria, porque este último se enmarca en las necesidades del libre mercado
que busca exclusivamente vender - que no es lo mismo que poner los alimentos a
disposición de la gente - para lo cual gestiona permanentemente que los
gobiernos favorezcan una dinámica productiva que sobreexplota la tierra para
cubrir con agroindustria "subdesarrollada” a los mercados primermundistas.
Si bien en su momento la soberanía alimentaria surgió como un
aporte fundamental del campesinado, concretamente la Vía Campesina introdujo el
concepto en el seno de las Naciones Unidas en 1996, no hay consecuencia en la
práctica agrícola, porque entre sus demandas a la fecha siguen pidiendo crédito
agrario, facilidades de exportación, mecanización del agro, fertilizantes
químicos y no dudan en someterse a la agresión del monocultivo cuando la
demanda internacional así lo instruye. Es decir, que ha sido planteada como un
concepto nuevo, amplio y superior a la seguridad alimentaria de dos décadas
atrás, pero no se ha implementado y no existen políticas públicas soberanas
respecto a la alimentación, la mentalidad de los gobiernos sigue siendo de la
dependencia.
Así pues, la soberanía alimentaria tiene que ver con un complejo
de elementos que empiezan, terminan y vuelven a empezar según la dinámica
cíclica de la tierra, la semilla, el fruto, las interacciones naturales
biodiversas, el agricultor y quien se alimenta (que para el libre mercado,
sería el consumidor), todo dentro de un marco cultural de conocimientos,
hábitos y preferencias que es la riqueza que heredamos de nuestros padres,
desde cocinar hasta comer, así que quienes además saben cultivar la tierra o
recolectar de la selva, tienen mejores posibilidades de enfrentarse a la
economía del desastre y sus vástagos como el cambio climático o la deuda externa.
Para aproximarse a las contradicciones que tienen los dos
conceptos, tal vez un sencillo listado comparativo ayude. En el caso de la
seguridad alimentaria, los elementos que se citan tienen correlación con la
economía de libre mercado, no hay planteamiento nuevo para solucionar el hambre
en el mundo y las determinaciones de la FAO se inscriben en esta línea para
asegurar alimentos a la gente, una línea que plantea comprar para comer como la
única posibilidad para alimentarse, no importa si el que tiene que comprar
también es productor, por lo cual la cantidad de personas subalimentadas en el
mundo, según los informes de desarrollo humano (IDH), siempre están en
incremento.
SEGURIDAD ALIMENTARIA: Propiedad privada de la tierra,
Acumulación de tierras, Ampliación frontera agrícola, Concesiones forestales,
Crédito agrícola, Productores condicionados a la demanda, Monocultivos,
transgénicos, agroquímicos, Tierra, Precios transnacionales, Publicidad sin
ética, Cantidad o apariencia más que calidad, Consumidores, Sustentabilidad…
SOBERANÍA ALIMENTARIA: Uso comunitario de la tierra,
Uso comunitario de la tierra, Rotación de la tierra, Protección de bosques,
Economía comunitaria, Producción biodiversa, Respeto a la naturaleza, Sistemas
agrícolas tradicionales, Precios locales, Información integral, Cultura
alimentaria, Personas, Madre Tierra, Armonía con la naturaleza…
La seguridad alimentaria quiere sustentar a la economía de libre
mercado, la soberanía alimentaria busca respetar los ciclos vitales de la tierra
y todo el complejo de interacciones naturales que hacen a la reproducción de la
vida.
Existen propuestas, aunque todavía de bajo impacto, pero que
indican que ya hay conciencia con principios soberanos, hay campañas, redes
sociales y documentales orientados a despojar del poder de decisión y control
de la economía de los alimentos a la agroindustria, partiendo del poder de
decisión que tiene el consumidor, es decir, originar consumo masivo
responsable, empezando por saber qué es lo que estamos comiendo. Este es un
emprendimiento que por ahora se plantea fácil porque depende de cada persona,
sin costo, pero al mismo tiempo difícil porque hay que sumar la decisión de
todas las personas.
Para esto ayuda ver los datos que indican que el cáncer más
frecuente se origina en la alimentación industrial, así como las nuevas
alergias, la diabetes y la osteoporosis a corta edad, lo que está provocando
que la gente vuelque la mirada hacia las alternativas alimenticias más
saludables, naturales y orgánicas, tanto que en Europa es este el tipo de
alimentación la más cara, en contradicción con América Latina, donde las frutas
y verduras del campesinado, son más bien baratas.
Otra iniciativa importante que merecerá amplios análisis y
discusión es la agricultura familiar, que estará siendo debatida e impulsada el
año 2014, con orientaciones que romperán esquemas urbanos de vida porque
plantean que también en las ciudades la gente empiece a producir sus propios
alimentos. Así que la expectativa está fijada.
Si comprendemos que la seguridad alimentaria es otro mecanismo del
libre mercado, podremos suscribirnos a la soberanía alimentaria como mecanismo
de defensa de la dignidad humana.
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