Oros ginnid, nainu grupo Nadigana, Nargana. Foto: Gubiler |
La agricultura climáticamente inteligente y
las empresas de fertilizantes
A pesar de que la relación entre alimentación y cambio climático
es fundamental (aproximadamente el 50% de las emisiones CO2 tienen su
origen en el sistema agroalimentario) en la 21a Conferencia de las Partes
(COP21) solo ha existido una iniciativa intergubernamental importante para
abordar dicha relación. Se trata de la Alianza Global para la Agricultura Climáticamente Inteligente, que fue creada el pasado
año 2014 en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático en Nueva
York, como culminación de varios años de esfuerzo de los lobbies de las
empresas del sector, especialmente el de fertilizantes, para bloquear cualquier
propuesta que en el área de agricultura y cambio climático pudiera representar
límites a sus negocios.
La huella
de los
fertilizantes
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Producir fertilizantes a base de gas genera
entre un
1-2 % del total de las emisiones de CO2, sin
embargo, la
mayor parte de las emisiones ocurren cuando
son aplicados
al suelo. El Panel Internacional Sobre Cambio
Climático
(IPCC) calcula que de cada 100 kg de
fertilizante nitrogenado
que se aplica al suelo, 1 kg termina en la
atmósfera como
óxido nitroso (N2O), la sustancia más
importante en la
destrucción de la capa de ozono, con 300
veces más
efecto invernadero que el CO2. Según los
últimos datos, el
uso de fertilizantes químicos durante este
año generará,
probablemente, más emisiones de gases con
efecto de
invernadero que el total de emisiones
procedentes de
todos los automóviles
y camiones que circulan en EE. UU.
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De
los 29 miembros fundadores no gubernamentales de esta Alianza, que incluye a la
FAO, la mayoría están ligados a la industria de los
fertilizantes: tres son grupos de cabildeo, otros dos son las compañías de
fertilizantes más grandes del mundo (Yara, de Noruega y Mosaic, de EE. UU.), además
de un puñado de organizaciones que trabajan directamente con este sector en
programas sobre cambio climático.
El porqué de su preocupación en los temas de cambio climático es
doble y fácil de entender. En primer lugar, no debemos olvidar que los
fertilizantes de síntesis, en especial los nitrogenados, se obtienen casi
totalmente a partir de gas natural, cuya extracción depende cada vez más de la fractura
hidráulica o fracking. Por eso vemos que es Yara, la mayor multinacional
de los fertilizantes, la empresa que coordina el grupo corporativo de cabildeo
para el desarrollo del gas de esquisto y el fracking en
Europa. De hecho, Yara y otras compañías son las que mayoritariamente utilizan el
gas natural producido por el auge de fracturaciones hidráulicas en EE. UU.
Obviamente, las decisiones en favor de reducir la producción de este gas serían
un gran problema para dichas empresas.
“Los argumentos climáticos ponen entre la espada
y la pared a las empresas fertilizantes”
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En segundo, lugar, la industria de fertilizantes sabe que hay un creciente
conjunto de evidencias que demuestra que sus productos no son imprescindibles para
la agricultura y que se pueden dejar de usar sin ver reducidos los rendimientos
si se adoptan prácticas agroecológicas beneficiando al clima de forma muy
considerable.
Es decir, los argumentos climáticos ponen entre la espada y la
pared a las empresas de fertilizantes y su respuesta es movilizarse para influir
en el debate internacional sobre agricultura y cambio climático y, por
increíble que parezca, posicionándose como parte necesaria de la solución, con iniciativas
como la Agricultura Climáticamente Inteligente.
Los lobbies de
las empresas fertilizantes
Los tentáculos de estas compañías son muchos. A nivel global, puede
destacarse The Fertilizer Institute, la International Fertilizer Industry Association
y el International Plant Nutrition Institute. Otro ejemplo, sería el caso de
Yara que, al frente del Gas Working Party junto con la colaboración de Fertilizers
Europe, ejerce una fuerte presión a favor de explotar los yacimientos de gas natural
con fracking en la Unión Europea (UE).
En la UE tiene un papel relevante la española Fertiberia, que hace notar su poder
en el sector. Su actual presidente y consejero
delegado, Javier Goñi del Cacho, es
vicepresidente del lobby europeo Fertilizers Europe y
presidente de la Asociación
Nacional de Fabricantes de Fertilizantes
(ANFFE).
Para promover y sostener el discurso de la ACI, las compañías de fertilizantes
están desarrollando, alianzas en Norteamérica
con ONGD ambientalistas como el Environmental
Defense Fund (EDF) y The Nature Conservancy
(TNC) y empresas como Walmart, PepsiCo y
Campbell. También tienen una larga y sostenida
relación con los centros de investigación
internacional del Grupo Consultivo para la
Investigación Agrícola Internacional (CGIAR)
desde donde se ponen en marcha proyectos de
ACI en países del sur. A nivel estatal, Fertiberia
financia desde hace años la Cátedra Fertiberia
de Estudios Agroambientales en la Universidad
Politécnica de Madrid y este mes de noviembre
ha constituido con la Universidad de Sevilla
un centro conjunto de investigación denominado
Centro de Tecnologías Agroambientales. Desde
ANFFE se están llevando a cabo numerosas
jornadas sobre las bondades de los
fertilizantes para el medio ambiente, con
dudosos argumentos, como que «el uso de
fertilizantes mejora el balance de CO2, ya que, al haber una mayor producción, los cultivos captan mucho más CO2 que el emitido en producir, transportar y aplicar los
fertilizantes minerales».
No hay una definición
precisa para “agricultura
climáticamente inteligente”,
y es deliberado que sea así
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¿Inteligente o incomprensible?
La ACI es un concepto abstracto que utiliza ideas aparentemente atractivas,
pero pocorigurosas y confusas, con expresiones que
son un verdadero oxímoron, como el «desarrollo agrícola climáticamente compatible»
o la «intensificación sustentable». De hecho, no hay una definición precisa
para «agricultura climáticamente inteligente», y es deliberado que sea así. La
Alianza Global para la Agricultura Climáticamente Inteligente deja a sus
miembros que determinen qué significa para cada uno de ellos «agricultura climáticamente
inteligente». Así, la FAO, uno de los principales organizadores de la Alianza, elaboró
una publicación de referencia y una lista anexa de diez «historias exitosas» de
agricultura climáticamente inteligente. Llamativamente todos los ejemplos son
programas verticales de extensión que incluyen técnicas para introducir la aplicación
de fertilizante nitrogenado justamente en agriculturas de países no
industrializados, cuya contribución al cambio climático ha sido hasta ahora insignificante.
Y lo mismo podemos decir de otras iniciativas que, subidas en la ola de la ACI,
tienen siempre el mismo objetivo: abrir mercados de fertilizantes.
Fuentes: www.grain.org
Revista
Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. Invierno 2015, Núm. 23. 28-30
pp.
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