Dentro de 10 años se cumple 100 años de la gesta de la
Revolución Dule, su significado va más allá de los 90. Tiene profundas matices culturales
y mensajes, las cuales están adaptándose a las circunstancias actuales, y no sé
si los actuales líderes de la Comarca lo están dialogando.
Amanece y los primeros rayos del sol brillan entre
copas de árboles de Mandiyala. Saludamos a estos dos meses del 2015: meses de
la Revolución Dule. Cuánta alegría estará en los rostros de aquellos líderes y
combatientes que en 90 años han cultivado de esta tierra y mar.
El tiempo de lamentos se ha ido, se ha superado las
lágrimas no vividas y los mártires andan en sus cayucos sagrados. Han muerto
por una causa y nacen por ello, por la vida, la cultura y la naturaleza. No hay
que defraudar a los mártires, porque han dejado un rayo de sol que nos abre
nuevos horizontes.
Sin embargo, hemos percatado que una penumbra
hambrienta por nuestros recursos se asoma disfrazada de rosas y claveles. Aun
no lo lamentamos, lo disfrutamos, el verde de nuestra cordillera aún sopla
brisas a aroma de siagwa que llega a las islas y calma al mar airado. Vivimos
entre lo confuso, cediendo ante el aroma de rosas y claveles del capital.
Somos hijos de esta nación, somos hijos de este barro,
de esta tierra y mar que se confunden en espera de un desarrollo por dentro. Se
trata de expresar nuestra sabiduría ancestral e intercultural para que el
futuro sea de todos. Sigamos viviendo del bosque, porque allí si hay lugar para
todos. Será un placer que los pechos helados de nuestra Nabgwana sigan amamantándonos
para seguir viviendo bien.
Todo el pueblo sueña esperanzas, nuestra tierra espera
el mañana sin dejar de ser polvo. Las promesas que no tienen alma aviéntalo al
suelo, abriendo pasos con dignidad de pueblo. Meditar a tiempo para revalorar y
seguir sembrando en la tierra que nos han legado. Hagamos historia para dejar
otro legado para el mañana. No olvidemos el pasado, no confundamos el presente
y encontremos las huellas propias de una nación dule!
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