Internet, poder y
democracia
Si es preocupante que ya no exista privacidad ni seguridad en las comunicaciones, aún más peligroso es cómo se está concentrando poder en manos de quienes controlan las tecnologías, los datos y los conocimientos. A 12 días de iniciar la reunión NetMundial sobre principios de la gobernanza global de Internet, convocada por Dilma Rousseff, la edición No 494, abril 2014 de la revista “América Latina en Movimiento” de ALAI aborda distintos aspectos de este debate necesario – “Internet, poder y democracia”
Si es preocupante que ya no exista privacidad ni seguridad en las comunicaciones, aún más peligroso es cómo se está concentrando poder en manos de quienes controlan las tecnologías, los datos y los conocimientos. A 12 días de iniciar la reunión NetMundial sobre principios de la gobernanza global de Internet, convocada por Dilma Rousseff, la edición No 494, abril 2014 de la revista “América Latina en Movimiento” de ALAI aborda distintos aspectos de este debate necesario – “Internet, poder y democracia”
Sally
Burch
En un plazo de apenas dos décadas,
Internet y las tecnologías digitales se han instalado en el quehacer diario de
gran parte de la humanidad y en torno a ellas se está reorganizando un sinfín
de ámbitos de la sociedad. Son tan convenientes –y seductoras– que vivir sin
ellas resulta casi impensable; y esto es apenas un inicio, en relación a los
cambios que vienen.
No obstante, la misma rapidez con que
ello está ocurriendo no deja el tiempo de apreciar plenamente sus implicaciones
en los diversos planos, desde la organización de la economía hasta el poder
político, pasando por los derechos humanos, el desarrollo cultural o las estructuras
sociales. Pero hay signos bastante preocupantes.
Si bien Internet fue concebida
originalmente como un espacio abierto, descentralizado y no-comercial (y en
mucho ha contribuido, efectivamente, a democratizar las comunicaciones), en
estas dos décadas de comercialización se ha producido una concentración y centralización
inauditas. Por un lado está la concentración tecnológica, como sucede, por ejemplo,
con los grandes cables internacionales de fibra óptica (1) que interconectan países. Por
otro lado, está la concentración de contenidos y datos personales, sea en las
llamadas redes sociales, en los servidores que ofrecen almacenamiento en la “nube”
(ver Gakuru, p.24), en monopolios como Google que rastrean datos y
comportamientos personales en la red, o en empresas agregadoras de datos (big
data) que
establecen perfiles de usuarios, y en las propias agencias de seguridad, entre otros.
Las revelaciones de Edward Snowden sobre
el espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de EE.UU. confirman que
los usos de esta información van desde el espionaje a diplomáticos (incluso con
la colaboración de hoteles de lujo) para tener ventajas en las negociaciones internacionales,
hasta aprovechar datos íntimos de líderes políticos de cualquier país, sea para
desacreditarlos públicamente cuando convenga, sea para chantajearlos. Pero
también, ha salido a luz que hay empresas que crean perfiles de usuarios/as,
que incluyen las vulnerabilidades de los consumidores/as, con miras a explotarlos
mejor (2).
Hasta aquí estamos hablando
esencialmente de las huellas que todas las personas dejan al navegar en el mundo
digital. Pero con la próxima generación de dispositivos inteligentes –que ya
están llegando– será también su vida cotidiana en el domicilio o en la calle la
que generará estas huellas, comenzando con la Smart TV, la refrigeradora
inteligente, el medidor de luz que se comunica con la empresa, la alarma de humo
que alerta a los bomberos, los identificadores de placas de los autos en las
autopistas… para nombrar algunos. Todos ellos tendrán la capacidad de comunicar
elementos como el consumo, horarios, desplazamientos, hábitos (fumar, insomnio,
dietas), etc.
Se estima que apenas el 1% de los
dispositivos susceptibles de tener una dirección IP (identificador de Internet)
lo tiene actualmente. Hacia delante, cada equipo nuevo será parte de la Red, y
se hará cada vez más difícil –e inconveniente– optar por desconectarlos. Este fenómeno
se conoce como el “Internet de las cosas”. En el mundo de mañana, si no se
introducen controles y protecciones, casi todo lo que hagamos será recopilado,
almacenado, analizado, reprocesado y vendido, no sabremos a quién. El poder que
esta infinidad de datos permitirá acumular en las pocas entidades con capacidad
de recopilar y procesar tales cantidades de información, rebasa la imaginación.
Concentración acelerada
Este fenómeno de concentración, como lo
explica Robert McChesney (p.15 de esta edición) se debe a las características
particulares de la economía en la Red (el llamado network effect), que conllevan a la
conformación de monopolios, debido a que los usuarios prefieren al servicio más
exitoso, donde se encuentran más personas. Por ello, Internet hoy está dominada
por una docena de megacorporaciones (todas ellas estadounidenses), que van
absorbiendo en el camino a la competencia. La mayoría tiene menos de 15 años de
existencia. Con el poder descomunal de estas corporaciones, el resto del mundo podría
estar frente a una reedición del neocolonialismo, con sus secuelas de
dominación cultural, extracción de riqueza e injerencia política.
Que ya no exista privacidad, ni
seguridad en las comunicaciones, es bastante preocupante. Pero aún más
peligroso es justamente cómo se está reconfigurando el poder, y su
concentración en manos de quienes controlan las tecnologías y los
conocimientos. Poder que les permite acumular aún más riqueza, tecnología más
sofisticada y, por ende, más poder, en un círculo vicioso, que viene a ser una
amenaza para el futuro de la democracia misma. Este poder está concentrado en
las agencias de seguridad (principal, aunque no únicamente, de la Alianza “5
ojos”: EE.UU., Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelandia) y en las grandes
empresas monopólicas de Internet, con una clara colusión entre ambas, lo que se
evidencia por las “puertas traseras” clandestinas integradas al hardware y
software que venden las empresas –o que prestan “sin costo”–, lo que facilita a
las agencias de seguridad sustraer y descodificar información.
Muchos gobiernos están preocupados luego
de las revelaciones sobre la escala del espionaje de las agencias de seguridad.
Pero ello no significa que todos tengan las manos limpias. Es conocido que
muchos gobiernos realizan prácticas similares, aunque en menor escala. Y no
faltarán autoridades que se abstengan de criticar a la NSA a cambio de recibir
datos que puedan servirles para robustecer su poder. Como dice Julian Assange
(p.6), el poder centralizado busca restringir los flujos de información para
consolidarse.
En cuanto a la ciudadanía, hasta hace
poco, la mayoría de personas ha venido usando las tecnologías digitales sin
preocuparse quién las gestiona y las controla; pero con las últimas
revelaciones, comienza a despertarse la conciencia de que el tema sí importa.
No obstante, mientras la tecnología digital avanza a pasos agigantados, los
marcos legales, los derechos y los mecanismos para garantizar su vigencia siguen
al ritmo del mundo analógico. Y si bien algunos países tienen marcos de
protección de derechos un poco más avanzados en la materia, como la Unión
Europea, y próximamente Brasil (que acaba de aprobar en la Cámara de Diputados
el Marco Civil de Internet – ver p.30) su capacidad sigue siendo limitada
frente a una Internet sin fronteras.
El modelo
multisectorial
Lo que esta situación ha puesto en
evidencia es que los mecanismos de gestión y gobernanza en el mundo Internet no
están funcionando debidamente, o al menos no en beneficio de las mayorías. Y
aquí tenemos un área más –al igual que el medio ambiente, el cambio climático o
el sistema financiero mundial– donde la ausencia de mecanismos adecuados y
democráticos de gobernanza global está exponiendo al mundo a consecuencias
potencialmente gravísimas.
Desde los inicios de Internet, y en
particular a partir de las negociaciones en la Cumbre Mundial de la Sociedad de
la Información (CMSI, 2003/2005), EE.UU. ha impuesto el “modelo multisectorial”
como patrón para la gobernanza de Internet. Este modelo (en inglés multistakeholder, literalmente, de las
múltiples partes con intereses en el tema) implica nominalmente la
participación de gobiernos, sector privado y sociedad civil; pero en la práctica
se ha traducido a que las empresas privadas tengan la voz cantante en las
decisiones En las instancias que controlan Internet, se suele priorizarlo en
contraposición a lo multilateral (intergubernamental), como si las dos cosas
fueran mutuamente excluyentes, sin diferenciar entre las áreas técnicas, donde
el sector privado podría tener ciertas competencias, y las áreas de política
pública (derechos, resolución de conflictos de interés, restricción de
monopolios) que exigen representatividad democrática (ver Bollow, p.27).
El Foro Económico Mundial (FEM) ha
propuesto incluso que el modelo multisectorial debe ir remplazando los
mecanismos de las Naciones Unidas, considerados como arcaicos e ineficientes. El
informe de la Iniciativa de Rediseño Global del FEM titulado Un
asunto que nos
concierne a todos: reforzar la cooperación internacional en un mundo más
interdependiente (3) plantea una “mejor coordinación” entre un grupo selecto
de líderes, como la mejor manera de abordar problemas complejos. Los acuerdos
intergubernamentales, marcos internacionales y la legislación de cumplimiento obligatorio
ya serían cosa del pasado; la época demanda voluntarismo, códigos de conducta y
legislación no vinculante. ¿Y la democracia en eso? Pues… más bien ya se
trataría de la “posdemocracia” (ver Gurstein, p.11).
Este modelo multisectorial ya se está
implementando en varios foros internacionales de elaboración de políticas
públicas relacionadas con la industria y los negocios, pero la gobernanza de Internet
es quizás donde más ha avanzado, y su profundización podría ser un ensayo para
ampliarlo a otras áreas, en momentos en que el poder económico busca soluciones
a la crisis económica global.
En este sentido, llama la atención que
el multisectorialismo esté al centro de las propuestas de la próxima reunión
NetMundial, convocada por el gobierno de Brasil.
NetMundial
Fue a raíz de las revelaciones del espionaje
de la NSA al gobierno brasileño y a la propia presidenta, Dilma Rousseff, que
ésta convocó una reunión mundial, sobre el futuro de la gobernanza de Internet.
“NetMundial” (4) es definida como una
“Reunión Multisectorial Global”, y tendrá lugar en São Paulo, el 23 y 24 de
abril de 2014. 12 países actúan de anfitriones: Alemania, Argentina, Brasil,
Estados Unidos, Francia, Ghana, India, Indonesia, Corea del Sur, Sudáfrica,
Túnez y Turquía.
La reunión abordará dos temas centrales:
la elaboración de principios universales (no vinculantes) de gobernanza de
Internet; y una propuesta de itinerario para la futura evolución del ecosistema
de gobernanza de Internet. La participación presencial será limitada a
aproximadamente 700 - 800 personas (más periodistas), incluyendo representantes
de gobiernos, sector privado y sociedad civil, pero se prevén, además, facilidades
de participación remota, en línea y en “hubs” locales conectados por Internet, de
los cuales hay 33 confirmados en 23 países. Además, se abrió previamente un
proceso de presentación de documentos por parte de actores interesados; más de
180 aportes ya se pueden consultar en línea (5).
Carlos Afonso, miembro del Comité Gestor
de Internet en Brasil (CGI.br)
y de la comisión ejecutiva de NetMundial por
el sector de la sociedad civil, al responder
a una entrevista de ALAI sobre la organización
de NetMundial y su relación con otros
procesos existentes de gobernanza de Internet, aclara
que: “La reunión de Brasil ha sido
convocada conjuntamente por el gobierno de Brasil y
por un foro de entidades (1net) (6) de la llamada ‘comunidad técnica’, creado por esas
entidades a partir de la Declaración de
Montevideo (7): declaración motivada por la percepción
del alcance masivo del espionaje de EEUU y sus
aliados Inglaterra, Australia, Nueva Zelandia y
Canadá”. Respecto a la participación,
cuyos mecanismos han recibido críticas de
algunos sectores de la sociedad civil,
explica que bajo la égida de CGI.br y 1Net, se
organizó un proceso de selección para constituir
comités que asuman todo el proceso de
organización, definiciones y logística del evento. Y añade que el comité ejecutivo multisectorial se
encargó de buscar “el mejor balance de
representación posible utilizando varios criterios:
regional, presencia de países ‘del Sur’, género
y otros, para los tres sectores (sociedad
civil, sector privado, comunidad
técnica/académica)”.
En cuanto a la diferencia entre
NetMundial y otros foros como el Foro de Gobierno de Internet (IGF) o la CMSI+10,
Carlos Afonso responde que: “El IGF es un foro convocado y controlado por el secretariado
general de Naciones Unidas, ahora bajo la coordinación de la Comisión sobre
Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CSTD), consecuencia de los acuerdos de
Túnez al final del proceso de la CMSI en 2005. Por imposición del secretariado
y con el apoyo de representantes del sector privado y algunos gobiernos del
Occidente, el IGF hasta ahora no ha podido hacer recomendaciones de ningún tipo.
El CMSI+10 es parte de un proceso de evaluación de los acuerdos de Túnez, que
culminará en un evento en el 2015.”
En cuanto a los puntos centrales que
están en juego en las negociaciones globales sobre gobernanza de Internet,
Afonso opina que incluyen, primero: “la coordinación de la infraestructura lógica
de la red: distribución y asignación de nombres de dominio y direcciones IP;
definición de protocolos y métodos seguros del sistema de nombres de dominio; coordinación
de los métodos de conexión y ‘routing’, etc. Básicamente involucra a ICANN (8), su contrato con el Depto.
de Comercio de EEUU, y el control de la raíz de nombres y números, además de
estructuras de coordinación como IETF y el grupo de registradores regionales de
números (LACNIC entre ellos)”.
Otros temas clave serían: “los derechos
de acceso a la red y la neutralidad de la misma a nivel de la conexión en la
punta. Las protecciones de derechos relacionados a contenidos y aplicaciones,
sobre todo el derecho a la privacidad y a la libertad de expresión en la red. Los
conflictos o diferencias entre las legislaciones y políticas nacionales y la
universalidad de la red: que involucra cuestiones comerciales, impositivas,
cambiarias, de seguridad, de jurisdicción en caso de litigios, etc.”.
De un borrador del documento de acuerdos
de NetMundial, filtrado por Wikileaks https://wikileaks.org/netmundial-outcome/, se desprende el compromiso
central con el modelo multisectorial en todas las instancias de gobernanza, si
bien pone mucha insistencia también en procesos transparentes y garantías para
la participación equitativa de todas las partes interesadas.
Las propuestas que salgan de NetMundial
se encaminarán a otros foros y en particular a la próxima Asamblea General de
la ONU, en septiembre. Entretanto, en junio se realizará una reunión de alto
nivel organizado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones -UIT- en el
marco de la CMSI+10, (ver Hill, p.32).
Para quienes defienden la democracia, e
Internet como espacio abierto y parte de los bienes comunes, resulta urgente
impulsar un debate público amplio y a fondo sobre estos temas, en el plano
nacional e internacional, con miras a buscar soluciones en un marco
democrático, donde prime el interés público. De lo contrario, las salidas se
impondrán cada vez más desde los poderes fácticos.
Ante esta preocupación, y dada la
frustración por el marginamiento de voces críticas del statu quo en espacios
como el IGF, se acaba de crear la Coalición por una Internet Justa y Equitativa
(Coalición Just
Net),
comprometida con una red de redes que contribuya al avance de los derechos humanos
y la justicia social. La Coalición propone trabajar por la reconfiguración de
la gobernanza de Internet hacia un espacio auténticamente democrático, (ver el artículo
de Prabir Purkayastha, p.21). Varios miembros de Just
Net escriben
en la presente revista, que pretende ser un aporte a estos debates.
Notas:
(1). Estos cables han facilitado mucho la
tarea de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de EE.UU., que con
la intervención en apenas unos 190 centros de datos, puede monitorear casi todo
los flujos del mundo, de Internet, telefonía, etc.
(2). Una reciente investigación en el
Comité de Comercio del Senado de EE.UU., sobre las prácticas de negocios de los
nueve mayores agregadores de datos, encontró que estas empresas recolectan
datos desde los anodinos hasta los muy delicados (como historiales médicos), y
con ellos generan perfiles que venden sin preocuparse de saber para qué se
utilizarán. Al menos una empresa reconoció definir categorías de personas, como
una que llama “Viejos buenitos” (Oldies but Goodies), descrita como personas
“crédulas” que “quieren creer que su suerte cambiará”. Ver http://www.alainet.org/active/72608.
(3). http://www.weforum.org/pdf/grs2010/report/Executive-Summary_Spanish.pdf. Ver también: http://www.tni.org/article/not-everybodys-business
(4). http://netmundial.br/
(5). Lista de hubs remotos: http://bit.ly/1dYRP1m. Documentos presentados: http://content.netmundial.br/docs/contribs
(6). http://1net.org
(7). http://www.icann.org/es/news/announcements/announcement-07oct13-es.htm
(8). ICANN: Corporación de Internet para la
Asignación de Nombres y Números. http://www.icann.org. Para la explicación de
otras siglas de esta publicación, ver el glosario en la p. 34.
________________________
Sally
Burch 2014. Poder y democracia en la Red. En:
Internet, poder y democracia. Edición No 494, abril 2014 de la revista “América Latina en Movimiento”,
ALAI. pp. 1-5 (periodista de ALAI)
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