Geodisio Castillo
En nuestro andar en estas últimas
semanas, dialogando con los productores y productoras agrícolas de Gunayala,
nos hemos dado cuenta que las cuestiones sobre la igualdad de acceso a la
tierra para los hombres y las mujeres no pueden ser tan simples como parecen a
primera. Si bien hablamos de igualdad de género en la propiedad de la tierra –
lograr eso en la práctica es más compleja, pero superable.
Grupo de productoras Gabaryaiwagan de la comunidad de Digir, asistido por técnicos y colaboradores de CENDAH. Foto: Enicio M. 30/11/15 |
Entre diálogo y diálogo y visitas al
campo hemos observado que las mujeres están garantizando sus derechos a la
tierra, cultivándolas. No solo en la comunidad de Uggubseni, sino también en la
comunidad de Digir, se promueve diferentes enfoques para avanzar hacia la
igualdad de acceso y control de la tierra para los hombres y mujeres y reveló
los riesgos de ignorar las realidades del acceso a la tierra desde enfoque
histórico cultural.
Apenas hemos iniciado el recorrido de
una iniciativa relacionada al “rescate de semillas y/o plantas nativas[1]”,
y este solo es un pequeño avance dentro de la investigación principal indicada.
Hemos encontrado que en Uggubseni las mujeres se han organizado a través de un
proyecto de cacao, como también existen que están organizadas bajo sus propias
iniciativas. En Digir, hay tres organizaciones de mujeres trabajando la tierra
bajo sus propias iniciativas y una de ellas son de las maestras que laboran en
la comunidad.
Por lo anterior, consideramos que donantes,
gobiernos y las organizaciones no gubernamentales que desean abordar las
desigualdades de raíces tienen que entender el derecho consuetudinario y la
práctica y los sistemas de gobernanza local antes de comenzar el desarrollo de
proyectos en tierra y de género.
Las mujeres están mostrando que
pueden rescatar las actividades ancestrales de cultivar la tierra, porque esta
actividad no es exclusiva de los hombres. El acceso y/o control de la tierra ha
sido a través de una variedad de prácticas formales e informales tradicionales.
Hay que poner atención a las nuevas
dinámicas que se basan en el poder social y que tiene el poder de tomar
decisiones sobre la tierra para cultivarlas. En el Congreso General Ordinario
recién celebrado en la comunidad de Mirya Ubigandub, un delegado se dirigió con
lástima a las mujeres trabajadoras de la tierra, porque para su entender no era
aceptable hacer eso o dejar que la mujeres trabajen, ante eso una dirigente ripostó
indicando que, “nosotras las mujeres tenemos igual derecho y fuerza como los
hombres para trabajar y producir la tierra, y los estamos demostrando en
algunas comunidades”,…
Ante esta nueva realidad que están
asumiendo las mujeres, las desigualdades de género en una sociedad machista
como la nuestra, están siendo superadas al involucrarse las mujeres en los
procesos locales de toma de decisiones alrededor de la tierra. Porque ellas son una opción para el desarrollo, porque la participación de la mujer en
la producción agroforestal de nainu es elemento base del desarrollo cultural,
alimentaria y la conservación de la biodiversidad[2].
Las prácticas tradicionales varían dentro
de los pueblos indígenas del país. En Gunayala, en ciertos casos, las mujeres
pueden heredar nainus y cultivarlas, en otros casos se les permiten cultivar la
tierra pero no son dueñas o pueden cultivar la tierra en grupos; es decir, se
organizan para cultivar la tierra.
En estos diálogos y ejemplos se dejan
claro lo importante que es tener una buena comprensión de los problemas a nivel
local. Para los proyectos que buscan mejorar el acceso de las mujeres y la
juventud a la tierra, la exploración de estas dinámicas locales es clave para
abordar las desigualdades de raíz.
[1] Iniciativa del Centro de Desarrollo
Ambiental y Humano (CENDAH)
[2] FORO
“UNA MUJER, UNA OPCIÓN PARA EL DESARROLLO”, realizada en la comunidad de
Wargandub, 5 de septiembre de 2015. http://gubiler.blogspot.com/2015/09/foro-una-mujer-una-opcion-para-el.html
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